Purasangre

En pleno mes de agosto y cuando casi no llegan estrenos interesantes a la cartelera, he decidido ir a ver el debut en la dirección de Cory Finleh, una película que perfectamente la podemos situar entre la comedia negra y el thriller más perverso. La cinta tuvo una gran acogida en la última edición del festival de cine de Sundance.

Nos cuenta el reencuentro de dos amigas adolescentes, que llevaban mucho tiempo sin verse, son dos personajes a cual más distintas, una de ellas es excesivamente emocional y la otra no desprende ningún tipo de sentimiento.

Entre la dos diseñaran un macabro plan, en el cual no parará de correr la sangre y no dejará indiferente a ningún espectador. En varios tramos el ritmo y la tensión que se forma son interesantes y va avanzando todo con claridad y precisión extremas.

Hay que reconocer que el director tiene futuro y ha conseguido un debut admirable, consigue mezclar de manera muy inteligente las imágenes con el sonido y sobre todo como consigue la química entre las dos chicas protagonistas.

También tengo que reconocer que en algunos momentos se me hicieron algo agobiante y pesada, sobre todo por el ritmo y por las decisiones que tomas las protagonistas. Entre los títulos que podemos coger como referencia para saber por dónde va la película, caben destacar American Psycho y Escuela de Jóvenes.

No me atrevería a recomendarla, porque no es una película para todo tipo de público, sobre todo para los más sensibles.

Lo mejor: La química que hay entre las dos chicas.
Lo peor: Es pesada en algún tramo.

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Centrada exclusivamente en 2 amigas adolescentes medias borders que planean el asesinato del padrastro una de ellas solo por incompatibilidad de caracteres. Un argumento muy raro, sumamente lento y un final que te confirmará que estuviste perdiendo el tiempo. No te aportará casi nada.

Un thriller inteligente, un poco arrogante, con buenas vueltas de tuerca.
Resulta sumamente entretenida, aunque en gran parte de la película no pasa nada, solo son 2 adolescentes charlando.
Las interpretaciones excelentes, tanto de Anya Taylor-Joy, como de Olivia Cooke.
El clima que logra, la estética videoclipera en este caso suma, porque le da como un aura acética a la historia, que va acorde con esas 2 adolescentes incapaces de empatizar con nadie.
El humor negro, es uno de sus mayores logros, y lo que rescata también algunas escenas que sin el mismo, serían clichés.

Por lo menos en mi caso, algunas de las amistades más duraderas de la vida se fraguan en el instituto. Esa época en la que las preocupaciones se reducen a los primeros escarceos amorosos, riñas con profesores, asignaturas por aprobar y encontrar nuevas amistades. Dentro de ese contexto, ‘Purasangre’ decide darle una vuelta de tuerca rebuscada uniendo para siempre el destino de dos personajes solitarios.

Así, nos encontramos con la primera de ellas interpretada por Olivia Cooke. Incapaz de sentir nada, acaba de sufrir un gran trauma con su caballo que definirá el resto de la historia. Cooke hace una buena interpretación, con un rostro casi imperturbable y lleno de “pasotismo”. En frente está Anya Taylor-Joy, en el papel de una chica bien, adinerada, pero que no aguanta a su padrastro. La joven actriz está a la altura de las circunstancias y nuestra perspectiva sobre ella va cambiando a lo largo de la película, girando hasta el final donde se descubre la que era, quizás desde un principio, su verdadera naturaleza. Ambas, amigas en la juventud, vuelven a juntarse por razones que no terminan de estar completamente definidas, pero que pueden dar lugar a especulaciones por parte del espectador.

La tercera pata sobre la que se sustenta el film, es en el joven y desaparecido actor Anton Yelchin. Uno no puede más que lamentar la pérdida de uno de los actores más prometedores de su generación al observarle en pantalla. Tiene pocos minutos, pero los aprovecha lo suficientemente bien como para dejar huella.

Con un ritmo tremendamente pausado, que puede desesperar a más de uno pero que está justificado sabiendo que el director lo utiliza para aumentar la intriga y un tono a medio camino entre el thriller y la comedia, ‘Purasangre’ se gana su sitio merecidamente en la cartelera de este soso verano.

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Una historia noir de adolescentes, perdón por la redundancia, filmada exquisitamente por un primerizo aunque adolece de demasiados trucos, incluido el manierismo hierático de las jóvenes actrices y cierta morbosidad en los detalles escabrosos.

Dos jóvenes de rasgos psicóticos, -falta de empatía, ausencia de emociones-, se reencuentran en la mansión de la más rica tras haber sido expulsadas del internado y haber tenido la amiga un episodio de crueldad animal con su caballo favorito. Allí planean la muerte del padrastro de la primera que, aparte de ser un cretino integral, se empeñaba en buscarse la ruina.

Se da la circunstancia de que el doble sentido en inglés, Thoroughbeed hace referencia a pura sangre equino y el alto linaje de la protagonista, se ha sustituido en castellano por el doble sentido de pura sangre en el sentido animal y de la sangre del crimen. Por cierto, el director forma parte de un grupo de cineastas autodenominado Youngblood, sangre joven.

Filmada en una espectacular mansión con una steadycam llevada con la muñeca de un tenista de élite, el montaje y la fotografía no casan con algunos excesos en el guión y ciertas exageraciones en el Asperger impostado de las actrices.

Pero se deja ver con magnetismo, a la vez que recordamos aquella frase de juventud: "No hay mayor emoción que no sentir ninguna".
alfonso