La ballena
7.1
21,997
30 de enero de 2023
30 de enero de 2023
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ballena es una historia de redención. El argumento gira en torno a Charlie, interpretado magistralmente por Brendan Fraser. Los demás personajes, solo cuatro, son satélites que orbitan a su alrededor cuyo nexo es la redención propia o la del protagonista con ellos.
El personaje de Fraser, a pesar de generar empatía y pena, es alguien que ha cometido errores con los demás y consigo mismo. Abandonó a su mujer e hija para irse con su amante, un alumno que conoció en la universidad y cuya muerte le hizo alejarse del mundo dejándose de tal manera que ha llegado un punto en el que su peso es un peligro para su propia vida. La obesidad que padece le provoca severos problemas de salud. Lo que ocasiona el principal hilo argumental de la película: Charlie al enterarse de su grave estado de salud decide llamar a su hija para intentar redimirse y reconectar con ella en los días de vida que le quedan.
Charlie ha sido un mal padre, pero nunca ha querido ser un mal padre. A pesar de que no vio a su hija Ellie desde que la abandonó, ha estado ahorrando todo su dinero para dárselo a ella cuando fallezca. Otro ejemplo del amor que el protagonista siente por su hija es cuando sus problemas de corazón le atormentan lo único que le calma es una redacción hecha por ella años atrás que repite constantemente.
No le será fácil conseguirlo, Ellie es una adolescente problemática llena de ira y rencor hacia su padre y el mundo en general. Pero si algo tiene ésta película es eso, la posibilidad de intentar hacer las cosas bien. A pesar de los errores del pasado, nunca es demasiado tarde para amar. El mundo es un lugar desagradable, pero es el amor, la compasión y la ayuda a los demás lo que hace que la vida valga la pena vivirla. Siente amor por su hija y quiere reconciliarse con ella. Sentir que a pesar del daño que les hizo, aun le queda una última oportunidad.
Esto es algo en lo que coinciden todos los personajes de la película, en algún punto del camino de su vida sufrieron, por errores propios o ajenos, desvíos que les llevaron lejos de lo que querían ser dejando una estela de dolor. Todos los personajes de la película cargan con sus cicatrices, de las que intentan huir, creyendo que por taparlas ya no existen. Cuando en realidad el camino de la redención es totalmente el contrario: Aceptar y seguir adelante, entendiendo nuestras imperfecciones pero sobre todo las de los demás.
Para lanzarnos éste mensaje “esperanzador” Aronofsky no utiliza una narración cálida y positiva dónde se nos intente mostrar un mundo de color rosa. Al contrario. El director nos pone ante un espejo para enseñarnos nuestra peor parte, aquella en la que somos capaces de rechazar o humillar a un ser humano por su aspecto sin atender qué le pudo llevar a estar así o si sufre. Nos lleva al extremo con Charlie para luego, en el último momento mostrar una pequeña grieta por donde entra la luz entre tanta oscuridad y permitir que ese mensaje de amor llegue al final de la película. Esa grieta no es solo en el sentido metafórico, sino también literal porque Aronofsky utiliza el mismo escenario durante toda la película: el pequeño y oscuro apartamento de Charlie. El único momento en el que estamos fuera de ese apartamento es una escena en un soleado día de playa, cuando el protagonista ha conseguido la redención.
La historia está plagada de detalles que la dotan de muchísima consistencia y hacen notar que es un producto reflexionado buscando que encajen todos sus engranajes. La película, que en una primera parte más lenta es un alegato en contra de la obesidad, a partir de la aparición de los distintos personajes toca temas como la influencia de las sectas o la religión en las personas desesperadas, la frustración, la soledad, la búsqueda de la verdad o como la generosidad puede nacer de cualquier persona. Charlie, que no tiene nada en su vida, cuida de un pequeño pájaro que se posa en el alfeizar de su ventana todos los días y al que alimenta. Tanto le llena ésta pequeña relación que cuando angustiado por su situación de salud se dispone a darse un atracón para calmar su ansiedad y caer de nuevo en la autodestrucción, decide no comerse esa chocolatina al ver al pájaro y darse cuenta que tiene que seguir cuidándolo. Otro ejemplo sublime es Thomas, el misionero, que busca ayudar a las personas, y que en su búsqueda es ayudado, a la vez que ayuda a Charlie sin saberlo. Explicar más sería desvelar demasiadas cosas.
Pero todo ésto no sería posible sin la portentosa actuación de Fraser, cuya carrera y cuya vida podría estar representada por ésta película. Fraser después del éxito, cayó en los abismos del olvido, siendo rescatado por Aronofsky para éste proyecto. Brendan Fraser aprovecha su oportunidad y se redime con una interpretación tan magistral que será por la que se le recordará en la historia del cine. La Ballena, que parece una película por y para Fraser, quizá habla de todos y cada uno de nosotros. Nos quiere hablar de como a veces la vida te deja cicatrices con las que ir a cuestas para luego recordarnos que siempre quedan grietas por donde puede entrar la luz.
El personaje de Fraser, a pesar de generar empatía y pena, es alguien que ha cometido errores con los demás y consigo mismo. Abandonó a su mujer e hija para irse con su amante, un alumno que conoció en la universidad y cuya muerte le hizo alejarse del mundo dejándose de tal manera que ha llegado un punto en el que su peso es un peligro para su propia vida. La obesidad que padece le provoca severos problemas de salud. Lo que ocasiona el principal hilo argumental de la película: Charlie al enterarse de su grave estado de salud decide llamar a su hija para intentar redimirse y reconectar con ella en los días de vida que le quedan.
Charlie ha sido un mal padre, pero nunca ha querido ser un mal padre. A pesar de que no vio a su hija Ellie desde que la abandonó, ha estado ahorrando todo su dinero para dárselo a ella cuando fallezca. Otro ejemplo del amor que el protagonista siente por su hija es cuando sus problemas de corazón le atormentan lo único que le calma es una redacción hecha por ella años atrás que repite constantemente.
No le será fácil conseguirlo, Ellie es una adolescente problemática llena de ira y rencor hacia su padre y el mundo en general. Pero si algo tiene ésta película es eso, la posibilidad de intentar hacer las cosas bien. A pesar de los errores del pasado, nunca es demasiado tarde para amar. El mundo es un lugar desagradable, pero es el amor, la compasión y la ayuda a los demás lo que hace que la vida valga la pena vivirla. Siente amor por su hija y quiere reconciliarse con ella. Sentir que a pesar del daño que les hizo, aun le queda una última oportunidad.
Esto es algo en lo que coinciden todos los personajes de la película, en algún punto del camino de su vida sufrieron, por errores propios o ajenos, desvíos que les llevaron lejos de lo que querían ser dejando una estela de dolor. Todos los personajes de la película cargan con sus cicatrices, de las que intentan huir, creyendo que por taparlas ya no existen. Cuando en realidad el camino de la redención es totalmente el contrario: Aceptar y seguir adelante, entendiendo nuestras imperfecciones pero sobre todo las de los demás.
Para lanzarnos éste mensaje “esperanzador” Aronofsky no utiliza una narración cálida y positiva dónde se nos intente mostrar un mundo de color rosa. Al contrario. El director nos pone ante un espejo para enseñarnos nuestra peor parte, aquella en la que somos capaces de rechazar o humillar a un ser humano por su aspecto sin atender qué le pudo llevar a estar así o si sufre. Nos lleva al extremo con Charlie para luego, en el último momento mostrar una pequeña grieta por donde entra la luz entre tanta oscuridad y permitir que ese mensaje de amor llegue al final de la película. Esa grieta no es solo en el sentido metafórico, sino también literal porque Aronofsky utiliza el mismo escenario durante toda la película: el pequeño y oscuro apartamento de Charlie. El único momento en el que estamos fuera de ese apartamento es una escena en un soleado día de playa, cuando el protagonista ha conseguido la redención.
La historia está plagada de detalles que la dotan de muchísima consistencia y hacen notar que es un producto reflexionado buscando que encajen todos sus engranajes. La película, que en una primera parte más lenta es un alegato en contra de la obesidad, a partir de la aparición de los distintos personajes toca temas como la influencia de las sectas o la religión en las personas desesperadas, la frustración, la soledad, la búsqueda de la verdad o como la generosidad puede nacer de cualquier persona. Charlie, que no tiene nada en su vida, cuida de un pequeño pájaro que se posa en el alfeizar de su ventana todos los días y al que alimenta. Tanto le llena ésta pequeña relación que cuando angustiado por su situación de salud se dispone a darse un atracón para calmar su ansiedad y caer de nuevo en la autodestrucción, decide no comerse esa chocolatina al ver al pájaro y darse cuenta que tiene que seguir cuidándolo. Otro ejemplo sublime es Thomas, el misionero, que busca ayudar a las personas, y que en su búsqueda es ayudado, a la vez que ayuda a Charlie sin saberlo. Explicar más sería desvelar demasiadas cosas.
Pero todo ésto no sería posible sin la portentosa actuación de Fraser, cuya carrera y cuya vida podría estar representada por ésta película. Fraser después del éxito, cayó en los abismos del olvido, siendo rescatado por Aronofsky para éste proyecto. Brendan Fraser aprovecha su oportunidad y se redime con una interpretación tan magistral que será por la que se le recordará en la historia del cine. La Ballena, que parece una película por y para Fraser, quizá habla de todos y cada uno de nosotros. Nos quiere hablar de como a veces la vida te deja cicatrices con las que ir a cuestas para luego recordarnos que siempre quedan grietas por donde puede entrar la luz.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Charlie ha sido un mal padre, pero nunca ha querido ser un mal padre. A pesar de que no vio a su hija Ellie desde que la abandonó, ha estado ahorrando todo su dinero para dárselo a ella cuando fallezca. Otro ejemplo del amor que el protagonista siente por su hija es cuando sus problemas de corazón le atormentan lo único que le calma es una redacción hecha por ella años atrás que repite constantemente.
29 de enero de 2023
29 de enero de 2023
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cruda, dura, dramática y explícita en algunas ocasiones. Así se podría calificar al nuevo largometraje del director Darren Aronofsky. No es una película para todos los públicos, pero para mí es la mejor que he visto de su director, hasta la fecha. No es una cinta de diez, una obra maestra, pero para el actor Brendan Fraser es su renacer cinematográfico. "La ballena (The Whale)" (2022) es digna de varios premios y bien merecidos, sobretodo para el propio Fraser que, con ayuda de prótesis, y mucho maquillaje, se transforma en un mega-orondo profesor, de unos 250 kilos, que da clases on-line a un grupo de chavales. De todas maneras, Brendan es un gran actor que cumple a lo grande con su cometido y, aunque tenga a otros personajes pululando a su alrededor, es el alma de este film. Brendan está bien secundado por Sadie Sink (la inolvidable Max de la serie Stranger Things) en un personaje que se le quiere y se le odia a partes iguales, Samantha Morton como la exmujer del protagonista, Ty Simpkins (visto en Iron Man 3 y en Jurassic World) y Hong Chau como la enfermera que ayuda y asiste, en todo momento, a nuestro protagonista. Como he comentado al inicio, es un film dramático, pero a la vez bastante duro de digerir. Esos cara a cara entre los roles de Fraser y Sink, como padre e hija respectivamente, la verdad es que llegan a poner los pelos de punta. El actor de "La Momia" hace una interpretación muy potente y merecedora de todos los premios que existan. Está brillante y magistral. Para quitarse el sombrero. A partir del guión escrito por Samuel D. Hunter (a la vez basado en su propia obra de teatro), el realizador de "Réquiem por un sueño" (2000) consigue que te metas en la trama y empatices con el protagonista con sobrepeso durante sus casi dos horas de metraje. Una película notable. Mi nota final es de 8.5/10.
7 de febrero de 2023
7 de febrero de 2023
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Voy a ser breve; acabo de volver del cine y aún no me creo lo que acabo de ver:
Aronofsky, de quien ya hablé en The wrestler, volvió a uno de esos trabajos más "contenidos", sin surrealismos ni esas chorradas lyncheanas que gustan a sus más acérrimos fans. Solo un drama muy humano, pero que en manos de buenos directores, se puede sacar mucho provecho. Desde luego, mucho mérito también para Brendan Fraser, quien esperemos que, aunque no se lleve el Oscar a "mejor actor", ojalá regrese a las pantallas grandes más seguido.
Y ahora, mis consejos para ver The whale:
-No la veáis si pasáis una crisis personal, terminareis en una depresión aún más severa.
-Pese a la existencia de una sinopsis, no busquéis más de ella para que no os arruinéis alguna sorpresa (aunque casi no la hay).
-Vedla en su idioma original, nada de doblaje (ojo que lo defiendo cuando lo amerita).
-Llevad pañuelos.
-Bodypositives, absteneos de meter vuestras narices si no es relacionado con el cine.
Aronofsky, de quien ya hablé en The wrestler, volvió a uno de esos trabajos más "contenidos", sin surrealismos ni esas chorradas lyncheanas que gustan a sus más acérrimos fans. Solo un drama muy humano, pero que en manos de buenos directores, se puede sacar mucho provecho. Desde luego, mucho mérito también para Brendan Fraser, quien esperemos que, aunque no se lleve el Oscar a "mejor actor", ojalá regrese a las pantallas grandes más seguido.
Y ahora, mis consejos para ver The whale:
-No la veáis si pasáis una crisis personal, terminareis en una depresión aún más severa.
-Pese a la existencia de una sinopsis, no busquéis más de ella para que no os arruinéis alguna sorpresa (aunque casi no la hay).
-Vedla en su idioma original, nada de doblaje (ojo que lo defiendo cuando lo amerita).
-Llevad pañuelos.
-Bodypositives, absteneos de meter vuestras narices si no es relacionado con el cine.
2 de febrero de 2023
2 de febrero de 2023
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ballena es una película dura, difícil de digerir y que apela a las relaciones familiares. No es para todos los públicos, pues en ningún momento adorna el contexto en aras de un final feliz. La obra de Aronofsky se muestra cruda, lúgubre y triste desde el primer minuto. Parte de ello se debe a la localización, pues las casi dos horas transcurren en un apartamento, con una luz muy tenue, situado en un pueblo donde parece que el sol no existe.
Lo que le aporta sentimiento al film es la espectacular actuación de Brendan Fraser, en su retorno a la gran pantalla, que ha sido reconocido por muchos. El actor encarna a Charlie, un profesor de universidad con graves problemas de obesidad, cuyo estado de salud le ha dejado a merced de la muerte. Esta cuenta atrás le presentará la oportunidad de recuperar la relación con su hija, Ellie (Sadie Sink), que parece estar atravesando una complicada adolescencia.
A partir de ahí, empieza un constante ir y venir de momentos con mucha violencia verbal, tensión y, sobre todo, impotencia. El espectador observará el ejemplo más descarnado de unos malos lazos familiares en un entorno desestructurado, pero que le hará replantearse si él está cuidando esos vínculos.
Si es un largometraje triste o no, eso queda a merced de cada uno. Lo que sí está claro es que no estamos ante una cinta esperanzadora, al contrario. Es una experiencia desoladora y llena de frustración ante las situaciones que se muestran en pantalla. Todas estas vivencias se retratan de la forma más cotidiana y natural posible, sin efectos ni nada de “la magia del cine”. En ocasiones se puede sentir como una historia real o, como mínimo, basada en hechos reales. A los más sensibles les podrá parecer una propuesta angustiante, pero invita a reflexionar sobre cómo tratamos a nuestro círculo más cercano.
La ballena no es más que la introspección del protagonista y su evolución psicológica en busca de una redención durante sus últimos días de vida. El resto de personajes coexisten con él para que la audiencia entienda la gravedad de la coyuntura. Es un drama excelente, con una actuación principal fascinante y que puede costar asimilar.
www.contraste.info
Lo que le aporta sentimiento al film es la espectacular actuación de Brendan Fraser, en su retorno a la gran pantalla, que ha sido reconocido por muchos. El actor encarna a Charlie, un profesor de universidad con graves problemas de obesidad, cuyo estado de salud le ha dejado a merced de la muerte. Esta cuenta atrás le presentará la oportunidad de recuperar la relación con su hija, Ellie (Sadie Sink), que parece estar atravesando una complicada adolescencia.
A partir de ahí, empieza un constante ir y venir de momentos con mucha violencia verbal, tensión y, sobre todo, impotencia. El espectador observará el ejemplo más descarnado de unos malos lazos familiares en un entorno desestructurado, pero que le hará replantearse si él está cuidando esos vínculos.
Si es un largometraje triste o no, eso queda a merced de cada uno. Lo que sí está claro es que no estamos ante una cinta esperanzadora, al contrario. Es una experiencia desoladora y llena de frustración ante las situaciones que se muestran en pantalla. Todas estas vivencias se retratan de la forma más cotidiana y natural posible, sin efectos ni nada de “la magia del cine”. En ocasiones se puede sentir como una historia real o, como mínimo, basada en hechos reales. A los más sensibles les podrá parecer una propuesta angustiante, pero invita a reflexionar sobre cómo tratamos a nuestro círculo más cercano.
La ballena no es más que la introspección del protagonista y su evolución psicológica en busca de una redención durante sus últimos días de vida. El resto de personajes coexisten con él para que la audiencia entienda la gravedad de la coyuntura. Es un drama excelente, con una actuación principal fascinante y que puede costar asimilar.
www.contraste.info
12 de enero de 2023
12 de enero de 2023
13 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película impactante y dura en el que el tema principal es la redención. Cada personaje, a su manera, necesita algún tipo de perdón o simplemente dejar que se vea la luz dentro de la oscuridad de sus vidas.
Charlie es un profesor gay que abandono a su esposa Mary y a su pequeña hija Ellie de ocho años porque se enamoró de Alan, un estudiante de una de sus clases nocturnas. No sabemos lo que ha ocurrido, pero ahora vive solo, muy desmejorado por haber cogido muchísimo peso y quiere recuperar a toda costa el amor de su hija.
Basada en la obra de Samuel D. Hunter, que también escribe el guion junto a Darren Aronofsky, la historia transcurre teatralmente en la sala de estar del piso de Charlie en una ciudad de Idaho sin un nombre concreto.
Al igual que ocurría en una de sus películas anteriores, "El luchador", Aronofsky nos muestra unos personajes obsesivos, adictivos o que lidian con su físico y los problemas de sus caóticas vidas, todo ello para intentar llevar una existencia normal. Desde luego ha estado bien elegido el actor principal Brendan Fraser, un actor que últimamente había caído en desgracia por problemas personales y de salud y al que recordamos con agrado como héroe aventurero en "La momia" divertido en "Al diablo con el diablo" o dramático en "Dioses y monstruos" aquí bajo una prótesis enorme de silicona crea un personaje inteligente, optimista, humilde, divertido y desgarrador.
Le acompañan en el reparto Sadie Sink (Stanger things) como la hija de dieciséis años rebelde, que demuestra una hostilidad sin límites hacia su padre por abandonarla. Samantha Morton como su ex. Ty Simpkins como un misionero que intenta ayudarle por medio de la palabra de Dios y, sobre todo Hong Chau que hace un maravilloso papel como su amiga enfermera.
Poco a poco nos iremos enterando como este ser humano se arrepiente y se odia a sí mismo y porque decide autodestruirse de esta manera, atrincherándose en su piso y comiendo cubos de comida basura.
También destacar la partitura musical de Rob Simonsen, que al igual que muchas escenas consiguen emocionarte.
Destino Arrakis.com
Charlie es un profesor gay que abandono a su esposa Mary y a su pequeña hija Ellie de ocho años porque se enamoró de Alan, un estudiante de una de sus clases nocturnas. No sabemos lo que ha ocurrido, pero ahora vive solo, muy desmejorado por haber cogido muchísimo peso y quiere recuperar a toda costa el amor de su hija.
Basada en la obra de Samuel D. Hunter, que también escribe el guion junto a Darren Aronofsky, la historia transcurre teatralmente en la sala de estar del piso de Charlie en una ciudad de Idaho sin un nombre concreto.
Al igual que ocurría en una de sus películas anteriores, "El luchador", Aronofsky nos muestra unos personajes obsesivos, adictivos o que lidian con su físico y los problemas de sus caóticas vidas, todo ello para intentar llevar una existencia normal. Desde luego ha estado bien elegido el actor principal Brendan Fraser, un actor que últimamente había caído en desgracia por problemas personales y de salud y al que recordamos con agrado como héroe aventurero en "La momia" divertido en "Al diablo con el diablo" o dramático en "Dioses y monstruos" aquí bajo una prótesis enorme de silicona crea un personaje inteligente, optimista, humilde, divertido y desgarrador.
Le acompañan en el reparto Sadie Sink (Stanger things) como la hija de dieciséis años rebelde, que demuestra una hostilidad sin límites hacia su padre por abandonarla. Samantha Morton como su ex. Ty Simpkins como un misionero que intenta ayudarle por medio de la palabra de Dios y, sobre todo Hong Chau que hace un maravilloso papel como su amiga enfermera.
Poco a poco nos iremos enterando como este ser humano se arrepiente y se odia a sí mismo y porque decide autodestruirse de esta manera, atrincherándose en su piso y comiendo cubos de comida basura.
También destacar la partitura musical de Rob Simonsen, que al igual que muchas escenas consiguen emocionarte.
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