La alta sociedad
2016 

5.0
1,115
Comedia. Drama
Verano de 1910. Varios turistas han desaparecido en las playas de Costa Canal, y los inspectores Machin y Malfoy descubren que el epicentro de estas misteriosas desapariciones es la Bahía Slack, lugar donde el río Slack y el mar se unen sólo durante la marea alta. Es en esa zona donde vive una pequeña comunidad de pescadores como la familia Bréfort, liderada por el padre al que apodan “El Eterno”, quién hace lo que puede con sus ... [+]
5 de noviembre de 2017
5 de noviembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es que el título original sea muy esclarecedor, pero el que le han dado simplifica de manera burda esta extrapolación social en tono de caricatura satírica de un director que de momento puede permitirse el lujo de ir de autor por libre y dejarse etiquetar como heredero de Bresson por aquellos que aman las etiquetas. Para descifrar alguna de sus claves habría que conocer su obra ( 9 films desde 1997) y no es mi caso. Dicen los que la conocen que se ha forjado un prestigio (varios premios en Cannes) a base de tragedias y que hace unos pocos años está experimentando con la comedia.
Porque parece ser que de eso se trata, de experimentar, de forzar, de distorsionar, de provocar, de deformar un status quo social donde los extremos no pueden tocarse sin destruirse mutuamente a la vez que no podrían existir el uno sin el otro. Subraya Dumont la necrosis de unos y la barbarie de otros mientras que la ley y el orden se inflan proporcionalmente a su adocenamiento e incompetencia y la religión como siempre se acomoda a unos y otros. Pudiera parecer por el vestuario que Dumont habla de épocas pasadas o de momentos históricos puntuales a la primera guerra mundial, pero buena parte de lo que disecciona o destripa sigue vigente en este nuevo neoliberalismo que expande cada día más la brecha entre ricos y pobres.
Afirma Dumont que nada de lo anteriormente dicho es su intención sin aclarar cual es esta más allá de afirmar que escribe y dirige para si mismo por respeto al público al que no quiere engañar. (?!).
Como Bresson, Dumont no gusta de actores profesionales, pero aquí los tiene y muy profesionales a los que mezcla o mejor dicho enfrenta con los que no lo son, rizando el rizo para que los primeros hagan muecas y exageren su profesión mientras que los segundos actúen lo más natural posible, fortaleciendo así el distanciamiento entre sus clases. Los nombres consagrados se prestan al juego sin pudor y ello los honra.
No olvida el director su tierra natal a la que fotografía Guilleume Deffontaines (en su cuarta colaboración) con mimo como un espectador paciente, hermoso y ajeno a las miserias humanas pasajeras. Las influencias del cómic Belga, Fellinni o Passolini revolotean aquí y allá.
Uno puede entrar y dejarse llevar por el juego surrealista y absurdo y disfrutar con ello, sobre todo en la presentación de los personajes, después me embarga una sensación de que la cosa no avanza, de que a Dumont se le van los personajes y situaciones tan flotando como el orondo inspector de policía.
cineziete.wordpress.com
Porque parece ser que de eso se trata, de experimentar, de forzar, de distorsionar, de provocar, de deformar un status quo social donde los extremos no pueden tocarse sin destruirse mutuamente a la vez que no podrían existir el uno sin el otro. Subraya Dumont la necrosis de unos y la barbarie de otros mientras que la ley y el orden se inflan proporcionalmente a su adocenamiento e incompetencia y la religión como siempre se acomoda a unos y otros. Pudiera parecer por el vestuario que Dumont habla de épocas pasadas o de momentos históricos puntuales a la primera guerra mundial, pero buena parte de lo que disecciona o destripa sigue vigente en este nuevo neoliberalismo que expande cada día más la brecha entre ricos y pobres.
Afirma Dumont que nada de lo anteriormente dicho es su intención sin aclarar cual es esta más allá de afirmar que escribe y dirige para si mismo por respeto al público al que no quiere engañar. (?!).
Como Bresson, Dumont no gusta de actores profesionales, pero aquí los tiene y muy profesionales a los que mezcla o mejor dicho enfrenta con los que no lo son, rizando el rizo para que los primeros hagan muecas y exageren su profesión mientras que los segundos actúen lo más natural posible, fortaleciendo así el distanciamiento entre sus clases. Los nombres consagrados se prestan al juego sin pudor y ello los honra.
No olvida el director su tierra natal a la que fotografía Guilleume Deffontaines (en su cuarta colaboración) con mimo como un espectador paciente, hermoso y ajeno a las miserias humanas pasajeras. Las influencias del cómic Belga, Fellinni o Passolini revolotean aquí y allá.
Uno puede entrar y dejarse llevar por el juego surrealista y absurdo y disfrutar con ello, sobre todo en la presentación de los personajes, después me embarga una sensación de que la cosa no avanza, de que a Dumont se le van los personajes y situaciones tan flotando como el orondo inspector de policía.
cineziete.wordpress.com
13 de abril de 2018
13 de abril de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es digno de resaltar el genial tratamiento de la luz y el empleo del color en la fotografía Guillaume Deffontaines, con unas vistas y unos tonos que pueden recordar la pintura francesa realista o a algunos paisajistas como William Turner: planos generales y un interés por las bellas panorámicas.
En el reparto, los representantes de la clase burguesa están encarnados por actores profesionales muy conocidos que llevan sus personajes al límite e incluso al paroxismo, lo ridículo y lo estridente. Fabrice Luchini hace un trabajo de amaneramiento estúpido, encorvamiento degenerativo e incapacidad general para hacer cualquier cosa; miembro ridículo o ridiculizado de la ‘clase alta’. Juliette Binoche creo que se pasa un poco en gritos y gesticulación, la veo pasada de vueltas. En tono similar pero más contenidos, las buenas actuaciones de Valera Bruni Tedeschi y Jean-Luc Vincent. Muchos de los miembros de la clase pobre son actores no profesionales.
El director Dumont parece encontrarse bien en el territorio de la comedia aparatosa y provocativa, con querencia al slapstick, o sea, a la bufonada o la payasada, los golpes y porrazos, las continuas caídas de los personajes o los aparatosos golpes de remo a las víctimas, etc.
Película que aun teniendo su entidad, no me atrevería a recomendar a la mayoría de amigos o familiares, ni a vosotros, pues correría el riesgo de que me llovieran las quejas… o las piedras. A mí me parece que tiene su interés, pero sin excesos, pues la diatriba a la burguesía se ve venir desde el principio; incluso podría ser una cinta rayana a una “boutade” de inteligencia media, con pretensiones, humor naif reiterativo, y que sobrecarga al espectador en determinadas partes de la misma.
En el reparto, los representantes de la clase burguesa están encarnados por actores profesionales muy conocidos que llevan sus personajes al límite e incluso al paroxismo, lo ridículo y lo estridente. Fabrice Luchini hace un trabajo de amaneramiento estúpido, encorvamiento degenerativo e incapacidad general para hacer cualquier cosa; miembro ridículo o ridiculizado de la ‘clase alta’. Juliette Binoche creo que se pasa un poco en gritos y gesticulación, la veo pasada de vueltas. En tono similar pero más contenidos, las buenas actuaciones de Valera Bruni Tedeschi y Jean-Luc Vincent. Muchos de los miembros de la clase pobre son actores no profesionales.
El director Dumont parece encontrarse bien en el territorio de la comedia aparatosa y provocativa, con querencia al slapstick, o sea, a la bufonada o la payasada, los golpes y porrazos, las continuas caídas de los personajes o los aparatosos golpes de remo a las víctimas, etc.
Película que aun teniendo su entidad, no me atrevería a recomendar a la mayoría de amigos o familiares, ni a vosotros, pues correría el riesgo de que me llovieran las quejas… o las piedras. A mí me parece que tiene su interés, pero sin excesos, pues la diatriba a la burguesía se ve venir desde el principio; incluso podría ser una cinta rayana a una “boutade” de inteligencia media, con pretensiones, humor naif reiterativo, y que sobrecarga al espectador en determinadas partes de la misma.
22 de abril de 2017
22 de abril de 2017
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi mujer es fan de la Binoche. Yo lo fuí aunque con los años (suyos y míos) mi consideración va decayendo. No obstante me dejé arrastrar porque la publicidad que hacían parecía idónea para engancharme. Yo y los pocos espectadores que moteaban la sala llegamos a tiempo de ver al Gordo y el Flaco en nuestra infancia, a Jacques Tatí en nuestra juventud y "Bienvenidos al Norte" en nuestra senectud.
Imagino que un Gran Hermano controló desde hace tiempo las experiencias cinematográficas (placenteras o no) de mis coetáneos con estos personajes y decidió hacer una película poniendo en la batidora un guión de Tatí, personajes cogidos de "Bienvenidos..." hablando los nativos el Ch'ti como en ella y transplantando a pelo a Laurel y Hardy sin el menor bochorno. Pensaría tener un público fiel garantizado.
Añádase unos cubos de Sweeney Todd y a darle al botón. ¿Cual es el resultado?
Partiendo de la base de que la mayoría de los espectadores peinaban canas o aclarados en su cabeza fué cómico que después de hora y media sin saber si reirnos o llorar, si aplaudir o sentirnos timados, todos nosotros -experimentados catadores de películas con los ingredientes de este cóctel- estábamos deseando que la peli se decidiera de una vez por la comedia, la tragedia, el drama... o ¡que leches! por tomar una dirección concreta y no estar dándole mil vueltas a "los dulces encantos de la burguesía" que de esto también tiene lo suyo.
Como no había público joven ignoro sus posibles reacciones. Los mayores se removían en sus butacas, susurraban algo como ¿De que vá esto? ¡Nos han timado! ¿Que tal tu nieto? ¡Enciende el móvil a ver si Filmaffinity te explica algo!
Hubo un momento mágico. Allá para 1 hora y 45 min. alguien con cistitis abandonó la sala (luego volvió por lo que deduzco lo de la urgencia) pero como si fuera el Mésias la mitad de la despoblada sala la siguió -para no volver- rezongando esta vez en voz alta sobre el timo sufrido.
Que queréis que os diga, yo aguanté (hacia tiempo que me había convencido de estar viendo una Tatí en color con el Gordo y el Flaco y otros tantos personajes encantadores). Los paisajes del Canal son preciosos, la fotografía y el color fantásticos, con el absurdo como humor dominante -y con autosugestión de amortizar la entrada- te ayudan a clavarte a la butaca. Hasta perdonas el final incomprensible y no lo digo por lo del Gordo que entra dentro de la línea del guión.
Creo que los jóvenes y mediana edad no tienen nada que hacer en esta película. A lo mejor un ramalazo "vintage" logra crear una masa de adeptos entre ellos y tiene un éxito insospechado para mí.
En cuanto los mayores dudaremos si darle un 1 o un 9 dependiendo de como nos pille el ánimo. Como yo estaba anímicamente equilibrado le casco un 6.
Esta película si que es un Indy europeo. Quizá se abre una puerta a un nuevo cine. Y como experimento no tiene precio. Al menos es una película curiosa. Ójala la juventud vea más alla que nosotros que por nuestra experiencia no hemos visto más allá de un refrito -bien tramado eso sí- del cine de nuestra vida.
Y para los fans de la Binoche: en su paso a ¿la comedia? se ha pasado unos cuantos pueblos
Imagino que un Gran Hermano controló desde hace tiempo las experiencias cinematográficas (placenteras o no) de mis coetáneos con estos personajes y decidió hacer una película poniendo en la batidora un guión de Tatí, personajes cogidos de "Bienvenidos..." hablando los nativos el Ch'ti como en ella y transplantando a pelo a Laurel y Hardy sin el menor bochorno. Pensaría tener un público fiel garantizado.
Añádase unos cubos de Sweeney Todd y a darle al botón. ¿Cual es el resultado?
Partiendo de la base de que la mayoría de los espectadores peinaban canas o aclarados en su cabeza fué cómico que después de hora y media sin saber si reirnos o llorar, si aplaudir o sentirnos timados, todos nosotros -experimentados catadores de películas con los ingredientes de este cóctel- estábamos deseando que la peli se decidiera de una vez por la comedia, la tragedia, el drama... o ¡que leches! por tomar una dirección concreta y no estar dándole mil vueltas a "los dulces encantos de la burguesía" que de esto también tiene lo suyo.
Como no había público joven ignoro sus posibles reacciones. Los mayores se removían en sus butacas, susurraban algo como ¿De que vá esto? ¡Nos han timado! ¿Que tal tu nieto? ¡Enciende el móvil a ver si Filmaffinity te explica algo!
Hubo un momento mágico. Allá para 1 hora y 45 min. alguien con cistitis abandonó la sala (luego volvió por lo que deduzco lo de la urgencia) pero como si fuera el Mésias la mitad de la despoblada sala la siguió -para no volver- rezongando esta vez en voz alta sobre el timo sufrido.
Que queréis que os diga, yo aguanté (hacia tiempo que me había convencido de estar viendo una Tatí en color con el Gordo y el Flaco y otros tantos personajes encantadores). Los paisajes del Canal son preciosos, la fotografía y el color fantásticos, con el absurdo como humor dominante -y con autosugestión de amortizar la entrada- te ayudan a clavarte a la butaca. Hasta perdonas el final incomprensible y no lo digo por lo del Gordo que entra dentro de la línea del guión.
Creo que los jóvenes y mediana edad no tienen nada que hacer en esta película. A lo mejor un ramalazo "vintage" logra crear una masa de adeptos entre ellos y tiene un éxito insospechado para mí.
En cuanto los mayores dudaremos si darle un 1 o un 9 dependiendo de como nos pille el ánimo. Como yo estaba anímicamente equilibrado le casco un 6.
Esta película si que es un Indy europeo. Quizá se abre una puerta a un nuevo cine. Y como experimento no tiene precio. Al menos es una película curiosa. Ójala la juventud vea más alla que nosotros que por nuestra experiencia no hemos visto más allá de un refrito -bien tramado eso sí- del cine de nuestra vida.
Y para los fans de la Binoche: en su paso a ¿la comedia? se ha pasado unos cuantos pueblos
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Podían haber prescindido de las explícitas escenas de canibalismo o haberlas decolorado un poco. No van en la línea de la película, que funciona por elipsis frecuentemente y que en ésto es "mas basta que unas bragas de esparto" como dirían mis paisanos
¿Tan idiotas son la madre soltera, su niña/niño y su primo que después de ser apaleados casi hasta la muerte no denuncian a los nativos?
En realidad el que pregunta algo como yo a un guión idiota, en una película idiota como ésta, es más idiota que todos ellos. Y digo idiota en el sentido griego de la palabra.
O sea que algo han conseguido ¡Contagiarme!
¿Tan idiotas son la madre soltera, su niña/niño y su primo que después de ser apaleados casi hasta la muerte no denuncian a los nativos?
En realidad el que pregunta algo como yo a un guión idiota, en una película idiota como ésta, es más idiota que todos ellos. Y digo idiota en el sentido griego de la palabra.
O sea que algo han conseguido ¡Contagiarme!
29 de abril de 2017
29 de abril de 2017
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A falta de un mes para que empiece la nueva edición del siempre seguido con mucho interés Festival de Cannes, siguen llegando los últimos coletazos de su programación del año pasado a nuestras pantallas, y la última de esta carrera por la distribución ha sido la ganadora del último Festival Europeo de Sevilla: el cambio de rumbo hacia la comedia extrema del aplaudido realizador francés Bruno Dumont La alta sociedad (en el original Ma loute, nombre del joven protagonista), guionizada por él mismo. Un experimento en un registro muy diferente al del resto de su filmografía, más enfocada en el drama, y en muchos aspectos un tipo de cine más propia de otra época. Si bien no fue recibida con entusiasmo en La Croisette, saben que estimo que hay que escuchar esas primeras opiniones con reservas (y esperar a un recorrido más demorado por otros festivales y ante los ojos de más críticos), y el hecho de no conocer la obra del autor me hacían querer descubrir su nueva película con un mayor entusiasmo del que por sí me ofrecía su sinopsis y la apariencia de sus materiales promocionales. Y tras un placentero visionado en las cómodas butacas de las primeras filas de los Renoir Princesa, debo reconocer que estoy satisfecho de haber visto el filme, pese a sus evidentes problemas. Ya que si bien la realización de la película es excelente y su tono muy particular, la escasa enjundia del tan dilatado producto le resta mucha efectividad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En una bahía del norte de Francia veranean en 1910 la familia burguesa Van Peteghem en la casona de estilo egipcio Le Tymphonium, con el matrimonio de André (un ridículo y caricaturesco Fabrice Luchini) e Isabelle (una activa Valeria Bruni Tedeschi) a la cabeza. Una bahía de mareas altas en las que los miembros de la humilde familia de pescadores Brufort, en la que se integra Ma Loute (Brandon Lavieville, de impactante físico), ayudan a los visitantes a pasar al otro lado a cambio de unas monedas. Una bahía en la que desaparecen personas, misterio que trae de cabeza a la pareja de policías de Malfoy y Alfred (un orondo Didier Després que es de lejos el personaje más desternillante de la cinta). En este esperpéntico escenario, la también Van Peteghem Aude (una desatada y algo cargante Juliette Binoche) visitará a su hermano con su hijo/a? Billie, que iniciará con Ma Loute una poco ortodoxa relación amorosa. Una comedia surrealista sin frenos, bañada de pintorescos personajes con improbables costumbres. Una sátira de las clases sociales y sus diferencias, salpimentadas con elementos grotescos que tanto ofrecen diversión como extrañeza, incomodidad o repulsa. Un paraje dónde se desarrolla una historia no tanto sustentada en un periplo con un fin determinado, sino en el establecimiento de un ecosistema y la presentación de las interacciones de su ridícula fauna. Unos vestigios de otro tiempo histrionizados hasta los más altos niveles de la mofa, y un paisaje excelentemente escogido por el equipo de localización y bellamente fotografiado por Guillaume Deffontaines que captan de manera icónica el interés de la audiencia hacia los despropósitos que se suceden en pantalla (canibalismo entre ellos), que hacen uso de un humor físico más propio de principios de siglo y un uso cuasi chusco de efectos de sonido de chirridos y vibraciones anómalos (los movimientos de André y Alfred, cual gomas tirantes) en el cine de nuestra era que logran un notable efecto cómico. Sus personajes consiguen despertar nuestro interés, y la extrema extravagancia del proyecto es suficiente para hacer las delicias del ávido cinéfilo.
Superado el primer impacto que la anomalía del producto produce en el espectador, el resto del metraje no es sino un continuismo de este impactante sentido de humor que sigue funcionando pero que permite que nos acostumbremos a él, durante un metraje que se siente eterno debido al trémulo ritmo del relato y lo reiterativo de su argumento. La narración no parece seguir un fin determinado ni ir ninguna dirección, sino limitarse a presentar las interacciones de sus peones y introducir al espectador en un logrado pero excesivo tono de delirio, del que es fácil crear un distanciamiento al constatar que puede suceder cualquier cosa y no sabemos de que preocuparnos o a que atenernos. Más allá de un romance y una sátira, el sugerente continente no está a la altura de su escaso contenido, en el que tanto nos reímos como nos saturamos con los cargantes Van Peteghem.
Hilarante y absurda, La alta sociedad es un sorprendente debut en la comedia para Dumont, pero más allá del primer impacto de la novedad nuestra voracidad cinéfila se sentirá famélica.
Superado el primer impacto que la anomalía del producto produce en el espectador, el resto del metraje no es sino un continuismo de este impactante sentido de humor que sigue funcionando pero que permite que nos acostumbremos a él, durante un metraje que se siente eterno debido al trémulo ritmo del relato y lo reiterativo de su argumento. La narración no parece seguir un fin determinado ni ir ninguna dirección, sino limitarse a presentar las interacciones de sus peones y introducir al espectador en un logrado pero excesivo tono de delirio, del que es fácil crear un distanciamiento al constatar que puede suceder cualquier cosa y no sabemos de que preocuparnos o a que atenernos. Más allá de un romance y una sátira, el sugerente continente no está a la altura de su escaso contenido, en el que tanto nos reímos como nos saturamos con los cargantes Van Peteghem.
Hilarante y absurda, La alta sociedad es un sorprendente debut en la comedia para Dumont, pero más allá del primer impacto de la novedad nuestra voracidad cinéfila se sentirá famélica.
5 de noviembre de 2017
5 de noviembre de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es muy aburrida. Vale que es una sátira de la alta sociedad de la época, pero carece de explicación alguna su argumento, y no me digan que es porque una comedia surrealista es así, porque de comedia tiene poco.
La he puesto como la segunda película más mala que he visto en mi vida, y ahi lo dejo.
La he puesto como la segunda película más mala que he visto en mi vida, y ahi lo dejo.
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