Secreto oculto en el mar
6.8
3,871
15 de diciembre de 2019
15 de diciembre de 2019
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Night Moves, también conocida como Secreto Oculto en el Mar, es un curioso y en muchos aspectos cautivante film de Arthur Penn, una verdadera joyita si se quiere, aunque es muy posible que finalmente no satisfaga completamente al espectador. Si bien mejora seguramente en una segunda mirada (que bien la merece y eso ya es decir), no es en definitiva una película redonda. Pese a todo, la cuidada dirección, los detalles significativos y simbólicos, el ambiente singular y la memorable performance de un gran Gene Hackman terminan haciendo de La Noche se Mueve uno de esos films irresistibles para muchos paladares.
Se trata de una historia crepuscular que desarrolla la desorientación existencial de un detective más bien trasnochado y en decadencia, Harry Moseby, a quien comenzamos viendo aceptar el caso de una joven extraviada. Pero muy pronto la vida personal de este hombre gana el centro del relato y asistimos al derrumbe de su matrimonio y al de su propia profesión que es puesta en entredicho. La investigación en la que se ve envuelto se erige más que nada en una forma de evasión con la que Harry Moseby parece querer olvidar la sombra del infortunio que se cierne sobre él. Tal vez por eso es que los hechos de la trama en la que se ve enredado transcurren en una suerte de segundo plano y nos son mayormente invisibilizados -obligándonos el film a intentar adivinarlos en su momento- mientras contemplamos el devenir de las cosas a través de los ojos melancólicos del detective en horas bajas. Nos invade la impresión de que se ha adentrado en territorio equivocado, enzarzado en asuntos con los que nada tiene hacer, de que es manipulado y de que ve "casos" que en realidad no existen, corriendo de aquí para allá para desentrañar quién sabe qué, increpado amargamente por su mujer que lo desaprueba e intenta disuadirlo. Naturalmente, una situación que no puede desembocar en nada bueno.
No es una película fácil ni de cómoda digesta, no se trata de una charada policial hitchconiana, sino que su intención es mostrar el sombrío, lúgubre y muy penoso ocaso de una vida -en los términos de un género que combina el clásico cine negro y los estilos de los setenta. Yo, como unos cuantos, he sucumbido también a su encanto.
Se trata de una historia crepuscular que desarrolla la desorientación existencial de un detective más bien trasnochado y en decadencia, Harry Moseby, a quien comenzamos viendo aceptar el caso de una joven extraviada. Pero muy pronto la vida personal de este hombre gana el centro del relato y asistimos al derrumbe de su matrimonio y al de su propia profesión que es puesta en entredicho. La investigación en la que se ve envuelto se erige más que nada en una forma de evasión con la que Harry Moseby parece querer olvidar la sombra del infortunio que se cierne sobre él. Tal vez por eso es que los hechos de la trama en la que se ve enredado transcurren en una suerte de segundo plano y nos son mayormente invisibilizados -obligándonos el film a intentar adivinarlos en su momento- mientras contemplamos el devenir de las cosas a través de los ojos melancólicos del detective en horas bajas. Nos invade la impresión de que se ha adentrado en territorio equivocado, enzarzado en asuntos con los que nada tiene hacer, de que es manipulado y de que ve "casos" que en realidad no existen, corriendo de aquí para allá para desentrañar quién sabe qué, increpado amargamente por su mujer que lo desaprueba e intenta disuadirlo. Naturalmente, una situación que no puede desembocar en nada bueno.
No es una película fácil ni de cómoda digesta, no se trata de una charada policial hitchconiana, sino que su intención es mostrar el sombrío, lúgubre y muy penoso ocaso de una vida -en los términos de un género que combina el clásico cine negro y los estilos de los setenta. Yo, como unos cuantos, he sucumbido también a su encanto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En el curso de las pesquisas en busca de la joven Delly, Harry se topa con unos cuantos personajes dedicados al contrabando de antigüedades, naturalmente sin saberlo, aunque también sin saberlo interferirá crucialmente en sus asuntos. Habiendo Harry -después de algunas deducciones detectivescas acertadas- encontrado a Delly residiendo con su padrastro Tom y Paula, la pareja de éste, en la costanera, hay un momento en que Paula y Delly, por la noche, van a dar un paseo en bote llevando con ellas a Harry. No es un episodio fortuito, en realidad están alejando a Harry del lugar en el que Tom y el aviador Marv Ellman tenían que encontrarse para desembarcar la reliquia mejicana que ellos se dedicaban a traficar. Así es como el detective está convertido inesperadamente en un molesto convidado de piedra que terminará complicando todo infinitamente, sin enterarse de la realidad que sigilosa y nocturnalmente "se mueve" como a sus espaldas. De la misma manera esa noche, después del descubrimiento del planeador hundido en las aguas, Paula se acerca al cuarto donde Harry descansa, conversa con él y terminan pasando juntos la noche. No es que Paula lo deseara, sino que debía distraerlo mientras Tom intentaba rescatar el tesoro hundido con el aviador. Así es como suceden las cosas con el detective, que se debate en interrogantes vanos y se devana los sesos buscando móviles y asesinos donde sólo hubo accidentes y acaso tragedias precipitadas por él mismo, por su influjo y su intromisión inoportuna.
Muchos detalles simbólicos acompañan y refrendan el drama psicológico de Harry. Así esos cristales circulares a manera de lentes que ofrecen en los ventanales una visión distorsionada, como la suya propia. Tampoco es casual el tema de la partida de ajedrez que obsesiona al detective, en la que las piezas negras tenían jaque mate pero el jugador finalmente pierde la partida por no haberlo visto. Él tampoco ve cómo son las cosas. Sólo al final, demasiado tarde, cuando reconoce al piloto del planeador que acaba de intentar matarlo se da cuenta de que ha desbaratado una banda de contrabandistas que nadie le había encargado investigar, y a un precio altísimo para él mismo, que termina herido y exhausto, solo en medio del mar en un bote sin control girando en círculos.
Si bien la escena final del choque y el hundimiento del avión es espectacular, no resulta creíble que un hombre con un brazo enyesado en escuadra pueda pilotar esa nave mientras dispara una metralleta. Extraña que habiendo puesto tanto cuidado en detalles que pasan en general imperceptibles en una primera mirada el film termine ofreciendo un episodio grueso que no convence y le resta puntos. También resulta una debilidad el hecho de delegar en el público la tarea de anudar los muchos cabos que nos quedan sueltos y que no serán resueltos sin una considerable reflexión, que no está -y no tiene por qué estarlo- en los cálculos del espectador promedio.
Muchos detalles simbólicos acompañan y refrendan el drama psicológico de Harry. Así esos cristales circulares a manera de lentes que ofrecen en los ventanales una visión distorsionada, como la suya propia. Tampoco es casual el tema de la partida de ajedrez que obsesiona al detective, en la que las piezas negras tenían jaque mate pero el jugador finalmente pierde la partida por no haberlo visto. Él tampoco ve cómo son las cosas. Sólo al final, demasiado tarde, cuando reconoce al piloto del planeador que acaba de intentar matarlo se da cuenta de que ha desbaratado una banda de contrabandistas que nadie le había encargado investigar, y a un precio altísimo para él mismo, que termina herido y exhausto, solo en medio del mar en un bote sin control girando en círculos.
Si bien la escena final del choque y el hundimiento del avión es espectacular, no resulta creíble que un hombre con un brazo enyesado en escuadra pueda pilotar esa nave mientras dispara una metralleta. Extraña que habiendo puesto tanto cuidado en detalles que pasan en general imperceptibles en una primera mirada el film termine ofreciendo un episodio grueso que no convence y le resta puntos. También resulta una debilidad el hecho de delegar en el público la tarea de anudar los muchos cabos que nos quedan sueltos y que no serán resueltos sin una considerable reflexión, que no está -y no tiene por qué estarlo- en los cálculos del espectador promedio.
19 de octubre de 2014
19 de octubre de 2014
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los años setenta surgieron dentro del cine de detectives algunas películas protagonizadas por unos investigadores privados muy singulares, entre ellos se encuentra el atribulado Harry Moseby de “La noche se mueve”, film que Arthur Penn dirigió a instancias del productor Robert A. Sherman. En la película nuestro amigo Harry (Gene Hackman), un detective desengañado y escéptico, ex jugador de fútbol americano y además un pelín cornudo, recibe el encargo de realizar el, a priori, fácil trabajo de encontrar a una adolescente ligera de cascos (Melanie Griffith) que se ha escapado de casa, pero como suele ser habitual en el género, la cosa se complica, los personajes no son lo que parecen y mienten más que hablan.
“La noche se mueve” es sin duda una gran película, encontramos en ella todo lo que se pide al cine negro: corrupción y honestidad, esperanza y fracaso, deseo y frustración, venganza y piedad; todo ello en la atmósfera pesada y húmeda de una Florida carente de glamour y sobrada de codicia. La película se caracterizaría por su pausado (pero no pesado) ritmo narrativo, por un aroma que nos puede hacer recordar al mejor cine negro de los años 40 y 50, un film que cuenta con unos diálogos impagables, y una galería de personajes complejos y perfectamente dibujados, perdedores que vagan a la deriva desconcertados porque sus vidas no han resultado ser lo que esperaban, y que probablemente representan, en gran medida, a la sociedad norteamericana de una época de grandes cambios y desengaños.
Un inmenso Gene Hackman interpreta al detective privado Harry Moseby, que borda un personaje perdido y digno, capaz de buscar un poco de justicia en todo un océano de ambición desmedida; además, para alegría de mitómanos, hay que destacar la presencia turbadora de una joven Melanie Griffith, convertida en una seductora lolita de vida breve y trágica.
“La noche se mueve” es sin duda una gran película, encontramos en ella todo lo que se pide al cine negro: corrupción y honestidad, esperanza y fracaso, deseo y frustración, venganza y piedad; todo ello en la atmósfera pesada y húmeda de una Florida carente de glamour y sobrada de codicia. La película se caracterizaría por su pausado (pero no pesado) ritmo narrativo, por un aroma que nos puede hacer recordar al mejor cine negro de los años 40 y 50, un film que cuenta con unos diálogos impagables, y una galería de personajes complejos y perfectamente dibujados, perdedores que vagan a la deriva desconcertados porque sus vidas no han resultado ser lo que esperaban, y que probablemente representan, en gran medida, a la sociedad norteamericana de una época de grandes cambios y desengaños.
Un inmenso Gene Hackman interpreta al detective privado Harry Moseby, que borda un personaje perdido y digno, capaz de buscar un poco de justicia en todo un océano de ambición desmedida; además, para alegría de mitómanos, hay que destacar la presencia turbadora de una joven Melanie Griffith, convertida en una seductora lolita de vida breve y trágica.
22 de septiembre de 2008
22 de septiembre de 2008
15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupenda película del estupendo Arthur Penn. No me esperaba gran cosa, pues siempre le he tenido un poco de mania a Hackman, pero aquí está en uno de sus mejores papeles.
Cine negro perfectamente adaptado a su época con unos diálogos que valen su peso en oro:
- ¿Dónde estabas cuando mataron a Kennedy?
- ¿A cuál de los 2?
Aconsejable para todo aquel al que le guste el cine negro. Y también al que no le guste, ya que es muy diferente a la mayoría. Un tiempo bien invertido.
Cine negro perfectamente adaptado a su época con unos diálogos que valen su peso en oro:
- ¿Dónde estabas cuando mataron a Kennedy?
- ¿A cuál de los 2?
Aconsejable para todo aquel al que le guste el cine negro. Y también al que no le guste, ya que es muy diferente a la mayoría. Un tiempo bien invertido.
5 de noviembre de 2010
5 de noviembre de 2010
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película atrae, engancha, sólo por tramos.
En esta discreta obra podemos ver a un Gene Hackman, pilar absoluto del filme, atrapado en medio de una trama detectivesca que viene y va, como vienen y van los ramalazos de infidelidad, relaciones domésticas o chámalle X. Ingredientes que si bien pueden ser puntualmente sabrosos, están mal enlazados, especialmente el de lo policíaco.
Si hay algo que consiga sustentar con regularidad la película son los personajes, dotados en general de cierta fuerza. Y es que el guión dibuja una historia irregular, no falta de profundidad pero sí de una solidez que era necesaria para que Night moves funcionase en todo momento.
Pero se queda en un interesante "funciona a veces", carente de alarde técnico alguno, con un guión que tiene sus momentos de brillo y sus momentos de oscuridad y con una última escena brutal. Pero brutal, brutal.
En esta discreta obra podemos ver a un Gene Hackman, pilar absoluto del filme, atrapado en medio de una trama detectivesca que viene y va, como vienen y van los ramalazos de infidelidad, relaciones domésticas o chámalle X. Ingredientes que si bien pueden ser puntualmente sabrosos, están mal enlazados, especialmente el de lo policíaco.
Si hay algo que consiga sustentar con regularidad la película son los personajes, dotados en general de cierta fuerza. Y es que el guión dibuja una historia irregular, no falta de profundidad pero sí de una solidez que era necesaria para que Night moves funcionase en todo momento.
Pero se queda en un interesante "funciona a veces", carente de alarde técnico alguno, con un guión que tiene sus momentos de brillo y sus momentos de oscuridad y con una última escena brutal. Pero brutal, brutal.
15 de agosto de 2015
15 de agosto de 2015
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un investigador privado recibe el encargo de localizar a una jovencita que se ha fugado de casa. Encontrará mucho más de lo que busca.
Gene Hackman es el duro y desencantado protagonista de esta intriga que sigue los cánones del cine negro, diálogos lapidarios inclusive, hasta las cálidas aguas de Florida. En uno de sus mejores films, Arthur Penn ofrece una visión pesimista de todos y cada uno de los personajes, que no son sino la representación de una sociedad a la deriva. Supuso el debut cinematográfico de la precoz Melanie Griffith.
"Ya sé que hay cosas que no tienen sentido a los 16 años, pero no te preocupes. Cuando se tienen 40, no es mucho mejor."
Gene Hackman es el duro y desencantado protagonista de esta intriga que sigue los cánones del cine negro, diálogos lapidarios inclusive, hasta las cálidas aguas de Florida. En uno de sus mejores films, Arthur Penn ofrece una visión pesimista de todos y cada uno de los personajes, que no son sino la representación de una sociedad a la deriva. Supuso el debut cinematográfico de la precoz Melanie Griffith.
"Ya sé que hay cosas que no tienen sentido a los 16 años, pero no te preocupes. Cuando se tienen 40, no es mucho mejor."
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