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La noche del cazador

Intriga. Drama. Cine negro. Thriller Tras realizar un atraco en el que han muerto dos personas, Ben Harper regresa a su casa y esconde el botín confiando el secreto a sus hijos. En la cárcel, antes de ser ejecutado, comparte celda con Harry Powell y en sueños habla del dinero. Tras ser puesto en libertad, Powell, obsesionado por apoderarse del botín, va al pueblo de Harper, enamora a su viuda y se casa con ella. (FILMAFFINITY)
Críticas 232
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6
18 de marzo de 2012 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de que no me ha entusiasmado esta película tampoco tengo pensado entrar a degüello. No sería justo negarle el pan y la sal a una cinta que en 1955 se atreve a plantear una historia con la postura narrativa que adopta Charles Laughton.

El guión está cargado de buenas y valientes intenciones. Otra cosa es que durando poco más de 90 minutos el filme por momentos se haga largo, especialmente por el recargado tono onírico que tiene la historia partir de la mitad. También la interpretación de Robert Mitchum me ha parecido impresionante. Donde es muy fácil caer en la exageración el protagonista no sólo mantiene la distancia de seguridad sino que nos regala algunos momentos magistrales.

El resto de la película no me ha calado. Hasta la mitad me parecía una obra maestra pero a partir de que los niños se montan en el bote la historia empieza a perder fuelle. Las sobreinterpretaciones de la práctica totalidad del reparto, que hasta el 50% del metraje perfectamente podían considerarse pecados veniales, de pronto resultan cargantes y molestas. Inexplicablemente también el nivel narrativo mantenido hasta el momento se tambalea a partir de la huida de los niños río abajo, posiblemente porque los tijeretazos del montaje se hacen más indiscriminados e injustificados y, como ya he comentado, el discurso narrativo se vuelve más onírico.

Uno primeros 45 minutos excepcionales que, sin justificar el resto, son suficientes como para superar el 5 y, por qué no, darle una oportunidad a una película que según gente que sabe de esto la considera todo un clásico.
8
5 de mayo de 2013 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando pensamos como empezar una crítica intentamos agarrar la sustancia de la misma y plasmarla como idea inicial. En este caso nos quedamos un poco en blanco, ya que el tema genérico que trata es sumamente vago. Es de aquellas películas en que dudas en si te están tomando el pelo o aquello que explica es sublime. Habéis acertado, yo soy de la segunda opinión puesto que plasma en imágenes algo que es imposible describir con palabras. Parece más un cuento de hadas que un film realizado en 1955, época en la que el cine negro estaba en todo su esplendor. Seguramente el gran Robert Mitchum hubiera deseado que su aparición, por otro lado antológica, hubiera sido más "normal", y pongo las comillas por qué su personaje es altamente extraño y contradictorio.

Mencionar que la imagen de Mitchum con las manos extendidas y con los nudillos con las inscripciones de LOVE y HATE (amor y odio), es uno de los iconos de la historia del cine, aunque más bien le sobraría la de LOVE ya que el personaje que interpreta, Harry Powell, es todo maldad, capaz incluso de asesinar a cuantas viudas se pongan en su camino y a unos niños inocentes.

Ben Harper está en la cárcel por el robo de un banco y el asesinato de dos personas. Antes de morir en la horca coincide en la prisión con el reverendo Harry Powell, encarcelado por robar un coche a una pena de 30 días. Durante su coincidencia en la misma celda Ben le cuenta en sueños que esconde el botín del robo. Harry hará todo lo posible por encontrarlo. Todo.

Obra sumamente denostada y también admirada. No deja indiferente a nadie, hay que verla con sumo mimo, es una película, en mi opinión, delicada, casi infantil. El uso y quizás un poco abuso del tema religioso la hace diferente. Parece que su director Charles Laughton quiso vengarse de la educación tan estricta que tuvo y se mofa del tema religioso aunque veladamente. Tan velada como lo fue también su oculta homosexualidad. Comentar que fue su única película como director al recibir por la misma unas críticas salvajes y totalmente inmerecidas.

El guión de James Agee, basado en una novela de Davis Grubb, es magnífico, refleja como nadie la dualidad antes mencionada. Nos lleva, a través de unas imágenes sacadas de la chistera de un mago loco, por unos caminos que nunca antes se habían explorado. Film adelantado a su tiempo en cuanto también a la fotografía, y con algunas escenas realmente antológicas. En cuanto a las interpretaciones, aparte del gran y acertadísimo Robert Mitchum, del cual hemos hablado antes, destacar a los niños Billy Chapin y Sally Jane Bruce. Mencionar la breve aparición de un jovencísimo Peter Graves.

Todo un clásico del cine de todos los tiempos. De visión obligada para todo amante del séptimo arte. Imprescindible, onírica, arriesgada y, permitirme, maravillosa.

http://www.terrorweekend.com/2013/05/la-noche-del-cazador-review.html
10
31 de julio de 2013 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escribo esta crítica no pasando por alto las irrelevantes críticas de hace más de cincuenta años al cineasta Charles Laughton. De no haber sido así, el director podría habernos deleitado muchas más veces con su sutileza a la hora de retratar a sus personajes enigmáticos. Laughton, después de las horrorosas críticas que se amontonaban en él como lápidas, no dirigió ninguna película. Y por eso, aunque las respeto, me horroriza leer un juicio hacia este nobel del cine. Aún así, hay gente ahora que todavía enjuicia a Laughton. He leído críticas que calificaban a este film como "una película aburrida y muy oscura". Desde luego estas personas ven películas al nivel de las desastrosas secuelas y remakes de Hollywood.
Dejo detrás a las críticas y me dirijo al film. Más que una película es un cuento de hadas, el grotesco asesino y los niños huérfanos que deben escapar de él. Sus canciones son como el aullido de un zorro. Cuando la mujer que cuida los niños está esperando con una escopeta al criminal, que está fuera, Robert Mitchum es como el mismísimo fantasma de un zorro aullador con su "Leaning", una melodía que recuerda al día después de un ahorcamiento. La fotografía de la película, como en la escena del granero y el caballo es una obra maestra digna de apreciar.
Y no sólo es un cuento por eso. No pasan desapercibidas las secuencias irrelevantes, pero que llenan la película del ambiente de un cuento de hadas. Un cuento de hadas que pasará a la escena por ser una de las mejores películas del cine negro.
4
9 de diciembre de 2023 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No juzguéis. La tienda. Al río.
El personaje principal es demasiado bufonesco como para tomárselo mínimamente en serio (solo hay que ver cuando se pone a hacer pucheros), hecho que castiga o condiciona a los demás elementos de la película que también son en buena medida caricaturescos, sin humor cómicos, y así mismo los personajes y su psicología o acciones están cortados a hachazos, a grandes rasgos, de forma un tanto anárquica y atropellada acelerada, por lo que igualmente pierden peso o sentido, rigor, oficio, y por lo que la suma de todo ello provoca que la narración resulte endeble, anodina, sin fuste ni raíces, a la buena de dios, como una especie de broma sorda, es decir, como comedia no tiene gracia, y como drama es un chiste, con lo que al final solo te puedes agarrar a algún plano bonito (el de ella bajo el agua es el más impactante, los de los animales son más obvios y los juegos de luces y sombras un alarde), haberlos, haylos, muchos, muchísimos, quizás obsesivamente buscados, caiga quien caiga, a alguna canción melancólica sugerente o a alguna idea ocasional de cámara/concepto o montaje brillante, ya que hasta la posible fuerza religiosa alegórica que subraya/subyace durante toda la obra, el conflicto entre el bien y el mal, queda en nada, en agua de borrajas, hasta esa posible ambigüedad del predicador que es el mismo diablo, un jinete pálido, un enviado del más allá, Sleepy Hollow, profundo carmesí, que es tentador y casto y al que en verdad solo parece preocuparle el dinero, su único vicio, pero bueno, tampoco mucho sabemos, que le mueve el odio (cuando hace ese juego/forcejeo o pelea de conceptos y manos también es muy lamentable), a las mujeres muy especialmente (se podría pensar que esa ira salvaje abrasiva se debe a que odia su propio deseo y, por consiguiente, el deseo en el mundo, el deseo físico como máximo representante de lo humano como pecado, manzana y caída, visto desde cierto fanatismo religioso reprimido hipócrita tan gringo), o en verdad a todo bicho viviente, y basta.
Y abusa de primeros planos del niño que en ocasiones, por las caras que pone de desconcierto y estupor, son absurdos y Lilian Gish está bien, pero igual que el resto, es muy superficial su personaje.
Un cuento desangelado, preciosista, delicado, flojo, interesante y curioso que nunca encuentra o acierta con el tono, que queda en dos pingajos y un palo, a mitad de camino de ninguna parte, La isla del tesoro, en poesía expresionista tan lograda como inane en su contexto o mensaje o debate o propuesta. Guapo envoltorio y ópera bufa de fondo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tom Sawyer, El cabo del miedo, El fuego y la palabra, Matar a un ruiseñor.
Se puede ver finalmente como una crítica al extremismo puritano protestante o un canto a los niños perdidos de la generación del crack del 29, la gran depresión, Bonnie and Clyde, las uvas (o pepitas, gajos) de la ira, pero lo ya comentado, como mucho gesto hermoso raro lírico con poco sustento o sustrato.
Los gitanos y el caballo de Turín.
El recurso de tener que ponerles a hablar solos, al tendido, al mismo Dios o Demonio, demuestra carencia o desconfianza en lo que cuentas, innecesario, completamente.
Muerte en los pantanos.
La semana del asesino.
A veces parece que la película va a cámara rápida y otros momentos que se sosiega hasta el límite, como si la dirigieran dos personas diferentes.
Quizás el mejor momento de la película sea cuando el mal (puritano) y el bien (puritano) cantan a la vez (ella con la escopeta o rifle en la noche parece salida de una obra de Hawks o Ford, como Wayne o Martin, ángel de la guarda), el sexo como campo de batalla, la niñez como trofeo ya que, en principio, todavía no ha sido corrompida por el deseo y la carne y el mundo.
Y hay otros que narrativamente resultan muy forzados, como cuando llega al pueblo Mitchum al final donde están los niños y se dirige a la adolescente casquivana y le pregunta por el paradero de los críos, pero ya parece que lo sabe y, claro, no tenemos idea de cómo lo ha averiguado, como si la película hubiera sido cortada, o al final, cuando la policía llega y lo detienen y lo llaman por su nombre, como si esa parte en la que le persiguen también nos la hubiesen escamoteado en el montaje final. Película, en todos los sentidos, llena de arritmias, descompensaciones, irregularidades, incoherencias internas, cambios de tono y mirada, de paso y de todo, como si estuviera hecha de pedazos diversos pegados un poco al tun tun o a la buena de dios, como si su creador tuviera varias personalidades más o menos preponderantes unas y otras dependiendo del día, como si no hubiese nadie, o nunca el mismo, realmente al mando, yo contengo multitudes, soy cooperativa, comuna, hidra, el hombre de las mil caras, mil gritos tiene la noche, turbamulta, o como si alguien le hubiera saboteado la película desde arriba, a mala idea, el productor o el que sea o fuere, un con pintas, en todo caso, cabrón de muy señor mío.
Tiene algo, también de cine mudo. Sutileza y trazo grueso a la vez.
Muchos actos quedan simplemente iniciados (esbozados) y no son desarrollados o en los que no se profundiza.
Tennessee Williams, La noche de la iguana, el gótico americano.
Pobre Shelley Winters, siempre le daban papeles de sufridora, de mujer poca cosa, mosquita muerta, víctima propiciatoria, pobrecica, pavisosa, cuando tenía materia prima de sobra para haber(se)le sacado mucho más partido, Un lugar en el sol.
La sinfonía de la vida. Frankenstein.
Solo se puede entender la entrega final del niño al asesino como el recuerdo del padre al que también atrapó la policía delante de sus narices.
Meridiano de sangre. El guardián entre el centeno
7
23 de octubre de 2008 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Único film dirigido por el gran actor Charles Laughton, montado alrededor del lucimiento de Robert Mitchum, en un malvado papel que perdurará para siempre.
El film, tal vez un tanto sobrevalorado, trata con esmero los métodos maquiavélicos y la agresividad tácita que después heredarían cintas como "El cabo del terror" y "La mano que mece la cuna". Parece que sólo el pequeño tiene calado a Mitchum, convirtiéndose en su verdadero competidor, mostrándose aquél un tanto torpe siempre que está a punto de atraparlos.
La cinta, con un final moralista, contienen algunos momentos ciertamente destacables: el crimen en la habitación, la primera noche de los niños en la barca a la deriva con el canto de la pequeña, o aquella en la que la anciana aguarda en el porche de su casa en penumbra y con un rifle en el regazo.
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