Me siento rejuvenecer
7.1
4,375
Comedia. Ciencia ficción
Barnaby Fulton (Cary Grant), químico de una importante empresa, está empeñado en encontrar la fórmula de la eterna juventud. La fortuita intervención de una chimpancé que ha servido para los experimentos provoca magníficos resultados que ni Fulton ni su esposa (Ginger Rogers) ni su jefe (Charles Coburn) podrán entender cómo se han producido. (FILMAFFINITY)
6 de febrero de 2022
6 de febrero de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al estilo La fiera de mi niña, se le dan bien a Howard Hawks este tipo de comedias alocadas, absurdas pero sumamente cómicas y distraídas, en las que los gags se suceden sin parar uno tras otro.
En esta ocasión vuelve a contar con la insuperable interpretación de Cary Grant al que también se le da muy bien estos papeles de ingenuo despistado metido en líos, secundado por una fantástica Ginger, una incipiente Marilyn Monroe explosiva y el gran Charles Coburn.
Cine de antes pero perfectamente visible ahora por los nostálgicos amantes del cine.
En esta ocasión vuelve a contar con la insuperable interpretación de Cary Grant al que también se le da muy bien estos papeles de ingenuo despistado metido en líos, secundado por una fantástica Ginger, una incipiente Marilyn Monroe explosiva y el gran Charles Coburn.
Cine de antes pero perfectamente visible ahora por los nostálgicos amantes del cine.
1 de noviembre de 2010
1 de noviembre de 2010
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clásica comedia de Hawks, brillante y divertida. Aparece Cary Grant con gafas de culo de botella pero igualmente atractivo a sus casi 50 años, el Clooney de la época. Le acompañan una maravillosa Ginger Rogers, la exuberante Marilyn, el genial Charles Coburn y el mono que la lía parda en el laboratorio y tiene un papel decisivo (y no es coña).
El guión es divertídisimo y mantiene el ritmo de forma constante, junto con una brillante dirección y un perfecto trabajo por parte de los actores que tienen que hacer el tonto más de la cuenta. Cary está estupendo como el científico miope y despistado que con el elixir recupera su juventud.
Y pasan los años y sigue siendo una buenísima comedia que no se ha quedado desfasada. El argumento es igualmente válido hoy en día. ¿Quién no quiere el elixir de la juventud? A día de hoy el milagro todavía no se ha creado..............
El guión es divertídisimo y mantiene el ritmo de forma constante, junto con una brillante dirección y un perfecto trabajo por parte de los actores que tienen que hacer el tonto más de la cuenta. Cary está estupendo como el científico miope y despistado que con el elixir recupera su juventud.
Y pasan los años y sigue siendo una buenísima comedia que no se ha quedado desfasada. El argumento es igualmente válido hoy en día. ¿Quién no quiere el elixir de la juventud? A día de hoy el milagro todavía no se ha creado..............
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Marilyn tiene un pequeño y divertido papel, además exhibe su anatomía en todas sus escenas. Especialmente divertido es cuando le enseña las medias que el científico ha creado mientras levanta su falda y aparece el jefe de ambos en ese momento....Quizás no fuera una buena actriz, pero cuando ella aparece es indudable que destaca sobre el resto.
Ginger baila, en claro homenaje a sus antiguas películas con Fred Astaire.
Ginger baila, en claro homenaje a sus antiguas películas con Fred Astaire.
2 de febrero de 2019
2 de febrero de 2019
8 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece el regreso de Ginger Rogers a la gran pantalla pero realmente no lo fue ya que la actriz de Misuri seguía sacando películas con regularidad casi todos los años. Sin embargo, si no me equivoco, desde "Fin de semana" (1945) no obtenía un éxito comercial como la presente "Me siento rejuvenecer", que en esta ocasión logró colarse entre las diez más taquilleras del año en los Estados Unidos, precisamente en el último puesto, además de una nominación a los globos de oro. En cualquier caso y siguiendo con ella, vaya capacidad de genuflexión de su personaje, Edwina, y no me refiero a su buena forma física, que la tenía pese a andar sobre los cuarenta, sino a su complaciente actitud ante su atolondrado marido, Barnaby (Cary Grant). La deja plantada y ella, totalmente comprensiva y sonriente, se pone a hacer la cena. Es que es una "buena mujer americana". Si fuera una hembra española cogería un berrinche tremendo y cuando el varón español, cerveza en mano, le dijese algo así como "¡María, la cena!", le respondería con "¡La cena te la va a hacer tu madre!", dándole un portazo.
En fin, que resulta que tenemos una comedia pura, "Me siento rejuvenecer", que se basa en una idea que así contada podría parecer que tiene gracia, unos señores se toman una pócima con la que se vuelven unos niños o a lo sumo adolescentes. Sin embargo, no lo tiene, es decir, no hay situación cómica posible salvo la de ver a Cary Grant y Ginger Rogers haciendo un poco el ganso. Se vuelven unos críos pero ¿y qué más? Pues prácticamente nada. Así que entre el poco recorrido de la idea, el ritmo tan lento y la larga introducción la película puede producir bostezos. Tal vez lo mejor sean los títulos de créditos con "espera Cary, todavía no" y alguna escena suelta como en la piscina. Pero hay algo aún peor: que los afectados por el brebaje no se comportan como chicos/as, sino más bien como lelos de tal forma que lo que han descubierto es el LSD o alguna otra droga dura que te deja flipado, totalmente desinhibido. Por último, mención a Marilyn Monroe, muy guapa ella, cimentando el rol de "rubia tonta", que si lo pensamos en realidad no sólo es denigrante sino que además es muy poco atractivo.
En fin, que resulta que tenemos una comedia pura, "Me siento rejuvenecer", que se basa en una idea que así contada podría parecer que tiene gracia, unos señores se toman una pócima con la que se vuelven unos niños o a lo sumo adolescentes. Sin embargo, no lo tiene, es decir, no hay situación cómica posible salvo la de ver a Cary Grant y Ginger Rogers haciendo un poco el ganso. Se vuelven unos críos pero ¿y qué más? Pues prácticamente nada. Así que entre el poco recorrido de la idea, el ritmo tan lento y la larga introducción la película puede producir bostezos. Tal vez lo mejor sean los títulos de créditos con "espera Cary, todavía no" y alguna escena suelta como en la piscina. Pero hay algo aún peor: que los afectados por el brebaje no se comportan como chicos/as, sino más bien como lelos de tal forma que lo que han descubierto es el LSD o alguna otra droga dura que te deja flipado, totalmente desinhibido. Por último, mención a Marilyn Monroe, muy guapa ella, cimentando el rol de "rubia tonta", que si lo pensamos en realidad no sólo es denigrante sino que además es muy poco atractivo.
1 de agosto de 2023
1 de agosto de 2023
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me siento rejuvenecer (Monkey Business), de Howard Hawks, con guion de Ben Hecht, Charles Lederer e I.A.L Diamond, según argumento de Harry Segall, se inicia, durante los mismos títulos de crédito, con una ocurrencia que expone la condición de representación de lo que presenciamos: Cary Grant abre la puerta, para salir de su casa, y una voz, en dos ocasiones mientras se suceden los créditos, le indica que 'todavía no Cary', por lo que Cary Grant vuelve a cerrar la puerta. Cuando concluyen los créditos, Cary Grant realiza la misma acción, pero ya es su personaje, el químico Barnaby, dispuesto a salir de casa junto a su esposa Edwina, con el propósito de asistir a una fiesta. Pero en esta ocasión, Barnaby, por dos ocasiones, no realiza las acciones que debería, apagar la luz del interior, encender la del porche y cerrar la puerta para acompañar a su esposa, sino que, en ambas ocasiones, vuelve a introducirse en casa. Edwina se percata de que todavía no puede dar los pasos que debería, algo le preocupa, su mente no está presente del todo, como quien se encontrara encasquillado. Un experimento en el que se encuentra en proceso de investigación, para conseguir el rejuvenecimiento, no está funcionando. No encuentra las claves. Durante su conversación, mientras ella prepara una cena, se evidencia su complicidad (ella no dramatiza el cambio de planes porque no quiere estar bailando con alguien cuya mente no está del todo presente) como se exponen ciertas interrogantes sobre la evolución de su relación (tras nueve años de matrimonio), cómo sus reacciones, ahora, no son las mismas de su juventud, no tan pasionales, y si ello implica una regresión en el sentido de devaluación. Entonces, por ejemplo, no hubieran contestado un teléfono, entregados a su pasión, como si el mundo estuviera aparte, pero ahora sí. ¿De qué es signo, o qué indica, esa variación? ¿Se ha perdido algo en el trayecto, en el tiempo, de la relación? Se pone en interrogante una relación, como si se pusiera en interrogante una ficción. ¿Se ha acomodado la relación en una inercia, o rutina, cual ficción en la que se hubieran acoplado como meros engranajes?
Monkey business es el título original de Me siento rejuvenecer. Asunto de monos, no sólo porque una chimpancé, de solo seis meses, que es usada para los experimentos en el laboratorio de Barnaby, es la que, jugando con componentes químicos halla, accidentalmente, la combinación que tanto tiempo lleva buscando Barnaby para lograr el rejuvenecimiento, sino porque al tomar, sin saberlo, esa combinación (que desconocen el chimpancé tiró al contenedor de agua), sufrirán, él y su esposa Edwina (Ginger Rogers), la regresión de retornar, de modo más manifiesto, a la conducta primitiva del hombre, en la adolescencia y la infancia. O sea hacer el mono, o el idiota, o hacer gamberradas, la connotación de la expresión monkey business. No puede ser más corrosiva la reflexión sobre el absurdo de querer volver a ser joven, porque entonces se está tan desorientado como cautivo de fatuidades y exacerbados dramatismos. Es el tiempo de la inadaptación, la idiotez y los diversos desastres, como señalará Barnaby. Los primeros efectos son positivos, por cuanto tienen que ver con la mejora física, la recuperación de las mejores condiciones. Por ejemplo, Barnaby ya no padecerá de bursitis, y podrá mover las articulaciones de sus brazos y hombros sin problemas, como ya no necesitará usar las gafas, porque sus numerosas dioptrías se convierten en una visión perfecta, inversamente proporcional a la pérdida de agudeza de mirada interior, ya que, una cosa es recuperar las mejores condiciones físicas pero otra recuperar las deficiencias de las actitudes de la juventud. Al retornar a la adolescencia, en su periplo junto a Lois (Marilyn Monroe), la secretaria del laboratorio, se corta el pelo al cepillo, se compra una nada discreta chaqueta a cuadros, se cae patinando sobre hielo, intenta hacer alardes en un trampolín para caer sobre su vientre, compra un descapotable ( que da pie a una desternillante secuencia cuando va perdiendo de nuevo la vista mientras conduce, por que ¿de qué manera, realmente, conduce la juventud sino con una percepción borrosa aún de la vida),
Monkey business es el título original de Me siento rejuvenecer. Asunto de monos, no sólo porque una chimpancé, de solo seis meses, que es usada para los experimentos en el laboratorio de Barnaby, es la que, jugando con componentes químicos halla, accidentalmente, la combinación que tanto tiempo lleva buscando Barnaby para lograr el rejuvenecimiento, sino porque al tomar, sin saberlo, esa combinación (que desconocen el chimpancé tiró al contenedor de agua), sufrirán, él y su esposa Edwina (Ginger Rogers), la regresión de retornar, de modo más manifiesto, a la conducta primitiva del hombre, en la adolescencia y la infancia. O sea hacer el mono, o el idiota, o hacer gamberradas, la connotación de la expresión monkey business. No puede ser más corrosiva la reflexión sobre el absurdo de querer volver a ser joven, porque entonces se está tan desorientado como cautivo de fatuidades y exacerbados dramatismos. Es el tiempo de la inadaptación, la idiotez y los diversos desastres, como señalará Barnaby. Los primeros efectos son positivos, por cuanto tienen que ver con la mejora física, la recuperación de las mejores condiciones. Por ejemplo, Barnaby ya no padecerá de bursitis, y podrá mover las articulaciones de sus brazos y hombros sin problemas, como ya no necesitará usar las gafas, porque sus numerosas dioptrías se convierten en una visión perfecta, inversamente proporcional a la pérdida de agudeza de mirada interior, ya que, una cosa es recuperar las mejores condiciones físicas pero otra recuperar las deficiencias de las actitudes de la juventud. Al retornar a la adolescencia, en su periplo junto a Lois (Marilyn Monroe), la secretaria del laboratorio, se corta el pelo al cepillo, se compra una nada discreta chaqueta a cuadros, se cae patinando sobre hielo, intenta hacer alardes en un trampolín para caer sobre su vientre, compra un descapotable ( que da pie a una desternillante secuencia cuando va perdiendo de nuevo la vista mientras conduce, por que ¿de qué manera, realmente, conduce la juventud sino con una percepción borrosa aún de la vida),
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Posteriormente, será su esposa, Edwina, quien ingiera la combinación azarosa del mono que está en el agua (aún creen que los efectos se deben a la combinación del propio Barnaby). Durante esa noche, que comparte con Barnaby, quien no está bajo los efectos, éste experimentará las consecuencias nefastas de un desajuste, ya que ella actúa como si fuera aún una adolescente, y él no lo es. La ficción (de la adolescencia, de sus dramatizaciones) evidencia su inconsistencia y absurdo. En la noche que comparten en un hotel brotan la ridiculez de los celos, los drásticos cambios de humor, la demanda de atenciones exacerbada para sentirse especial, las reacciones despechadas, las cuales determinan que Barnaby se quede sin gafas, con un pijama roto, por los pasillos del hotel, buscando el teléfono en la rampa donde se lanza la ropa sucia, y donde acaba él. El retorno al teórico divino tesoro de la juventud es la caída, cual mera ropa sucia, en la idiocia de los comportamientos caprichosos, en la miopía de las reacciones viscerales. Como colofón, en su siguiente experiencia, conjunta, regresionan a la infancia. Junto al chimpancé, pues qué diferencia hay, irrumpen en la sala de reuniones de los laboratorios químicos para generar solo caos. En su retorno a las calles, se pintarrajearán, ella creerá al despertar, y recuperar la consciencia de su edad adulta, en su cama, que un bebé es Barnaby y él, dando rienda suelta a sus infantiles celos, incita a unos niños a que aten y dejen el cabello como el de un comanche al cuadriculado amigo/cortejador de su esposa, Hank (Hugh Marlowe) .En suma, la vida es un absurdo ( el resultado aleatorio de la combinación inconsciente realizada por una chimpancé), y no dispone de mucho fundamento, más allá de querer recuperar las mejores condiciones físicas, querer retornar a la juventud, por el desatino que, por una razón u otras, somos entonces, animales aún en proceso de formación. La cuestión, o el matiz diferenciador, es mantener el espíritu joven en cuanto aún disponer de la necesaria actitud lúdica, en contraposición a todo envaramiento, y seguir haciendo el gamberro, pero ya con la agudeza de la madurez ( y así ignorar los teléfonos para no perturbar el despliegue de los entusiasmos epicúreos o transgredir las rutinas con las vitales improvisaciones). Es la consciencia de que la vida es (o puede ser), en su sentido más pleno y pletórico, un jubiloso, salaz e irreverente juego.
Alexander Zárate
elcinedesolaris.blogspot.com
Alexander Zárate
elcinedesolaris.blogspot.com
15 de julio de 2009
15 de julio de 2009
6 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida y divertida comedia de Howard el halcón que no llega al nivel de la Fiera de Mi Niña pero que supera con creces y por descontado la infame Sólo los ángeles tienen alas.
Resulta alentador ver a Secuaz pintado de indio agitando su dedo sin uña y motiva verle con gafas de Rompetechos en alguna disparatada secuencia con Reiziger dando brincos.
Marilyn Monaguillo también asoma sus amandas y planea el metraje con comodidad para dejar paso a una convincente Ginebra Rogers.
Se despide desde Sicilia
Un australopiteco mirando fijamente a Michael Reiziger y señalando el portacedés de su boca
Resulta alentador ver a Secuaz pintado de indio agitando su dedo sin uña y motiva verle con gafas de Rompetechos en alguna disparatada secuencia con Reiziger dando brincos.
Marilyn Monaguillo también asoma sus amandas y planea el metraje con comodidad para dejar paso a una convincente Ginebra Rogers.
Se despide desde Sicilia
Un australopiteco mirando fijamente a Michael Reiziger y señalando el portacedés de su boca
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