La muerte del Sr. Lazarescu
Drama
El señor Lazarescu es viudo y vive solo en un apartamento con sus tres gatos. Su hija Bianca se marchó a vivir a Canadá. Una noche, el solitario anciano se siente mal y llama a una ambulancia. Lo llevan a un hospital, y desde allí a otro y a otro más, pero en ninguno pueden atenderlo. Mientras tanto, su estado de salud se va agravando rápidamente... (FILMAFFINITY)
3 de febrero de 2012
3 de febrero de 2012
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si a algunos les parece borde el doctor House, tendrían que pasearse una temporadita por los hospitales rumanos, que se iban a enterar de lo que es bordería médica de verdad. O por lo menos por los hospitales que nos muestra Cristi Puiu durante esa interminable noche en la que todos sabemos que el señor Lazarescu va a morir.
Una cosa sí tengo que decir: si el cine muestra la realidad de un país y nos da la imagen de cómo viven sus ciudadanos, yo después de haber visto un par de pelis rumanas puedo prometer y prometo que ni muerrrrta voy de visita a semejante infierno. Qué feo todo: la gente, las casas, los hospitales, el cielo, el frío, la cutrez... Rumanía es fea, el señor Lazarescu es feo, su casa y sus vecinos también feos; la única que resulta un poco más agradable a la vista es la enfermera interpretada por Luminita Gheorghiu, que se pasa toda la noche de un lado para otro intentando que atiendan a su paciente en algún hospital, pero con tanta fealdad a su alrededor hasta a ella se le contagia.
A mí no me ha gustado esta película. y no porque cuente una historia fea sobre un país feo y sobre gente fea, sino porque en ningún momento parece cine. Podría ser perfectamente un reportaje sobre urgencias hospitalarias fatalmente organizadas. Uno de esos programas de cámara oculta que tanto gustan a la gente porque pillan in fraganti al personal sin que sepan que lo están grabando. De hecho hubo uno parecido hace tiempo en el que los reporteros iban con equipos de emergencia en sus ambulancias haciendo el recorrido nocturno y grabando de todo: accidentes, infartos, ictus... En fin, está bien para el que le gusten estas cosas. Pero eso para mí no es cine.
También es cualquier cosa menos comedia. Hay que reconocer que es demoledora la visión que se da de la deshumanización hospitalaria, de la falta de empatía y amabilidad del personal médico (y del no médico, vamos), y de lo dura que puede ser la muerte en soledad. Yo el humor negro que algunos dicen verle francamente no se lo veo por ninguna parte. Como no sea que a algunos les dé risa ver a alguien moribundo, perdiendo facultades por minutos, cagándose y meándose encima y sin que nadie le haga puto caso...
Una cosa sí tengo que decir: si el cine muestra la realidad de un país y nos da la imagen de cómo viven sus ciudadanos, yo después de haber visto un par de pelis rumanas puedo prometer y prometo que ni muerrrrta voy de visita a semejante infierno. Qué feo todo: la gente, las casas, los hospitales, el cielo, el frío, la cutrez... Rumanía es fea, el señor Lazarescu es feo, su casa y sus vecinos también feos; la única que resulta un poco más agradable a la vista es la enfermera interpretada por Luminita Gheorghiu, que se pasa toda la noche de un lado para otro intentando que atiendan a su paciente en algún hospital, pero con tanta fealdad a su alrededor hasta a ella se le contagia.
A mí no me ha gustado esta película. y no porque cuente una historia fea sobre un país feo y sobre gente fea, sino porque en ningún momento parece cine. Podría ser perfectamente un reportaje sobre urgencias hospitalarias fatalmente organizadas. Uno de esos programas de cámara oculta que tanto gustan a la gente porque pillan in fraganti al personal sin que sepan que lo están grabando. De hecho hubo uno parecido hace tiempo en el que los reporteros iban con equipos de emergencia en sus ambulancias haciendo el recorrido nocturno y grabando de todo: accidentes, infartos, ictus... En fin, está bien para el que le gusten estas cosas. Pero eso para mí no es cine.
También es cualquier cosa menos comedia. Hay que reconocer que es demoledora la visión que se da de la deshumanización hospitalaria, de la falta de empatía y amabilidad del personal médico (y del no médico, vamos), y de lo dura que puede ser la muerte en soledad. Yo el humor negro que algunos dicen verle francamente no se lo veo por ninguna parte. Como no sea que a algunos les dé risa ver a alguien moribundo, perdiendo facultades por minutos, cagándose y meándose encima y sin que nadie le haga puto caso...
30 de mayo de 2007
30 de mayo de 2007
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra película larga, pero perfecta, impecable. El drama de la vida humana (y la muerte o, más bien, el tránsito a) en un ámbito particular: la enfermedad terminal y en Bucarest (Rumania) en nuestra época. Es más drama que comedia "negra", aunque tiene algunas tiernas escenas, incluso graciosas. Plantea ciertas cuestiones que seguramente el espectador querrá pensar y/o ya tiene una experiencia personal, por ej. : ¿Se comportan bien los médicos? ¿Tienen algún prejuicio respecto a sus pacientes? ¿Es posible que el sistema hospitalario de una gran ciudad como Bucarest colapse por un solo accidente automovilístico? (2.000.000 de habitantes en el año 2000). La narración ficcional, realista, se basó en un hecho real.
No es fácil de ver para personas muy sensibles, temerosas o hipocondríacas, pero hay que decir que tiene actuaciones notables, diálogos con mucho sentido, personajes entrañables, por ej. Lazarescu (Ioan Fiscuteanu) o la enfermera Mioara Avram (Luminita Gheorghiu). Una película perfecta, y un director para tener en cuenta: Cristi Puiu.
No es fácil de ver para personas muy sensibles, temerosas o hipocondríacas, pero hay que decir que tiene actuaciones notables, diálogos con mucho sentido, personajes entrañables, por ej. Lazarescu (Ioan Fiscuteanu) o la enfermera Mioara Avram (Luminita Gheorghiu). Una película perfecta, y un director para tener en cuenta: Cristi Puiu.
15 de noviembre de 2010
15 de noviembre de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El difunto Tony Judt, un grande entre los grandes, nos dejó para la historia una hermosa y dura reflexión sobre la historia más reciente de Rumanía: "Rumanía entre la Historia y Europa" o el más polémico título de "Rumanía: a la cola de Europa". Allí nos dejaba muchas perlas que ponían en cuestión el lugar de este país en el continente europeo al más puro estilo de un Ciorán. En cierto sentido los rumanos tienen mucho que agradecer a su cine, porque verdaderamente está comprometido con las difíciles condiciones en que se encuentra su hermoso país, aún no he visto una película rumana que se caracterice por la frivolidad, por no estar conectada con la realidad presente o histórica del país. En cierto sentido sus directores contribuyen a que millones de vidas reales no caígan en el olvido, a lo cual contribuye la justa fama de su cine, lo cual le da una difusión a nivel internacional que otros quisieran.
El film trata muchos temas, quizás esta crítica esté de más dado el gran número de las ya escritas. Sin embargo llevaba tanto tiempo queriendo ver esta película y estoy tan agradecido por el hecho de haber podido verla al fin que quiero manifestar mi opinión al respecto. El señor Lazarescu es un hombre envejecido de forma prematura, como tantos otros, por las durezas de 60 años de vida, tanto las escogidas "voluntariamente" (alcoholismo) como aquellas que son producto del azar de nacer aquí y allá (a menos que uno se considere francés o chino a causa de un designio de la divina providencia). Solo, en mitad de Bucarest, con sus tres gatos a los que se siente unido por un poderoso vínculo afectivo (siente una profunda sensación de incomprensión debido al hecho de que nadie comprende su amor por estos animales, es decir, en cierto sentido siente que nadie puede comprenderlo: algo similar pasa con sus problemas de alcohol, al que él no concede ningún efecto pernicioso mientras todos le conminan a dejar la botella a un lado), en un apartamento donde el polvo del tiempo hace estragos; rechazado por su familia debido a sus problemas de alcohol; arrancado de su hija por la lógica cruel de los tiempos que obliga a los jóvenes a emigrar en busca de un destino mejor. En cierto sentido el señor Lazarescu es la representación de Rumanía, a quien todos dan la espalda y a la que sólo tienden una mano por compasión (como ocurre en el caso de sus vecinos, a los que no les faltan buenas intenciones pero quienes consideran al pobre viejo un inadaptado que, además, es una mala influencia), quien pierde a sus hijos por ser incapaz de mantenerlos, de satisfacer sus esperanzas para un futuro mejor (hoy en día la sangría sufrida por la emigración a Europa occidental y América, como la hija de Lazarescu, radicada en Canadá).
El film trata muchos temas, quizás esta crítica esté de más dado el gran número de las ya escritas. Sin embargo llevaba tanto tiempo queriendo ver esta película y estoy tan agradecido por el hecho de haber podido verla al fin que quiero manifestar mi opinión al respecto. El señor Lazarescu es un hombre envejecido de forma prematura, como tantos otros, por las durezas de 60 años de vida, tanto las escogidas "voluntariamente" (alcoholismo) como aquellas que son producto del azar de nacer aquí y allá (a menos que uno se considere francés o chino a causa de un designio de la divina providencia). Solo, en mitad de Bucarest, con sus tres gatos a los que se siente unido por un poderoso vínculo afectivo (siente una profunda sensación de incomprensión debido al hecho de que nadie comprende su amor por estos animales, es decir, en cierto sentido siente que nadie puede comprenderlo: algo similar pasa con sus problemas de alcohol, al que él no concede ningún efecto pernicioso mientras todos le conminan a dejar la botella a un lado), en un apartamento donde el polvo del tiempo hace estragos; rechazado por su familia debido a sus problemas de alcohol; arrancado de su hija por la lógica cruel de los tiempos que obliga a los jóvenes a emigrar en busca de un destino mejor. En cierto sentido el señor Lazarescu es la representación de Rumanía, a quien todos dan la espalda y a la que sólo tienden una mano por compasión (como ocurre en el caso de sus vecinos, a los que no les faltan buenas intenciones pero quienes consideran al pobre viejo un inadaptado que, además, es una mala influencia), quien pierde a sus hijos por ser incapaz de mantenerlos, de satisfacer sus esperanzas para un futuro mejor (hoy en día la sangría sufrida por la emigración a Europa occidental y América, como la hija de Lazarescu, radicada en Canadá).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ya en 2001 Tony Judt recordaba que "La pertenencia rumana a la UE dará dolores de cabeza... Dejarla fuera probablemente sería embarazoso". Por tanto aquí tenemos la última imagen del señor Lazarescu, o de la Rumanía que el encarna: el incomprendido, una oveja negra que no parece ser digna de la más mínima atención porque ya ha demostrado todo de lo que es capaz.
Y es que en cierto sentido el señor Lazarescu está muerto mucho antes de que su hígado y su cerebro comiencen a dar problemas. La película no es más que la crónica de una muerte anunciada, parafraseando a Gabriel García Márquez. El final del film es más sobrecogedor si cabe por eso: el señor Lazarescu será prácticamente abandonado en un camilla bajo la fría luz del hospital, completamente desnudo, con la cabeza rasurada y dirigiendo una última mirada a la cámara que no es más que el reflejo de esa soledad e incomprensión.
La marcha interminable de hospital en hospital que, todo hay que decirlo, no deja nada bien parado al sistema sanitario rumano y a sus profesionales por su ineficiencia, falta de motivación y deshumanización. En este sentido no puedo posicionarme porque no conozco de primera mano la situación de la sanidad rumana, pero concedo algún crédito al director y sí sé hasta cierto punto los sueldos miserables percibidos por médicos y enfermeros/as. Lo que para algunos puede parecer un metraje excesivo no es más que un recurso usado por el director - en mi humilde opinión con gran acierto - para aumentar la sensación de agonía que rodea a este drama dominado por el humor negro (atentos a la actuación de Mihai Bratila o el doctor Breslasu, excelente, seguramente nada que ver entre el doblaje al castellano y la versión original), lo cual lo hace doblemente dramático si cabe (y precisamente es extraño constatar que una de las críticas que ha recibido el film es ésta, su humor negro, cuando yo creo que es una sus virtudes más efectistas).
En dos años Rumanía entraría en la Unión Europea. Es obvio que el mundo intelectual de Rumanía, muy conectado a todo lo que ocurre dentro y fuera de su país ha tratado de dar toques de atención respecto a la situación del país y las cosas que tendrían que cambiar, empezando por los propios rumanos. Sin embargo "La muerte del sr. Lazarescu" parece un retrato de esa maldición que atenaza a Rumanía y sobre la que tantos ríos de tinta vertió Ciorán, uno de los más ilustres rumanos: "Hay países que disfrutan de una especie de bendición, de gracia: todo les sale bien, incluso sus desgracias y sus catástrofes; hay otros que no consiguen nada y cuyos triunfos equivalen a fracasos. Cuando quieren afirmarse y dar un paso hacia adelante, interviene una fatalidad exterior que acaba con su impulso y los devuelve al punto de partida". Esperemos que este cine ayude cada vez más a crear la conciencia necesaria para que las cosas puedan mejorar, todo esfuerzo es poco.
Y es que en cierto sentido el señor Lazarescu está muerto mucho antes de que su hígado y su cerebro comiencen a dar problemas. La película no es más que la crónica de una muerte anunciada, parafraseando a Gabriel García Márquez. El final del film es más sobrecogedor si cabe por eso: el señor Lazarescu será prácticamente abandonado en un camilla bajo la fría luz del hospital, completamente desnudo, con la cabeza rasurada y dirigiendo una última mirada a la cámara que no es más que el reflejo de esa soledad e incomprensión.
La marcha interminable de hospital en hospital que, todo hay que decirlo, no deja nada bien parado al sistema sanitario rumano y a sus profesionales por su ineficiencia, falta de motivación y deshumanización. En este sentido no puedo posicionarme porque no conozco de primera mano la situación de la sanidad rumana, pero concedo algún crédito al director y sí sé hasta cierto punto los sueldos miserables percibidos por médicos y enfermeros/as. Lo que para algunos puede parecer un metraje excesivo no es más que un recurso usado por el director - en mi humilde opinión con gran acierto - para aumentar la sensación de agonía que rodea a este drama dominado por el humor negro (atentos a la actuación de Mihai Bratila o el doctor Breslasu, excelente, seguramente nada que ver entre el doblaje al castellano y la versión original), lo cual lo hace doblemente dramático si cabe (y precisamente es extraño constatar que una de las críticas que ha recibido el film es ésta, su humor negro, cuando yo creo que es una sus virtudes más efectistas).
En dos años Rumanía entraría en la Unión Europea. Es obvio que el mundo intelectual de Rumanía, muy conectado a todo lo que ocurre dentro y fuera de su país ha tratado de dar toques de atención respecto a la situación del país y las cosas que tendrían que cambiar, empezando por los propios rumanos. Sin embargo "La muerte del sr. Lazarescu" parece un retrato de esa maldición que atenaza a Rumanía y sobre la que tantos ríos de tinta vertió Ciorán, uno de los más ilustres rumanos: "Hay países que disfrutan de una especie de bendición, de gracia: todo les sale bien, incluso sus desgracias y sus catástrofes; hay otros que no consiguen nada y cuyos triunfos equivalen a fracasos. Cuando quieren afirmarse y dar un paso hacia adelante, interviene una fatalidad exterior que acaba con su impulso y los devuelve al punto de partida". Esperemos que este cine ayude cada vez más a crear la conciencia necesaria para que las cosas puedan mejorar, todo esfuerzo es poco.
3 de octubre de 2011
3 de octubre de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
He leído críticas a esta película diciendo que es un muy buen relato sobre la burocracia, ética profesional, pobreza, etc. Pero creo que el mérito de la película no está en esos aspectos, sino en la actitud del protagonista. Se dice que el cine tiene un tratamiento rígido de la historia y que el personaje nunca debe cambiar de parecer. Cristi Puiu muestra este criterio de manera sobresaliente. Los periodistas aman su trabajo porque al hacerlo ellos pueden ver y entender los anhelos, la fe, la esperanza, las ilusiones y parecer del alma humana. Al ver "La muerte del señor Lazarescu" me sucedió lo mismo que a los periodistas. Pero algo muy especial diferencia el contar las noticias y ver "La muerte del señor Lazarescu". Y es que el protagonista nunca cambia su punto de vista. El no renunciar a las ilusiones no solamente es especial sino contradictorio y para algunos espectadores sensibles les resulta desagradable. En otras películas como "La vida en rosa" se puede ver que lo que más le haría feliz a la protagonista es modular su gusto por el canto ya que llegó a convertirse en una obsesión. Sin embargo, ella dice en un momento de la película que sino sigue cantando va a perder la fe en sí misma. En "El aviador" el protagonista estaba tan ilusionado con volar en aviones que quería seguir haciéndolo a pesar de haber sufrido accidentes y quedar cojo y con la piel quemada. A veces, es tanta la fuerza espiritual que ponemos por vivir nuestros propios anhelos que llegamos a la autodestrucción.
6 de marzo de 2009
6 de marzo de 2009
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos días que tenía la oportunidad de ver A fost sau n-a fost? (12:08 Al Este de Bucarest Corneliu Porumboiu/ 2.006) y me parecía que había que estar atentos a lo que viene de Rumanía.
Ayer me ha tocado Moartea Domnului Lazarescu y no estaba equivocado. Este largo ha conseguido numerosos premios, empezando por el de Una Cierta Mirada en Cannes en el 2.005.
La Muerte del Señor Lazarescu tiene muchas cosas en común con el cine italiano neo-realista de la posguerra, para empezar el acercarse a observar cómo las personas comunes pelean día a día por la existencia. Pero, en la película rumana, el exterior es cambiado por unos oprimentes interiores que ayudan a que la película posea una fuerte carga de presión.
Hay dos cosas interesantes en el guión del propio director que enseguida asaltan al espectador, por un lado, una crítica a las condiciones materiales que Rumanía tiene con lo que eso puede conllevar de replanteamiento de las supuestas bondades que la occidentalización ha llevado a la sociedad rumana. Por otro lado, las profundas diferencias sociales que existen todavía en las sociedades menos ricas de Europa y que son un pesado lastre para su modernización. Durante toda el largo, son continuas y constantes las escenas en las que el superior margina y desprecia al inferior. Lo que es una cuestión meramente profesional, también podría ser analizado como polarización de sexos debido al papel que juegan ciertos personajes femeninos durante el desarrollo de la trama.
Llama la atención, sin embargo, el papel de la enfermera que, como un ángel de la guarda, acompaña al moribundo pasillo tras pasillo, hospital tras hospital. Y es que las mujeres, en esta película, son mucho más humanas que los hombres.
El modo de ser narrada y filmada la historia, como si fuera un documental, hace que se gane en credibilidad y dramatismo yendo mucho más allá que el Sicko de Michael Moore (2.007) porque Puiu nos propone un viaje al infierno de la sociedad rumana a través de su sistema sanitario , sus relaciones sociales y los grandes cambios sufridos desde el año 1.989.
En todo caso, asistimos a una película que con inteligencia y un bajo presupuesto, sigue demostrando que el dinero no es condición necesaria para hacer un buena película, y que, no tenerlo, ninguna excusa.
Lo mejor: El conjunto en general .
Lo peor: La exageración de ciertos momentos pone en peligro la credibilidad general. Exceso de metraje.
Bastante recomendable.
Ayer me ha tocado Moartea Domnului Lazarescu y no estaba equivocado. Este largo ha conseguido numerosos premios, empezando por el de Una Cierta Mirada en Cannes en el 2.005.
La Muerte del Señor Lazarescu tiene muchas cosas en común con el cine italiano neo-realista de la posguerra, para empezar el acercarse a observar cómo las personas comunes pelean día a día por la existencia. Pero, en la película rumana, el exterior es cambiado por unos oprimentes interiores que ayudan a que la película posea una fuerte carga de presión.
Hay dos cosas interesantes en el guión del propio director que enseguida asaltan al espectador, por un lado, una crítica a las condiciones materiales que Rumanía tiene con lo que eso puede conllevar de replanteamiento de las supuestas bondades que la occidentalización ha llevado a la sociedad rumana. Por otro lado, las profundas diferencias sociales que existen todavía en las sociedades menos ricas de Europa y que son un pesado lastre para su modernización. Durante toda el largo, son continuas y constantes las escenas en las que el superior margina y desprecia al inferior. Lo que es una cuestión meramente profesional, también podría ser analizado como polarización de sexos debido al papel que juegan ciertos personajes femeninos durante el desarrollo de la trama.
Llama la atención, sin embargo, el papel de la enfermera que, como un ángel de la guarda, acompaña al moribundo pasillo tras pasillo, hospital tras hospital. Y es que las mujeres, en esta película, son mucho más humanas que los hombres.
El modo de ser narrada y filmada la historia, como si fuera un documental, hace que se gane en credibilidad y dramatismo yendo mucho más allá que el Sicko de Michael Moore (2.007) porque Puiu nos propone un viaje al infierno de la sociedad rumana a través de su sistema sanitario , sus relaciones sociales y los grandes cambios sufridos desde el año 1.989.
En todo caso, asistimos a una película que con inteligencia y un bajo presupuesto, sigue demostrando que el dinero no es condición necesaria para hacer un buena película, y que, no tenerlo, ninguna excusa.
Lo mejor: El conjunto en general .
Lo peor: La exageración de ciertos momentos pone en peligro la credibilidad general. Exceso de metraje.
Bastante recomendable.
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