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El signo de la cruz

Drama Imperio Romano, siglo I d. C. Después del gran incendio de Roma, el emperador Nerón, decide culpar a los cristianos y publica un edicto por el cual todos ellos deberán ser arrestados y enviados a la arena del circo. Entre los detenidos se encuentran dos viejos cristianos y la hermosa hija de uno de ellos, de la que se enamora Marcus: el más alto funcionario de Roma. (FILMAFFINITY)
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
28 de marzo de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Destaca, cómo no, la escena de Claudette Colbert (Popea, esposa del emperador) bañándose en leche de burra, ya que insinúa, y está llena de sensualidad. Imagino que en 1932, los espectadores arderían tal y como un grandilocuente Charles Laughton ve arder Roma en al escena inicial de la película no ya sin la más mínima compasión, sino con la suficiencia de las élites romanas. Cualquier cosa con tal de perseguir a los cristianos.

Cecil B. De Mille es llamado el padre del cine norteamericano ya que instauró muchas técnicas, uso de planos y trucos. Sabía lo que hacía. Quería dar espectáculo y buscaba reventar las taquillas. Si la película constó 650.000 dólares de le época, es una inversión que se debía recuperar y obtener beneficios. Y ese era su objetivo principal, pero por el camino nos deja una película asombrosa para la época, que aun vista hoy no deja de sorprender.

Maniqueísta, sí, los buenos son muy buenos, y los malos son muy malos. En medio de esto, un centurión romano que por amor es capaz de todo, incluso renunciar a sus creencias. Pero no me digan que las escenas de masas no son digas de ver. Y la putrefacción de una sociedad infantilizada que se divierte a golpe de ocurrencia está muy bien traída. Y llegamos a las secuencias del circo romano, rodada con inusitada brutalidad. Aparecen los gladiadores, los enanos sanguinarios, las amazonas y las fieras, donde De Mille se explaya, yo apostaría que era su parte favorita. Cómo está rodado, sorprende aun hoy.

En la parte negativa, reconozco que Fredic March (“Los mejores años de nuestra vida”, 1946) es un gran actor, pero no me acaba de convencer aquí. Y quizá el ritmo es algo irregular pero en conjunto la película es muy recomendable y seguro que una de las mejores de 1932.

Espectacular.
Gabriel Ufa
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18 de abril de 2014
6 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me animé a ver 'El signo de la cruz' porque había oído que era erótica, bizarra, y no se cuántas cosas más. La verdad es que es un panfleto cristiano de tomo y lomo, diciendo lo que han dicho siempre, que hay que aguantar con estoicidad lo que dios te manda para ser un buen cristiano. Y que hay que morir por dios.

La mujer que hace de Popea es joven, guapa, y viste ligera de ropa. Nada escandaloso. Quizás en los años 30 escandalizara a alguien (que lo dudo), pero desde luego no actualmente.

La historia es simple: Marco, un militar, se enamora de una cristiana, y a su vez la emperatriz está enamorada de él. Al ver que Marco no le hace caso, actúa con despecho.

El personaje de Nerón también está bien interpretado: un gordo seboso y hastiado al que a duras penas le sale la voz del cuerpo, y al que no le importa nada salvo su propio placer y edonismo.

Sólo al final la película se torna inesperada e interesante, en el circo romano, con una brutalidad exacerbada, aunque todo es insinuado y no rodado directamente.

La historia está bien desarrollada (2 horas dan para mucho), es medianamente interesante, está bien interpretada, y lo único que hace que le quite puntos es el omnipresente tufo religioso (esperado, dado el título de la peli y el nombre del director).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
echulin
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