Ambientada en una Norteamérica sureña de los años 30 y coloreada en tonos sepia; esta cinta entretiene de principio a fin gracias a la colorida actuación de cada uno de sus personajes y a una excelente banda sonora.
Graciosa hasta más no poder, se desarrolla de una manera equilibrada e inteligente sin esos cliché tontos de la gran mayoría de las comedias americanas.
La banda sonora llena de mucho folk y con una de las bandas de música mejor lograda en una película. Sin duda los "The Soggy Bottom Boys" demuestran que el éxito logrado en el film no es solo cosas del libreto sino un hecho que de ser llevado a la realidad los convertiría en una banda de éxito mundial.
Recomendada para verse en cualquier momento, si lo que se quiere es reír y pasarla bien.

Los Coen bajan un poco el listón y nos presentan las simples aventuras por la Norteamérica profunda de un guapo y dos imbéciles con su característico humor negro y toques de thriller. Hace menos gracia que "Arizona Baby" o "El gran Lebowski" y conmueve e interesa muchísimo menos que cualquiera de las primeras obras de los hermanos. Sin embargo, es una película divertida con la que se pasa un buen rato y bien rodada y fotografiada y con algunos momentos ciertamente hilarantes e ingeniosos. Aun así, podría haber sido mucho mejor.

Surrealista y magistral. Los Coen se sacan de la manga una paranoia para partirse de risa. No intentéis encontrarle explicación, que probablemente no la tenga, simplemente dejaros llevar por las andanzas de estros tres pobres chiflados y pasaréis un buen rato delante de la pantalla. De nuevo demuestran estos hermanos que son los más irreverentes del panorama fílmico actual. Y yo se los agradezco.

Típica comedia de los hermanos que no tiene más aspiración que hacer pasar un buen rato, luego está cargada de detalles de mayor seriedad, pero está claro que lo importante es su capacidad para crear personajes infra o supra-humanos, a saber, un recorrido por multitud de escenarios agradables y, como no, unas tremendas actuaciones por personas de confianza, es probable que sólo un grupo reducido de actores sea capaz de trasladar las ideas de los creadores, por eso hay que dejar claro que G. Clooney, tan mediatizado por su físico y encasillado por su carácter, tiene otra cara, la de buen actor.

Más allá de la risa o del llanto la sanísima ironía nos conduce a un hipnótico estado de perplejidad sublime. Estos Coen han mamado en las fuentes más hermosas de la fertilidad. Y esta preciosa parábola homérica, como el Buster Keaton que aparece en ese extraño artilugio ferroviario, como el último John Ford también homérico, como el Pasolini de "Teorema", como el Buñuel de la permanente retranca baturra, como el Godard de "los Carabineros", como el Anthony Mann de "El hombre de Laramie", queda abierta a toda interpretación festiva. Estamos ante una gloriosa fiesta permanente y sin final.

Y George Clooney ya casi supera a Cary Grant en sus delirantes danzas finales, y John Turturro a Robert Mitchum, e incluso el blandito Tim Blake Nelson a Alan Ladd o a Tyrone Power... Esta fábula no tiene desperdicio. Comedia para pensar, drama para reirse, cóctel de novedosos ingredientes super explosivos a tope de juerga para ávidos contempladores de lo tan jugoso entre líneas. La ley en el fondo sólo es una cosa humana. Y la factoría Coen inicia y apunta las andaduras de su cada día mejor factura. Estamos de enhorabuena porque continúan sorprendiéndonos. Y la historia del cine continúa superando sus míticos listones que parecían insuperables.

Cualquier tiempo pasado fué peor, incluídas sus joyas inolvidables. Pero hay películas muy recientes que superan de vez en cuando a los ya hoy ortodoxos hitos de lo conocido abriéndose camino por las nuevas puertas de la heterodoxia que pronto será clásica ortodoxia del mañana.