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Viridiana

Drama Don Jaime (Fernando Rey), un viejo hidalgo español, vive retirado y solitario en su hacienda desde la muerte de su esposa, ocurrida el mismo día de la boda. Un día recibe la visita de su sobrina Viridiana (Silvia Pinal), novicia en un convento, que tiene un gran parecido con su mujer. Basada libremente en la novela "Halma", de Benito Pérez Galdós. (FILMAFFINITY)
Críticas 131
Críticas ordenadas por utilidad
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8
19 de febrero de 2010
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
...y las malas a todas partes.
Buñuel asestó un zarpazo a toda pretensión de moralidad y caridad cristiana en un ácido retrato de la bajeza encubierta bajo untuosa y rastrera hipocresía. La caridad no suele recibir grandes muestras de gratitud, aunque no las pida. Y ni siquiera todas las formas de caridad son genuinas. La hay que tiene algo de interesado, como cuando el que la ejerce lo hace como mero trámite para salvar su alma pecadora y ganarse un puesto en el cielo, o para echarse flores, o para oír los halagos de los agraciados por su mano bienhechora, o para darse tono y que los demás vean cuán generoso es. La verdadera caridad, la verdadera entrega al prójimo, es viable en muy contadas personas, y es discreta y no alardea.
Pero este mundo es muy poco agradecido. Echar margaritas a los cerdos es un desperdicio, porque no sabrán apreciarlas.
La virtud es improbable y hasta ridícula cuando ponerla en práctica no sirve para nada. Viridiana es temerosa de Dios, y desea hacer el bien. Su devoción tiene ese matiz empalagoso de la bonachonería que cae en saco roto y de la que hacen burla a sus espaldas. Tiene que aprender a través de palos que la naturaleza humana está compuesta en gran medida por negligencia y mezquindad, que olfatea la fragilidad ajena como un depredador y se aprovecha de ella. Inclinándose con patética obsequiosidad ante la mano que da el sustento, pero por detrás haciendo desprecio de la misma mano. Viridiana, pese a sus buenas intenciones y su loable esfuerzo (aunque también podría tener una pizca de esa fría y metódica compasión rutinaria de quienes se han impuesto una labor que tienen que cumplir), queda como una tonta beata que ha metido en su casa a una panda de indeseables. Ni los beneficiarios de sus inútiles acciones compasivas son capaces de mirarla con auténtico respeto, porque hasta ellos la tachan de un poco ida de la azotea. ¿Quién con dos dedos de frente metería en su casa a una pandilla de desconocidos que no parecen tener muy buena catadura? Hasta ellos lo advierten.
Pasiones enfermizas de un hombre traumatizado, el sarcástico inicio en la cruel realidad de una joven que se presta como un corderito a los lobos, el libertinaje y el relajo moral (muy escandalosos para la época) que pululan por una casa donde ni los vivos ni los muertos descansan en paz, a despecho de la disciplina y de la oficiosidad de Viridiana. Al otro extremo de su empeño infructuoso y de su ascetismo recatado, se halla el ritmo prosaico de la vulgaridad, así como los temores y las tentaciones que ella trata de alejar y reprimir. Su tío obsesivo, y Jorge, el atractivo y varonil influjo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Música sacra de fondo como una carcajada de la ironía más biliosa, "El mesías" de Haendel sonando con machaconería fuera de lugar, su belleza diluida en el esperpento creciente con forma de orgía de vilezas cada vez más repugnantes. Individuos grotescos, representativos de todos los pecados capitales (gula, soberbia, ira, envidia, lujuria, avaricia y pereza), semejantes a esa multitud informe en "El aquelarre" de Goya.
Fotografía llena de símbolos que convierten lo sagrado en pagano, que desmontan mitos y rituales para insinuar lo vacíos que son cuando no se realizan con autenticidad, cuando no se cree en ellos ni se practican con sinceridad sus preceptos.
Explosiones del subconsciente individual y colectivo que suelen desembocar en los instintos más bajos cuando se les suelta el freno. Ruptura con ciertas convenciones sociales.
Múltiples capas de interpretación y lectura, y todas caben en el espacio de una mansión de escalofrío.
8
8 de julio de 2006
26 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buñuel hace repaso de las debilidades del hombre a través de una historia de amor, celos, avaricia, compasión, ira, lujuria y demás. Todo lo que nos hace humanos: buenos, malos, mejores o peores. La parodia satírica de La última cena, que coincide con los últimos minutos de la cinta, provoca una sensación fortísima de ansiedad. Una sensación que se percibe a lo largo de toda la película merced a la morbosidad, el temor o el rechazo que ésta transmite. Viridiana, tras el intento frustrado de redimir su sentimiento de culpa, se arroja -con el pelo suelto- al libre albedrío del amor y la pasión. El 'ménage à trois' que se insinúa al final del filme se intuye como una katársis definitiva de la joven, que abandona su amor a Dios en favor de otros amores que, para disgusto del puritanismo religioso, nos hacen más felices a todos los pecadores de bien.
8
8 de febrero de 2011
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia avanza sin seguir ningún camino ya trazado, huyendo de los tópicos para retratarnos a todos, pervertidos más o menos reprimidos, pero pervertidos al fin y al cabo, si nos dejásemos llevar por nuestros más bajos instintos el mundo estallaría en llamas. Nadie se salva del juicio implacable de Buñuel, el ser humano es un animal, el peor y sus instintos son incontrolables.
El ataque descarnado a la caridad, la beneficencia y la beatitud muestra la inocencia y la falsedad de estos conceptos, nadie hace algo a cambio de nada. El hecho de ser pobre o rico, beato o ateo no te hace ser bueno, nadie es absolutamente bueno o malo, somos humanos el peor animal que habita la tierra y nuestros instintos nos dominan, nos marcan nuestro camino, nos demos cuenta o no.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tanto el intento frustrado del tío de abusar de Viridiana, como la bacanal final de los pobres son la muestra de en que se convierte el ser humano a la que pierde el control y se deja llevar. Nuestra consciencia, educación o miedos son los únicos que nos frenan en esta vida, el miedo a un castigo ya sea terrenal o espiritual.
10
25 de enero de 2007
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
De entre los grandes Buñuel es el que aún más me sigue fascinando. Cada vez que veo una de sus obras abro nuevos interrogantes.

Por aquí leo mucho "crítica a la religión y a la beatería" y mucho "la última cena". No vengo a negar evidencias pero hay algo inasible en el cine de Buñuel...

... Sin querer desentrañar ningún pasaje de la película, tanto en Viridiana como en Nazarín se nos presenta a los protagonistas como personas que persiguen el BIEN y que pretenden dar y "amar al prójimo", y que una y otra vez "ponen la otra mejilla". En estos casos es fácil recurrir al argumento de "una crítica a los valores religiosos y bla bla bla". Pero por ejemplo en los Olvidados, el niño protagonista también intenta obrar BIEN y sólo recibe palos y más palos.
El caso inverso ocurre por ejemplo en Él o en Belle de Jour, personajes que obran MAL y sufren remordimientos. En todos los casos que comento el grado de implicación del espectador es máximo. Sufres cuando Viridiana es vejada por los mendigos a quienes ayuda o te exasperas cuando Francisco Galván ("Él") no puede controlar sus celos enfermizos. Y lo que está bien o mal se difumina delante de nuestros ojos...

En definitiva, hay en Viridiana y en Buñuel todo un afán por plantearnos problemas éticos y morales... y yo me preguntó ¿por qué?. ¿Qué nos quiere decir Buñuel? ¿Dónde se posiciona?.

Esa creo que es una de las grandezas de su cine, que el narra, pero no juzga. Eso queda para nosotros, para que hagamos el esfuerzo de reflexionar...
7
23 de mayo de 2013
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buñuel, maestro como tantos otros grandes, muestra en este film, con gran imaginación e ingenio, una historia de las que le gusta, crítica a la alta sociedad pero está vez se ceba en la iglesia (increíble que dos años atrás realizará Nazarín) y por supuesto lo que no deben de faltar son los marginados, el tema central de la misma junto a la monjita Viridiana.

Con actuaciones geniales de Pinal, Rey y Rabal, conducen la historia por las aguas revueltas de la sensualidad, el desprecio, la marginación y el “pecado”, todo ello rodeado de lo grotesco y la miseria de una España de Post-guerra. Pero para ello Buñuel utiliza las luces y las oscuridades, los ángulos de la cámara y todo su saber, para hacer de todo ello, algo atractivo, lleno de seducción, y convirtiendo lo perturbador e indecoroso en algo bello y simple, sin llegar al sonrojo.

Recomendable al 100%.
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