Lo primero que quiero decir es que me ha gustado.

La historia principal es interesante y tiene varios giros argumentales que se sienten originales y permiten al espectador disfrutar aun más la película.

Pero algo que hizo que me gustase aun más, es que esta historia está muy bien desarrollada. Hay pocos diálogos, se mueve con una lentitud complaciente que acompañada con una bella fotografía y una sabrosa música clásica, deja un sabor delicioso en la boca, que no se quita hasta un rato después de haber salido de la sala de cine.

A la final la considero una buena película, tampoco nada trascendente, pero si lo suficientemente buena para recomendarla.

Muy interesante es una buena película, para mi gusto una gran película. Una manera mágica de contar como cambia el mundo, a veces empujado por los sentimientos mas primarios, aún en los mundos mas sofisticados. La película está muy bien dirigida y resulta interesante y mantiene el ritmo y el interés.

Los actores son muy naturales y sobre todo la familia y la protagonista son absolutamente geniales, unos buenos actores.

El final es absolutamente grandioso.

Cada vez es más frecuente que actores norteamericanos y consagrados bajen al viejo continente en busca de nuevas experiencias cinematográficas: ellos aprenden de nosotros y nosotros de ellos. Tilda Swinton es un ejemplo de ello en "Yo soy el amor". Sin embargo, ésto no es necesariamente una garantía de éxito, y desgraciadamente Luca Guadagnino ha desaprovechado los recursos que tenía a su alcance.

Yo soy el amor es a mi parecer un compendio sin mucha conexión interna de las típicas telenovelas sudamericanas. Más de la mitad del argumento y actores sobran, no pintan nada, simplemente rellenan lo que quiere intentar expresarnos el director, la represión propia de la mujer en el seno de familias acomodadas y con un pensamiento anticuado. Yo soy el amor no emociona, no llega al público; Tilda Swinton pasa sin pena ni gloria durante toda la cinta, no se aprecia ninguna evolución en su personaje y el resto son totalmente planos. Incluso el erotismo y la sensualidad que aparecen en cierta parte del metraje a mi no me parecen tales. American Pie me excitó más. No se sinceramente cuál era el objetivo de Guadagnino, pero más que el estilo propio de los filmes europeos, no se destila nada.

No obstante, le otorgo un "pasable a la cinta", ya que la banda sonora es decente, la fotografía es bastante buena y están a punto de engañarnos y engatusarnos con los recursos estéticos presentes en la comida, los cuadros, los muebles, los escenarios... y la escena final está a la altura.

El alto registro humano con el que Italia se brinda al cine, está presente en Io sono l'amore.
En un ambiente teñido de clase alta, de infinidad de salones, vestidos de gala y prestigio social, una familia, los Recchi, intenta vivir con el corazón.
La envidia, los legados, el amor oculto, la sexualidad no revelada y la mentira, son la realidad de una familia que intenta mostrar al mundo un perfeccionismo inexistente y encarcelador.

La profundidad de sentimientos, los remordimientos, y las verdades ocultas, hacen que este drama fuerte e inteligente avance en forma consistente.

La parición de Antonio, un cocinero mefistofélico, detona en la casa la libertad de corazón que estaba faltando.

Grandiosa actuación de todo el casting y sobretodo de Tilda Swinton, camaleónicamente adaptada al mundo tano y sus vericuetos.

Si desean recibir un baño de la más pura humanidad, con confesiones que paralizan y grandes climas familiares, Io sono l'amore está lista para pegar en su frente.
Buen drama que debe ser visto despojado de toda regla social.
En ese rincón oscuro donde habitan las mentiras.

Yo soy el amor es una película que de no ser por la presencia de Tilda Swinton, seguramente hubiera pasado completamente desapercibida para mí por la cartelera. Y es que la actriz británica se ha convertido en los últimos años en una de las presencias más magnéticas que uno se pueda encontrar en una pantalla.
Tengo que reconocer que además de la presencia de la Swinton, también han jugado un papel importante para captar mi interés la cantidad de opiniones encontradas que sitúan a esta película entre el bodrio pretencioso y la obra maestra.
La película la dirige Luca Guadagnino, un director cuyos antecedentes no resultan demasiado halagüeños. Aquí se presenta como un director con un relamido gusto estético, que se lanza a la piscina con un melodrama tan arriesgado como atractivo, y que se asoma peligrosamente al precipicio de lo ridículo, con la suerte de que la arriesgada jugada le sale realmente sugerente.
Yo soy el amor tiene a una familia de la alta sociedad de Milán como protagonista. Una mansión tan lujosa como fría, es el lugar en torno al cual gira la acción de la historia. Una historia que nos muestra la impecable y calculada vida familiar de esta gente cuya existencia gira en torno al éxito de una empresa familiar que va pasando de generación en generación. La aparición de un personaje ajeno a la familia trastocará la pulcra existencia de la esposa y madre, que, arrebata por una pasión desmedida, decide entregarse plenamente al amor con un joven amigo de uno de sus hijos. Evidentemente, esto solo puede acabar en tragedia, una tragedia que en este caso resulta absolutamente desmelenada y surrealista.
El retrato inicial que se hace de esta familia resulta modélico creando una atmósfera un tanto turbia entre tanta perfección. Todos los personajes se comportan de forma impecable pero poco sincera, siempre ocultos detrás de la imagen que se espera de ellos. El director consigue acertadamente envolver todo esto con las imágenes perfectas, aunque durante bastante tiempo uno no sabe muy bien hacia donde se dirige la historia.
Cuando por fin se plantea el que va a ser el revulsivo dramático que va a sacudir la historia, el director se deja llevar por una estética que a veces bordea el ridículo pero que sorprendentemente se ajusta de forma muy atractiva al nudo dramático del relato. Un relato que avanza dando bandazos, no siempre creíbles, hasta una secuencia final indescriptible, que culmina la película de forma delirante, pero me atrevería a decir que perfectamente consecuente con lo visto hasta entonces.
El punto más débil de la película es el reparto, donde todos los actores adolecen de una notable falta de carisma. Menos mal que la presencia de Tilda Swinton compensa la debilidad del resto del reparto. Su presencia hace que uno no pueda desviar la atención cada vez que ella sale en pantalla. Además se atreve con algunas de las escenas de sexo más logradas que se hayan visto en mucho tiempo.