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La noche del cazador

Intriga. Drama. Cine negro. Thriller Tras realizar un atraco en el que han muerto dos personas, Ben Harper regresa a su casa y esconde el botín confiando el secreto a sus hijos. En la cárcel, antes de ser ejecutado, comparte celda con Harry Powell y en sueños habla del dinero. Tras ser puesto en libertad, Powell, obsesionado por apoderarse del botín, va al pueblo de Harper, enamora a su viuda y se casa con ella. (FILMAFFINITY)
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8
20 de febrero de 2009 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es, sin duda, una película muy interesante, que no tuvo demasiado éxito cuando fue estrenada y que, como consecuencia de ello, supuso el comienzo y el final de la carrera como director del extraordinario y polifacético actor británico Charles Laughton. Una lástima.

Laughton se había quedado prendado con una novela de Davis Grubb, publicada en 1953, y dos años más tarde comienza el rodaje. Como les ha ocurrido a muchos actores de enorme prestigio a lo largo de la historia del cine, cuando se ponen detrás de la cámara intentan realizar algo que les era imposible hacer en su otra faceta profesional, ya sea por falta de ideas o por las restricciones de producción. En este caso, el director debutante intentó realizar una película distinta, que se saliera de los parámetros trillados por la industria, y que fuera una reflexión sobre el propio séptimo arte. Consiguió sobradamente lo que pretendía.

Para empezar pertenece a un género inclasificable. Hay momentos de película de terror, otros en donde el suspense predomina, algunos que nos recuerdan los ecos de Fritz Lang y del expresionismo alemán, etc. Y todo ello con un envolvente que estaría cerca de una estética de cuento infantil, estilizada y onírica, pero que sobrepasa los límites temáticos de esa categoría porque nos adentra en el mundo de lo poético e incluso de lo sicoanalítico. Leer esto puede ser disuasorio para el posible espectador, pero conviene aclarar que el resultado es brillante e incluso divertido. Es decir, lo tiene todo.

Hay también un aroma brechtiano en esta película que huye del naturalismo fotográfico. Al fin y al cabo, Laughton y Bertold Brecht se habían conocido en Estados Unidos e incluso habían trabajado en algún proyecto común al término de la segunda guerra mundial.

Los actores están soberbios y la mayoría de ellos proceden del teatro. Lillian Gisch había sido actriz sobre el escenario desde muy pequeña y nada menos que David Wark Griffith se la llevó a la pantalla convirtiéndola de uno de los iconos del cine norteamericano. ¿Qué decir también de Shelly Winters, uno de los nombres más importantes del Actor´s Studio de Nueva York? Ambas actrices de raza comparten el protagonismo con Robert Mitchum que encarna de manera extraordinaria el personaje de un predicador asesino, con un pie puesto en el histrionismo y otro en la locura. Ellos, junto con los niños y el resto del reparto, se convierten en un elemento indispensable para comprender los valores de la película.

Otros son la fotografía de Stanley Cortez, extraordinaria, y la banda sonora compuesta por Walter Schuman. Crean un ambiente indefinible, de sueño y de realidad, que atrapa desde los primeros compases.

Película inquietante y hermosa, llena de sugerencias y con un significado abierto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un hombre deja al cuidado de sus hijos pequeños el dinero que había robado. Los niños defenderán su secreto con uñas y dientes ante las acometidas de un predicador, asesino sin escrúpulos, que se casa con su madre para conseguir arrebatárselo.
9
22 de agosto de 2009 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robert Mitchum encarna a un predicador con sombrero. Un auténtico psicópata vestido de cordero, siempre manipulando a la gente, convenciendo de sus buenas intenciones y propósitos aunque es un ave de rapiña, totalmente falto de conciencia de culpa y dispuesto a acabar con quien sea para lograr sus fines, siempre con alguna frase bíblica en los labios que le venga a cuento. En la prisión se entera de que el padre de dos chicos escondió una fortuna. Lo que sobreviene para los chicos es temible ya que el predicador seduce a la madre viuda y se casa con ella. El objetivo siguiente es que las criaturas develen el secreto bien guardado. La película atrapa bastante, Mitchum en una muy lograda actuación, los chicos también. La cinta tiene escenas poéticas, por ejemplo cuando se suceden las horas desde la noche hasta el amanecer, con el progreso de la luna, contemplada desde un cobertizo en cuyo interior los niños prófugos están durmiendo, o cuando los mismos chicos se desplazan remando lentamente en un bote por un lago, seguramente del sur estadounidense, con deslumbrantes encuadres; las escenas son realmente plásticas y hasta poéticas y refleja la lucha del mal contra la inocencia infantil. Salvando algunas escenas un poco ingenuas de ocasionales fugas de los chicos, es una película redonda y muy recomendable.
9
23 de abril de 2010 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apabullante. La película nos muestra el lado más oscuro del cristianismo, de la hipocresía del puritanismo y de la falsa caridad. Todo ello contado como un cuento con dos niños como protagonistas. Con un malo que en el contexto de un cuento representaría al hombre del saco. Este personaje a su vez denota a un falso predicador cuyo prestigio sólo por su indumentaria y su forma de hablar es intachable a pesar de ser en realidad un psicópata asesino que cree hablar con dios y lo interpreta con toda la libertad del mundo.
Las mujeres, necias e insensatas, son terrenales, carnales, pero la hipocresía de su puritanismo les lleva a combatir contra ellas mismas y a ser dominadas por el predicador.
El niño es la imagen más pura, más limpia, más sensata y más inteligente. Cuando al principio de la película el padre le confía el dinero a él por tener más sentido común que su madre te quedas sorprendido; más tarde lo entiendes, el niño, por tener menos prejuicios, es capaz de no dejarse llevar por las tergiversaciones y las manipulaciones del malo.
Finalmente salimos del panorama pesimista de los necias mujeres, de los niños casi atrapados y del falso predicador conociendo al verdadero cristianismo y a la sincera caridad, con una mujer, si, con una mujer capaz de llevar ella sola a cinco niños que ni siquiera son suyos. Un soplo de esperanza para los protagonistas envueltos en un mundo de depresión oscuro e inhóspito.
9
22 de diciembre de 2010 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La noche del cazador" es un mirlo blanco del cine clásico estadounidense. Un anacronismo cinematográfico; una pieza que no encaja en el puzzle. Su condición de película especial, donde cada plano suyo la distingue de todo lo hecho hasta el momento -y buena parte de lo hecho a posteriori, si bien sería el pistoletazo de salida del sub-género del psicópata en el thriller psicológico- fue la que la hizo fracasar en su estreno y la que la hizo levantar revuelos en el público del momento, comprensiblemente poco preparado para el espectáculo del único largometráje dirigido por el actor Charles Laughton; una pena, aunque eso hace cobrar aun más empaque a esta película.

Y es que la película tiene una atmósfera extraña desde el principio. Desde los créditos entramos en una noche muy oscura bañada con la luz de estrellas demasiado brillantes. Los niños como protagonistas, la inocencia, su pureza. Al otro lado, la locura de los hombres mayores, el predicador cínico, ese mentiroso ladrón y asesino con los puños tatuados, Robert Mitchum en una interpretación antológica. Verlo cabalgar enfundado en su traje negro mientras canta el "leeeaaaning" da escalofríos. Además la película destila una crueldad y un sadismo también inusitado, insinuado brillantemente y también explícito, destacando ese plano del coche hundido en el río, una joya macabra clásica que más recuerda al expresionismo alemán de principios de siglo que a la estética del Hollywood de los estudios, ya a principios del declive en 1955.

La película, que ciertamente pierde fuelle a partir de la travesía por el río y se introduce en senderos más pedregosos a partir de entonces, con ciertos comentarios y actitudes cuestionablemente sexistas y licencias artísticas relacionadas con la naturaleza. Aun así no deja de ser un maravilloso thriller de un terror inquietante, un toque de originalidad inusitada para la época con un villano estremecedor, una crítica a la iglesia poco o nada disimulada y con un Mitchum para el recuerdo.
8
14 de enero de 2011 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha sorprendido encontrar esta película, en algunas clasificaciones, en la sección "cine negro".
No soy un experto, ni mucho menos, pero no la considero una película de Cine Negro.
Acepto la coincidencia con el cine negro en ese acercamiento formal al expresionismo, en la utilización metafórica donde se describe la acción, la fotografía con una luz claroscura y esas escenas nocturnas en las que se juega con las sombras (como p.e en la que él aparece montado a caballo por un camino).
Pero toda la argumentación de la película, los personajes y sus perfiles de comportamiento me recuerdan, más bien, a un cuento, si se quiere "para mayores". Ogros, brujas buenas, niños-hermanos huérfanos que huyen del mal........ un cuento más que cine negro.
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