Halcón
1987 

4.8
10,969
12 de marzo de 2022
12 de marzo de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una madre enferma. Un abuelo que hace de padre putativo. Bastante carcamal, engreído y déspota. Un conflicto familiar. Un padre ausente. Un día la madre intenta reconciliar al padre biológico con el niño presuntamente abandonado, pero no es fácil ignorar largos años de ausencia. Hawk (Stallone) es camionero, entre carreteras, canciones ochenteras, pinballs y pulseadas, se abre camino esta entrañable historia, de aprendizaje, de ritos de pasaje, de competencia y de valentía. Lo que sorprende de la película es lo poco prometedor del argumento y lo bien llevada que resulta. La magia de Stallone y de su personaje, pero también de los actores secundarios y de la dosificación de los elementos dramáticos, emotivos, los giros argumentales y, sobre todo, el último tercio de película, cargado de una tensión física que transmite una enorme adrenalina.
Aunque los memoriosos le tienen afecto, es una película infravalorada por las nuevas generaciones.
Aunque los memoriosos le tienen afecto, es una película infravalorada por las nuevas generaciones.
4 de enero de 2013
4 de enero de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Posiblemente esta película te defraudé, pues no tiene la calidad de las anteriores Rocky 4 y Cobra, ya que después de haber visto estas geniales películas, cualquiera pensará que esta va a ser otro bombazo by Stallone, pero no es así, y no me refiero sólo a la banda sonora de la peli, que aunque también es llamativa, no es como las dos películas mencionadas antes. El caso es que esta peli la conocí muy tarde, hace 4 años en vez de 22, pues la película data de 1986, pero yo hasta muchos años después no llegue a ser saber que existía, aunque no es de extrañar, pues la peli no es gran cosa, que no quiere decir que no me gusté, ojo, no he dicho eso, pues como habreís adivinado yo soy fan de Sylvester Stallone, sólo que prefiero otras de este actor.
El argumento también hay que destacarlo, pues tiene su toque de originalidad, ya que no hay demasiadas películas en las que los protagonistas se echen pulsos como en esta (de hecho yo no conozco más que esta)
Resumiendo, que esta peli es interesante, y más siendo de los años 80, donde este actor triunfo como nunca antes lo había hecho en su vida por las geniales pelis en las que actuó, siempre y cuando seas fan de Stallone, así que ya lo sabeís.
El argumento también hay que destacarlo, pues tiene su toque de originalidad, ya que no hay demasiadas películas en las que los protagonistas se echen pulsos como en esta (de hecho yo no conozco más que esta)
Resumiendo, que esta peli es interesante, y más siendo de los años 80, donde este actor triunfo como nunca antes lo había hecho en su vida por las geniales pelis en las que actuó, siempre y cuando seas fan de Stallone, así que ya lo sabeís.
27 de septiembre de 2018
27 de septiembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Oda a la virilidad y a los lazos familiares. Un tipo de cine que ya no existe, y que yo personalmente echo de menos.
Me parece una película estupenda para disfrutar un sábado por la tarde, con un Stallone que, podrá criticársele desde los círculos más sibaritas del cine, pero que de nuevo interpreta a un personaje que se hacer querer, en la línea de Rocky Balboa (salvando las distancias, teniendo en cuenta la genialidad detrás de la saga basada en el boxeo).
En definitiva, cine ochentero en estado puro, muy disfrutable y con una mala prensa injustificada.
Me parece una película estupenda para disfrutar un sábado por la tarde, con un Stallone que, podrá criticársele desde los círculos más sibaritas del cine, pero que de nuevo interpreta a un personaje que se hacer querer, en la línea de Rocky Balboa (salvando las distancias, teniendo en cuenta la genialidad detrás de la saga basada en el boxeo).
En definitiva, cine ochentero en estado puro, muy disfrutable y con una mala prensa injustificada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es verdad que el niño a veces es un tanto repelente. Y la parte en la que se escapa de casa, conduciendo un coche, resulta demasiado disparatada y te saca por momentos del filme.
El concurso de pulsos es toda una exhibición de histrionismo, muecas y testosterona. La verdad es que dentro de las risas que puede llegar a provocar, me ha encantado.
El concurso de pulsos es toda una exhibición de histrionismo, muecas y testosterona. La verdad es que dentro de las risas que puede llegar a provocar, me ha encantado.
15 de octubre de 2018
15 de octubre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni siquiera necesito adoptar una actitud benevolente, mirándola por encima del hombro, y etiquetar a 'Yo, el Halcón' (1987, Menahem Golan) como un placer culpable. Es larga, generosamente larga, la lista de películas chuscas, de esas que por su simpleza se presuponen erróneamente malas, que no me canso de volver a ver, una y otra vez. 'Yo, el Halcón' (1987, Menahem Golan) es una de esas chorradas incomprendidas.
No me importa lo unidimensionales y telefílmicos que sean sus personajes: una madre enferma, un padre ausente y buscavidas que se ve forzado a ejercer como como tutor, el previsiblemente antagónico Robert Loggia tratando de separarle de su hijo y, por supuesto, un tierno lechón adolescente que aprenderá a querer a su progenitor y ver su belleza interior blablabla...
Lincoln Hawk (Sylvester Stallone) es un camionero que trata de ganarse de nuevo el cariño de su hijo cuando, al enfermar gravemente su mujer, cumple su última voluntad de retomar el contacto con él. Hawk y el pequeño Michael (David Mendenhall) viajarán juntos hasta el Campeonato Internacional de Pulsos (¡!) que se celebra en Las Vegas, evitando las constantes intentonas de su abuelo (Robert Loggia) por separarles.
Me quedo con la mejor parte en el más logrado (o el menos fallido) de los saltos a la dirección que efectuó el productor y guionista Menahem Golan y, generalmente, en todas aquellas majaderías testosterónicas que Sly protagonizó desde inicios de los 80 hasta bien entrada la década de los 90: la exaltación de la masculinidad encauzada hacia una ambiguedad remarcadamente gay, las continuas alusiones en sus diálogos a la filosofía de autoayuda y frases de superación personal, los montajes con secuencias dramáticas aderezadas con baladas de rock melódico y un buen puñado de secuencias grabadas a fuego en el paroxismo de la virilidad -esos gigantes monstruosos y sudorosos echando pulsos con la gorra vuelta del revés-.
No puede decirse que este tipo de peliculas no se perpetraran con las ideas preclaras y unos objetivos honestos, y el que otros -entre los que no me incluyo- no comulguen con su acabado formal ya es harina de otro costal. A mí al menos no me avergüenza admitir que muchas de estas cintas -en VHS, por supuesto- forman parte del ADN de mi educación cinéfila tanto como las comedias mudas de Harold Lloyd, los vodeviles eróticos de Mariano Ozores o los más populares blockbusters producidos/dirigidos Steven Spielberg. Los 80 fueron lo que fueron, no le demos más vueltas.
No me importa lo unidimensionales y telefílmicos que sean sus personajes: una madre enferma, un padre ausente y buscavidas que se ve forzado a ejercer como como tutor, el previsiblemente antagónico Robert Loggia tratando de separarle de su hijo y, por supuesto, un tierno lechón adolescente que aprenderá a querer a su progenitor y ver su belleza interior blablabla...
Lincoln Hawk (Sylvester Stallone) es un camionero que trata de ganarse de nuevo el cariño de su hijo cuando, al enfermar gravemente su mujer, cumple su última voluntad de retomar el contacto con él. Hawk y el pequeño Michael (David Mendenhall) viajarán juntos hasta el Campeonato Internacional de Pulsos (¡!) que se celebra en Las Vegas, evitando las constantes intentonas de su abuelo (Robert Loggia) por separarles.
Me quedo con la mejor parte en el más logrado (o el menos fallido) de los saltos a la dirección que efectuó el productor y guionista Menahem Golan y, generalmente, en todas aquellas majaderías testosterónicas que Sly protagonizó desde inicios de los 80 hasta bien entrada la década de los 90: la exaltación de la masculinidad encauzada hacia una ambiguedad remarcadamente gay, las continuas alusiones en sus diálogos a la filosofía de autoayuda y frases de superación personal, los montajes con secuencias dramáticas aderezadas con baladas de rock melódico y un buen puñado de secuencias grabadas a fuego en el paroxismo de la virilidad -esos gigantes monstruosos y sudorosos echando pulsos con la gorra vuelta del revés-.
No puede decirse que este tipo de peliculas no se perpetraran con las ideas preclaras y unos objetivos honestos, y el que otros -entre los que no me incluyo- no comulguen con su acabado formal ya es harina de otro costal. A mí al menos no me avergüenza admitir que muchas de estas cintas -en VHS, por supuesto- forman parte del ADN de mi educación cinéfila tanto como las comedias mudas de Harold Lloyd, los vodeviles eróticos de Mariano Ozores o los más populares blockbusters producidos/dirigidos Steven Spielberg. Los 80 fueron lo que fueron, no le demos más vueltas.
8 de febrero de 2021
8 de febrero de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo que disfruté mucho en su día viéndola en casa de un amigo con apenas diez años. No la había vuelto a ver desde entonces. Le pasa como a casi todas las películas de Stallone, es mala pero entretiene, al menos a ciertas edades. El aprobado se lo doy por eso.
Aquí, Sly interpreta a un camionero que pretende recuperar el cariño y el respeto de su hijo que acaba de graduarse en una academia militar después de pasar años sin verle. Su objetivo también es ganar el título mundial de pulsos que se celebra en Las Vegas.
Sorprende la presencia en el guion del otrora prestigioso guionista Stirling Silliphant (El coloso en llamas, La aventura del Poseidón o En el calor de la noche, entre otras) pero la mano de Stallone es alargada y lo que podía haber tenido un resultado digno se echó a perder, sobre todo en su tramo final durante el campeonato de pulsos que resulta bastante paródico.
No obstante, ya quisieran muchas de las películas comerciales estrenadas hoy en día tener la honestidad y simpleza de ésta. Una obra sin más pretensiones que la de entretener.
Aquí, Sly interpreta a un camionero que pretende recuperar el cariño y el respeto de su hijo que acaba de graduarse en una academia militar después de pasar años sin verle. Su objetivo también es ganar el título mundial de pulsos que se celebra en Las Vegas.
Sorprende la presencia en el guion del otrora prestigioso guionista Stirling Silliphant (El coloso en llamas, La aventura del Poseidón o En el calor de la noche, entre otras) pero la mano de Stallone es alargada y lo que podía haber tenido un resultado digno se echó a perder, sobre todo en su tramo final durante el campeonato de pulsos que resulta bastante paródico.
No obstante, ya quisieran muchas de las películas comerciales estrenadas hoy en día tener la honestidad y simpleza de ésta. Una obra sin más pretensiones que la de entretener.
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