Alas
7.3
1,780
29 de enero de 2015
29 de enero de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alas fue la primera película en llevarse el oscar a la mejor película en el año 1928 Dirigida por William A. wellman e interpretada por Clara Bow, Charles Rogers, Richard Arlen y Jobyna Ralston en los principales papeles. También aparece, en un breve papel, Gary Cooper como un experto aviador. La película cuenta la historia de amistad entre dos hombres que luchan en la aviación durante la 1ª guerra mundial. Hay también un par de triángulos amorosos donde alguien quiere a alguien pero ese alguien quiere a otro alguien. Así pues, Mary quiere a Jack y David quiere a Sylvia, pero Sylvia no le hace mucho caso y siempre se va con Jack, el cual pasa mucho de Mary. Las escenas de batallas aéreas están bastante bien y momentos como el bombardeo alemán desde el aire, con la cámara siguiendo los misiles me gustó, aunque luego los planos de los efectos de esos bombardeos desde el suelo se notasen demasiado las maquetas. También me gustó mucho la batalla contra los dirigibles y sobre todo la persecución final del avión alemán por parte del protagonista que tiene dramáticas consecuencias. Pero hay una escena que me llamó más la atención que todas las aéreas y es cuando Mary entra en el Folies Bergere buscando a Jack para decirle que debe volver al frente y la cámara va avanzando y pasando por medio de la gente que está sentada en distintas mesas, cada una con una historia, y en ningún momento se ve que haya ningún cambio de plano o algún tipo de corte. Además de llevarse el premio a la mejor película también se llevó el de los mejores efectos especiales.
14 de octubre de 2018
14 de octubre de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una de las primeras grandes superproducciones de la historia del cine. Se merece el honor de haberse llevado el primer premio Óscar a la mejor película. La Academia no siempre acierta, pero en aquella ocasión sí tuvo buen criterio.
Cuando piensas que fue rodada entre 1926 y 1927 (¡todos mis abuelos eran críos en esa época!), apenas cerrado el primer cuarto de un siglo tan convulso como fue el siglo veinte, y ves todos esos planos aéreos tan realistas, esas escenas rodadas con cientos de extras asumiendo verdaderos riesgos en los campos ficticios de batalla (las detonaciones de artefactos explosivos no eran ficticias), y en general contemplas ese despliegue grandioso que debió de ser más pesadilla que euforia para el eficiente Wellman (gran acierto en la elección de director)... Sabes que te encuentras ante un proyecto digno de elogio. Un proyecto ampliamente disfrutable, incluso siendo una película muda, un género que en la actualidad ha quedado relegado a los nostálgicos y los más incondicionales cinéfilos.
Aunque la guerra se presenta de una forma grandilocuente, con esa empalagosa costumbre de los intertítulos rimbombantes (imagino que por las presiones de un afán propagandístico que imperaba en una etapa marcada recientemente por una de las peores guerras de todos los tiempos), Wellman sin embargo intenta ceñirse a la cruda realidad bélica en la medida en que le es posible, teniendo en cuenta que para el director de una superproducción de este calibre y con tantos intereses de por medio, es muy difícil imponer su propio criterio. Pero él lo logró. Ahí dejó a las claras que era un cineasta hasta la médula.
Son detalles muy propios de él, por poner un par de ellos como ejemplo, el de ofrecer un protagonismo bastante destacado a un personaje femenino (Mary Preston, interpretada por Clara Bow, que sigue a su amor a la guerra.) Wellman hace lo que puede por dignificarla dentro de las fuertes limitaciones del papel de la mujer (siempre condenada a un segundo plano, a ser la abnegada y sufrida enamorada florero que tiene que esperar pacientemente y virtuosamente al objeto de sus suspiros mientras él se va al centro de la acción y echa todas las canas al aire que se le antojan, olvidándose de la pobre infeliz que le aguarda; resignada a ser tratada como una mujer objeto y con condescendencia donde quiera que va, que ni siquiera luciendo uniforme del ejército es respetada; sufriendo un quinario sin derecho al pataleo ni a cantarle las cuarenta al galán.)
Otro detalle a señalar y que alude a un rasgo de Wellman que me gusta mucho, su ecuanimidad y su postura contraria al racismo y la xenofobia, es la aparición de ese divertido soldado hijo de inmigrantes que al alistarse causa alboroto y suspicacias a causa de su nombre alemán, pero que resulta ser tan estadounidense como el béisbol o las hamburguesas con patatas, como lo demuestra el descacharrante tatuaje de su brazo.
Se aprecia también ese aire de ingenuidad de los años mozos del séptimo arte en algunas secuencias por entonces valientes (hombres que se besan en las mejillas y se demuestran afecto fraternal mediante contacto físico, escenas fugaces de desnudos por las que los actores y extras no cobraban cifras astronómicas.)
En definitiva, y pese a no ser un filme redondo ni perfecto, posee una elevada calidad técnica y unas escenas de acción sobresalientes. Para ser una larga película muda de los años veinte, es bastante entretenida. Lo más pobre es la casi forzada trama romántica, frente a la más rica y compleja trama de amistad entre Jack y David, en un principio enfrentados por la misma chica, pero que dejan de lado sus diferencias para convertirse en leales compañeros del aire.
Dicen que algunas de las amistades más potentes que se forjan son las que nacen en tiempos de guerra.
Será que se valora más a la persona que se tiene al lado, porque la muerte está siempre a un paso.
Cuando piensas que fue rodada entre 1926 y 1927 (¡todos mis abuelos eran críos en esa época!), apenas cerrado el primer cuarto de un siglo tan convulso como fue el siglo veinte, y ves todos esos planos aéreos tan realistas, esas escenas rodadas con cientos de extras asumiendo verdaderos riesgos en los campos ficticios de batalla (las detonaciones de artefactos explosivos no eran ficticias), y en general contemplas ese despliegue grandioso que debió de ser más pesadilla que euforia para el eficiente Wellman (gran acierto en la elección de director)... Sabes que te encuentras ante un proyecto digno de elogio. Un proyecto ampliamente disfrutable, incluso siendo una película muda, un género que en la actualidad ha quedado relegado a los nostálgicos y los más incondicionales cinéfilos.
Aunque la guerra se presenta de una forma grandilocuente, con esa empalagosa costumbre de los intertítulos rimbombantes (imagino que por las presiones de un afán propagandístico que imperaba en una etapa marcada recientemente por una de las peores guerras de todos los tiempos), Wellman sin embargo intenta ceñirse a la cruda realidad bélica en la medida en que le es posible, teniendo en cuenta que para el director de una superproducción de este calibre y con tantos intereses de por medio, es muy difícil imponer su propio criterio. Pero él lo logró. Ahí dejó a las claras que era un cineasta hasta la médula.
Son detalles muy propios de él, por poner un par de ellos como ejemplo, el de ofrecer un protagonismo bastante destacado a un personaje femenino (Mary Preston, interpretada por Clara Bow, que sigue a su amor a la guerra.) Wellman hace lo que puede por dignificarla dentro de las fuertes limitaciones del papel de la mujer (siempre condenada a un segundo plano, a ser la abnegada y sufrida enamorada florero que tiene que esperar pacientemente y virtuosamente al objeto de sus suspiros mientras él se va al centro de la acción y echa todas las canas al aire que se le antojan, olvidándose de la pobre infeliz que le aguarda; resignada a ser tratada como una mujer objeto y con condescendencia donde quiera que va, que ni siquiera luciendo uniforme del ejército es respetada; sufriendo un quinario sin derecho al pataleo ni a cantarle las cuarenta al galán.)
Otro detalle a señalar y que alude a un rasgo de Wellman que me gusta mucho, su ecuanimidad y su postura contraria al racismo y la xenofobia, es la aparición de ese divertido soldado hijo de inmigrantes que al alistarse causa alboroto y suspicacias a causa de su nombre alemán, pero que resulta ser tan estadounidense como el béisbol o las hamburguesas con patatas, como lo demuestra el descacharrante tatuaje de su brazo.
Se aprecia también ese aire de ingenuidad de los años mozos del séptimo arte en algunas secuencias por entonces valientes (hombres que se besan en las mejillas y se demuestran afecto fraternal mediante contacto físico, escenas fugaces de desnudos por las que los actores y extras no cobraban cifras astronómicas.)
En definitiva, y pese a no ser un filme redondo ni perfecto, posee una elevada calidad técnica y unas escenas de acción sobresalientes. Para ser una larga película muda de los años veinte, es bastante entretenida. Lo más pobre es la casi forzada trama romántica, frente a la más rica y compleja trama de amistad entre Jack y David, en un principio enfrentados por la misma chica, pero que dejan de lado sus diferencias para convertirse en leales compañeros del aire.
Dicen que algunas de las amistades más potentes que se forjan son las que nacen en tiempos de guerra.
Será que se valora más a la persona que se tiene al lado, porque la muerte está siempre a un paso.
14 de marzo de 2014
14 de marzo de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de ver este largometraje mudo -de fines del período del cine silente- en el Cine Doré de Madrid, con acompañamiento al piano, y me ha gustado. Es un film histórico, pues fue el primero que ganó el Óscar al mejor largometraje. Era lógico, ya que la Primera Guerra Mundial se pone de moda en el cine de Hollywood a finales de los años 20. Aunque yo soy muy escéptico con estos premios como indicadores de valor cinematográfico y estético, y con las películas galardonadas con dichos premios, reconozco que "Alas" está muy bien, y tiene una fuerza que seguramente debe mucho al conocimiento directo de Wellman sobre esta guerra, ya que éste fue piloto de aviación en la "Escuadrilla Lafayette" en dicha contienda, ganándose allí, según IMDB, el apelativo de "Wild Bill". Eso sí, el vestuario y el peinado de las mujeres responde mucho más a la moda de 1927 que a la de 1917.
Las secuencias de combates aéreos son impresionantes. Clara Bow es una actriz interesante y atractiva, en la línea de Louise Brooks. Gary Cooper, en su breve intervención, llama la atención del espectador. El "travelling" de avance en el interior del "Follies Bergère" de París -un "travelling" en el que pasamos por delante de una mesa con dos lesbianas, cosas de la era previa al "Código Hays", supongo- es todo un alarde técnico, muy del cine de fines de los años 20. Ahora bien, hay una imagen que destaca mucho. La escena de amor más emocionante en este melodrama bélico no es una escena entre mujer y hombre, sino entre hombre y hombre: me refiero a la escena en la que el personaje de Richard Arlen muere en brazos de su compañero de armas, el personaje de Charles "Buddy" Rogers.
Las secuencias de combates aéreos son impresionantes. Clara Bow es una actriz interesante y atractiva, en la línea de Louise Brooks. Gary Cooper, en su breve intervención, llama la atención del espectador. El "travelling" de avance en el interior del "Follies Bergère" de París -un "travelling" en el que pasamos por delante de una mesa con dos lesbianas, cosas de la era previa al "Código Hays", supongo- es todo un alarde técnico, muy del cine de fines de los años 20. Ahora bien, hay una imagen que destaca mucho. La escena de amor más emocionante en este melodrama bélico no es una escena entre mujer y hombre, sino entre hombre y hombre: me refiero a la escena en la que el personaje de Richard Arlen muere en brazos de su compañero de armas, el personaje de Charles "Buddy" Rogers.
11 de julio de 2008
11 de julio de 2008
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cinta famosa por ser la primera que consiguio el Oscar, me parece injusto pués el film tiene méritos más que suficiente por si sola para pasar a la historia. Es la primera gran cinta bélica de la historia,, escenas de batallas impresionantes, sobre todo si tenemos en cuenta los medios con los que contaban, Los combates aéreos estan soberbios, de un realismo impactante, con el ataque de aviones alemananes a un pueblo me quedo sin adjetivos para describir su brillantez, Michael Bay es un pardillo copión al lado de William A. Wellman, los planos aéreos de los enfrentamientos entre alemanes y franceses en las trincheras son de matrícula, sencillamente apabullante. El guión, fuera de lo que es la guerra, resulta flojo, pero a quién le importa si el resto es un espectáculo lleno de ritmo y de acción. No se me olvide que los actores están muy comedidos y nada histrónicos, histriónicos que era como les gustaba a muchos comprtarse en el cine mudo, como si haciendo aspavientos resultaran más creibles. Recomendable a todos los que quieran saber de donde bebe el cine bélico moderno. Fuerza y honor!!!
17 de enero de 2014
17 de enero de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo comienza con una enrevesada historia de amor que transcurre a comienzos de 1917: Mary ama a Jack, Jack ama a Sylvia, y Sylvia ama a David. Jack mantiene muy cerca a Mary, pero a veces se arrepiente de haberla salvado de un incendio en su casa. Sylvia tiene muy claro lo que siente por David, pero se conmueve con Jack cuando éste le expresa su amor; y David ve alardear a Jack, quien realmente piensa que Sylvia le ama, y hasta llega a pensar que realmente su novia se ha pasado para el otro bando... pero llegará la guerra y los amigos terminarán juntos en la base aérea del ejército… y el gran sueño de Jack de pilotar un avión y surcar los aires, parece a punto de hacerse realidad.
<<ALAS>>, se convierte entonces en una suerte de documental de guerra, con escenas tan bien realizadas (sobre todo si recordamos que fue rodada en 1927) que, en algunos casos, parecieran estar transcurriendo en el momento mismo de los hechos. ¿Y qué puede explicar tal eficacia? Cuando uno investiga un poco, se entera entonces de que, el autor de la historia, John Monk Saunders, y el actor, Richard Arlen (quien hizo de David), pilotaron aviones durante la I Guerra Mundial y luego, durante la filmación, hacían también las veces de asesores de vuelo; y el director del filme, William A. Wellman, fue escogido nada menos porque poseía una Cruz de Guerra por sus servicios en la Escuadrilla Lafayette de la Legión Extranjera, tiempo durante el cual voló en un caza Nieuport, al que llamó “Celia” en honor a su madre.
La secuencia que recrea la famosa batalla de Saint Michel, apréciese bien en sus movimientos de cámara, sus efectos de ataque, sus logros dramáticos y su edición, y quizás también usted concuerde en que sigue luciendo como una de las escenas de ataque aéreo mejor rodadas en cualquier tiempo en el cine hollywoodense.
Con este despliegue, la historia de amor se diluye entonces a su mínima expresión, pero queda bordada una relación de amistad que sólo alguna trágica situación podría truncar.
Cuando se recuerda también: el estupendo desplazamiento de cámara (de adelante hacia el fondo sobre las mesas) en el bar francés… el romántico juego de las burbujas… la fuerte y significativa pelea entre, David y Jack, al inicio de su pertenencia a la tropa… se queda con la sensación de haber visto una notable película, que luego sería la merecida ganadora en la primera entrega de los Premios Oscar.
Gary Cooper, tendría aquí una aparición de apenas dos minutos, pero le bastaría para ser llamado como protagonista en su siguiente película, “Nevada”, y además se ganaría el corazón de Clara Bow, quien se convertiría en su pareja sentimental.
<<ALAS>>, se convierte entonces en una suerte de documental de guerra, con escenas tan bien realizadas (sobre todo si recordamos que fue rodada en 1927) que, en algunos casos, parecieran estar transcurriendo en el momento mismo de los hechos. ¿Y qué puede explicar tal eficacia? Cuando uno investiga un poco, se entera entonces de que, el autor de la historia, John Monk Saunders, y el actor, Richard Arlen (quien hizo de David), pilotaron aviones durante la I Guerra Mundial y luego, durante la filmación, hacían también las veces de asesores de vuelo; y el director del filme, William A. Wellman, fue escogido nada menos porque poseía una Cruz de Guerra por sus servicios en la Escuadrilla Lafayette de la Legión Extranjera, tiempo durante el cual voló en un caza Nieuport, al que llamó “Celia” en honor a su madre.
La secuencia que recrea la famosa batalla de Saint Michel, apréciese bien en sus movimientos de cámara, sus efectos de ataque, sus logros dramáticos y su edición, y quizás también usted concuerde en que sigue luciendo como una de las escenas de ataque aéreo mejor rodadas en cualquier tiempo en el cine hollywoodense.
Con este despliegue, la historia de amor se diluye entonces a su mínima expresión, pero queda bordada una relación de amistad que sólo alguna trágica situación podría truncar.
Cuando se recuerda también: el estupendo desplazamiento de cámara (de adelante hacia el fondo sobre las mesas) en el bar francés… el romántico juego de las burbujas… la fuerte y significativa pelea entre, David y Jack, al inicio de su pertenencia a la tropa… se queda con la sensación de haber visto una notable película, que luego sería la merecida ganadora en la primera entrega de los Premios Oscar.
Gary Cooper, tendría aquí una aparición de apenas dos minutos, pero le bastaría para ser llamado como protagonista en su siguiente película, “Nevada”, y además se ganaría el corazón de Clara Bow, quien se convertiría en su pareja sentimental.
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