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Carros de fuego

Drama En 1920, Gran Bretaña contaba con dos atletas excepcionales: Harold Abrahams y Eric Lidell. Las razones que los movían a correr era tan diferentes como sus vidas: pertenecían a mundos distintos, cada uno tenía sus propias creencias y su propio concepto del triunfo. (FILMAFFINITY)
Críticas 69
Críticas ordenadas por utilidad
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9
17 de diciembre de 2008
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carrozas de fuego es una película nítidamente estética. Allí se aúnan la buena dirección, bellas imágenes, un canto al deporte, en particular de los velocistas...y principalmente y, como teatro de fondo, la muy destacada composición central de la banda sonora de la mano de Vangelis, el músico griego. El manejo de los tempos, la exhibición de los ideales de superación de los deportistas, el "crescendo" de la emotividad en las pruebas que deben afrontar los competidores -dentro de lo que es una sana y limpia competencia-, en el marco de los viejos Juegos Olímpicos -no Olimpíadas, llamadas así impropiamente ya que, originariamente en la Hélade esta palabra significaba el período o franja de tiempo distante entre cada Juego- son motivo suficiente para consagrar a esta película como altamente recomendable.
4
2 de abril de 2007
26 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Porque sin su música la película perdería enteros y sería un tostón.
Magnífica introducción al film con títulos de crédito que apenas prestas atención puesto que tu mirada está puesta en los atletas corriendo por la playa, al ritmo de una bella música.
El resto es demasiado metraje para mostrarnos unos hombres con un loable afán de superar retos, pero creo que para incondicionales del atletismo, incluso pienso que éstos disfrutarán más con unas olimpíadas de verdad. A mí me resultó excesivamente larga y aburridilla.
Puede ser un canto al deporte pero también es una alabanza a la religión, sea ésta la que sea. Dios por aquí, Dios por allá. Sí, uno de los personajes terminó de misionero no sé donde y es parte de su vida lo que se cuenta, pero hubo, hay y habrá atletas, deportistas, que sin creer en seres superiores alcanzaron, alcanzan y alcanzarán la gloria. No aguanto los panfletos religiosos, ni los discursos extraterrenales.
Aunque parezca no venir a cuento (ver spoiler), ayer el Celta perdió en su campo tras una semana de acumular amuletos e invocar a divinidades numerosas. De nada sirvieron los (sic) "Ajos para espantar vampiros y tréboles de cuatro hojas para invocar a la suerte. Estampitas de santos y vacas pintadas de azul." (Juanma Trueba, diario "As")
Te cagas, lorito. Luego se ríen de los ritos tribales africanos ¡Qué país!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A propósito, ¿el otro atleta consigue el triunfo gracias a su esfuerzo y a la labor del entrenador o a las "propiedades mágicas" del amuleto?
7
16 de noviembre de 2005
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está claro que la película ha pasado a la historia del Cine por su B.S.O., eso es más que indudable. Pero no solo de la música puede sostenerse el largometraje, puesto que hay varios factores que influyen en que esta película pase por méritos propios a la Historia del Cine como un todo y no solo como la B.S.O. de una película cualquiera.
Todo lo contrario. La intrepetación de los principales personajes es realmente buena, haciendo muy creibles las diversas situaciones por las que pasan, llegando a transmitir una fuerza que hace al espectador querer empujarles en cada una de las carreras.
Cargada con fuertes historias ideológicas, Carros de fuego, no solo muestra las virtudes de unos deportitas, y sus logros....etc...etc...
Sino que se introduce en una lucha por la preservación de ideas de cada persona.
En definitiva un película que se deja ver muy bien.
7
5 de octubre de 2008
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta curioso que "Carros de Fuego" abogue por el atletismo en una época (1924) en que estaban más de moda deportes violentos como el rugby o el boxeo, herederos de la exaltada época victoriana e imperialista. Este hecho confiere al film de una mayor fraternidad (cristiana en este caso, como el mismo término indicaba originalmente). Respecto a si la película está o no basada en hechos reales y si se amolda a ellos, no me parece bien cuestionarla por ahí. No debemos perder de vista una de las grandes lecciones que nos da Hitchcock: la verosimilitud no es interesante ni fundamental. Puede que se me achaque que Hitchcock no hacía cine basado en hechos reales pero ¿son acaso creibles "Murieron con las botas puestas"(1941), sobre la biografía del general Custer o sin ir más lejos "Lawrence de Arabia"(1962) de Lean? La lección de Hitchcock es magistral. El cine reinterpreta y embellece la historia. Buen film.
9
24 de abril de 2013
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífico film que hoy por hoy no sería producido.

Vivimos tiempos mediocres. Tiempos en que hay miles y miles de guionistas y directores sueltos por las calles del mundo occidental pensando y ejecutando sus obras al dictado de la dictadura de los esquemas narrativos de autores de autoayuda fílmica que no han hecho ni una sola película en su vida. Todo son esquemas, curvas y lugares comunes queridamente repetidos por los productores para sentirse tranquilos. Y así les va y hacen lo que hacen.

Por suerte siempre queda y quedará gente autenticamente libre, que ve la grandeza donde está y no donde queremos que esté. Ver la mística en la espléndida historia de estos dos atletas dotados con dos gracias diferentes y distintas es signo de personas con un nivel cultural alto que quiere compartir con todos su goce, su mirada y su saber. Lo contrario del subrayado facilón.

Está excelentemente escrita por su capacidad de sugerir, adivinar y mirar. Está magníficamente dirigida, con hallazgos estéticos acertadísimos como la cámara lenta y los tiros de cámara en las carreras, que luego se trasladarían a las retransmisiones deportivas televisivas. Tiene un diseño de producción soberbio y, evidentemente, una revolucionaria partitura musical para sintetizador (¡hay que ser valiente y brillante para ambientar así la década de 1920!) compuesta por el griego Vangelis tocada por la gracia divina y que ya es patrimonio no solo del cine sinó de toda la humanidad.
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