Rebeldes del swing
1993 

6.7
6,982
Drama
Alemania, 1939. Cuando Adolf Hitler está a punto de conducir a su país a la guerra, imponiendo una dura disciplina que niega la libertad individual, grupos de jóvenes alemanes, entusiasmados por la política y el mensaje de libertad de la música swing americana, se rebelan contra ese orden. Conocidos como los "Chicos del Swing", imitan la última moda inglesa y americana: llevan abrigos demasiado grandes, sombreros hongo, paraguas negros ... [+]
22 de febrero de 2008
22 de febrero de 2008
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es entretenida, no está mal, se deja ver, además la música mezclada con el tema de los nazis hace que resulte muy original. Sólo se le puede reprochar un gazapo histórico, ponen a un miembro de la S.A. en el año 1939, cuando estos desaparecieron, si no recuerdo mal, cuatro años antes, en la llamada “noche de los cuchillos largos”. Pero bueno, no pasa nada, Hollywood no suele ser muy riguroso a la hora de centrar la Historia en su justo contexto, se les puede perdonar esa “licencia poética”.
30 de agosto de 2011
30 de agosto de 2011
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un drama nazi visto de una perspectiva diferente.
Triste visionado de una triste realidad.
Una buena historia en todo momento, actuaciones de jóvenes promesas que hoy por hoy son buenos actores, muy buena ambientación en cada escenario, situaciones tensas y duras increíbles de creer y coreografías muy buenas en su comienzo.
Lo mejor: Su historia de un punto de vista diferente y todas las coreografías de su comienzo.
Lo peor: Su no conclusión, o mejor dicho su final tan abierto.
Mejor escena: High swing.
Las frases:Te has convertido en un jodido nazi.
Otros film del director: El negociador.
Triste visionado de una triste realidad.
Una buena historia en todo momento, actuaciones de jóvenes promesas que hoy por hoy son buenos actores, muy buena ambientación en cada escenario, situaciones tensas y duras increíbles de creer y coreografías muy buenas en su comienzo.
Lo mejor: Su historia de un punto de vista diferente y todas las coreografías de su comienzo.
Lo peor: Su no conclusión, o mejor dicho su final tan abierto.
Mejor escena: High swing.
Las frases:Te has convertido en un jodido nazi.
Otros film del director: El negociador.
24 de marzo de 2013
24 de marzo de 2013
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo malo de ver una película tan buena como ésta es que las demás te parecen malas. "Rebeldes del swing" guarda cierto parecido con "El Pianista", "La cinta blanca" o "Los chicos del coro", ya sea por tratar el origen del nazismo, el valor de la música o las dos cosas a la vez. Pero la diferencia está, entre otras cosas, en que en esta ocasión el swing importa, tiene significado. No bailan porque sí, sino por que es su forma de revelarse contra el régimen, y en el fondo, de ser libres y ser ellos mismos. En conjunto Thomas Carter construye un excelente drama, a veces un musical por sus brillantes coreografías, sobre unos jóvenes bajo el Tercer Reich. El intento de reflejar el día a día, las motivaciones de la gente normal en situaciones normales, más allá de los habituales temas del antisemitismo o la politización, es brillante. Como la propia situación, el ambiente, las autoridades, los padres, los mayores van conduciendo a las nuevas generaciones hacia el nazismo. "Rebeldes del Swing" sí que es real como la vida misma, inteligente, humana, crítica y sincera, no como la enorme parida que supone "La cinta blanca".
Porque la inmensa mayoría de nazis no eran psicópatas desalmados, sino gente normal, como nuestros protagonistas. Incluso ellos, que de entrada son contrarios a las nuevas ideas, se ven conducidos y fascinados por el movimiento. Orgullo, poder, sentirse libre, oportunismo, miedo a la diferencia, camaradería, idealismo, sentirse superior a los demás, presión del grupo, sentido práctico o pura supervivencia son las motivaciones auténticas. Mientras tanto el odio, el resentimiento y los deseos de venganza se van deslizando por medio de la propaganda, la mentira y el lavado de cerebro. Después de todo, son los pequeños gestos los que acabaran llevando al Holocausto. Aún así, reconozcamos que el principio, sin ser malo, no tiene la garra de toda la parte final. La película va creciendo a pasos agigantados para llegar a un punto de dramatismo en el que las palabras, magníficos diálogos, duelen como cortes de una navaja. Al final nos queda un gran análisis de la naturaleza humana, de cómo mantener la honestidad en la Alemania Nazi, la lucha, la amistad y tantas otras cosas. O sea, una gran película.
Porque la inmensa mayoría de nazis no eran psicópatas desalmados, sino gente normal, como nuestros protagonistas. Incluso ellos, que de entrada son contrarios a las nuevas ideas, se ven conducidos y fascinados por el movimiento. Orgullo, poder, sentirse libre, oportunismo, miedo a la diferencia, camaradería, idealismo, sentirse superior a los demás, presión del grupo, sentido práctico o pura supervivencia son las motivaciones auténticas. Mientras tanto el odio, el resentimiento y los deseos de venganza se van deslizando por medio de la propaganda, la mentira y el lavado de cerebro. Después de todo, son los pequeños gestos los que acabaran llevando al Holocausto. Aún así, reconozcamos que el principio, sin ser malo, no tiene la garra de toda la parte final. La película va creciendo a pasos agigantados para llegar a un punto de dramatismo en el que las palabras, magníficos diálogos, duelen como cortes de una navaja. Al final nos queda un gran análisis de la naturaleza humana, de cómo mantener la honestidad en la Alemania Nazi, la lucha, la amistad y tantas otras cosas. O sea, una gran película.
9 de abril de 2020
9 de abril de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alemania, primeros años 30. Hitler fascina a casi todos los alemanes y el jazz a unos pocos chavales imberbes. A estos chavales imberbes les gusta escuchar a Benny Goodman, a Duke Ellington y a Django Reinhardt. Lo malo es que a los que les fascina Hitler y al mismo Hitler no le gustan ni los judíos, ni los negros ni tampoco los gitanos. ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿No les gusta el jazz o no les gusta el jazz porque lo inventaron los negros y lo tocaban blancos judíos o gitanos?
Son tres amigos adolescentes los que se pasan como pueden durante aquellos años los discos del vinilo prohibido. Robert Sean Leonard, Christian Bale y Frank Whaley. Unidos por el jazz, Alemania les tiene preparado un futuro de raza aria y blanca en las Juventudes hitlerianas. Lo cual no será óbice para que crezcan a hurtadillas entre la libertad del ritmo sincopado del swing y las grandes orquestas, verdaderos vientos de libertad procedentes de Norteamérica. Los rebeldes y el swing.
Adiós, inocencia, adiós.
Pues es una historia cierta y verdadera. Estos swing kids existieron. Se trató de un movimiento más o menos contestatario, más o menos subversivo (todo lo que les dejaba la aplastante e intolerante apisonadora nazi) que se concentró en la ciudad alemana de Hamburgo. Los rebeldes se dejaban pelo largo, eran anglófilos perdidos, llevaban bombín y sacaban el paraguas aun cuando hubiera días de sol.
Pero uno de esos días llega el momento en que el niño-hombre tiene que empezar a ser solamente hombre: las juventudes hitlerianas llaman a sus puertas. Dos de los tres amigos (Leonard y Bale) se alistan. El tercero nunca podría ser un joven de Hitler: el tercer amigo es un lisiado, cojea de una pierna y eso, amigo, está mal visto en el reino de los arios perfectos. Lo pasará mal este chico. Las características de este tercer personaje cojo es un hermoso homenaje a Django Reinhardt. Django Reinhardt es el ídolo del personaje lisiado y a Django se enmarca dentro de la categoría de lisiados varios: los famosos dedos mutilados de Django, mano izquierda en el mástil, que no le impedían completar más y más acordes. Ya sabemos que a Django los obstáculos de la naturaleza le importaban un pimiento.
La película es de 1993. El director es Thomas Carter, un asiduo de la televisión que prácticamente no ha vuelto a hacer más cine. Además sale Barbara Hersey, una de las mejores actrices que había en América. Sin más. De jefe nazi sale Kenneth Branagh, competente en su papel de dictadorcillo. En la película, Branagh intenta beneficiarse de Barbara Hersey, a la sazón madre del personaje de Robert Sean Leonard. Leonard comete un pequeño delito pero la intervención de Branagh atenúa su previsible castigo. Todo por el amor de su madre.
La historia, en si, no abandona en demasía la convencionalidad. Tiene unos números de baile espléndidos, la música. La relación de los amigos se sigue con agrado y el personaje de Christian Bale sufre una interesante transformación cuando conoce las verdades del Mein Kampft. Correcto todo. Hablemos de la música.
De la música tabú.
Lo dicho. Aparte del homenaje a Django Reinhardt, suena Django Reinhardt, Count Basie, Duke Ellington, Benny Goodman, Jimmie Lunceford, Louis Prima. El jazz prohibido. Pero aquí aparte el jazz lo bailan, cosa que no deberá extrañar: el jazz, cuando se inventó, se inventó para bailarlo. Algunas de las piezas son recreaciones de orquesta llamémosles del estilo neo swing del mismo año 93. Quiero decir que no siempre las bandas originales. La música incidental es de James Horner, pero aquí quiero hablar de jazz.
Y el jazz bailado lo bailan muy bien. Los actores bailan, aunque canta un poco, como en muchas películas en las que teóricamente son todos aficionados rasos de la calle, canta un poco, digo, que todos bailen la mar de bien. Muy profesionales, vamos. Miembros de algún ballet, me explico.
Película simpática, entretenida, Swing kids, que se deja ver, pero que, puestos a elegir, sobre todo se deja oír. La película te la ves y te compras el CD.
Son tres amigos adolescentes los que se pasan como pueden durante aquellos años los discos del vinilo prohibido. Robert Sean Leonard, Christian Bale y Frank Whaley. Unidos por el jazz, Alemania les tiene preparado un futuro de raza aria y blanca en las Juventudes hitlerianas. Lo cual no será óbice para que crezcan a hurtadillas entre la libertad del ritmo sincopado del swing y las grandes orquestas, verdaderos vientos de libertad procedentes de Norteamérica. Los rebeldes y el swing.
Adiós, inocencia, adiós.
Pues es una historia cierta y verdadera. Estos swing kids existieron. Se trató de un movimiento más o menos contestatario, más o menos subversivo (todo lo que les dejaba la aplastante e intolerante apisonadora nazi) que se concentró en la ciudad alemana de Hamburgo. Los rebeldes se dejaban pelo largo, eran anglófilos perdidos, llevaban bombín y sacaban el paraguas aun cuando hubiera días de sol.
Pero uno de esos días llega el momento en que el niño-hombre tiene que empezar a ser solamente hombre: las juventudes hitlerianas llaman a sus puertas. Dos de los tres amigos (Leonard y Bale) se alistan. El tercero nunca podría ser un joven de Hitler: el tercer amigo es un lisiado, cojea de una pierna y eso, amigo, está mal visto en el reino de los arios perfectos. Lo pasará mal este chico. Las características de este tercer personaje cojo es un hermoso homenaje a Django Reinhardt. Django Reinhardt es el ídolo del personaje lisiado y a Django se enmarca dentro de la categoría de lisiados varios: los famosos dedos mutilados de Django, mano izquierda en el mástil, que no le impedían completar más y más acordes. Ya sabemos que a Django los obstáculos de la naturaleza le importaban un pimiento.
La película es de 1993. El director es Thomas Carter, un asiduo de la televisión que prácticamente no ha vuelto a hacer más cine. Además sale Barbara Hersey, una de las mejores actrices que había en América. Sin más. De jefe nazi sale Kenneth Branagh, competente en su papel de dictadorcillo. En la película, Branagh intenta beneficiarse de Barbara Hersey, a la sazón madre del personaje de Robert Sean Leonard. Leonard comete un pequeño delito pero la intervención de Branagh atenúa su previsible castigo. Todo por el amor de su madre.
La historia, en si, no abandona en demasía la convencionalidad. Tiene unos números de baile espléndidos, la música. La relación de los amigos se sigue con agrado y el personaje de Christian Bale sufre una interesante transformación cuando conoce las verdades del Mein Kampft. Correcto todo. Hablemos de la música.
De la música tabú.
Lo dicho. Aparte del homenaje a Django Reinhardt, suena Django Reinhardt, Count Basie, Duke Ellington, Benny Goodman, Jimmie Lunceford, Louis Prima. El jazz prohibido. Pero aquí aparte el jazz lo bailan, cosa que no deberá extrañar: el jazz, cuando se inventó, se inventó para bailarlo. Algunas de las piezas son recreaciones de orquesta llamémosles del estilo neo swing del mismo año 93. Quiero decir que no siempre las bandas originales. La música incidental es de James Horner, pero aquí quiero hablar de jazz.
Y el jazz bailado lo bailan muy bien. Los actores bailan, aunque canta un poco, como en muchas películas en las que teóricamente son todos aficionados rasos de la calle, canta un poco, digo, que todos bailen la mar de bien. Muy profesionales, vamos. Miembros de algún ballet, me explico.
Película simpática, entretenida, Swing kids, que se deja ver, pero que, puestos a elegir, sobre todo se deja oír. La película te la ves y te compras el CD.
25 de septiembre de 2006
25 de septiembre de 2006
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran obra en la que podemos ver los primeros años del nazismo en Alemania, todo a través de un grupo de jóvenes... está muy bien. Robert Sean Leonard hace un gran trabajo, con su confusión acerca de que es lo que debe pensar en la película. Christian Bale, igualmente, realiza una gran interpretación y Kenneth Branagh no se queda corto. Se ve muy bien el sufrimiento de la gente y la gran represión a lo extranjero. Creo que es muy buena película y habría que verla. También, antinazi, da que pensar, como muchas otras, acerca de la gran equivocación que tuvo el ser humano en Alemania en aquel tiempo.
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