El signo de la cruz
1932 

6.9
754
Drama
Imperio Romano, siglo I d. C. Después del gran incendio de Roma, el emperador Nerón, decide culpar a los cristianos y publica un edicto por el cual todos ellos deberán ser arrestados y enviados a la arena del circo. Entre los detenidos se encuentran dos viejos cristianos y la hermosa hija de uno de ellos, de la que se enamora Marcus: el más alto funcionario de Roma. (FILMAFFINITY)
20 de diciembre de 2011
20 de diciembre de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película recrea la vida bajo el Principado de Nerón. En ese trance, el Prefecto de Roma se enamora de Marcia, una joven cristiana. Pero, a su vez, en uno de los favoritos de Popea, la consorte del Emperador (Charles Laughton). Entretanto, se ve la predicación de Tito, discipulo de Pablo y la progresiva difusión del cristianismo, con sus seguidores reunidos en cónclaves secretos. También las salvajes costumbres circenses de Roma, luchas de gladiadores, mujeres contra enanos, y el lanzamiento de fieras sobre las personas, por ejemplo prisioneros cristianos. La película tiene buena indumentaria -no me convenció en cambio tanto la recreación del protagonista con aspecto del Dante, con una especie de capucha y laureles-. El ritmo es aceptable, pero tiene algunos altibajos, no logra ser tan atrayente como en otras películas del género. Por lo demás, escenas de elevado sadismo, como la de elefantes pisoteando personas, filmados con gran realismo, o una mujer sobre la que se lanza una manada de cocodrilos. En cojunto, se puede ver con algún interés.
25 de octubre de 2012
25 de octubre de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La habilidad del director para montar un espectáculo fastuoso se resiente de cierta falta de vigor narrativo, a pesar de contar con algunas escenas espléndidas y un reparto con tres de las estrellas de la época. Impregnada de un sensual erotismo mediante detalles de cámara sobre los cuerpos voluptuosos de las féminas que van apareciendo.
La cámara de pasea por las calles y el circo romano con gran soltura, gracias a la estupenda fotografía que planea sobre unos magníficos decorados. Destacar la escena del baño en la piscina de leche por parte de Popea-Colbert, muy atrevida en aquellos tiempos; la breve caracterización de Charles Laughton como Nerón y el solvente protagonismo de Fredric March.
Contiene las típicas escenas en el Coliseo con gladiadores, leones, elefantes, cocodrilos y víctimas cristianas. Tiene algunos buenos momentos pero, en definitiva, adolece de brío en el desarrollo de la acción. Buena película a pesar de todo.
La cámara de pasea por las calles y el circo romano con gran soltura, gracias a la estupenda fotografía que planea sobre unos magníficos decorados. Destacar la escena del baño en la piscina de leche por parte de Popea-Colbert, muy atrevida en aquellos tiempos; la breve caracterización de Charles Laughton como Nerón y el solvente protagonismo de Fredric March.
Contiene las típicas escenas en el Coliseo con gladiadores, leones, elefantes, cocodrilos y víctimas cristianas. Tiene algunos buenos momentos pero, en definitiva, adolece de brío en el desarrollo de la acción. Buena película a pesar de todo.
13 de abril de 2021
13 de abril de 2021
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
108/04(03/04/21) Con motivo de la Semana Santa he visto esta cinta. Un envejecido film en su mensaje ultra religioso católico enmohecido (rallando en lo martirologio), sobre como la fe es inflexible ante el paganismo criminal, se quiere contrastar la decadencia moral del Imperio Romano (con sus orgias, bacanales, masacres de cristianos y genocidios en el Coliseo), frente a la pureza cristiana. Pero osado y refrescante en muchos de sus elementos, lo hacen metraje recomendable. Film épico producido y dirigido por Cecil B. DeMille. Basado en la obra original de 1895 (con muchas similitudes con “Quo vadis?”) del dramaturgo inglés Wilson Barrett, guión de Waldemar Young (“Tres lanceros bengalíes”) y Sidney Buchman (“Caballero sin espada”) protagonizada por (un sosainas) Fredric March, (una modosita) Elissa Landi, pero sobre todo está una estelar Claudette Colbert, arrolladora en su perfidia y lujuria (Homérico su gesto y mirada cuando Marco la llama ramera), así como el gran roba escenas Charles Laughton (con nariz postiza) como un afeminado Emperador Nerón, entonces el actor era un desconocido en USA.
Tiene momentos tan esplendorosos como su inicio con Nerón ocioso tocando la lira mientras ve arder desde su palacio Roma, incendio que ha provocado él; La mítica de escena en la que Poppaea (Claudette Colbert) se baña en una enorme bañera llena de leche de asno, desnuda con sus pechos flotando y moviéndose dejando ver (si estás muy atento, creo) sus pezones, con sirvientes llenado la bañera, con un leopardo vivo de adorno, y con ese final con la Emperatriz pidiendo a una de sus doncellas que se meta con ella, y entonces la cámara deja ver enfocando los pies, cae el vestido y se quita el calzado, dejando entrever el liobetrtinaje lésbica dela jerarca. Secuencia que tardó varios días en rodarse, DeMille anunció a la prensa que se utilizó leche de asno real; sin embargo, en realidad era leche de vaca en polvo. Después de unos días bajo las luces calientes, la leche se volvió amarga, lo que hizo que a Colbert le resultara muy desagradable trabajar con el hedor; Tenemos durante una reunión clandestina de cristianos en unas ruinas a las afueras de Roma, que se convierte en una emboscada con masacre de seguidores de Jesús, con salvaje ataque de arqueros soldados romanos, con flechas en cuellos de mujeres, y hasta un niño es asesinado mientras es sostenido en brazos por su madre; Hay una escena de seducción lésbica atronadora en medio de una bacanal orgiástica, con un baile formidable, donde Ancaria (Joyzelle Joyner) ofrece danza, “Luna desnuda”, cual serpiente lúbrica acariciando suavemente los pechos de una frígida cristiana mientras pronuncia una "poesía"; Y para coronarlo todo el tramo sádico del Coliseo Romano, todo un festín sanguinario, con combates de gladiadores, y con animales de todo pelaje (leones, elefantes, cocodrilos gorilas, tigres, hasta enanos) destrozando personas. Todo esto filmado con gran afán provocador y de impacto, que lo consigue, creando un espectáculo visual fascinante por momentos, mezclando los sensual con lo atávico de la violencia (gracias todo esto a que aún no estaba en vigor el Código Hays de auto censura), aunque cojeando en su núcleo central de la historia de amor entre el militar romano y la cristiana, muy naif, y resuelto de un modo grimante.
La reacción de la Iglesia Católica en los Estados Unidos al contenido de esta película y de Ann Vickers ayudó a llevar a la formación en 1934 de la Legión Católica de la Decencia, organización dedicada a identificar y combatir el contenido objetable, desde el punto de vista de la Iglesia, en imágenes en movimiento.
La dirección de arte y el diseño de vestuario corrieron a cargo de Mitchell Leisen (posteriormente director de éxito con obras como “La muerte de vacaciones” o “Recuerdo de una noche”), también actuó como asistente de dirección. Para ahorrar gastos de producción durante la Gran Depresión, se reutilizaron los decorados existentes, así como los trajes que quedaron de la realización de “Los Diez Mandamientos”. Karl Struss fue nominado a un premio de la Academia a la mejor fotografía. Fue la tercera y última de la trilogía bíblica de DeMille, después de Los diez mandamientos (1923) y El rey de reyes (1927).
Como ya he comentado, De Mille enfrenta la depravación supuesta de los decadentes romanos en su capital, con sus dioses amoldados, con sus pecados a ojos de la moral inquebrantable cristiana, que desprende dulzura, castidad, y solidaridad. Epítome de esto es la Emperatriz y el Emperador, ella encarnada por una resplandeciente lasciva Claudette Colbert, con unos sexys modelitos que dejan poco a la imaginación, exhibiéndose como arpía manipuladora, lujuriosa, adultera, con esclavas sexuales, capaz de mandar (por medio de su esposo Emperador) a gente inocente a los leones por celos, mujer a la que n o la duele la llamen ‘ramera’ (genial su gesto encogiendo los hombros y sonriendo pícaramente ante esto). Tan bien lo hizo la actriz franco-estadounidense que el productor y director la fichó para dar vida a la mítica Cleopatra en su biopic del 1934; Charles Laughton vuelve a demostrar (da igual cuando leas esto) que es con justicia uno de los mejores actores de la historia, un titán que aquí destila amaneramiento, indolencia, sociopatía, genial emitiendo tedio en medio de la masacre en el Coliseo de Roma, ello teniendo a sus pies a un esclavo negro, Sublime. Son las verdaderas estrellas a la sombra de los aburridos protagonistas; Aunque su final me resulta grimante (spoiler).
Y es que los protagonistas Mercia y Marco resultan muy naif, ella una visceral cristiana sin dudas morales, una mera autómata fundamentalista, aunque muy bella Elissa Landi (ello por mor de una labor de peluquería anacrónica), tanto como plana de carácter. Es la obsesión del prefecto de Roma Marco Soberbio embestido por Frederic March (ganó el Oscar al año anterior por su actuación en “Dr. Jekyll y Mr. Hyde”),... (sigo en spoiler)
Tiene momentos tan esplendorosos como su inicio con Nerón ocioso tocando la lira mientras ve arder desde su palacio Roma, incendio que ha provocado él; La mítica de escena en la que Poppaea (Claudette Colbert) se baña en una enorme bañera llena de leche de asno, desnuda con sus pechos flotando y moviéndose dejando ver (si estás muy atento, creo) sus pezones, con sirvientes llenado la bañera, con un leopardo vivo de adorno, y con ese final con la Emperatriz pidiendo a una de sus doncellas que se meta con ella, y entonces la cámara deja ver enfocando los pies, cae el vestido y se quita el calzado, dejando entrever el liobetrtinaje lésbica dela jerarca. Secuencia que tardó varios días en rodarse, DeMille anunció a la prensa que se utilizó leche de asno real; sin embargo, en realidad era leche de vaca en polvo. Después de unos días bajo las luces calientes, la leche se volvió amarga, lo que hizo que a Colbert le resultara muy desagradable trabajar con el hedor; Tenemos durante una reunión clandestina de cristianos en unas ruinas a las afueras de Roma, que se convierte en una emboscada con masacre de seguidores de Jesús, con salvaje ataque de arqueros soldados romanos, con flechas en cuellos de mujeres, y hasta un niño es asesinado mientras es sostenido en brazos por su madre; Hay una escena de seducción lésbica atronadora en medio de una bacanal orgiástica, con un baile formidable, donde Ancaria (Joyzelle Joyner) ofrece danza, “Luna desnuda”, cual serpiente lúbrica acariciando suavemente los pechos de una frígida cristiana mientras pronuncia una "poesía"; Y para coronarlo todo el tramo sádico del Coliseo Romano, todo un festín sanguinario, con combates de gladiadores, y con animales de todo pelaje (leones, elefantes, cocodrilos gorilas, tigres, hasta enanos) destrozando personas. Todo esto filmado con gran afán provocador y de impacto, que lo consigue, creando un espectáculo visual fascinante por momentos, mezclando los sensual con lo atávico de la violencia (gracias todo esto a que aún no estaba en vigor el Código Hays de auto censura), aunque cojeando en su núcleo central de la historia de amor entre el militar romano y la cristiana, muy naif, y resuelto de un modo grimante.
La reacción de la Iglesia Católica en los Estados Unidos al contenido de esta película y de Ann Vickers ayudó a llevar a la formación en 1934 de la Legión Católica de la Decencia, organización dedicada a identificar y combatir el contenido objetable, desde el punto de vista de la Iglesia, en imágenes en movimiento.
La dirección de arte y el diseño de vestuario corrieron a cargo de Mitchell Leisen (posteriormente director de éxito con obras como “La muerte de vacaciones” o “Recuerdo de una noche”), también actuó como asistente de dirección. Para ahorrar gastos de producción durante la Gran Depresión, se reutilizaron los decorados existentes, así como los trajes que quedaron de la realización de “Los Diez Mandamientos”. Karl Struss fue nominado a un premio de la Academia a la mejor fotografía. Fue la tercera y última de la trilogía bíblica de DeMille, después de Los diez mandamientos (1923) y El rey de reyes (1927).
Como ya he comentado, De Mille enfrenta la depravación supuesta de los decadentes romanos en su capital, con sus dioses amoldados, con sus pecados a ojos de la moral inquebrantable cristiana, que desprende dulzura, castidad, y solidaridad. Epítome de esto es la Emperatriz y el Emperador, ella encarnada por una resplandeciente lasciva Claudette Colbert, con unos sexys modelitos que dejan poco a la imaginación, exhibiéndose como arpía manipuladora, lujuriosa, adultera, con esclavas sexuales, capaz de mandar (por medio de su esposo Emperador) a gente inocente a los leones por celos, mujer a la que n o la duele la llamen ‘ramera’ (genial su gesto encogiendo los hombros y sonriendo pícaramente ante esto). Tan bien lo hizo la actriz franco-estadounidense que el productor y director la fichó para dar vida a la mítica Cleopatra en su biopic del 1934; Charles Laughton vuelve a demostrar (da igual cuando leas esto) que es con justicia uno de los mejores actores de la historia, un titán que aquí destila amaneramiento, indolencia, sociopatía, genial emitiendo tedio en medio de la masacre en el Coliseo de Roma, ello teniendo a sus pies a un esclavo negro, Sublime. Son las verdaderas estrellas a la sombra de los aburridos protagonistas; Aunque su final me resulta grimante (spoiler).
Y es que los protagonistas Mercia y Marco resultan muy naif, ella una visceral cristiana sin dudas morales, una mera autómata fundamentalista, aunque muy bella Elissa Landi (ello por mor de una labor de peluquería anacrónica), tanto como plana de carácter. Es la obsesión del prefecto de Roma Marco Soberbio embestido por Frederic March (ganó el Oscar al año anterior por su actuación en “Dr. Jekyll y Mr. Hyde”),... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
...se supone tiene una conversión de pagano a cristiano ferviente, en realidad todo lo hace por una joven que se le resiste y no sabe cómo camelársela, llega al extremo final de en su huida hacia adelante por conseguir su amor de cruzar una línea suicida (¿?); También tiene importancia el personaje de Tigellinus encarnado por Ian Keith, segundo al mando de Nerón, despiadado militar que odia a los cristianos, un sádico que tiene su gran momento cuando en las mazmorras torturan al joven Esteban (buen Tommy Conlon), lo hace bajar con el verdugo mudo a un lugar que para dar más terror no se ve, solo vemos que de allí sale humo, arriba observándolo está Tigellinus con un rostro de retorcido sádico disfrutando, mientras oímos los gritos de dolor del desgraciado.
El rush final con epicentro en el Coliseo de Roma, entrando en él con una cámara elevada que desciende desde loa lto de las gradas, vemos el programa de los actos, desciende del todo hasta llegar a las mazmorras del sótano con los cristianos presos. A partir de entonces la ágil edición alternará la crueldad en la arena con estos reos esperando ser devorados por las fieras. Aquí se da el choque brutal entre el salvajismo del Imperio de Nerón y la Fe Crsitian tiene su gran combate, ganado para el espectador (por lo menos para mí) el festín de imaginación sobre la arena, más que lo que pasa en el sótano con los cristianos esperando su hora de ser masacrados para deleite del público. Sobre la superficie vemos elefantes aplastando gente, incluso a un hombre lo vemos devorado por un paquidermo (menuda fantasía, desde cuando los elefantes son carnívoros?), hay toros enfrentados a hombres, tigres y leones destinados a devorar gente, cocodrilos dispuestos a comerse a una mujer atada estirada sobre unas estacas, ataviada únicamente con una ristra de flores en su pechos y entrepierna. Vemos un ‘gorila’ acercarse a una mujer atada a un palo gritando, pero el mico canta a la legua es un hombre disfrazado, en realidad es el filipino Charles Gemora (nombre real Carlos Cruz Gemora), fue un maquillador de Hollywood conocido como "el Rey de los Hombres Gorila" por sus prolíficas apariciones en muchas películas de Hollywood vistiendo traje de gorila. Hay una batalla entre Amazonas y enanos, de lo más provocativo, hay batallas de gladiadores, decapitaciones, empalamientos. Todo esto mientras vemos de vez en cuando al público que va del entusiasmo morboso, otros está aterrorizados cual ve un film de horror, y otros parecen aburridos, cual si fuera poco lo que hay frente a ellos, como por ejemplo el Emperador Nerón, con su displicencia y bostezos.
Marcus dice sobre los cristianos: "Están tan insatisfechos con el mundo que les gustaría destruirlo".
Spoiler:
El final con Mercia empujando y manipulando a Esteban para que suba a la arena para ser matado me resulta repugnante. La guinda es como marco va a salvar a Mercia y termina suicidándose con ella con tal de conseguir que la ame unos segundos antes de ser devorados por los leones. Una actitud por cierto, alejada de los preceptos cristianos de salvaguardar la vida por encima de todo, y lo que hace el radicalismo cristiano de ella es inmolarse en un suicidio consentido, de hecho suben las escaleras hacia la superficie gustosamente, cual si arriba estuviera el cielo, y yo repito, es un suicidio; aparte queda la licencia de como la puerta de la mazmorra del Coliseo a la arena resulta ridículo, no hay soldados que los empujen a subir, los condenados suben por voluntad propia, ejemplo es Esteban y al final Mercia y Marco. Y vemos la puerta abierta y fuera de plano la masacre, pero como los supuestos leones no entran por las mazmorras? No debería haber empezado la carnicería y cerrar la puerta? Quizás es ser muy pejigueras.
Me queda una película que narrativamente kitsch, hija de su tiempo y de su conservador director y productor, pero visualmente con momentos homéricos que la hacen degustable en su transgresión y frescura. Fuerza y honor!!!
El rush final con epicentro en el Coliseo de Roma, entrando en él con una cámara elevada que desciende desde loa lto de las gradas, vemos el programa de los actos, desciende del todo hasta llegar a las mazmorras del sótano con los cristianos presos. A partir de entonces la ágil edición alternará la crueldad en la arena con estos reos esperando ser devorados por las fieras. Aquí se da el choque brutal entre el salvajismo del Imperio de Nerón y la Fe Crsitian tiene su gran combate, ganado para el espectador (por lo menos para mí) el festín de imaginación sobre la arena, más que lo que pasa en el sótano con los cristianos esperando su hora de ser masacrados para deleite del público. Sobre la superficie vemos elefantes aplastando gente, incluso a un hombre lo vemos devorado por un paquidermo (menuda fantasía, desde cuando los elefantes son carnívoros?), hay toros enfrentados a hombres, tigres y leones destinados a devorar gente, cocodrilos dispuestos a comerse a una mujer atada estirada sobre unas estacas, ataviada únicamente con una ristra de flores en su pechos y entrepierna. Vemos un ‘gorila’ acercarse a una mujer atada a un palo gritando, pero el mico canta a la legua es un hombre disfrazado, en realidad es el filipino Charles Gemora (nombre real Carlos Cruz Gemora), fue un maquillador de Hollywood conocido como "el Rey de los Hombres Gorila" por sus prolíficas apariciones en muchas películas de Hollywood vistiendo traje de gorila. Hay una batalla entre Amazonas y enanos, de lo más provocativo, hay batallas de gladiadores, decapitaciones, empalamientos. Todo esto mientras vemos de vez en cuando al público que va del entusiasmo morboso, otros está aterrorizados cual ve un film de horror, y otros parecen aburridos, cual si fuera poco lo que hay frente a ellos, como por ejemplo el Emperador Nerón, con su displicencia y bostezos.
Marcus dice sobre los cristianos: "Están tan insatisfechos con el mundo que les gustaría destruirlo".
Spoiler:
El final con Mercia empujando y manipulando a Esteban para que suba a la arena para ser matado me resulta repugnante. La guinda es como marco va a salvar a Mercia y termina suicidándose con ella con tal de conseguir que la ame unos segundos antes de ser devorados por los leones. Una actitud por cierto, alejada de los preceptos cristianos de salvaguardar la vida por encima de todo, y lo que hace el radicalismo cristiano de ella es inmolarse en un suicidio consentido, de hecho suben las escaleras hacia la superficie gustosamente, cual si arriba estuviera el cielo, y yo repito, es un suicidio; aparte queda la licencia de como la puerta de la mazmorra del Coliseo a la arena resulta ridículo, no hay soldados que los empujen a subir, los condenados suben por voluntad propia, ejemplo es Esteban y al final Mercia y Marco. Y vemos la puerta abierta y fuera de plano la masacre, pero como los supuestos leones no entran por las mazmorras? No debería haber empezado la carnicería y cerrar la puerta? Quizás es ser muy pejigueras.
Me queda una película que narrativamente kitsch, hija de su tiempo y de su conservador director y productor, pero visualmente con momentos homéricos que la hacen degustable en su transgresión y frescura. Fuerza y honor!!!
7 de marzo de 2021
7 de marzo de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una maravillosa "rara avis" de De Mille, que hizo con ella una de sus últimas aportaciones al "quasi" peplum erótico, que ya habían explorado otros, pero haciendo alarde de todo el aparatoso despliegue de Holliwood para crear espectáculo y evasión en una película que, si bien en su entonces no tuvo otra pretensión, hoy en día es una auténtica joya de "cine club" por sus imágenes llenas de explícita terribilidad y sugerencias libidinosas (siempre De Mille) y por su portentoso blanco y negro
De Mille aprovechó la hasta cierto punto amplitud de miras de su época para mostrar a un Laughton casi lúbrico en todo su esplendor actoral, aúnque tamboién a un Frederich March bastante menos creíble, pero en buena y juvenil disposición, antes de que Holliwood le permitiera ser un actor de carácter.
Una bella y artística rareza pre-Código Hays, en la que De Mille vertió toda la mordiente sexual para mostrar los impúdicos vicios de la Roma Imperial y sus bacanales, con inclusión, sin el menor rubor, de rubias doncellas cristianas, sacrificados sus cuerpos desnudos a gorilas y otras bestias. Imágenes que muy poco después serían mutiladas, y hoy afortunadamente recuperadas.
En definitiva, una película de gran interés para comprender lo que fué el cine de espectáculo, tal y como se concebía antes del advenimiento del Macartismo. Y todo ello, con enormes decorados y despliegue de medios y dólares. (Y Claudette Corbert, inolvidable Popea)
De Mille aprovechó la hasta cierto punto amplitud de miras de su época para mostrar a un Laughton casi lúbrico en todo su esplendor actoral, aúnque tamboién a un Frederich March bastante menos creíble, pero en buena y juvenil disposición, antes de que Holliwood le permitiera ser un actor de carácter.
Una bella y artística rareza pre-Código Hays, en la que De Mille vertió toda la mordiente sexual para mostrar los impúdicos vicios de la Roma Imperial y sus bacanales, con inclusión, sin el menor rubor, de rubias doncellas cristianas, sacrificados sus cuerpos desnudos a gorilas y otras bestias. Imágenes que muy poco después serían mutiladas, y hoy afortunadamente recuperadas.
En definitiva, una película de gran interés para comprender lo que fué el cine de espectáculo, tal y como se concebía antes del advenimiento del Macartismo. Y todo ello, con enormes decorados y despliegue de medios y dólares. (Y Claudette Corbert, inolvidable Popea)
17 de julio de 2024
17 de julio de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Es una película religiosa ésta?.
Bueno, la temática gira en torno a la persecución que sufrieron los cristianos en los tiempos de Nerón pero el tratamiento que le concede DeMille aprovechando los años previos a la aplicación del código de censura, convierten a esta película en todo menos en religiosa. De hecho, igualmente se podría argumentar que es una película altamente pagana dado el énfasis con que el director se esmera en recrear situaciones altamente morbosas y explícitas.
Alguien podría discutir que lo hace para contraponer el mundo decadente romano de la época de Nerón, uno de los emperadores más tristemente célebres de la Historia, frente a la naciente y poderosa nueva creencia que vino a desmontar los caducos y ya podridos valores del mundo antiguo pero permítanme que lo ponga en duda.
DeMille se recrea, muestra, subraya, trabaja con mimo y esmero (¿una concesión a la avidez del público?) toda clase de escenas escandalosas (para su época, claro, no para hoy) que ilustran la barbarie y el libertinaje a que se encontraba entregado el pueblo romano, mientras que el relato y la descripción que hace de los cristianos es somero, genérico, apenas personal, exceptuando a la protagonista o al chico. Sabemos que adoran a un nuevo Dios y a su Hijo al que llaman Cristo y que son considerados peligrosos (no sabemos muy bien por qué) para el sistema imperial ya que su Dios es superior al César.
Así que, entrando en materia, la película es una sencilla historia de amor entre una cristiana (Elissa Landi) y el prefecto de Roma (Fredric March).
La película ambientada en el año 65 DC, abre con el incendio de Roma y con el salvaje y amanerado Nerón (Charles Laughton en una creación portentosa va a sentar cátedra con su actuación para todos los Nerón que vendrían después, Peter Ustinov incluido en la magnífica Quo vadis), tocando arrobado la lira y componiendo sus malos versos. Será alertado de que el pueblo sospecha de su autoría en la propagación del fuego así que decide culpar a los cristianos y así matar dos pájaros de un tiro.
March será el encargado de hacer cumplir el mandato pero por el camino conocerá a una dulce cristiana y le resultará imposible entregarla a la justicia.
Por otra parte, Popea, la esposa de Nerón, (Claudette Colbert está extraordinaria aquí y me apena muchísimo que no le den más oportunidades de lucir su malévola entidad, sus intrigas se me quedan cortas) está enamorada de Marco y como buena fémina desplazada, en seguida comprende que la desgana de Marco hacia sus atenciones sólo pueden provenir por la presencia de otra mujer. Tomará cartas en el asunto y hará cuanto esté en sus manos por deshacer ese idilio.
Hay cierta intriga interesante por cómo transcurre la historia entre los dos enamorados, March y Landi.
El prefecto no querrá o no podrá comprender en absoluto la fe que le mueve a su enamorada y querrá sacarla de su entorno, hacerle abandonar su fe, sus amigos, sus valores. Se enamora de una cristiana pero quiere convertirla en pagana, curioso, ¿no?.
Ella, otro tanto de lo mismo. Se enamora locamente del prefecto que, sin embargo, representa justo lo que más odiaban los cristianos, el defensor del sistema imperial, de la degradación moral, de las costumbres relajadas y del hedonismo.
Cómo prospera esta historia ya se irá viendo pero ahora quiero entrar, por fin, en la causa por la cual esta peli se hizo famosa y maldita a la vez,
El baño en leche de burra de la Colbert y sus pezones al aire debieron significar un auténtico shock para el público de la época. Aunque, por mucho que digan, no es, ni muchísimo menos, la escena más escandalosa que podría darse en la época. Pero, bueno, !eran las tetas de la Colbert!, no las de cualquier desconocida aspirante.
El erotismo y la insinuación continúa sin descanso a lo largo de todo el film. Laughton reclinado indolente dejándose agasajar por sus esclavos sexuales. La Colbert presentada como ninfómana y bisexual. Las vestimentas de las patricias de la corte, que poco les falta para ponerse en pelotas. La lujuriosa bacanal a la que March obliga a asistir a Landi (y esto confieso que no lo entiendo) mientras invita a una de las más perversas cortesanas a tratar de seducir a su enamorada (¿¿¿¿) con un baile sensual incitador. (Ustedes perdonarán, igual es que soy muy inocente pero a mí me gustaría saber cómo pensaba March seducir a su chica mediante la invitación lésbica de otra). Más bien habría que suponer que si Landi sucumbía a sus encantos las posibilidades de March se verían reducidas a cero. (¿No es ésta otra concesión chorra de DeMille a su fantasía y a la del público?).
Y luego yaaaaaaa, !El despiporre!. !Los juegos en el circo!. !El sello de toda peli de romanos que se precie!. Hay que conceder a DeMille que sin esta peli ninguna de las posteriores hubiera sido posible. "Quo vadis", "Espartaco", "Ben Hur" (¿mezclado con otras cintas mucho más sádicas y depravadas estilo "Calígula"...???). Incluso "La vida de Brian" toma personajes y escenas de este film para realizar su parodia, lo comprobarán si la ven, no les miento. Lo de DeMille en esta película parece un contrasentido de principio a fin y quizá es eso lo que la hace tan interesante a mis ojos. El tipo este no se andaba con chiquitas en sus films y éste es uno de sus ejemplos más notorios.
Perdón, me he ido. Hablaba de los juegos del circo. Imperdibles. Toda clase de escenas macabras, sórdidas y sádicas. Gladiadores, osos, toros, cocodrilos, gorilas, elefantes, doncellas atadas semidesnudas, luchas surrealistas entre mujeres y enanos, desmembramientos, empalamientos... Digamos que las escenas pasan rápidamente sin detenerse y duran apenas unos segundos pero es suficiente. Y todo ello, alternado con la cámara de DeMille dirigiéndose al público de las gradas que observa fascinado, divertido, gozoso, ávido, excitado...Y también nosotros por supuesto. DeMille sabía lo que el público y nosotros tras la pantalla, queríamos. Decididamente no. Esto no es cine religioso.
Bueno, la temática gira en torno a la persecución que sufrieron los cristianos en los tiempos de Nerón pero el tratamiento que le concede DeMille aprovechando los años previos a la aplicación del código de censura, convierten a esta película en todo menos en religiosa. De hecho, igualmente se podría argumentar que es una película altamente pagana dado el énfasis con que el director se esmera en recrear situaciones altamente morbosas y explícitas.
Alguien podría discutir que lo hace para contraponer el mundo decadente romano de la época de Nerón, uno de los emperadores más tristemente célebres de la Historia, frente a la naciente y poderosa nueva creencia que vino a desmontar los caducos y ya podridos valores del mundo antiguo pero permítanme que lo ponga en duda.
DeMille se recrea, muestra, subraya, trabaja con mimo y esmero (¿una concesión a la avidez del público?) toda clase de escenas escandalosas (para su época, claro, no para hoy) que ilustran la barbarie y el libertinaje a que se encontraba entregado el pueblo romano, mientras que el relato y la descripción que hace de los cristianos es somero, genérico, apenas personal, exceptuando a la protagonista o al chico. Sabemos que adoran a un nuevo Dios y a su Hijo al que llaman Cristo y que son considerados peligrosos (no sabemos muy bien por qué) para el sistema imperial ya que su Dios es superior al César.
Así que, entrando en materia, la película es una sencilla historia de amor entre una cristiana (Elissa Landi) y el prefecto de Roma (Fredric March).
La película ambientada en el año 65 DC, abre con el incendio de Roma y con el salvaje y amanerado Nerón (Charles Laughton en una creación portentosa va a sentar cátedra con su actuación para todos los Nerón que vendrían después, Peter Ustinov incluido en la magnífica Quo vadis), tocando arrobado la lira y componiendo sus malos versos. Será alertado de que el pueblo sospecha de su autoría en la propagación del fuego así que decide culpar a los cristianos y así matar dos pájaros de un tiro.
March será el encargado de hacer cumplir el mandato pero por el camino conocerá a una dulce cristiana y le resultará imposible entregarla a la justicia.
Por otra parte, Popea, la esposa de Nerón, (Claudette Colbert está extraordinaria aquí y me apena muchísimo que no le den más oportunidades de lucir su malévola entidad, sus intrigas se me quedan cortas) está enamorada de Marco y como buena fémina desplazada, en seguida comprende que la desgana de Marco hacia sus atenciones sólo pueden provenir por la presencia de otra mujer. Tomará cartas en el asunto y hará cuanto esté en sus manos por deshacer ese idilio.
Hay cierta intriga interesante por cómo transcurre la historia entre los dos enamorados, March y Landi.
El prefecto no querrá o no podrá comprender en absoluto la fe que le mueve a su enamorada y querrá sacarla de su entorno, hacerle abandonar su fe, sus amigos, sus valores. Se enamora de una cristiana pero quiere convertirla en pagana, curioso, ¿no?.
Ella, otro tanto de lo mismo. Se enamora locamente del prefecto que, sin embargo, representa justo lo que más odiaban los cristianos, el defensor del sistema imperial, de la degradación moral, de las costumbres relajadas y del hedonismo.
Cómo prospera esta historia ya se irá viendo pero ahora quiero entrar, por fin, en la causa por la cual esta peli se hizo famosa y maldita a la vez,
El baño en leche de burra de la Colbert y sus pezones al aire debieron significar un auténtico shock para el público de la época. Aunque, por mucho que digan, no es, ni muchísimo menos, la escena más escandalosa que podría darse en la época. Pero, bueno, !eran las tetas de la Colbert!, no las de cualquier desconocida aspirante.
El erotismo y la insinuación continúa sin descanso a lo largo de todo el film. Laughton reclinado indolente dejándose agasajar por sus esclavos sexuales. La Colbert presentada como ninfómana y bisexual. Las vestimentas de las patricias de la corte, que poco les falta para ponerse en pelotas. La lujuriosa bacanal a la que March obliga a asistir a Landi (y esto confieso que no lo entiendo) mientras invita a una de las más perversas cortesanas a tratar de seducir a su enamorada (¿¿¿¿) con un baile sensual incitador. (Ustedes perdonarán, igual es que soy muy inocente pero a mí me gustaría saber cómo pensaba March seducir a su chica mediante la invitación lésbica de otra). Más bien habría que suponer que si Landi sucumbía a sus encantos las posibilidades de March se verían reducidas a cero. (¿No es ésta otra concesión chorra de DeMille a su fantasía y a la del público?).
Y luego yaaaaaaa, !El despiporre!. !Los juegos en el circo!. !El sello de toda peli de romanos que se precie!. Hay que conceder a DeMille que sin esta peli ninguna de las posteriores hubiera sido posible. "Quo vadis", "Espartaco", "Ben Hur" (¿mezclado con otras cintas mucho más sádicas y depravadas estilo "Calígula"...???). Incluso "La vida de Brian" toma personajes y escenas de este film para realizar su parodia, lo comprobarán si la ven, no les miento. Lo de DeMille en esta película parece un contrasentido de principio a fin y quizá es eso lo que la hace tan interesante a mis ojos. El tipo este no se andaba con chiquitas en sus films y éste es uno de sus ejemplos más notorios.
Perdón, me he ido. Hablaba de los juegos del circo. Imperdibles. Toda clase de escenas macabras, sórdidas y sádicas. Gladiadores, osos, toros, cocodrilos, gorilas, elefantes, doncellas atadas semidesnudas, luchas surrealistas entre mujeres y enanos, desmembramientos, empalamientos... Digamos que las escenas pasan rápidamente sin detenerse y duran apenas unos segundos pero es suficiente. Y todo ello, alternado con la cámara de DeMille dirigiéndose al público de las gradas que observa fascinado, divertido, gozoso, ávido, excitado...Y también nosotros por supuesto. DeMille sabía lo que el público y nosotros tras la pantalla, queríamos. Decididamente no. Esto no es cine religioso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
March no se convierte al cristianismo. Él mismo lo afirma. Le es imposible creer en ese Dios. Acepta morir con ella porque su vida sin ella carece de sentido no porque se haya convertido a una nueva religión.
!Ah!. Y otro apunte más (hoy estoy muy hablador). La cruz no era el símbolo del cristianismo en aquella época. Eso vino más tarde. En Quo vadis lo explican bien. En aquellos primeros años la figura de un pez representaba su doctrina y era el símbolo bajo el cual se reconocían.
!Ah!. Y otro apunte más (hoy estoy muy hablador). La cruz no era el símbolo del cristianismo en aquella época. Eso vino más tarde. En Quo vadis lo explican bien. En aquellos primeros años la figura de un pez representaba su doctrina y era el símbolo bajo el cual se reconocían.
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