Interesante pero, sobretodo, original. Aunque la pelicula parte de un argumento que no es del todo desconocido (hombre acusado falsamente de un crimen que no ha cometido) aqui no se trata de contar una historia de venganza, o "locura" al uso; si no una historia de miedos y angustias; o, mejor dicho, de un único miedo o angustia: la de volver a ser acusado falsamente.
La película consigue enganchar, consigue que te preguntes en todo momento "qué va a pasar" o "como van a actuar uno u otro". A mi, una de las cosas que más me ha sorprendido (gratamente) ha sido que en toda la pelicula no he tenido en ningún momento la certeza de conocer las intenciones de ninguno de los pocos personajes de la película, y mucho menos de su protagonista. No hay ningún personaje típico en ella, porque estamos ante una pelicula que, como he dicho, es ante todo original y atípica.
Quizá, para mi gusto, el final es la única parte en que se pierde un poco esa originalidad y se fuerza un poco, aunque tampoco me ha disgustado. Las actuaciones son, en mi opinión, correctas, destacando sobre todas la del protagonista absoluto. Creo que, de verdad, merece la pena verla, no con el afán de ver una obra maestra, pero sí con el de ver una historia distinta y entretenida.

Entre los innumerables títulos que pueblan el prolífico género del thriller, hay algunos que de vez en cuando sobresalen por su originalidad o por su planteamiento especial. "Freeze Frame" sería un buen ejemplo de ese grupo.

John Simpson dirige una historia de poderosa ambientación, con fuertes claroscuros y contrastes de luces y sombras, que dan mucha fuerza a una gran interpretación de Lee Evans: un sospechoso de asesinato obsesionado con grabarse las 24 horas del día, con el fin de disponer de coartadas que le eximan de cualquier probable implicación en otros asesinatos. Su obsesión paranoide lo lleva a cambiarse la imagen, en un intento de despersonalizarse, mientras vive en una especie de búnker rodeado de cámaras que lo graban en todas las situaciones (comiendo, durmiendo, haciendo sus necesidades...). Cuando se ve en la necesidad de utilizar su enorme archivo de grabaciones para demostrar su inocencia en otro asesinato, se dará cuenta de que su obsesivo sistema no es tan infalible como él pensaba...

El gran acierto del filme es su ambientación: tétrica, paranoide, sucia y deprimente. Va acorde con la personalidad de Sean Veil (Evans), un individuo obsesivo hasta lo enfermizo, con lo que juega Simpson para intentar confundir al espectador mezclando la realidad con las visiones paranoicas de Sean. Sin embargo, a pesar de rozar la locura, Sean es una persona inteligente, incisiva y muy previsora, cualidades que lo ayudarán a seguir adelante en su cruzada contra su presunta inocencia.

Lee Evans es un cómico reconocido en Gran Bretaña. Esta cinta le supone un cambio de registro radical, con lo que ha demostrado unas buenas dotes de interpretación.

Muy recomendable.

Simplemente escribo esta "crítica" para evitar que otros se dejen engañar como yo con la nota que tiene.
Sólo quiero evitar que os traguéis este tordo romero.
Es engañosa y pretenciosa, supongo que el director pretendía crear una Momento y hacerla película de culto. Pero lo que ha salido es un culebrón cutre de antena 3 con poca luz.

Partiendo de que hay que ignorar el hecho poco probable de que un presunto asesino se grabe durante diez años las veinticuatro horas del día con el objetivo de que toda una serie de personajes no consigan acabar con su libertad, hay un mensaje que uno se acaba creyendo, fuera de las cámaras el protagonista es un ser inofensivo, no puede defenderse de las acusaciones, no sabe cual será del día en el que volverán a ir a por él.

Un thriller diferente y arriesgado, con el tema alternativo de que hoy en día cualquiera puede grabar porque la tecnología lo permite y que además propone una intriga psicoactiva porque en todo momento se duda de la posible paranoia y aunque tiene momentos en los que claramente baja el ritmo y la esencia de sus imágenes, muestra las cicatrices que puede dejar la ley en un inocente... aparte del comportamiento de los responsables de encontrar a los criminales con tal de mantener una reputación y colgarse medallas, y por último aparece otra forma de reputación que cambia la vida de las personas, no se puede ir por ahí con la sangre de un asesino, se debe lavar la diginidad de los mas cercanos...

Esta claro que esta cinta tiene sus fallos y sus limitaciones, pero en su final recupera el ingrediente con el que comienza, un picante que entretiene y no llega a desagradar o a ser nauseabundo, por lo que es una historia que, aunque parezca mentira, acaba por ser posible que la vean muchos tipos de espectadores, todos se llevarán alguna sorpresa y, en comparación con la oleada de tramas cortadas por la misma tijera americana, es un thriller muy digno.

Debut tras las cámaras del desconocido John Simpson en este thriller británico protagonizado por el humorista Lee Evans (Algo Pasa con Mary, Un Ratoncito Duro de Roer), tuvo un paso fugaz por el Festival de Sitges, incluso contó con el apadrinamiento en la producción de una major como Universal, que decidió lanzarla directamente en DVD sin paso por salas comerciales.

Sean Veil (Evans) es acusado de unos asesinatos que no ha cometido, provocando en él una actitud paranoica que hace que se pase el día recluido en casa grabándose (con hasta 90 cámaras) para tener pruebas materiales y una coartada en caso de que se cometa otro asesinato y le quieran inculpar otra vez. Al cabo de 10 años aparece otro cuerpo, la policía se presenta en su casa y las cintas que demuestran que estaba allí... ¿adivinan?... han desaparecido. Sean huye y piensa un plan para demostrar su inocencia.

Freeze Frame es una interesante opera prima que cuenta con un atractivo punto de partida y unos sorprendentes giros de guión, obra del libreto del mismo Simpson, director que mantiene enganchado al espectador con el juego que ofrece, apoyado por el económico (aunque acertado) look visual de una película que por momentos recuerda a los primeros pasos de otros realizadores: la obsesión del prota trae a la mente el Pi de Aronofsky, la escenografía y el tratamiento de la violencia recuerda a Saw de James Wan, e incluso la fotografía tiene algo del Cube de Vincenzo Natali.

Todas estas comparaciones salvando las distancias, Freeze Frame nunca pasa de ser un film correcto, lejos de los grandes largometrajes mencionados. Entre lo negativo hay que citar los giros argumentales, reiterativos, rizando el rizo con una serie de múltiples falsos finales a cada cual peor. Tampoco está a la altura la electrónica banda sonora de Debbie Wiseman, repetitiva y sin carga dramática alguna.

No se puede acabar de hablar de Freeze Frame sin destacar la labor de un Lee Evans omnipresente, afectado y paranoico, demostrando que sabe adecuarse a otros registros interpretativos fuera de la comedia. Del resto de actores nada reseñable, sería fácil verles ganarse la vida en algún culebrón británico.

Modesta y pasable producción que pese a un buen arranque no inventa nada nuevo en el panorama del thriller actual, sin embargo, hay que elogiar el buen saber hacer con pocos recursos de su director, un John Simpson al que había que seguirle la pista pero fracasó estrepitosamente con la cinta de terror Amusement.