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Críticas ordenadas por utilidad
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7.0
41,515
8
22 de octubre de 2013
22 de octubre de 2013
48 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente film emocional, que no exclusivamente romántico. Transmite con acierto y naturalidad todos los sentimientos que vivimos en el tránsito entre la juventud y la madurez: el desconcierto hacia el futuro, la alegría del amor, la felicidad de ser padre y de reinterpretar a su vez a tus progenitores, los fuertes lazos que unen a hermanos...
Podría parecer a priori demasiado contenido sentimental para un solo film, pero no lo es. "Una Cuestión de Tiempo" es el retrato de una familia, de como logra perpetuarse a través de generaciones llenas de dudas y amor. Y en esa fotografía hay espacio para todo sin que nada estorbe ni moleste.
Su tono es agradable, sus protagonistas ciertamente adorables (Gleeson, McAdams y Nighy resultan pasmosamente creíbles y cercanos) y su parábola final no es grandilocuente ni pretenciosa y sí serena, veraz, sencilla, lo que la acerca poderosamente a todos, sea cual fuere nuestra vida y nuestra historia.
Se lleva la Palma entre todas las historias, no obstante, la trama de la relación padre-hijo, bien observada, muy sentida, real, bonita y, a la postre, eje de todas las demás.
Curtis, gran guionista, ha logrado crear aquí un cine emocional muy bien pensado y ejecutado. Necesitamos más así.
Podría parecer a priori demasiado contenido sentimental para un solo film, pero no lo es. "Una Cuestión de Tiempo" es el retrato de una familia, de como logra perpetuarse a través de generaciones llenas de dudas y amor. Y en esa fotografía hay espacio para todo sin que nada estorbe ni moleste.
Su tono es agradable, sus protagonistas ciertamente adorables (Gleeson, McAdams y Nighy resultan pasmosamente creíbles y cercanos) y su parábola final no es grandilocuente ni pretenciosa y sí serena, veraz, sencilla, lo que la acerca poderosamente a todos, sea cual fuere nuestra vida y nuestra historia.
Se lleva la Palma entre todas las historias, no obstante, la trama de la relación padre-hijo, bien observada, muy sentida, real, bonita y, a la postre, eje de todas las demás.
Curtis, gran guionista, ha logrado crear aquí un cine emocional muy bien pensado y ejecutado. Necesitamos más así.

7.1
37,733
4
16 de enero de 2013
16 de enero de 2013
38 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Incomprensible 'éxito' basado en un argumento delgado e irritante. La labor de un siempre eficaz Stephen Frears no puede contrarrestar la pesadez de la contínua presencia autoconsciente (sí, es de esas películas donde el protagonista habla a cámara) de un insoportable John Cusack.
Es él uno de los actores más anticarismáticos que existe, esta vez poniéndose en la piel de un imbécil de vida anodina que se cree el epicentro del mundo por el mero hecho de ser un apasionado de la música rock. Es de ese tipo de personas que todo lo relaciona con una canción o un grupo y esto le parece un logro digno de ser compartido. Ya ven.
En cuanto a sus hechos, y sin entrar en spoiler alguno, son los propios de un egoísta mimado que no despierta compasión ni empatía alguna, más bien lo contrario. Un arquetipo de personaje muy urbano, muy Primavera Sound, alejado de la realidad -comoda y burguesmente alejado, diría yo-, que arrasa cruelmente con toda expresión de humanidad que se le acerca con sus egocentrismo y papanatería pasmantes.
Las crisis de los veinteañeros gafapastas urbanitas son insoportables por lo banales, superficiales e increiblemente faltas de humanidad para con los otros que desprenden. En ese sentido, un retrato fiel de todo un tipo de gente, que no de generación. Han existido siempre. No son especiales. Un horror.
PD: De estos lodos vinieron esos '(500) Days of Summer'. Quedan avisados.
Es él uno de los actores más anticarismáticos que existe, esta vez poniéndose en la piel de un imbécil de vida anodina que se cree el epicentro del mundo por el mero hecho de ser un apasionado de la música rock. Es de ese tipo de personas que todo lo relaciona con una canción o un grupo y esto le parece un logro digno de ser compartido. Ya ven.
En cuanto a sus hechos, y sin entrar en spoiler alguno, son los propios de un egoísta mimado que no despierta compasión ni empatía alguna, más bien lo contrario. Un arquetipo de personaje muy urbano, muy Primavera Sound, alejado de la realidad -comoda y burguesmente alejado, diría yo-, que arrasa cruelmente con toda expresión de humanidad que se le acerca con sus egocentrismo y papanatería pasmantes.
Las crisis de los veinteañeros gafapastas urbanitas son insoportables por lo banales, superficiales e increiblemente faltas de humanidad para con los otros que desprenden. En ese sentido, un retrato fiel de todo un tipo de gente, que no de generación. Han existido siempre. No son especiales. Un horror.
PD: De estos lodos vinieron esos '(500) Days of Summer'. Quedan avisados.

6.6
39,703
7
5 de julio de 2013
5 de julio de 2013
38 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraordinaria secuela. Ofrece más y más de lo que se podría esperar: ritmo, humor, un guión trabajado, respeto al intelecto de la audiencia y una técnica excelente.
En su contra está, en la versión doblada al español, la voz de Patricia Conde, que nos expulsa una y otra vez de la ilusión fílmica con una voz monótona, inexpresiva, descoordinada, muy mal actuada. No es su culpa, sinó del genio de marketing que la metió ahí "para vender". ¿Para vender qué?, me pregunto.
A pesar de ello, el disfrute es total y la presencia de los minions siempre tiene mecha, muy lejos aún de agotarse o ser una broma repetida. Muy bien. Cine comercial familiar de gran calidad.
En su contra está, en la versión doblada al español, la voz de Patricia Conde, que nos expulsa una y otra vez de la ilusión fílmica con una voz monótona, inexpresiva, descoordinada, muy mal actuada. No es su culpa, sinó del genio de marketing que la metió ahí "para vender". ¿Para vender qué?, me pregunto.
A pesar de ello, el disfrute es total y la presencia de los minions siempre tiene mecha, muy lejos aún de agotarse o ser una broma repetida. Muy bien. Cine comercial familiar de gran calidad.
10
23 de octubre de 2012
23 de octubre de 2012
31 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Serie dramática y policíaca de televisión de 26 episodios de 50 minutos dividida en dos temporadas de 13. Narra la investigación del asesinato de la adolescente Rosie Larsen y las consecuencias de dicho suceso en su familia, la ciudad donde residía y la policía.
Conseguir superar expectativas es un logro admirable. Deberíamos dar una y mil veces las gracias, ponernos de rodillas y peregrinar hasta el monte más alto para rendir tributo a los creadores, guionistas, actores, productores, directores, directores de fotografía, etc., que nos regalan maravillas como esta. Felicidades a todos ellos.
La recreación de un Seattle húmedo, lluvioso, frío -tan alejado de la dimensión afectiva que nos regalaba Frasier- es el primer hallazgo. Siendo el remake de una serie de coproducción danesa-noruega-sueca de ambientación similar, el respeto al original, entender su función dramática, ya es un primer aviso del trabajo bien pensado y ejecutado. Y es que a la serie no le falta ningún medio. Usa localizaciones exteriores, bajo lluvia permanente, de noche..., dejando a la altura del betún a muchos otros productos televisivos... y cinematográficos. Tal derroche de talento y medios en la puesta en escena solo se ha visto antes en producciones del tipo 'The Wire', con la que comparte y es deudora de muchas de sus virtudes. Como aquella, la atención y mimo por el silencio, por la palabra exacta, por el timing correcto de cada escena es excepcional. Esto resulta en una serie absorbente pero no gratuitamente eléctrica. Los capítulos avanzan porque nos interesa lo que pasa y no porque los hayan dotado de un ritmo compulsivo y fragmentado para crearnos la ilusión de un interés inexistente. No es CSI.
En su conjunto percibimos que su maestría no es una cuestión de presupuesto, de su cantidad, sino de la abundante inteligencia y criterio con el que se ha invertido.
Los actores componen unos personajes distintos, diáfanos pero complejos en sus miradas, en sus gestos. Los conocemos. No sabemos nada de ellos, pero los conocemos. Mireille Enos y Joel Kinnaman recrean una sensualidad muy física, alternativa a ese mainstream patatero lleno de rellenos e implantes. Son bellos y naturales y sucios, como también la familia Larsen. Gran acierto. El dúo de detectives Linden & Holder son ya ahora patrimonio universal de la cultura audiovisual.
Pero lo que la ubica en la Major League de las series televisivas es que todos estos elementos, todos y cada uno de ellos, están ahí adrede como una parte más de una función narrativa precisa para conducirnos hasta un final de traca. Un final de investigación doloroso, complejo, que te revuelve en lo más hondo, devastador, que destroza el alma y te hace llorar a moco tendido. Siendo tan potente toda la resolución del caso, los responsables acertaron pensando que, una vez se llegara ahí, cualquier exageración dramática que hubiera existido en el estilo de la serie le iría en su contra. Así que forjaron una serie sin concesiones a la tramposa e idiotizante música de violines o a las puestas en escena no naturales e hicieron de la sobriedad y el naturalismo un arma dramática de primer orden, sin más. Al estilo del mejor Haneke, Bergman o Eastwood. Un diez absoluto.
Conseguir superar expectativas es un logro admirable. Deberíamos dar una y mil veces las gracias, ponernos de rodillas y peregrinar hasta el monte más alto para rendir tributo a los creadores, guionistas, actores, productores, directores, directores de fotografía, etc., que nos regalan maravillas como esta. Felicidades a todos ellos.
La recreación de un Seattle húmedo, lluvioso, frío -tan alejado de la dimensión afectiva que nos regalaba Frasier- es el primer hallazgo. Siendo el remake de una serie de coproducción danesa-noruega-sueca de ambientación similar, el respeto al original, entender su función dramática, ya es un primer aviso del trabajo bien pensado y ejecutado. Y es que a la serie no le falta ningún medio. Usa localizaciones exteriores, bajo lluvia permanente, de noche..., dejando a la altura del betún a muchos otros productos televisivos... y cinematográficos. Tal derroche de talento y medios en la puesta en escena solo se ha visto antes en producciones del tipo 'The Wire', con la que comparte y es deudora de muchas de sus virtudes. Como aquella, la atención y mimo por el silencio, por la palabra exacta, por el timing correcto de cada escena es excepcional. Esto resulta en una serie absorbente pero no gratuitamente eléctrica. Los capítulos avanzan porque nos interesa lo que pasa y no porque los hayan dotado de un ritmo compulsivo y fragmentado para crearnos la ilusión de un interés inexistente. No es CSI.
En su conjunto percibimos que su maestría no es una cuestión de presupuesto, de su cantidad, sino de la abundante inteligencia y criterio con el que se ha invertido.
Los actores componen unos personajes distintos, diáfanos pero complejos en sus miradas, en sus gestos. Los conocemos. No sabemos nada de ellos, pero los conocemos. Mireille Enos y Joel Kinnaman recrean una sensualidad muy física, alternativa a ese mainstream patatero lleno de rellenos e implantes. Son bellos y naturales y sucios, como también la familia Larsen. Gran acierto. El dúo de detectives Linden & Holder son ya ahora patrimonio universal de la cultura audiovisual.
Pero lo que la ubica en la Major League de las series televisivas es que todos estos elementos, todos y cada uno de ellos, están ahí adrede como una parte más de una función narrativa precisa para conducirnos hasta un final de traca. Un final de investigación doloroso, complejo, que te revuelve en lo más hondo, devastador, que destroza el alma y te hace llorar a moco tendido. Siendo tan potente toda la resolución del caso, los responsables acertaron pensando que, una vez se llegara ahí, cualquier exageración dramática que hubiera existido en el estilo de la serie le iría en su contra. Así que forjaron una serie sin concesiones a la tramposa e idiotizante música de violines o a las puestas en escena no naturales e hicieron de la sobriedad y el naturalismo un arma dramática de primer orden, sin más. Al estilo del mejor Haneke, Bergman o Eastwood. Un diez absoluto.

7.4
47,848
3
6 de febrero de 2013
6 de febrero de 2013
41 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film partido en dos. En su primera mitad, ambientada en 1967 y 68, intenta construir una buena historia con buen cine. Códigos morales, retrato de época, observatorio generacional más o menos tópico, el film avanza sin una especial elegancia, pero sí con suficiente aplomo como para que todo resulte creíble e interesante.
En su segunda mitad, la trama se desplaza hasta 1981, y los referentes como Kazan o Scorsese de la primera parte dejan paso a las peores chapuzas televisivas norteamericanas, dotando al film de una trama vengativa a todas luces vergonzosa, no creíble, sonrojante, totalmente reprobable y censurable. Se elimina aquí cualquier atisbo de cine, de clima, y se pasa a un tosco entramado de tesis televisiva, sermoneo demagógico y apología de la mentira y la venganza muy mal dirigido (plano, contraplano, plano, contraplano) y peor actuado por uno de los cástings más descompensados que alcanzo a recordar. En fin.
En su segunda mitad, la trama se desplaza hasta 1981, y los referentes como Kazan o Scorsese de la primera parte dejan paso a las peores chapuzas televisivas norteamericanas, dotando al film de una trama vengativa a todas luces vergonzosa, no creíble, sonrojante, totalmente reprobable y censurable. Se elimina aquí cualquier atisbo de cine, de clima, y se pasa a un tosco entramado de tesis televisiva, sermoneo demagógico y apología de la mentira y la venganza muy mal dirigido (plano, contraplano, plano, contraplano) y peor actuado por uno de los cástings más descompensados que alcanzo a recordar. En fin.
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