Un amor inseparable
6.5
7,854
Romance. Drama. Comedia
Cuenta la historia real de Kumail y Emily, una pareja que se conoce en un espectáculo de comedia. Cuando parecía que todo iba a quedarse en un encuentro de una noche, su relación empieza a avanzar a pesar de las diferencias culturales, complicando las vidas de todos por las expectativas que tenían los padres de Kumail, musulmanes estrictos. (FILMAFFINITY)
5 de marzo de 2018
5 de marzo de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué pereza y qué miedo da sentarse a ver últimamente una comedia romántica. Se pueden contar con los dedos de una mano- y aún sobran- las muestras del género verdaderamente interesantes que nos ha dado el cine en los últimos años - "(500) días juntos" y alguna más, pocas, saldría por ahí. Al decir interesantes me refiero a que sean inteligentes y que traten con esa misma inteligencia al espectador, que se salgan de lo trillado, o al menos que si se quedan en lo previsible lo hagan con cierta elegancia y gracia. Digo yo que es lo mínimo que se le puede pedir a una comedia, que tenga gracia.
Por fin, pues, una comedia romántica que merece la pena. Kumail Nanjiani y Emily Gordon escriben a cuatro manos el guión de "La gran enfermedad del amor", basado a su vez en su propia experiencia vital. Una experiencia intensa según confiesa en más de una ocasión el citado Kumail que se interpreta a sí mismo en el film. Su personaje es el de un joven de origen pakistani que vive en Chicago y que se medio gana la vida conduciendo un taxi para la plataforma Uber. El sueño de Kumail es el de triunfar como actor y vivir de manera independiente, pese a la oposición de su familia, que anclada en lo arcaico de sus tradiciones, sólo desea para él un matrimonio concertado. Un día, nuestro protagonista conoce a Emily, y su vida cambia por completo.
Producida por Judd Apatow, la película conserva algunos de los tics reconocibles marca de la casa, pero no deja de ser una comedia muy agradable de ver, en la que se desprende mucha ternura, y que de pronto se adentra en el drama sin caer ni en lo cursi ni en lo lacrimógeno. Porque el film encuentra su verdadera entidad, cuando entramos en el terreno de la tragedia, y se sortea con pericia el tabú de la enfermedad o incluso el de la muerte (como ya hiciese hace un par de temporadas por ejemplo "Yo, él y Raquel"). Las situaciones, incluso las más evidentes (las "visitas" de las chicas a la casa del protagonista) se resuelven también con habilidad. Junto al mencionado Kumail Nanjiani, que supera con nota su primer protagonista en el cine, aparece Zoe Kazan, nieta del gran Elia, dando muy bien el tipo de "musa indie", y al lado de los dos un plantel de secundarios estupendo encabezado por una pletórica Holly Hunter. En definitiva, que ya que parece ser que nadie estamos libres de escapar a la enfermedad del amor, creo que nos mereceríamos muchas más comedias como ésta.
Por fin, pues, una comedia romántica que merece la pena. Kumail Nanjiani y Emily Gordon escriben a cuatro manos el guión de "La gran enfermedad del amor", basado a su vez en su propia experiencia vital. Una experiencia intensa según confiesa en más de una ocasión el citado Kumail que se interpreta a sí mismo en el film. Su personaje es el de un joven de origen pakistani que vive en Chicago y que se medio gana la vida conduciendo un taxi para la plataforma Uber. El sueño de Kumail es el de triunfar como actor y vivir de manera independiente, pese a la oposición de su familia, que anclada en lo arcaico de sus tradiciones, sólo desea para él un matrimonio concertado. Un día, nuestro protagonista conoce a Emily, y su vida cambia por completo.
Producida por Judd Apatow, la película conserva algunos de los tics reconocibles marca de la casa, pero no deja de ser una comedia muy agradable de ver, en la que se desprende mucha ternura, y que de pronto se adentra en el drama sin caer ni en lo cursi ni en lo lacrimógeno. Porque el film encuentra su verdadera entidad, cuando entramos en el terreno de la tragedia, y se sortea con pericia el tabú de la enfermedad o incluso el de la muerte (como ya hiciese hace un par de temporadas por ejemplo "Yo, él y Raquel"). Las situaciones, incluso las más evidentes (las "visitas" de las chicas a la casa del protagonista) se resuelven también con habilidad. Junto al mencionado Kumail Nanjiani, que supera con nota su primer protagonista en el cine, aparece Zoe Kazan, nieta del gran Elia, dando muy bien el tipo de "musa indie", y al lado de los dos un plantel de secundarios estupendo encabezado por una pletórica Holly Hunter. En definitiva, que ya que parece ser que nadie estamos libres de escapar a la enfermedad del amor, creo que nos mereceríamos muchas más comedias como ésta.
18 de octubre de 2017
18 de octubre de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue aplaudida en Sundance, es estrenó en Estados Unidos y Reino Unido durante el verano y se integró en la sección de Perlas del último Festival de San Sebastián. En España llegará a la gran pantalla en un mes, y aunque tarde era cuestión de tiempo que más pronto que tarde opinase sobre una de las revelaciones del cine estadounidense independiente de esta temporada: la comedia (dramática en su mayoría, pero carente de los códigos de narración necesarios para ser catalogada como drama) romántica La gran enfermedad del amor, dirigida por Michael Showalter y basada en la relación amorosa real , y sus complicados orígenes, entre Emily Gordon y Kumail Nanjiani, el cómico de improvisación de origen pakistaní. No en vano, él se interpreta a sí mismo, mientras que el resto de personajes son representados por actores y sus personajes presentan nombres levemente modificados. El boca al boca al otro lado del charco era muy positiva, por lo que si bien aún no conocía las opiniones de mis críticos de cabecera, ni estoy ducho en las comedias de la escuela Judd Apatow, el filme presentaba los suficientes elementos como para sentir por él, aunque fuera, una mera curiosidad. Y una vez degustada concluí que, si bien no es necesario visionar este filme en una gran pantalla o priorizarlo dentro del contexto de un festival, ni es siquiera imprescindible verla, su visionado ofrecerá a todo el mundo una experiencia gratificante y entrañable. La verdad e intensidad de las emociones de la historia conmueven y deleitan al corazón, y pese a arrastrarnos por una comedia romántica convencional en sus códigos y lenguajes de excesiva duración y carente de sorpresas en su desarrollo o aciertos formales que analizar, la ternura y simpatía de su exposición y la sencillez con la que retrata las interacciones amorosas nos hacen participar cómplices de este simpático relato de amor y unión frente a las diferencias culturales
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Kumail Nanjiani (interpretado con brillantez por él mismo) es un cómico de improvisación pakistaní soltero que comparte piso con otro cómico en Chicago. Azuciado por su insistente familia para contraer nupcias por matrimonio concertado con una pakistaní, Kumail entabla de manera occidental una relación amorosa con la americana Emily (Zoe Kazan, entrañable como siempre), que supondrá un choque radical con su cultura. Tras un primer desencuentro, la entrada de Emily en un coma inducido le hará plantearse su identidad cultural y su amor con ella, además de fortalecer su relación con los padres de Emily (Ray Romano y una excelentemente desequilibrada Holly Hunter). Una comedia de treinteañeros extraviados, amantes diletantes y inmigrantes en colisión identitaria. Una comedia de lagrimón, costumbrismo y retrato familiar. Un cine de valor social claro, de efectividad humanista y emoción fácil de empatizar. Y es en la interpretación y desarrollo de personajes dónde el filme acierta de pleno, en el factor humano. Su personaje principial irradia una simpatía tal que es imposible no implicarnos en su drama, y el filme carece de estereotipos burdos o de momentos de banalización humana, tomándose su tiempo en la descripción de escenas y personajes, dotando de matices y envergadura al entorno de Kumail. Un romance trágico y de arduo desarrollo que desalienta pero motiva, y plantea con acierto el duro dilema de la adaptación en el extranjero, la aceptación del diferente y de la flexibilidad de los protocolos y costumbres en pos de la felicidad de los individuos. Y es en este cariz costumbrista dónde este dramedia de integración social funciona, sintiéndose tan real como la historia en la que se basa. Y en su género, es una de las comedias indies del año.
Sus elementos cómicos funcionan, y es innegable su eficiencia emocional y potencia trágica, la convencionalidad y los esquemas preestablecidos de género fluyen en todo momento por el extendido metraje de esta comedia de sentimentalismo recalcado, blando. Nada sorprende, ni revoluciona, ni invita a la reflexión al vicioso, que no halla dónde morder a nivel formal o textual. Es un filme de gran público que busca concienciar, pero que principalmente logra agradar y conmover el sector de más fácil acceso de nuestro arco emocional. Hemos visto cine similar, lo veremos en el futuro, y en última instancia se siente como una simplificación edulcorada y peliculera de un acontecimiento real más rico y menos afectado, pero igualmente complejo. Desde un punto de vista estrictamente cinematográfico, nada cabe destacar de esta propuesta. Pero tampoco lo pretende. Y en sus propios términos, es un innegable éxito. Consigue que audiencia ajena a este tipo de cine como yo la acepte sin reticencias.
Tierna, triste y meliflua, La gran enfermedad del amor es cine plano y emocionalmente blando, pero la simpatía inherente de su trama y ejecución hace que aceptemos esta comedia romántica de buen grado.
Sus elementos cómicos funcionan, y es innegable su eficiencia emocional y potencia trágica, la convencionalidad y los esquemas preestablecidos de género fluyen en todo momento por el extendido metraje de esta comedia de sentimentalismo recalcado, blando. Nada sorprende, ni revoluciona, ni invita a la reflexión al vicioso, que no halla dónde morder a nivel formal o textual. Es un filme de gran público que busca concienciar, pero que principalmente logra agradar y conmover el sector de más fácil acceso de nuestro arco emocional. Hemos visto cine similar, lo veremos en el futuro, y en última instancia se siente como una simplificación edulcorada y peliculera de un acontecimiento real más rico y menos afectado, pero igualmente complejo. Desde un punto de vista estrictamente cinematográfico, nada cabe destacar de esta propuesta. Pero tampoco lo pretende. Y en sus propios términos, es un innegable éxito. Consigue que audiencia ajena a este tipo de cine como yo la acepte sin reticencias.
Tierna, triste y meliflua, La gran enfermedad del amor es cine plano y emocionalmente blando, pero la simpatía inherente de su trama y ejecución hace que aceptemos esta comedia romántica de buen grado.
21 de noviembre de 2017
21 de noviembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El productor de esta película, Judd Apatow, es uno de los nombres más reconocidos —y puede que una pizca sobrevalorados— de la comedia cinematográfica norteamericana en los últimos años. “La gran enfermedad del amor” se inspira en una historia real, pero tiene unos cuantos puntos en común —cómico monologuista, historia de amor, enfermedad repentina e insidiosa— con “Hazme reír” (2009), en mi opinión la mejor película de Apatow como director.
Kumail Nanjiani protagoniza y escribe (junto a su compañera de aventuras en la vida real) esta versión filmada de su propia experiencia personal: la ocurrencia de enamorarse de Emily, una chica blanca que no encaja con la mentalidad y los planes que su familia musulmana recalcitrante tiene previstos para su futuro.
La película avanza sin estridencias ni atropellos, dosificando con acierto las raciones de comedia (más en los diálogos que en las situaciones), de modo que cuando aparecen los episodios dramáticos los podamos enfrentar con la debida seriedad.
También posee en su estructura algo muy apatowiano (valga el neologismo, por una vez y sin que se convierta en vicio), aquello de que a media película la trama tome un desvío hasta casi transformarse en una historia diferente. Esto, por supuesto, no nos saca del todo de lo que habíamos estado viendo hasta entonces, si bien durante unos minutos podría temerse lo peor (oh, cielos, otra presunta comedia que me cuela el melodrama con calzador de púas y sin anestesia). No os quepa duda de que en manos de un sádico telefilmero al uso, esta historia habría sido carne de sobremesa dominical kleenex en ristre.
“La gran enfermedad del amor” es una comedia romántica, sin paliativos, pero con la virtud de proponer fórmulas que en algunos momentos se alejan de las acostumbradas, tanto en el atrevimiento de introducir el humor cuando el contexto parece pedir lo contrario como en la resolución de ciertos conflictos dramáticos que no por familiares deberían ser siempre previsibles.
Sencilla y amena, aunque más profunda que la mayor parte de lo que nos suele ofrecer este género tan trillado. Más allá de que la historia real sea de esas que calificaríamos “de película”, Showalter, Nanjiani y Gordon nos advierten entre líneas de algo que el cine romántico suele encubrir con edulcoradas falacias: que el amor no es una ciencia exacta y que estar enamorado no te hace siempre simpático o aceptable a ciertos ojos ajenos.
Más información en http://ambigugarcia.blogspot.com.es/
Kumail Nanjiani protagoniza y escribe (junto a su compañera de aventuras en la vida real) esta versión filmada de su propia experiencia personal: la ocurrencia de enamorarse de Emily, una chica blanca que no encaja con la mentalidad y los planes que su familia musulmana recalcitrante tiene previstos para su futuro.
La película avanza sin estridencias ni atropellos, dosificando con acierto las raciones de comedia (más en los diálogos que en las situaciones), de modo que cuando aparecen los episodios dramáticos los podamos enfrentar con la debida seriedad.
También posee en su estructura algo muy apatowiano (valga el neologismo, por una vez y sin que se convierta en vicio), aquello de que a media película la trama tome un desvío hasta casi transformarse en una historia diferente. Esto, por supuesto, no nos saca del todo de lo que habíamos estado viendo hasta entonces, si bien durante unos minutos podría temerse lo peor (oh, cielos, otra presunta comedia que me cuela el melodrama con calzador de púas y sin anestesia). No os quepa duda de que en manos de un sádico telefilmero al uso, esta historia habría sido carne de sobremesa dominical kleenex en ristre.
“La gran enfermedad del amor” es una comedia romántica, sin paliativos, pero con la virtud de proponer fórmulas que en algunos momentos se alejan de las acostumbradas, tanto en el atrevimiento de introducir el humor cuando el contexto parece pedir lo contrario como en la resolución de ciertos conflictos dramáticos que no por familiares deberían ser siempre previsibles.
Sencilla y amena, aunque más profunda que la mayor parte de lo que nos suele ofrecer este género tan trillado. Más allá de que la historia real sea de esas que calificaríamos “de película”, Showalter, Nanjiani y Gordon nos advierten entre líneas de algo que el cine romántico suele encubrir con edulcoradas falacias: que el amor no es una ciencia exacta y que estar enamorado no te hace siempre simpático o aceptable a ciertos ojos ajenos.
Más información en http://ambigugarcia.blogspot.com.es/
24 de noviembre de 2017
24 de noviembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un drama ligero con toques de comedia... o una comedia romática con un trasfondo dramático... bueno, el caso es que es una película bien equilibrada que lleva a la pantalla la historia real del protagonista y lo hace con unos personajes cercanos y con encanto a la vez que presenta con credibilidad la dificultad de sacar adelante una relación debido a las diferencias culturales, algo que hace mucho mejor que aquella exitosa Boda Griega de hace unos años.
6 de diciembre de 2017
6 de diciembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director Michael Showalter es un terrible crapero que se dedica a hacer películas sobre comedias románticas y a escribir guiones para series que no las ve nadie, o talk shows.
Pero el tipo acá le pega en el guión y mezcla la comedia en medio de una situación realmente triste, desgraciada, y en esa desesperación del querer estar con una mina que siempre te va a mandar a la mierda.
El film empieza un poco boludo, para nada original, con una comedia barata, pero a partir de los 20 minutos se va todo a la mierda, se transforma en algo que no te la venís venir ni a palos, y se vuelve una buena peli.
Tiene ritmo, inteligencia, mezcla culturas con chistes negros, y la verdad, que me cagué de risa en varias escenas.
El fuerte son las actuaciones, lo tenés a Kumail Nanjiani que cuenta la historia real de él mismo, y obviamente, hace de él. Kumail es muy conocido por hacer stand up en Conan, Saturday Night Live, Jimmy Kimmel, y además presta voces para videojuegos como Middle-Earth, Lego, Mass Effect, y películas animadas tal como Lego Ninjago. El loco sobresale en la peli, se va la bosta, y no me extrañaría que lo tengan en cuenta como candidato a entrar en las nominaciones del Oscar.
Pero la que se zarpa mal es Holly Hunter, que por suerte ahora remonta después de haberse prendido fuego con Batman v Superman y Song to Song, y vuelve a ser esa actriz ganadora del Oscar. La mina, cada vez que aparece le pone una luz increíble a la película, y es lo mejor. En más de una escena de ella la volví varias veces, me pareció genial.
Película de corte teatral, es sencilla, empieza maso, y no me banco a Zoe Kazan, falla en la química con Kumail, sin embargo creo que es la mejor comedia romántica del año.
Más en:
http://cinefrikiyvideojuegos.com/
Pero el tipo acá le pega en el guión y mezcla la comedia en medio de una situación realmente triste, desgraciada, y en esa desesperación del querer estar con una mina que siempre te va a mandar a la mierda.
El film empieza un poco boludo, para nada original, con una comedia barata, pero a partir de los 20 minutos se va todo a la mierda, se transforma en algo que no te la venís venir ni a palos, y se vuelve una buena peli.
Tiene ritmo, inteligencia, mezcla culturas con chistes negros, y la verdad, que me cagué de risa en varias escenas.
El fuerte son las actuaciones, lo tenés a Kumail Nanjiani que cuenta la historia real de él mismo, y obviamente, hace de él. Kumail es muy conocido por hacer stand up en Conan, Saturday Night Live, Jimmy Kimmel, y además presta voces para videojuegos como Middle-Earth, Lego, Mass Effect, y películas animadas tal como Lego Ninjago. El loco sobresale en la peli, se va la bosta, y no me extrañaría que lo tengan en cuenta como candidato a entrar en las nominaciones del Oscar.
Pero la que se zarpa mal es Holly Hunter, que por suerte ahora remonta después de haberse prendido fuego con Batman v Superman y Song to Song, y vuelve a ser esa actriz ganadora del Oscar. La mina, cada vez que aparece le pone una luz increíble a la película, y es lo mejor. En más de una escena de ella la volví varias veces, me pareció genial.
Película de corte teatral, es sencilla, empieza maso, y no me banco a Zoe Kazan, falla en la química con Kumail, sin embargo creo que es la mejor comedia romántica del año.
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