Buena película ambientada en Kenia en donde los indeseables rastros de la globalización copan el protagonismo hiriendo de muerte a gran parte de la población con la prueba de una vacuna contra la tuberculosis por parte, como no, de una multinacional, en este caso, farmaceútica.
Meirelles borda este trabajo con una fotografía no excesivamente espectacular pero siempre alineada con la realidad de la situación africana.
Intriga y pequeñas sorpresas hasta el final. Buena interpretación de los actores en general, con gran realismo en algunas de las duras escenas.
En fin, buena película aunque la realidad supera a la ficción, por desgracia.

Preciosa película interpretada por un actor por el que siento predilección, Ralph Fiennes está impresionante y Rachel Weisz demuestra que es algo más que una cara bonita. Preciosa música y mejor final. Hubo momentos en los que podía sentirme totalmente identificada con el personaje de Fiennes, momentos realmente emotivos.
La novela está bien, pero la película, definitívamente, la supera.

Obra tensa, triste y cruda sobre la corrupción y el abuso de los países desarrollados sobre los países subdesarrollados. Es una buena película que te cautiva, te transmite indignación, te pone a cien y al final te deprime. Si éstos eran los objetivo perseguidos, la película es muy eficaz y por lo tanto una buena película; ademas, no puede aburrir a nadie. No obstante, no llego a clasificarla de excelente por cuanto, a mi entender, carga exageradamente los aspectos más dramáticos y alcanza, o por lo menos roza, la demagogia. Demasiada perversidad y demasiada corrupción.
Por otra parte, me ha sorprendido leer algunas críticas, pocas la verdad, que hayan conceptuado esta película como “estándar y previsible”. A mí me ha parecido, totalmente lo contrario, absolutamente atípica y nada previsible. Los que no soportan las películas de denuncia deberian abstenerse.

Lo realmente bueno de esta película es que su historia se nos hace creíble, algo que es muy bueno para una película que se puede considerar de denuncia. A ello ayudan las grandes interpretaciones de todos sus actores, en especial de Rachel Weisz que este año debería ser una de las candidatas a los oscar como mejor actriz secundaria, por la humanidad que otorga a su personaje.
Lo malo es sin duda el montaje esquizofrénico que lleva a cabo su director, no hacen falta mil fotogramas para ver a Ralph Fiennes cogiendo el metro. Es lo malo de algunos directores que quieren ser considerados autores y hacerse notar. Pues si se hace notar pero para mal.
A pesar de todo me quedo con lo positivo.

Este trabajo de Meirelles es una de esas películas que pueden parecer más o menos atractivas, pero que, sin duda, es una película necesaria.
Es hora de que se denuncien algunos de los abusos que la sociedad occidental está haciendo en el tercer mundo y en su propio seno. Meirelles lo hace de una forma valiente, aunque en determinadas ocasiones observo un exceso de sentimentalismo que desvía la atención de los elementos de denuncia realmente importantes.
En fin, una película que hace que nos preguntemos si lo que tenemos puede considerarse civilización.