El último tango en París
1972 

6.8
17,536
Drama. Romance
Una mañana de invierno un maduro norteamericano y una joven muchacha parisina se encuentran casualmente mientras visitan un piso de alquiler en París. La pasión se apodera de ellos y mantienen relaciones sexuales en el piso vacío. Cuando abandonan el edificio, ambos se ponen de acuerdo para volver a encontrarse allí, en soledad, sin preguntarse ni siquiera sus nombres. (FILMAFFINITY)
25 de noviembre de 2011
25 de noviembre de 2011
30 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bertolucci filmó en 1972 lo que probablemente sea la obra cumbre de una carrera brillantísima, "El último tango en París", una de las películas más carismáticas de la historia del cine.
Un increíble Marlon Brando nos lleva de la mano en un viaje iniciático hacia el epicentro de una de las pasiones más irracionales que se han contado en el lenguaje cinematográfico.
El resto viene espontáneamente servido por el ambiente brumoso y melancólico de París, con esa luz crepuscular que viene como anillo al dedo a una película crepuscular donde las haya.
Gran film de lo que yo llamo "cine crepuscular", un género de cine centrado en la decadencia de las personas y su deseo se volver a encontrar un lugar bajo el sol pese a tener todo en su contra.
Imprescindible.
Un increíble Marlon Brando nos lleva de la mano en un viaje iniciático hacia el epicentro de una de las pasiones más irracionales que se han contado en el lenguaje cinematográfico.
El resto viene espontáneamente servido por el ambiente brumoso y melancólico de París, con esa luz crepuscular que viene como anillo al dedo a una película crepuscular donde las haya.
Gran film de lo que yo llamo "cine crepuscular", un género de cine centrado en la decadencia de las personas y su deseo se volver a encontrar un lugar bajo el sol pese a tener todo en su contra.
Imprescindible.
10 de diciembre de 2011
10 de diciembre de 2011
26 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama romántico realizado por Bernardo Bertolucci (Parma, Italia, 1941), escrito por Bertolucci y Franco Arcalli. Sexto largometraje de Bertolucci, se rueda en escenarios exteriores de Paris y en estudio con un presupuesto estimado (IMDb) de 1.250.000 USD. Es nominado a dos Oscar (director y actor principal). Producido por Alberto Grimaldi para Produzioni Europee Associate (PEA) y Artistes Associés, se proyecta por primera vez en público el 14-X-1972 en el NY Film Festival (NYC, NY).
La acción dramática se desarrolla en París durante el invierno de 1972, a lo largo de varias semanas. El protagonista, Paul (Brando), es un americano de mediana edad, que reside en París desde hace 5 años. Arrastra el peso de una vida saturada de frustraciones e insatisfacciones personales, agravadas por el suicidio reciente de su esposa y por sentimientos de auto-odio. La protagonista, Jeanne (Schneider), es una parisina de 20 años, de familia acomodada, que trabaja como actriz aficionada. Es la prometida de Tom (Léaud), realizador de cine aficionado. Paul i Jeanne se conocen casualmente cuando ambos buscando piso coinciden en uno de la calle Jules Verne.
Entablan una relación de encuentros furtivos, de sexo sin barreras, sin reglas, sin amor, sin compromisos y sin intimidad. No se conocen y desean no conocerse. El sexo entre desconocidos es para ellos el recurso a través del cual buscan el exceso, la carnalidad salvaje, la trasgresión de las convenciones limitadoras, la libertad, la inocencia y la plenitud física. Sus encuentros clandestinos, no programados y anónimos (ambos desconocen el nombre y la historia del otro) tienen lugar en el piso de la calle Jules Verne, alquilado por Paul. Desordenado, sucio, lóbrego y aislado del mundo, es testigo de una relación no exenta de violencia verbal, fantasías de degradación, prácticas de dominación entre desiguales y toques sádicos.
La relación imposible entre los dos protagonistas está abocada a transformarse o a desaparecer. La atmósfera que envuelve la acción se presenta cargada de tensión erótica, deseo, soledad, desesperanza y desesperación. La narración, llena del barroquismo que tanto agrada al realizador, desarrolla bien la trama principal y las secundarias, define con acierto los caracteres protagonistas y mantiene el interés del relato con la ayuda contenida de la sorpresa, el sobresalto y la provocación, a la manera de otros films del momento. El nihilismo que informa el film, la desenfadada grosería de los diálogos y las sugerencias eróticas, acogen el estreno de la película con un gran escándalo, que provoca su retirada de los carteles de Italia.
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La acción dramática se desarrolla en París durante el invierno de 1972, a lo largo de varias semanas. El protagonista, Paul (Brando), es un americano de mediana edad, que reside en París desde hace 5 años. Arrastra el peso de una vida saturada de frustraciones e insatisfacciones personales, agravadas por el suicidio reciente de su esposa y por sentimientos de auto-odio. La protagonista, Jeanne (Schneider), es una parisina de 20 años, de familia acomodada, que trabaja como actriz aficionada. Es la prometida de Tom (Léaud), realizador de cine aficionado. Paul i Jeanne se conocen casualmente cuando ambos buscando piso coinciden en uno de la calle Jules Verne.
Entablan una relación de encuentros furtivos, de sexo sin barreras, sin reglas, sin amor, sin compromisos y sin intimidad. No se conocen y desean no conocerse. El sexo entre desconocidos es para ellos el recurso a través del cual buscan el exceso, la carnalidad salvaje, la trasgresión de las convenciones limitadoras, la libertad, la inocencia y la plenitud física. Sus encuentros clandestinos, no programados y anónimos (ambos desconocen el nombre y la historia del otro) tienen lugar en el piso de la calle Jules Verne, alquilado por Paul. Desordenado, sucio, lóbrego y aislado del mundo, es testigo de una relación no exenta de violencia verbal, fantasías de degradación, prácticas de dominación entre desiguales y toques sádicos.
La relación imposible entre los dos protagonistas está abocada a transformarse o a desaparecer. La atmósfera que envuelve la acción se presenta cargada de tensión erótica, deseo, soledad, desesperanza y desesperación. La narración, llena del barroquismo que tanto agrada al realizador, desarrolla bien la trama principal y las secundarias, define con acierto los caracteres protagonistas y mantiene el interés del relato con la ayuda contenida de la sorpresa, el sobresalto y la provocación, a la manera de otros films del momento. El nihilismo que informa el film, la desenfadada grosería de los diálogos y las sugerencias eróticas, acogen el estreno de la película con un gran escándalo, que provoca su retirada de los carteles de Italia.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
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Hace uso de imágenes que a través del simbolismo, la alegoría o el paralelismo aportan contenidos y explicaciones, como el baile sin reglas, la visión de rostros a través de cristales que los deforman, la división de la pantalla en dos áreas, la reproducción de obras del pintor expresionista Francis Bacon (1909-1992) junto a los créditos iniciales, la representación del regreso al jardín del Edén, las referencias a Ofelia y al mito de Eros y Thanatos, etc. Merece ser destacada la imagen de inocencia que aparece fugazmente cuando Jeanne evoca el papel de los “putti” (niños, en italiano), ángeles de solo cabeza y alas, que recuerdan a Cupido, como los representados en la pintura religiosa italiana del Renacimiento y Barroco. La interpretación de Marlon Brando, de 48 años, es magnífica.
La banda sonora recoge una larga serie de composiciones (tangos, valses…) creados por el compositor argentino Gato Barbieri, como “El último tango en París”, que hace las veces de tema principal. Se ofrece en versión de balada, tango, jazz y suite. Sobresale por su lirismo el tema “Ballad”. Se añaden “La vuelta”, “Para mi negra”, “Jeanne”, “Fake Ophelia” y otras. La fotografía, de Vittorio Storaro, ofrece frecuentes encuadres descentrados, decorados desequilibrados, imágenes que provocan desorientación, planos estáticos, etc., que combina en conjuntos de gran plasticidad y de indudable belleza. Con reiteración toma prestados los colores de la paleta atormentada de Bacon, que imita y al que el realizador dedica guiños de simpatía y admiración.
Hace uso de imágenes que a través del simbolismo, la alegoría o el paralelismo aportan contenidos y explicaciones, como el baile sin reglas, la visión de rostros a través de cristales que los deforman, la división de la pantalla en dos áreas, la reproducción de obras del pintor expresionista Francis Bacon (1909-1992) junto a los créditos iniciales, la representación del regreso al jardín del Edén, las referencias a Ofelia y al mito de Eros y Thanatos, etc. Merece ser destacada la imagen de inocencia que aparece fugazmente cuando Jeanne evoca el papel de los “putti” (niños, en italiano), ángeles de solo cabeza y alas, que recuerdan a Cupido, como los representados en la pintura religiosa italiana del Renacimiento y Barroco. La interpretación de Marlon Brando, de 48 años, es magnífica.
La banda sonora recoge una larga serie de composiciones (tangos, valses…) creados por el compositor argentino Gato Barbieri, como “El último tango en París”, que hace las veces de tema principal. Se ofrece en versión de balada, tango, jazz y suite. Sobresale por su lirismo el tema “Ballad”. Se añaden “La vuelta”, “Para mi negra”, “Jeanne”, “Fake Ophelia” y otras. La fotografía, de Vittorio Storaro, ofrece frecuentes encuadres descentrados, decorados desequilibrados, imágenes que provocan desorientación, planos estáticos, etc., que combina en conjuntos de gran plasticidad y de indudable belleza. Con reiteración toma prestados los colores de la paleta atormentada de Bacon, que imita y al que el realizador dedica guiños de simpatía y admiración.
5 de diciembre de 2016
5 de diciembre de 2016
34 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un director (Bertolucci) y un actor (Marlon) sin escrúpulos. La violación fue real, es inadmisible. He cambiado la puntuación y he puesto la peor puntuación que deja poner la página de filmaffinity, toda vez que no es una película libre, ya que para ello falta que María Schneider hubiese sabido la intención de ambos y, por supuesto, su consentimiento.
No es pretexto que el director quisiera sacar la autenticidad de la humillación en un violación, no es admisible, además, parece ser que María jamás lo superó.
Siento el mayor desprecio por ambos, y Bertolucci, que sigue vivo, debería pagar con la cárcel.
Me he enterado hoy (5 de diciembre de 2016) por un artículo del País. Exactamente esta es la página del artículo del citado periódico en Internet: http://smoda.elpais.com/moda/actualidad/la-escena-violacion-mas-celebre-del-septimo-arte-fue-real/
No es pretexto que el director quisiera sacar la autenticidad de la humillación en un violación, no es admisible, además, parece ser que María jamás lo superó.
Siento el mayor desprecio por ambos, y Bertolucci, que sigue vivo, debería pagar con la cárcel.
Me he enterado hoy (5 de diciembre de 2016) por un artículo del País. Exactamente esta es la página del artículo del citado periódico en Internet: http://smoda.elpais.com/moda/actualidad/la-escena-violacion-mas-celebre-del-septimo-arte-fue-real/
30 de enero de 2009
30 de enero de 2009
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una obra maestra del cine en general y nada menos que del erótico en particular (se cuentan con los dedos de la mano obras de este calibre en el género), un film complejo, desarraigado y salvaje, libertario en el mejor sentido y lleno de fuerza imborrable en sus imágenes, un poema trágico e iconoclasta. Bertolucci presenta la historia de pasión de un hombre maduro, aislado y odioso (Brando) y una jovencita desprejuiciada, ingenua y sensual (Schneider), dos desconocidos que tras un furtivo, inesperado y primer contacto salvaje de sexo, inician un enloquecido laberinto pasional hasta el extremo. Así, se presenta la razón como sexo y el sexo como razón de todo, en una primera lectura, como vehículo para olvidarse de todo, de la misma existencia, de la conciencia de vivir, de lo divino y lo humano. La pasión desenfrenada de los amantes (él acaba de perder a su mujer suicidada/ella se enamora perdidamente de él), sirve para que Bertolucci pinte un film tan libre, falto de prejuicios y de ataduras como nihilista (no hay mínimo amor siquiera: cuando uno empieza a conocer al otro todo se estropea tragicamente) pero a través de una concienzuda puesta en escena que elevan al film del plausible ridículo que hubiera podido ser a la categoría artística que muchos le reconocen.
Bertolucci parece poner sobre el tapete un film nihilista, escandaloso y ateo, pero contradictoria y magistralmente contado y planteado como un film netamente religioso y/o filosófico: todo se reduce a creer o no creer. En el amor, en la propia existencia, en uno mismo, en la sociedad, en el sexo, en las formas, en el fondo (es significativo el personaje del novio de ella, quien rueda ferviente e ilusionantemente una película documental, "real"). Hiperpesimismo y desesperación, un poema masoquista sobre el desamor y el amor, una auténtica y memorable tragedia griega o clásica (y es "El último tango en París" un clásico cuando todas sus formas, su estilo y su propósito son lo contrario: signo inequívoco de gran obra) en un París moderno y cotidiano cerrado de la forma que merece ética y estéticamente (spoiler)
Bertolucci parece poner sobre el tapete un film nihilista, escandaloso y ateo, pero contradictoria y magistralmente contado y planteado como un film netamente religioso y/o filosófico: todo se reduce a creer o no creer. En el amor, en la propia existencia, en uno mismo, en la sociedad, en el sexo, en las formas, en el fondo (es significativo el personaje del novio de ella, quien rueda ferviente e ilusionantemente una película documental, "real"). Hiperpesimismo y desesperación, un poema masoquista sobre el desamor y el amor, una auténtica y memorable tragedia griega o clásica (y es "El último tango en París" un clásico cuando todas sus formas, su estilo y su propósito son lo contrario: signo inequívoco de gran obra) en un París moderno y cotidiano cerrado de la forma que merece ética y estéticamente (spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
el inolvidable personaje de María Schneider como maleable y sensual muñeca atrapada y ahogada, confundida y degollada, infeliz y felicísima, entre los brazos de un monstruoso y genial Brando, toma conciencia real de lo que ha vivido tras acabar con la bestia que la abruma y que quizás no deseaba sino esa muerte. Ella, llorando y definitivamente escéptica, queda posiblemente muerta en vida.
14 de abril de 2010
14 de abril de 2010
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sexo, saxo, Brando y Paris. Es lo que es esta película. El encuentro afortunado entre dos seres de edades diferentes, escandalizo a una generación. Hoy, treinta años después de la aparición de “El ultimo tango en Paris” las cosas han cambiado ciertamente. Ahora el uso de mantequilla no tiene nada de innovador, podría ser mermelada, aceite, vaselina etc.
Esta película, recuerdo que era la favorita de uno de mis hermanos.
El tedio y el cansancio de una vida en el personaje de Brando se mezclan en el caleidoscopio de ese departamento parisino, que es una puerta a un nuevo estado espiritual, tratando de salir de la depresión. La juventud de ella, hace que estalle de nuevo el ánimo de vivir, en el hombre que se acerca al ocaso de su vida. Pero no sabemos si este hombre haya encontrado la salvación de su alma impregnada de sarro o haya encontrado el mausoleo en esa melancolía que se confunde con los gemidos sensuales del saxo y la luz parisina que estalla en las paredes del departamento de Paris, tan vacio como sus propias vidas.
Esta película, recuerdo que era la favorita de uno de mis hermanos.
El tedio y el cansancio de una vida en el personaje de Brando se mezclan en el caleidoscopio de ese departamento parisino, que es una puerta a un nuevo estado espiritual, tratando de salir de la depresión. La juventud de ella, hace que estalle de nuevo el ánimo de vivir, en el hombre que se acerca al ocaso de su vida. Pero no sabemos si este hombre haya encontrado la salvación de su alma impregnada de sarro o haya encontrado el mausoleo en esa melancolía que se confunde con los gemidos sensuales del saxo y la luz parisina que estalla en las paredes del departamento de Paris, tan vacio como sus propias vidas.
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