Carta a Darren Aronofsky

Estimado Darren:

Recién visioné tu último trabajo y he decidido comentarte mis sensaciones sobre el mismo. Espero que disculpes mi sinceridad, Darren, tal como expresa el protagonista de tu película, pienso que es importante ser honesto y expresar lo que uno realmente siente, so pena de no ser comprendido. Y es que, como dices, si uno se esconde tras academicismos o expresiones acomodaticias, se ahoga lo más valioso que podemos aportar a nuestra presencia aquí, en esta vida.

"La ballena" no tardó en chirriarme, te lo reconozco Darren. Enseguida me empezaron a hastiar esos amagos de escapar de varios de los actuantes, esos "vete pero espera" o "me voy pero me quedo" tan propios de las obras de teatro convencionales. No sabía que la película estaba basada en una obra de teatro, pero el uso de ese recurso teatral tan manido ya pronto lo delató. En mi opinión, el cine es cine y el teatro, teatro, y el intento de aquel de fagocitar éste prácticamente nunca ha funcionado, y en tu película ha ocurrido lo mismo.

Pero no sólo fue el movimiento artificioso de los intérpretes, Darren. También su actuación (salvo la de Brendan) se me hizo excesiva, sobreactuada, exagerada. Veía estereotipos más que personajes de carne y hueso, estaban los roles y no perfiles orgánicos. Eso es, no sentía orgánicas las situaciones que se iban planteando.

Por supuesto que Fraser tiene una gran actuación. Quizás demasiado buena, a tenor del uso que tiene de la voz y la presencia actoral, sabiendo que es un personaje que se está suicidando y está viviendo en depresión. Esta incongruencia entre la actuación y lo que representa, también me produjo una sensación de interpretación tramposa. Aunque, como digo, la actuación es muy meritoria.

Darren, entendí que querías crear un ambiente claustrofóbico, y para eso empleabas esa luz tenue y lánguida, y también ese formato en pantalla reducida, para que se hiciera más sofocante el grosor que supuraba el obeso superlativo. Un recurso formal muy efectivo, no cabe duda, pues te sumerge en el clima depresivo de la mente del protagonista. Y esto me conecta con una cuestión cardinal.

Y es que "La ballena" trata de que te metas en la piel del protagonista Charlie por todos los medios. Pero en mí no funcionó Darren, lo siento. Entiendo que la triste historia de Charlie haya conmovido a tantos espectadores, sin duda su vida estaba salpicada de momentos de lo más doloroso. Pero claro, si todo el conjunto dramático no lo siento bien integrado y planteado, no me puede entrar esta historia para que empatice con ella.

Tampoco digiero bien tanto pesimismo acumulado, Darren. El protagonista se hunde tras una serie de adversidades importantes, y opta por el abandono más desolador. Poco alentador. En la realidad ocurre y mucho, pero esa realidad ya la conocemos, lo que no conocemos y no explicas es porqué los humanos estamos hoy día tan desquiciados, al igual que todos los personajes de "La ballena".

Darren, me agotó la reiteración de mencionar una y otra vez el tema de la ballena de Moby Dick. Me aburrió tu crítica poco desarrollada del tema de la religión y Dios. Me decepcionó que te limitaras a la argucia intelectual (los textos leídos e interpretaciones psicológicas) combinada con el choque emocional (el dolor físico y lo escatológico, las heridas por abandono, el miedo a la pérdida, la rabia). Porque, aun suponiendo que tu trabajo tiene realmente empaque, me parece que se agota en el efectismo, en la lágrima condescendiente, en la emocionalidad convulsa e innane).

Doy por buena tu intención de reflejar aspectos de la humanidad más cruda, más olvidada, Darren, estoy de acuerdo que siempre es positivo tratar de sintonizar con lo que nos hace seres sensibles. Es por eso que no la suspendo Darren, el bueno de Charlie es cierto que deja huella, sobre todo por su deseo de redención. Perdóname Darren, va a ser un 5,2.

Decía Brendan Fraser en su discurso posterior a ganar los Critics Choice Awards que Darren Aronofsky -Requiem por un sueño, cisne negro, el luchador- le había conseguido encontrar y traer de vuelta de la oscuridad donde él se encontraba. Que después de unos años muy turbulentos en su vida, con depresión y otras enfermedades mentales, Darren le había dado la oportunidad de volver a ponerse bajo la luz de los focos y brillar haciendo su trabajo otra vez. Creo, sinceramente, que ese discurso define muy bien todo lo que es “La ballena”. Una película que nos habla de las sombras de las personas, y de su camino de redención yendo hacía la luz.

La ballena, que llega a nuestros cines el 27 de enero, es una película que trata sobre la vida de Charlie, un hombre de unos cincuenta años que vive solo en su apartamento y que, a raíz de ciertos malos momentos que se nos explicarán durante el metraje, se ha ido dejando poco a poco hasta el punto de alcanzar los 270 kilos de peso y acumular, con esos kilos, una lista enorme y larguísima de problemas de salud asociados. Los problemas de movilidad o respiratorios se hacen patentes muy pronto en la película, pero no son los únicos.

La cinta de Aronofsky se construye toda alrededor de su personaje principal, Charlie, poniéndole siempre en el foco de todo lo que va a ocurrir en la película, pero apoyándose en una serie de secundarios de absoluto lujo que van a ir pasando por la vivienda por distintos motivos. Aquí tenemos a dos especialmente claves: Por un lado, a Hong Chau -que acaba de ser nominada al Oscar por actriz secundaria- que hace de enfermera de Charlie y que es ese personaje con el que Charlie se siente más cómodo dentro de su micro mundo y nos permitirá explorar el pasado común de ambos. Y por otro a Sadie Sink, que nos entrega aquí el mejor papel de lo que lleva en su jovencísima carrera -y que la sitúa en esa lista de actrices jóvenes a seguir-, y que hace de la hija de Charlie. Hija a la que este último intenta recuperar cueste lo que cueste.

Así que, una vez puestas las piezas en el tablero, la película arranca y lo hace con una fuerza brutal. Aronofsky es un tipo muy listo y, a pesar de contar con el hándicap de que toda la película sucede en un apartamento, sabe aprovechar a la perfección los espacios para evitar que le quede excesivamente teatral. Va colocando, y moviendo, la cámara y a sus personajes durante toda la película para que lo importante no sea el espacio sino ellos. Que, a la postre, son clave en la historia que se nos cuenta.

“La ballena” es una película de personas. Es una cinta profundamente humanista. Y es una cinta que toca temas que, obviamente, a algunos pueden incomodar. Creo que es más que necesario tratar las problemáticas que se tratan aquí sin ninguna condescendencia y, visto el resultado, creo que lo han conseguido y con creces. No solo porque la película tenga unos momentos emotivos tremendos, que los tiene, sino porque es capaz de gestionar muy bien los momentos más duros y que se suelen dejar bajo la alfombra haciendo que nosotros, como espectadores, podamos conectar con ellos. Y sufrir con ellos. Acercando, de esta manera, estos problemas al gran público huyendo de convencionalismos y de simplificaciones vanas.

Por último, no quiero cerrar mi opinión sin hablar de Brendan Fraser. Se ha dicho mucho de él y de su “Comeback” durante estas semanas. Sinceramente, a mí la narrativa de vuelta al estrellato, tan Hollywood, me parece que queda en un segundo plano cuando alguien hace una actuación del calibre de la que el actor norteamericano hace en esta película. Brendan se ha transformado en Charlie a todos los niveles y le da vida de una forma difícilmente olvidable. Y no lo digo solo por las prótesis y todo el resto de cosas que le ayudan a transformarse, sino por aspectos tan sutiles, pero funcionales, como la mirada. Fijaros en la mirada de Brendan en los momentos más dramáticos de la cinta. O en como mira a su hija cuando discuten. El trabajo actoral de Fraser llega tan lejos que cualquier cosa que no sea ganar el Oscar -y eso que tiene una competencia brutal, porque vaya dos papelones hacen tanto Farrell como Butler- me parecerá una injusticia tremenda.
Al final del día, creo que sin Fraser esta película no podría funcionar. Al igual que ocurrió con Cisne negro, del propio Aronofsky, con una Natalie Pormant absolutamente excelsa que, sin ella, esa película no habría funcionado como funciona. Centrar todo en el actor/actriz tiene sus riesgos. Pero aquí, en mi opinión, el riesgo se anula con mero talento consiguiendo introducirnos a todos en esta compleja, pero preciosa, historia de personas que sufren y buscan una salida. Recomendadísima.

Twitter: @QuiqueMartin27, colaborador de Mundoplustv

“THE WHALE”

Año: 2022
Director: Darren Aronofsky
País: EEUU
Calificación: 6/10

A mí Darren Aronofsky siempre me ha parecido un director bastante irregular, y aquí se vuelve a demostrar; teniendo mimbres para bastante más, en “La Ballena” Aronofsky entrega un drama facilón en el que el mayor interés es la vuelta de un Brendan Fraser con 10 años y 300kg más. Cuesta empatizar con los personajes ya que su evolución durante todo el metraje es nula y la trama no es más que un conglomerado de dramas metidos en una batidora y hechos película.

¿La película se deja ver y es interesante? Sí
¿Si el director no fuera Aronofsky y el actor principal fuera el Brendan Fraser de hace 15 años y no el actual sería “La Ballena” una buena candidata a película de tarde de fin de semana en Antena 3? Pues también.

Ligera decepción con tanto hype por la nueva de Aronofsky.

Magnífica y merecida precuela del personaje gordo de Seven. Esta vez con un merecido desarrollo argumental, más allá del breve cameo que realizó en aquella ocasión. Que Aronofsky haya organizado la película cronológicamente en días de la semana de la misma manera que hizo Fincher en su obra mítica no deja lugar a dudas sobre que este hecho es verídico. Más allá de eso, la obra es un tierno alegato a favor de la novelística de Herman Melville, la ornitología (aquí las referencias claras a "El hombre de Alcatraz" creo que tampoco dejan lugar a dudas) y la anorexia. Y en contra de las sectas organizadas, tan poderosas en territorio yanqui. Esto es en lo que me ha hecho pensar la película.

Mis expectativas para este filme eran mixtas: muchas críticas la ensalzaban, aunque otras no tanto, y todas coincidían en elogiar la actuación de Brendan Fraser. Por otro lado, solo había visto una película de Aronofsky, y no me había gustado nada (no diré cuál porque me linchan). Y la sorpresa ha sido más que me grata cuando me he encontrado con unos de los mejores proyectos cinematográficos del ya concluido 2022 (ha tardado mucho en llegar a España).
Con una actuación magistral de Brendan Fraser como centro, la película cubre una serie de temas que van desde la soledad y el rechazo hasta la propia muerte, siempre personificados y/o girando en torno al personaje de Charlie. Es una cinta desoladora por todo lo que muestra, y el enfoque que adopta Aronofsky es excelente: desde el drama y la emoción hasta secuencias verdaderamente inquietantes y angustiosas.
Arropan a Fraser tres secundarios excelentes: Hong Chau (que este mismo año se ha lucido en El Menú) como su enfermera, Sadie Sink como su hija rebelde con la que intenta reconectar; y Ty Simpkins como un misionero que quiere ayudar a Charlie en la situación que está atravesando haciéndole que conecte con Dios. Cada uno de estos personajes representa diferentes aspectos clave para Charlie y su vida, pero también brillan por si solos.
Como decíamos, el enfoque con el que Aronofsky aborda la historia es un elemento importante para que ésta sobresalga, y en su forma me recuerda en cierto modo a otra obra maestra reciente: El Padre. Ambas películas se desarrollan en el reducido espacio de una casa y con una persona enferma y su vida como centro.
No es una película fácil de digerir, pero sí es una que maravilla y te deja atónito ante una historia desgarradora.