Piso de soltero
8.4
83,834
Comedia. Romance. Drama
C.C. Baxter (Jack Lemmon) es un modesto pero ambicioso empleado de una compañía de seguros de Manhattan. Está soltero y vive solo en un discreto apartamento que presta ocasionalmente a sus superiores para sus citas amorosas. Tiene la esperanza de que estos favores le sirvan para mejorar su posición en la empresa. Pero la situación cambia cuando se enamora de una ascensorista (Shirley MacLaine) que resulta ser la amante de uno de los ... [+]
16 de octubre de 2010
16 de octubre de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vale es verdad que 50 años después de su estreno, ha quedado desfasada en algunos aspectos. Por ejemplo: El trabajo de Shirley MacLaine de ascensorista ya ni existe; el mando de la tele que tiene Jack Lemmon es como de chiste; El tocadiscos es de binilo; los hornillos ahora no son de gas y muchas otras.
Pero no olvidemos que la intenciön del genio Billy Wilder no era que la tecnología de sus obras fuera permanente, ni mucho menos. El se interesaba por las personas y el modo en que nos relacionamos. Haciendo especial hincapié en el concepto tan marginado pero tan cotitano de la prostitución, buscando el límite que todos tenemos en precio que pagan por nosotros los demás estamentos de la sociedad, o que incluso ya han pagado sin que nos hayamos dado cuenta. Pero esto no lo hace de una manera bestial, debastadora, sin esperanza y humillante. Sino que utiliza su gran habilidad como director y al brillante reparto encabezado por unos fuera de serie como son Jack Lemmon y Shirley MacLaine para contárnoslo sin perder el sentido de humor, basando su trabajo en la ironía y la sátira de la sociedad contemporánea, que en muchos de los aspectos si que no ha cambiado para nada. Es ahí donde reside todo su valor.
Sinceramente me sigue pareciendo una verdadera maravilla, un magnífico ejemplo de por qué el cine se considera un arte.
Pero no olvidemos que la intenciön del genio Billy Wilder no era que la tecnología de sus obras fuera permanente, ni mucho menos. El se interesaba por las personas y el modo en que nos relacionamos. Haciendo especial hincapié en el concepto tan marginado pero tan cotitano de la prostitución, buscando el límite que todos tenemos en precio que pagan por nosotros los demás estamentos de la sociedad, o que incluso ya han pagado sin que nos hayamos dado cuenta. Pero esto no lo hace de una manera bestial, debastadora, sin esperanza y humillante. Sino que utiliza su gran habilidad como director y al brillante reparto encabezado por unos fuera de serie como son Jack Lemmon y Shirley MacLaine para contárnoslo sin perder el sentido de humor, basando su trabajo en la ironía y la sátira de la sociedad contemporánea, que en muchos de los aspectos si que no ha cambiado para nada. Es ahí donde reside todo su valor.
Sinceramente me sigue pareciendo una verdadera maravilla, un magnífico ejemplo de por qué el cine se considera un arte.
11 de marzo de 2011
11 de marzo de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buddy, "amiguete", es todo un símbolo y una muestra de lo que creo es el ser humano en general si no, no entiendo cómo todavía seguimos adelante. Cómo no nos hemos hundido ya, cómo no nos hemos volado al aire hace mucho tiempo. Alguien debe sostener y equilibrar todos desequilibrios causadas por los megalómanos, inmaduros, necios, retrógrados, codiciosos, avaros y ego centristas. Y la gente de a pie, como Buddy, son las que equilibran el balance. Se deja "aprovechar" por estos inmaduros, siendo fiel y consciente de lo que es: uno de lo que otros se aprovechan y por muy contradictorio que suene es dueño de sus actos y elige de quien ser "aprovechado", de poder irse si quiere así sin más sin ninguna atadura física (tan poco de mala consciencia), a cualquier otra ciudad. Billy Wilder nos conduce por la película de forma magistral y suave con una sonrisa en la cara (en este caso no de cinismo, para eso está "En bandeja de plata"), riéndose con nosotros, no de nosotros.
29 de julio de 2011
29 de julio de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Comedia? A mí personalmente me ha hecho reir muy poco, desde el principio la percibí muy amarga, no sé definir muy bien lo que sentía, una especie de impotencia por la pasividad y la ambición poco ambiciosa del bueno de Baxter. Bastante contradictorio y muy interesante por ello.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La señorita Kubelik me encanta al principio, pero según transcurre la película voy entendiéndola menos, no compendo como una chica - que al principio parecía tan lista y que además y todavía es encantadora y guapa - esté enamorada de un hombre que, a leguas se nota, no tiene buenas intenciones. No termina de cuadrarme.
He leído por ahí que radica en su autoestima, puede ser, aunque al principio se nos presenta tan segura ella...que no puedo llegar a comprender del todo que intente suicidarse por un hombre tan simplón. Las apariencias engañan y es lo que me gusta de esta película, la complejidad moral de los protagonistas principales.
La evolución de Baxter que, al final, decide convertirse en un ser humano,[i] ein Mensch[/i] y la de la señorita Kubelik ,que se da cuenta que está al lado de un hombre que vale poco, me gustó mucho, la verdad es que, por un momento, pensé que podía acabar de otra forma.
Yo creo que al final Kubelik no se da cuenta de que estaba enamorada de él, sino que a partir de entonces sí podía llegar a hacerlo.
¿De quién nos enamoramos?
No estoy del todo segura si realmente no elegimos de quién nos enamoramos…yo creo que de cierta forma muchos sí lo hacen. Nos enamoramos de alguien a quien podemos mirar a los ojos sin tener que encorvarnos, en mi caso no me importa empinarme, mejor todavía si la persona amada es mejor que yo.
No sé, cuando apareció Kuvelic pensé que era de esas personas.
He leído por ahí que radica en su autoestima, puede ser, aunque al principio se nos presenta tan segura ella...que no puedo llegar a comprender del todo que intente suicidarse por un hombre tan simplón. Las apariencias engañan y es lo que me gusta de esta película, la complejidad moral de los protagonistas principales.
La evolución de Baxter que, al final, decide convertirse en un ser humano,[i] ein Mensch[/i] y la de la señorita Kubelik ,que se da cuenta que está al lado de un hombre que vale poco, me gustó mucho, la verdad es que, por un momento, pensé que podía acabar de otra forma.
Yo creo que al final Kubelik no se da cuenta de que estaba enamorada de él, sino que a partir de entonces sí podía llegar a hacerlo.
¿De quién nos enamoramos?
No estoy del todo segura si realmente no elegimos de quién nos enamoramos…yo creo que de cierta forma muchos sí lo hacen. Nos enamoramos de alguien a quien podemos mirar a los ojos sin tener que encorvarnos, en mi caso no me importa empinarme, mejor todavía si la persona amada es mejor que yo.
No sé, cuando apareció Kuvelic pensé que era de esas personas.
23 de enero de 2012
23 de enero de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decir que El apartamento es una de las mejores películas de uno de los mejores directores de la historia del cine es aval más que suficiente para presentarla. Simple y compleja, está llena de excesos camuflados entre la cotidianidad de dos vidas grises.
Billy Wilder dirige una de sus películas más completas. Con su característico estilo en el que la acción en pantalla no se separa nunca del argumento principal, Wilder nos cuenta la historia de un pobre diablo que representa fielmente esa situación tan clásica de perder la dignidad para buscar un bien que se supone más preciado. Billy Wilder va transformando al protagonista poco a poco, haciendo que se dé cuenta de que en realidad, lo que más echa de menos, es lo que siempre ha tenido. Ese es un argumento que se utiliza hoy día en un gran porcentaje de películas de forma chiclosa, pero que el magnífico cineasta polaco supo contar aquí como pocas veces se ha hecho. Wilder se basa en el realismo de sus personajes para plantear la situación sin recurrir al sentimentalismo barato. Su labor se sustenta en plantear situaciones creíbles por muy exageradas que sean y en dejar que los personajes actúen en función de la personalidad perfectamente definida de la que están dotados. Así pues, tenemos a un protagonista que vende su vida porque no tiene nada por lo que luchar, pero que es capaz de rebelarse contra sus jefes con tal de defender aquello que, por casualidades de la vida, ha caído en sus manos: la importancia de los valores de uno mismo.
Jack Lemmon está estupendo, como siempre. En aquella época, había grandes actores en el cine que eran famosos por su escandalosa teatralidad (bien llevada), pero Jack Lemmon era un actor de cine en todos los sentidos. El soberbio personaje que diseña Wilder, se convierte en toda una realidad de la mano del gran actor. Shirley MacLaine, que encarnaba la belleza más natural, está a la altura de Lemmon. Ambos contruyen una pareja formidable ante las cámaras, con una complicidad que va más allá de las palabras y que se crece gracias a la química de dos personajes que, en cierto modo, son dos caras de la misma moneda. Fred MacMurray sí era un actor más "convencional" en aquel momento, viviendo mucho de su expresividad facial (cercana al cine mudo) y de unos movimientos exagerados que, no obstante, no le hacían caer en la sobreactuación. Aquí, en El apartamento, da buena muestra de ello.
Resumiendo, que es gerundio: El apartamento es una obra fundamental de la filmografía de cualquier cinéfilo y una película imprescindible para todo aquel que quiera entender las bases del séptimo arte. Una película ordenada pero loca, simpática pero cínica, amable pero amarga y, sobretodo, trágica per muy divertida.
Billy Wilder dirige una de sus películas más completas. Con su característico estilo en el que la acción en pantalla no se separa nunca del argumento principal, Wilder nos cuenta la historia de un pobre diablo que representa fielmente esa situación tan clásica de perder la dignidad para buscar un bien que se supone más preciado. Billy Wilder va transformando al protagonista poco a poco, haciendo que se dé cuenta de que en realidad, lo que más echa de menos, es lo que siempre ha tenido. Ese es un argumento que se utiliza hoy día en un gran porcentaje de películas de forma chiclosa, pero que el magnífico cineasta polaco supo contar aquí como pocas veces se ha hecho. Wilder se basa en el realismo de sus personajes para plantear la situación sin recurrir al sentimentalismo barato. Su labor se sustenta en plantear situaciones creíbles por muy exageradas que sean y en dejar que los personajes actúen en función de la personalidad perfectamente definida de la que están dotados. Así pues, tenemos a un protagonista que vende su vida porque no tiene nada por lo que luchar, pero que es capaz de rebelarse contra sus jefes con tal de defender aquello que, por casualidades de la vida, ha caído en sus manos: la importancia de los valores de uno mismo.
Jack Lemmon está estupendo, como siempre. En aquella época, había grandes actores en el cine que eran famosos por su escandalosa teatralidad (bien llevada), pero Jack Lemmon era un actor de cine en todos los sentidos. El soberbio personaje que diseña Wilder, se convierte en toda una realidad de la mano del gran actor. Shirley MacLaine, que encarnaba la belleza más natural, está a la altura de Lemmon. Ambos contruyen una pareja formidable ante las cámaras, con una complicidad que va más allá de las palabras y que se crece gracias a la química de dos personajes que, en cierto modo, son dos caras de la misma moneda. Fred MacMurray sí era un actor más "convencional" en aquel momento, viviendo mucho de su expresividad facial (cercana al cine mudo) y de unos movimientos exagerados que, no obstante, no le hacían caer en la sobreactuación. Aquí, en El apartamento, da buena muestra de ello.
Resumiendo, que es gerundio: El apartamento es una obra fundamental de la filmografía de cualquier cinéfilo y una película imprescindible para todo aquel que quiera entender las bases del séptimo arte. Una película ordenada pero loca, simpática pero cínica, amable pero amarga y, sobretodo, trágica per muy divertida.
26 de agosto de 2013
26 de agosto de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas de Billy Wilder, cuanto menos, te dejan una sensación de trabajo impecable, bien hecho, y de un guión perfectamente llevado que funciona como un reloj. Se trata de apuestas seguras de entretenimiento y brillantes actuaciones.
En el apartamento, vemos a un Jack Lemmon esplendoroso, rodeado de secundarios geniales encarnando a personajes impagables (Dr. Dreyfuss y su señora, los directivos que acosan a Baxter) y a una tierna Shirley MacLaine que encandila al espectador con su interpretación de Fran Kubelik y que se come la pantalla en sus enfrentamientos dramáticos con Jeff D. Sheldrake (Fred MacMurray).
Guión perfecto del propio Wylder e I.A.L. Diamond y puesta en escena sobresaliente en la historia de C.C. Baxter, a quién los directivos de la empresa asedian una y otra vez para que les preste su piso y puedan consumar sus infidelidades.
Metiendo el dedo en la llaga sutilmente para retratar el pecado original de una sociedad norteamericana y por extensión la occidental, que maquilla con convencionalismos y apariencias sus propias contradicciones (¿?).
La película funciona de la mejor manera en base a una planificación portentosa y no faltan elementos de suspense: "Hitchock definió una vez que el suspense era algo que conocía el espectador y desconocía el personaje. Wilder lo aplica aquí en una tragicomedia, y lo hace de forma asombrosa, como sólo él sabía hacerlo" (Blogdecine).
Escenas memorables como la partida de cartas en la cama, la reanimación de Miss Kubelik, el descubrimiento del espejo roto y su contrapartida en el espejo del baño de Baxter.
En el apartamento, vemos a un Jack Lemmon esplendoroso, rodeado de secundarios geniales encarnando a personajes impagables (Dr. Dreyfuss y su señora, los directivos que acosan a Baxter) y a una tierna Shirley MacLaine que encandila al espectador con su interpretación de Fran Kubelik y que se come la pantalla en sus enfrentamientos dramáticos con Jeff D. Sheldrake (Fred MacMurray).
Guión perfecto del propio Wylder e I.A.L. Diamond y puesta en escena sobresaliente en la historia de C.C. Baxter, a quién los directivos de la empresa asedian una y otra vez para que les preste su piso y puedan consumar sus infidelidades.
Metiendo el dedo en la llaga sutilmente para retratar el pecado original de una sociedad norteamericana y por extensión la occidental, que maquilla con convencionalismos y apariencias sus propias contradicciones (¿?).
La película funciona de la mejor manera en base a una planificación portentosa y no faltan elementos de suspense: "Hitchock definió una vez que el suspense era algo que conocía el espectador y desconocía el personaje. Wilder lo aplica aquí en una tragicomedia, y lo hace de forma asombrosa, como sólo él sabía hacerlo" (Blogdecine).
Escenas memorables como la partida de cartas en la cama, la reanimación de Miss Kubelik, el descubrimiento del espejo roto y su contrapartida en el espejo del baño de Baxter.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here