Haz click aquí para copiar la URL

El terror no tiene forma

Fantástico. Ciencia ficción. Acción. Terror Una malévola forma de vida viscosa irrumpe en un tranquilo pueblo de Arborville. No tiene problemas de conciencia ni inteligencia alguna, y sólo sabe hacer una cosa, pero es todo un experto en ello: comerse todo lo que se mueve... hombres, mujeres o niños. Remake de un conocido filme de 1958 ("The Blob", con Steve McQueen).
Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
escribe tu crítica
9
15 de abril de 2025 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Blob: El terror no tiene forma, es una película dirigida por Chuck Russell (Pesadilla en Elm Street 3, La máscara o El rey escorpión). Es un remake del film de 1958, The Blob.

En España se estrenó en 1989 y tuvo una acogida mixta. Muchos pensaban que se había cambiado demasiado la historia original, pero a otros les encantaron los cambios y la vieron como una versión modernizada.

Personalmente me ha gustado mucho aunque no la puedo comparar con la original porque no la he visto aún.

Arborville (California) es un pequeño pueblo que vive del turismo en invierno, pero aunque ya debería hacer frío, las temperaturas no bajan y hace calor.

Sorprende con un buen papel de chico malo el hermano de Matt Dillon, Kevin Dillon, como Brian Flagg, que comparte protagonismo con una conocida por su papel en Saw, Swawnee Smith, aquí en el rol de animadora, Meg.

La masa informe llega a través de un supuesto meteorito, que en los primeros minutos se carga a un vagabundo que anda por el bosque. Los efectos especiales son bastante buenos para la época y a veces hasta muy fuertes.

En general tiene un guion que se sostiene muy bien, con una banda sonora bastante decente –y gracias, porque a pesar de que en los ochenta tenían uno de los mejores estilos musicales, en las cintas de terror solían usar una BSO terrible-.
7
2 de septiembre de 2015 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran remake del clásico “The Blob” (1958), con el mismo encanto de la serie B y con el doble de dosis de entretenimiento y casquería.

El filme de Chuck Russell contiene todo lo que el aficionado al fantástico y al terror le gustaría ver en pantalla: un monstruo viscoso que va creciendo conforme se zampa a sus víctimas, efectos de maquillaje espectaculares, gore tan asqueroso como divertido, sorpresas inesperadas y, sobre todo, muchas ganas de pasar un rato aterrador. La historia repite la del clásico de los cincuenta pero adaptada a los ochenta en estética, música y estilo.

Si bien no ofrece nada innovador sino más bien lo contrario, Russell ha sabido concederle esa magia que sólo tienen algunas películas que se convierten automáticamente en clásicos de culto, gracias al buen ritmo que imprime a la trama y, sobre todo, al gran número de escenas terroríficas (y con unos efectos artesanales nada cutres sino más bien lo contrario) que regala al aficionado. El hecho de que la amenaza sea una masa viscosa amorfa da para mucho juego, y nos recuerda de alguna forma otros entes invasores, como el de la escalofriante “La cosa” (1982) de John Carpenter, que también dieron luz al cine fantástico de la década.

Los personajes siguen siendo tan estereotipados como es común en el género, pero sus perfiles parecen estar más cuidados de lo normal. Tenemos al macarrilla-héroe de turno (Kevin Dillon), a la universitaria guapa (Shawnee Smith), al novio de la universitaria (Donovan Leitch), al policía (Paul McCrane) y hasta hay un reverendo (Del Close).

“El terror no tiene forma” sí que tiene forma en la memoria del aficionado, por lo que la película de Chuck Russell se convierte en imprescindible y en una especie de candela patrón con la que medir otras películas de este subgénero, el de la serie B, tan manido y a la vez tan encantador.
6
4 de marzo de 2021 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del cielo cayó algo en Pennsylvania allá por 1.958. Un pequeño meteorito de cuyo interior emergió el ser más repugnante y peligroso que jamás pudo llegar del Espacio exterior.
La historia, ahora en Louisiana, vuelve a repetirse...

El "remake", un recurso en alza durante la década ochentera, sobre todo en lo que a ciencia-ficción clásica se refería; ya fue un preámbulo esa "Invasión de los Ultracuerpos" que aportaba otro punto de vista a la obra maestra de Siegel. Cronenberg recuperó "La Mosca", Carpenter "El Enigma de Otro Mundo" y Hooper "Invasores de Marte", así que le tocó el turno de revivir a otra gran joyita de los '50, muy exitosa en su momento, la que lanzó la carrera de Jack H. Harris como productor. Y la que además contó con Steve McQueen en su primer papel protagonista.
"La Masa Devoradora", pese a sus limitaciones y esquema argumental un tanto plano, permanece como un título muy entrañable y querido para los fans de la serie "B" de antaño, y esto mismo (quizás aprovechando el final abierto del film de Irvin S. Yeaworth Jr.) pretendieron conseguir el bueno de Frank Darabont y Charles Russell, quienes venían de devolverle el impulso a la saga de Freddy Krueger con una tercera entrega bastante decente, haciendo lo mismo que Cronenberg o Carpenter: reinterpretar los códigos de la original y adaptarlos a los nuevos tiempos y medios.

Sin embargo en ciertos términos no es una adaptación que parezca diferir demasiado de su original. Otro meteorito cae del cielo observado no por un anciano sino por un vagabundo (aunque también hay un perro de por medio) y la viscosa sustancia del interior se adhiere a su mano, pero las claves argumentales en la que este incidente se apoya se subvierten; Steve Andrews ahora parece ser Brian, mejor definido como un delincuente sin oficio ni beneficio y de vida más turbulenta, aunque con su bondadoso corazón; sin duda el espíritu de McQueen (no el del film del '58, sino el de la vida real) está impregnado en este personaje.
Mientras, Jane ahora es Meg, y su novio no es Brian, sino Paul, un muchacho de descripción bastante irrisoria y muy similar al Steve original, por eso mismo Darabont y Russell se lo quitarán de encima (y de un modo tremendamente cruel), reflejando ese premeditado distanciamiento; pero ellos, como Yeaworth, fracasan también en el retrato de sus personajes, presentándolos como claros estereotipos de la juventud que poblaba los films para adolescentes del momento (Brian es quizás algo anacrónico), y los adultos no sufren un cambio mejor (recordando a los de "Pesadilla en Elm Street"). Lo que sí hacen es incorporar dosis extras de humor negro, para que todo parezca una sátira o parodia del género.

Y su visión sufre un cambio drástico con respecto a la de Yeaworth, y lo refleja (además de una representación patética de las fuerzas del orden y la sanidad) la intervención de organizaciones secretas del Gobierno (o vaya usted a saber de dónde) y su declaración sobre la naturaleza de la amenaza, antes extraterrestre, ahora de origen biológico. Con esos científicos expertos revelados como los culpables del desastre y desentendidos del daño a los habitantes (al igual que sucedía en "Impulso Infernal", por ejemplo), todo toma un cariz mucho más cínico y nihilista; y la salvación no está ahora en manos de jóvenes mojigatos, sino del delincuente de turno.
Por su parte, como hiciera en "Los Guerreros del Sueño", Russell desata un entretenimiento excesivo, salvaje e intenso, gracias al uso de excelentes efectos especiales y visuales a cargo de Tony Gardner, Lyle Conway y el equipo de DreamQuest Images; la viscosa criatura rosada eleva su ferocidad y condición amenazante a la vigésima potencia, y si parecía que la de Yeaworth tomaba de base al ser amorfo y abductor del relato "Who goes There?" de John W. Campbell Jr. (de donde surgieron "El Enigma de Otro Mundo" y su tergiversadora revisión, "La Cosa"), ahora está más que clara la influencia del film de Carpenter (algunos aberrantes ataques, como los de Paul y Vicky, lo demuestran).

Pero esta revisión es, lejos de la corrosiva crítica de la era post-Watergate y de unos personajes que juegan a destrozar los estereotipos de este cine, un simple y llano espectáculo, cuya virtud es la de suplir sus carencias a base de impactar con un delicioso alarde de efectos, dosis de violencia extrema y memorables secuencias de acción como las mejoradas invasiones al cine y la cafetería y el rocambolesco ataque de la masa a ese humilde pueblo tan del gusto de Stephen King, reflejo perfecto de esa sociedad biempensante y temerosa por los estragos de una posible guerra entre EE.UU. y la U.R.S.S. (guerra que ya nadie creía a esas alturas...).
Desde luego el personaje de Brian estaba escrito para evocar a McQueen, de hecho ofrecerían el papel a su hijo Chad antes de enrolar a un Kevin Dillon de dudoso carisma (y que parece querer imitar al Dallas que su hermano Matt interpretó en "Rebeldes"); la preciosa y enérgica Shawnee Smith toma muy bien el relevo de la empalagosa Aneta Corsaut de la orginal. Después de ellos sólo quedaría acordarse de las apariciones del gran Jack Nance, Del Close, la playmate Erika Eleniak (a la que poco le quedaba para salir en "Los Vigilantes de la Playa" y "Alerta Máxima") y un odioso Joe Seneca gracias al cual se nos brindará una de las muertes más satisfactorias y deseadas de un villano jamás vista en el cine (yo aplaudí y todo, señores).

Entretenimiento 100% y un colofón delirante y muy "carpenteriano". Todo apesta al aroma de la más entrañable serie "B" ochentera, pero eso no valió para triunfar en cines...de hecho fue un fracaso para Russell, aunque con el tiempo se la ha defendido como un "remake" superior al original.
En mi opinión los dos son buenos títulos del género que me han hecho disfrutar mucho, y si se ven juntos mejor. ¡Y genial esos créditos finales acompañados del "Brave New Love" de ALIEN (puro ejercicio de humor negro esta elección, seguro)!
8
5 de enero de 2022 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué yo diga que un remake es digno tiene bastante tela, pues no me han gustado muchos remakes la verdad. La matanza de Texas, Pesadilla en Elm Street, La cosa, Poultrygeist, Cementerio viviente, Evil Dead, Suspiria y puedo seguir con esta interminable lista de remakes fallidos y que personalmente me parecen una vergüenza.
Sin embargo "El terror no tiene forma" es otra cosa, no me extraña que sea de los 80, solamente de la época dorada podía haberse creado este remake tan maravilloso del decente clásico de ciencia ficción "The blob".
La historia ofrece lo mismo que el clásico sin muchas novedades, una masa mocosa que se va merendando a todo un idílico pueblo de montaña, pero destaca considerablemente la calidad de los efectos especiales, esta vez el monstruo acojona como nunca y a su paso deja unas muertes espectaculares, a parte de situaciones con mucha tensión muy bien logradas.
Aparece el niño de "La divertida noche de los zombies" , Michael Kenworthy con un notable protagonismo.
7
1 de mayo de 2025 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Versión y actualización ochentera de un clásico de los años 50, "The blob" es una masa viscosa que asimila vivas a sus víctimas, de manera cruel, deshaciéndolos en su interior entre gritos y pataleos. Terror efectivo y efectista. Que mala leche tiene la cosa. Su aspecto gelatinoso, de blandi-blub, es, quizás, lo que peor ha envejecido, en especial cuando usan miniaturas, pero aún y así resulta convincente. Otro aspecto chirriante es su protagonista, Kevin Dillon, cuyo aspecto de rebelde motero parece más un disfraz que algo que se crea el personaje. El resto de personajes provienen de un catálogo de tópicos: sheriff comprensivo, ayudante idiota, camarera amigable, el padre de la chica estricto, el hermanito inconsciente, la pareja promiscua, el guaperas jugador de futbol americano ... todos sabemos, más o menos, quienes serán deglutidos y quienes no.

Habrá una vuelta de guión con respecto al filme de origen. Bastante acertado, por cuanto permitirá crear una subtrama interesante y conspiranoica. Aires de "ET" en cuanto a esos científicos que aparecerán. Pero la película no es para todos los públicos. Un pueblecito de esos, sin nombre, donde ocurrían los sucesos de "Gremlins" y todas las novelas de Stephen KIng, donde solo hay un sheriff, todo el mundo se conoce y hay pocas calles. Algo que veremos en la serie "Stranger Things".

Tendremos interesantes persecuciones por las alcantarillas, al estilo de "La bestia bajo el asfalto"(1980), donde no habrá piedad para nadie. Las muertes son tremendamente imaginativas y espantosas. Otra diferencia con el primer filme es el empleo de las tres dimensiones en el desplazamiento del bicho, añadiendo con esa dimensión más miedo y tensión. Las escenas de acción están bien rodadas, todas de noche, para facilitar su rodaje, alternando escenas reales con miniaturas, algo que a los ojos de hoy puede chirriar, pero que tiene el encanto de lo demodé y artesanal.

Buen filme. De esos para ver en el cine en verano, con el aire acondicionado. Y, por supuesto, dejaban abierto para una secuela que no llegó.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para