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La gran belleza

Comedia. Drama En Roma, durante el verano, nobles decadentes, arribistas, políticos, criminales de altos vuelos, periodistas, actores, prelados, artistas e intelectuales tejen una trama de relaciones inconsistentes que se desarrollan en fastuosos palacios y villas. El centro de todas las reuniones es Jep Gambardella (Toni Servillo), un escritor de 65 años que escribió un solo libro y practica el periodismo. Dominado por la indolencia y el hastío, ... [+]
Críticas 302
Críticas ordenadas por utilidad
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7
17 de mayo de 2014 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mucho y bueno se ha estado hablando de ella durante mucho tiempo, gran cantidad de premios la preceden y Paolo ya hizo que Sean Penn estuviera en el punto de mira con su anterior trabajo. Ahora bien en este nuevo proyecto igualmente controvertido puede no parecer la gran película que muchos esperan.

La gran belleza es una simbiosis de géneros perfectamente enlazados, que poco a poco nos va sumergiendo en una espiral de conocimiento y elegancia poco frecuente en el cine actual.

En su parte positiva se puede destacar la sutiliza de un guión exquisito y muy bien rodado al detalle, que nos recrea una serie de circunstancias y hechos que nos teletransporta a una experiencia visual muy enriquecedora, todo ello gracias en porte a un reparto soberbio y muy bien elegido, Toni Servillo hace de su personaje una maravilla que gracias a ella la película sea mas entretenida y amena.
La película posee cierto aire de película experimental que en ciertos pasajes hace recordar la cinta de Holly Motors, pero de una forma mas light .

En su parte negativa, hay pocas cosas que puntualizar, lo más significativo es que se excede con ciertos registros y esos excesos no hacen disfrutarla del todo dejando una sensación de película incompleta. Por otro lado su duración es excesiva y provoca que en ciertos momentos se pierda la atención ya que en parte también esta debido a que el ritmo de la cinta es bastante irregular no llegando a captar la atención máxima del espectador y por último, carece de la contundencia y de la fuerza necesaria para ser considerada una auténtica obra maestra.

Seguramente los logros conseguidos sean merecidos, pero ello no quita de que la cinta posea los ingredientes precisos para calificarla con algo extraordinario.

Como conclusión se puede decir que se trata de una cinta, que no a todo el mundo gustará, muy enfrascada en el cine de autor y dirigida a un público amante de gustos similares que valoren la elegancia de la propuesta mas que su contenido.

Lo mejor: Su puesta en escena con personajes incluidos
Lo peor: No hacerla más corta e intensa.

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7
15 de agosto de 2014 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película para imprimir sus planos y sus movimientos de cámara. Donde cada encuadre parece una poesia escrita por el director y el equipo técnico. En La gran belleza de Paolo Sorrentino, los colores parecen salir de la pantalla para inundarte por dentro, como si en la misma Roma fueras testigo de esa realidad tan bella. El director consigue transmitir con su mirada desde el otro lado de la cámara, captar la belleza no solo de la ciudad, sino de la cotidianidad, de los excesos y del arte sobrevalorado, explotado y deshumanizado.
Sutilmente, el film no deja títere sin cabeza, y tiene lecciones morales para todos aquellos que quieran escucharlas. Lo peor, es que el film no profundice más en este pseudoarte comercial y por lo tanto se pueda quedar el espectador en la superfiacialidad de esta crítica, sin indagar demasiado.
Lo mejor, la interpretación de Toni Servillo, los encuadres de los planos, la variedad de las historias y la frescura al contarlo.

Es un film poético, donde las pausas deben de estar, y donde hay tiempo de espacios contemplativos y reflexivos. Una interesante excursión fílmica.
6
7 de septiembre de 2014 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el inicio de la película, nos encontramos con un cierto aire felliniano. Por su crítica a la alta burguesía y la baja aristocracia, por el retrato de esos personajes grotescos y ridículos, que consumen su inútil y vacía vida de parásitos de fiesta en fiesta , y aún así, son incapaces de huir de su eterno y patético tedio.

Y entre todos el personaje de Jeb Gambardella ( Tony Servillo), periodista y escritor de una sola novela, en el cual podemos reconocer fácilmente a aquél joven Marcelo Matroianni que hace 50 años paseaba por estos mismos lugares y se codeaba con el mismo tipo de gente en La Dolce Vita. Lo encontramos más maduro y avejentado, pero también más sabio y más cínico, comprendiendo que se encuentra entre una sociedad sin ningún interés.

Ha pasado mucho tiempo, y han cambiado muchas cosas, pero esta clase sigue siendo la misma de entonces. De ahí han surgido personajes como Berlucosni y otros reyes de la frivolidad, esa frivolidad italiana que está siendo exportada a España gracias al grupo Mediaset y sus programas tipo Sálvame o Mujeres Hombres y Viceversa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Nos podemos encontrar la parodia de algunos personajes de actualidad: entre otros he podido reconocer a la artista del perfomance Marina Abramovich, a la escritora comunista y feminista Lilianna Cavanni y a la madre Teresa de Calcuta (personaje importante para comprender el final de esta historia) y, por supuesto, al periodista protagonista que recuerda a Gay Talese.
7
6 de enero de 2015 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empleo el tópico del título como si de un cliché irónico se tratase.

La gran belleza es una crítica, y a la vez alegoría, de lo frívolo y mundano de la vida. Los personajes se regodean en su situación insulsa; incluso el propio protagonista, que la desprecia con cierta amargura en sus palabras. De este modo, el personaje de Jep gana dimensión, en sus monólogos internos vemos cartas de amor disimuladas con pataletas verbales del mundo lujoso y vacío en el que se mueve.

No sabría posicionarme respecto a la premisa principal de la obra, ni si quiera el propio protagonista es capaz de posicionarse. Todos hemos buscado utopías, hemos buscado esa "gran belleza", en un intento de hacer más interesante nuestra vida.

También he de decir que la película no trae nada nuevo, hay innumerables películas de autor dirigidas a un público elitista cuya principal preocupación es su propia insatisfacción vital. Aunque también es cierto que es la primera película que veo que narra ese "spleen" en un marco tan bello como anodino como Roma. En definitiva, es un gran homenaje a esos sentimientos encontrados que te puede producir la ciudad. Homenaje narrado con una belleza y un cuidado dignos de todos mis respetos.
7
2 de febrero de 2015 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que “La grande bellezza” es un “aggiornamento” de “La dolce vita” (La dolce vita, 1960) se trata, en terminología cartesiana, de una verdad indubitable; de modo que no dedicaré a tal aserto, reiterado “ad nauseam” por mucho crítico ayuno de ideas, más líneas de las estilísticamente necesarias.
Efectivamente, Sorrentino comparte con Fellini la generosa cuota onírica y sus derivas surrealistas, aunque no así la chocarrería de éste, suplida aquí con el cáustico cinismo que transmite el insólito rostro de Toni Servillo; como si la voluptuosa imaginería felliniana hubiese sido tamizada por el esteticismo implacable de un D´Annunzio -la referencia al cual, en el transcurso de un impagable intercambio de pareceres entre el escritor que protagoniza la historia y su agente, no es en absoluto caprichosa.
“La grande bellezza” se hace de una sucesión, deliberadamente inconexa, de imágenes sumamente turbadoras, preñadas de una belleza bizarra e hipnótica. La ausencia de un hilo argumental evidente causa una primera impresión de vacuidad que, sin embargo,le sirve a Sorrentino para sugerir una crítica feroz a la decadente aristocracia de nuestros días, no sólo romana sino global- occidental, cuando menos-. Asistimos, pues, a la tóxica convivencia noctámbula de escritores que no escriben, mercachifles rijosos, antiguos comunistas convertidos al credo neoliberal, cardenales mundanos, editores con ínfulas, y variados especímenes de la farándula, haciendo conspicua gala, todos ellos, de su degradación como seres otrora -quién sabe- humanos.
Mención aparte merece Toni Servillo, alma dandi de la fiesta deprimente y contumaz que retrata la película. Su Jep Gambardella es un personaje de antología que no se resiente, ni mucho menos, de la inevitable comparación con el plumilla que encarnara el irrepetible Mastroianni en la cinta de Fellini. No tarda, de hecho, en adquirir vuelo propio, y tan brioso, por cierto, que toda analogía queda razonablemente arrumbada.
En fin, pese a no compartir el manierismo un tanto desvergonzado de su director, no me arden prendas en reconocerle a “La grande bellezza” sus muchos e innegables méritos. Hasta la fecha, me atrevería incluso a afirmar, y si no me falla la memoria, la mejor película europea de la década.
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