Envuelto en la sombra
6.9
851
Cine negro. Drama
Un detective privado, que casi vive en la miseria, descubre un día que lo están siguiendo. Tras acorralar a su perseguidor, averigua que actúa a las órdenes de un antiguo socio con el que acabó enemistado. Poco después se ve envuelto en un calculado plan de asesinato. (FILMAFFINITY)
31 de octubre de 2022
31 de octubre de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"The Shepherd of the Hills" y "Rawhide" son una maravillosa pareja de anti-westerns, pues la película que estrenó Hathaway en 1941 no es otra cosa que un austero y sobrio drama familiar disfrazado de este género, y lo mismo se podría decir de la obra maestra que rodaría justo diez años después, ya que en realidad se percibe como un auténtico thriller claustrofóbico y repleto de suspense donde la ambientación se convierte en algo anecdótico.
"Rawhide" es, además, un riguroso tratado sobre el espacio cinematográfico: puertas que se abren y se cierran sin descanso, pasos continuos del exterior al interior (y viceversa) mediante distintas vías, registro con planos detalle de los más insignificantes rincones de aquella parada, sensación de profundidad por toda la localización... Y todo esto gracias a una inteligente y meditada selección de planos que hacen de la película una experiencia tensa e irrespirable, partiendo de los matices y del lado puramente material y físico del entorno.
Por otro lado, tanto la Londres bañada en niebla de la hitchcockiana "23 Paces to Baker Street" como las excesivas y peligrosas cataratas de "Niagara" son paisajes que invitan a colocar este par de películas en otro interesante díptico. Se trata de dos propuestas en las que la presencia de estos paisajes —además de conferir una atmósfera muy característica y una estética poderosa— van a tener una importancia sustancial en el desarrollo narrativo de sus relatos y, lo que es incluso más importante, en su resolución. Son dos obras tan inverosímiles y confusas como atractivas y estimulantes.
Lo que uno desde luego no espera —teniendo en cuenta estos fascinantes ejemplos de híbridos dentro de su filmografía— es encontrarse con una película tan pura como "The Dark Corner", tan verdaderamente clásica y orgánica, propia del canon del gran cine negro y donde se reproducen todos sus códigos sin apenas fisuras. Es cierto que en ella, al igual que en las demás, se siguen encontrando muestras de modernidad —solo hay que prestar algo de atención al sutil uso de la música que se hace en todas ellas y a la conciencia autoral que parece guiarlas, siendo quizá la sorprendente "Johnny Apollo" el ejemplo más explícito de esto—, pero es evidente que, a diferencia de aquellas, no coquetea con otros géneros y explota el cine negro hasta sus últimas consecuencias.
"The Dark Corner" es igualmente atrevida y a ratos inverosímil, pero ejemplar. Exceptuando el bondadoso papel del personaje femenino principal —en consonancia con el de "Phantom Lady" de Siodmak, apenas dos años anterior—, no hay un elemento característico del cine negro que no se celebre ni al que se deje de sacar partido. Esa atmósfera que consigue hacerte llegar el olor del tabaco y ese mundo de misterio, riesgo, secretos, oscuridad, confusión y perversidad a uno le mantienen hechizado hasta el último minuto. Y tiene mérito si tenemos en cuenta cierta decisión arriesgada que se toma hacia la mitad del metraje.
Aunque se pueda relajar alrededor de un cuarto de hora la fuerza cinematográfica que se venía cociendo a fuego lento durante toda su primera parte, lo cierto es que el cineasta recupera de manera brillante ese interés y ese magnetismo, dando lugar a una segunda mitad distinta y en la que el aura de misterio y la tensión provienen de otros lugares. Y, sorprendentemente, todo acaba por ser redondo y coherente.
Aquí Hathaway abraza el clasicismo y alcanza un equilibrio —sin que esto tenga por qué ser una virtud— más evidente que en otros de sus largometrajes. Supongo que esa armonía, ese poder de abstracción y esa fascinación que produce aquel mundo autónomo de este género (ya completamente desaparecido) son algunos de los motivos por los que a uno todavía le merece la pena meterse a una sala de cine.
"Rawhide" es, además, un riguroso tratado sobre el espacio cinematográfico: puertas que se abren y se cierran sin descanso, pasos continuos del exterior al interior (y viceversa) mediante distintas vías, registro con planos detalle de los más insignificantes rincones de aquella parada, sensación de profundidad por toda la localización... Y todo esto gracias a una inteligente y meditada selección de planos que hacen de la película una experiencia tensa e irrespirable, partiendo de los matices y del lado puramente material y físico del entorno.
Por otro lado, tanto la Londres bañada en niebla de la hitchcockiana "23 Paces to Baker Street" como las excesivas y peligrosas cataratas de "Niagara" son paisajes que invitan a colocar este par de películas en otro interesante díptico. Se trata de dos propuestas en las que la presencia de estos paisajes —además de conferir una atmósfera muy característica y una estética poderosa— van a tener una importancia sustancial en el desarrollo narrativo de sus relatos y, lo que es incluso más importante, en su resolución. Son dos obras tan inverosímiles y confusas como atractivas y estimulantes.
Lo que uno desde luego no espera —teniendo en cuenta estos fascinantes ejemplos de híbridos dentro de su filmografía— es encontrarse con una película tan pura como "The Dark Corner", tan verdaderamente clásica y orgánica, propia del canon del gran cine negro y donde se reproducen todos sus códigos sin apenas fisuras. Es cierto que en ella, al igual que en las demás, se siguen encontrando muestras de modernidad —solo hay que prestar algo de atención al sutil uso de la música que se hace en todas ellas y a la conciencia autoral que parece guiarlas, siendo quizá la sorprendente "Johnny Apollo" el ejemplo más explícito de esto—, pero es evidente que, a diferencia de aquellas, no coquetea con otros géneros y explota el cine negro hasta sus últimas consecuencias.
"The Dark Corner" es igualmente atrevida y a ratos inverosímil, pero ejemplar. Exceptuando el bondadoso papel del personaje femenino principal —en consonancia con el de "Phantom Lady" de Siodmak, apenas dos años anterior—, no hay un elemento característico del cine negro que no se celebre ni al que se deje de sacar partido. Esa atmósfera que consigue hacerte llegar el olor del tabaco y ese mundo de misterio, riesgo, secretos, oscuridad, confusión y perversidad a uno le mantienen hechizado hasta el último minuto. Y tiene mérito si tenemos en cuenta cierta decisión arriesgada que se toma hacia la mitad del metraje.
Aunque se pueda relajar alrededor de un cuarto de hora la fuerza cinematográfica que se venía cociendo a fuego lento durante toda su primera parte, lo cierto es que el cineasta recupera de manera brillante ese interés y ese magnetismo, dando lugar a una segunda mitad distinta y en la que el aura de misterio y la tensión provienen de otros lugares. Y, sorprendentemente, todo acaba por ser redondo y coherente.
Aquí Hathaway abraza el clasicismo y alcanza un equilibrio —sin que esto tenga por qué ser una virtud— más evidente que en otros de sus largometrajes. Supongo que esa armonía, ese poder de abstracción y esa fascinación que produce aquel mundo autónomo de este género (ya completamente desaparecido) son algunos de los motivos por los que a uno todavía le merece la pena meterse a una sala de cine.
23 de marzo de 2023
23 de marzo de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película de cine negro de un director para mi fetiche. Un artesano de la industria, sobrio, intemporal, poco dado a los excesos pero muy sólido, mucho.
Esta película sin ser de las mejores es buena. Cine en estado puro. Clifton Webb está casado con una bellísima mujer que le engaña con un apuesto galán, que estuvo entretenido en tema judiciales y mandó a prisión a un detective privado que acaba de salir de prisión después de estar, como se dice, "dos años a la sombra".
Su plan es bueno, contrato a un 'gordo apestoso polizonte' para que pueda urdir un plan para matar al amante de su mujer, pero echando la culpa al detective, que todo el mundo, incluido la policía, sabe que le juró venganza. Y en estas que el pobre detective se ve envuelto en una madeja que trata de desenmarañar setenta y cinco minutos. Por supuesto su secretaria, con unas piernas de ensueño, le acompaña, ayuda y sostiene en toda la película, pero no como mujer acompañante, sino como efectiva inteligencia aplicada a la resolución del problema, rompiendo, por tanto, un poco los tópicos al uso en la época.
El papel de Clifton Webb es muy parecido al que hace en Laura de Preminger, unos años antes, en el 44, pero sin el impacto que supuso la obra maestra del alemán. Los demás actores no están mal pero no son soberbios, especialmente poco afortunado se muestra William Bendix, demasiado dulce para un papel tan de duro.
En definitiva, una película muy bonita, interesante de ver y entretenida.
Esta película sin ser de las mejores es buena. Cine en estado puro. Clifton Webb está casado con una bellísima mujer que le engaña con un apuesto galán, que estuvo entretenido en tema judiciales y mandó a prisión a un detective privado que acaba de salir de prisión después de estar, como se dice, "dos años a la sombra".
Su plan es bueno, contrato a un 'gordo apestoso polizonte' para que pueda urdir un plan para matar al amante de su mujer, pero echando la culpa al detective, que todo el mundo, incluido la policía, sabe que le juró venganza. Y en estas que el pobre detective se ve envuelto en una madeja que trata de desenmarañar setenta y cinco minutos. Por supuesto su secretaria, con unas piernas de ensueño, le acompaña, ayuda y sostiene en toda la película, pero no como mujer acompañante, sino como efectiva inteligencia aplicada a la resolución del problema, rompiendo, por tanto, un poco los tópicos al uso en la época.
El papel de Clifton Webb es muy parecido al que hace en Laura de Preminger, unos años antes, en el 44, pero sin el impacto que supuso la obra maestra del alemán. Los demás actores no están mal pero no son soberbios, especialmente poco afortunado se muestra William Bendix, demasiado dulce para un papel tan de duro.
En definitiva, una película muy bonita, interesante de ver y entretenida.
14 de enero de 2024
14 de enero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La trama contiene un excelente plan diabólico que la vuelve muy interesante. A esto se le suman los ácidos dialogos del noir clásico, sus personajes ambiguos y aquellos típicos contraluces utilizados destacablemente por el infravalorado Henry Hathaway.
Aunque un débil actor protagónico como Mark Stevens le resta intensidad a la película, la presencia de Lucille Ball y William Bendix suman bastante al conjunto y principalmente el elegante y diabólico Clifton Webb se destaca como siempre entre todos ellos.
Aunque un débil actor protagónico como Mark Stevens le resta intensidad a la película, la presencia de Lucille Ball y William Bendix suman bastante al conjunto y principalmente el elegante y diabólico Clifton Webb se destaca como siempre entre todos ellos.
15 de mayo de 2021
15 de mayo de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es un gran ejemplo del cine negro de los 40. La película es buena, pero hay cojeras por algunos momentos.
La trama, es sin lugar a dudas, lo mejor. Mucha incógnita, muchas dudas, y rompecabezas. Que se va desgranando, a veces con mucha suerte.
Lucille, está bien, correcta, Mark, es quizás un poco cojo. Para el papel está muy bien, tiene mucho atractivo, y da compasión en los momentos que se requiere, pero a veces es bastante rígido.
La fotografía muy buena, y los escenarios muy bien escogidos, para dar ese punto de caos, claustrofóbica, sombras...
El director sabía que la película estaba muerta, hubo problemas con la actuación de Lucille, aunque luego lo salvó. Aún así, acabaron la película. Aunque la crítica la puso bien, no llegó a recaudar lo suficiente, con lo que no recuperaron el presupuseto.
La trama, es sin lugar a dudas, lo mejor. Mucha incógnita, muchas dudas, y rompecabezas. Que se va desgranando, a veces con mucha suerte.
Lucille, está bien, correcta, Mark, es quizás un poco cojo. Para el papel está muy bien, tiene mucho atractivo, y da compasión en los momentos que se requiere, pero a veces es bastante rígido.
La fotografía muy buena, y los escenarios muy bien escogidos, para dar ese punto de caos, claustrofóbica, sombras...
El director sabía que la película estaba muerta, hubo problemas con la actuación de Lucille, aunque luego lo salvó. Aún así, acabaron la película. Aunque la crítica la puso bien, no llegó a recaudar lo suficiente, con lo que no recuperaron el presupuseto.
29 de noviembre de 2020
29 de noviembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clásica peli negra con detective durísimo, bella secretaria y trama enrevesada, dirigida por Henry Hathaway. Como pero le pondría que Mark Stevens ("La calle sin nombre") y Lucille Ball no son precisamente Bogart y Bacall, y sus réplicas y contrarréplicas no son tan brutales pero, dejando eso aparte, es una película muy interesante, con una trama atractiva que además puede seguirse con facilidad. Eficaces secundarios como William Bendix, con unos cuantos noir a sus espaldas, o Clifton Webb, con títulos como "Laura" y que se especializó en papeles de snob decadente y es uno de los grandes aciertos de la peli. También aparece el guaperas Kurt Kreuger, un actor de origen suizo que se comió varios papeles de nazi en films bélicos. Lo dicho, aunque no está entre las grandes de Hathaway, es una película muy entretenida, aunque insisto en que la elección de la pareja protagonista le hace perder enteros.
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