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A propósito de Llewyn Davis

Drama Nueva York, 1961. Llewyn Davis (Oscar Isaac) es un joven cantante de folk que vive de mala manera en el Greenwich Village. Durante un gélido invierno, con su guitarra a cuestas, sin casa fija y sin apenas dinero lucha por ganarse la vida como músico. Sobrevive cantando en pequeños garitos, pero, sobre todo, gracias a la ayuda de algunos amigos que le prestan su sofá para pasar las frías noches. De repente, decide viajar a Chicago para ... [+]
Críticas 182
Críticas ordenadas por utilidad
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7
7 de enero de 2014 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Retrato magnífico de un personaje dentro de una época única. Los Coen consiguen volver a hacer universal una microhistoria de un hombre sin dirección a ninguna parte. Escrutan unos pocos días determinantes en su vida, pero de los que se sonsaca la realidad del éxito y el fracaso: en el camino del triunfo de algunos, siempre quedan cadáveres en la cuneta.

No hay identificación con el personaje, no hay una búsqueda del ritmo, no se intenta dar juego con una trama artificiosa. Sólo contar una historia.

Una reconciliación para el que suscribe al que le venían chirriando los Coen durante toda la década pasada, con excepción de No es País para Viejos. Un bonito reencuentro.
7
8 de enero de 2014 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una historia más de las muchas que no se escribieron o filmaron. La historia de un músico con talento o parecido que no triunfó, que no tuvo la suerte de cumplir el sueño americano. Cuando llevas media hora de película, estás deseando o esperando que ocurra algo que dé un giro a la historia; en esta película, en cambio, los hermanos Coen no van a lo fácil o esperable. Sencillamente, se limitan a contar una historia, como otras muchas, de un “homeless” que duerme en sofás ajenos; y se trata de una historia centrada en unos pocos días y localizada entre Nueva York y Chicago.

Y lo hacen con el buen nervio que nos tienen acostumbrados. No estamos ante una de sus mejores películas, ni siquiera ante una gran película, pero sí ante un producto diferente en una época en que salirse de lo normal con cierta holgura y sentido es casi una proeza. En definitiva, buena película, aunque dirigida a los que creen que el cine es algo más que un arte pensado para hacernos más bonita una existencia gris.
7
14 de enero de 2014 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con "A propósito de Llewyn Davis" los Coen hablan de la escena de la música folk estadounidense a principios de los años 60 a través de un personaje ficticio inspirado en Dave Van Ronk, un músico de los muchos que entonces trataban de abrirse camino en un campo poco comercial que revolucionaría la llegada de Bob Dylan por aquellos años. Pero Dylan fue solo la punta de un iceberg que dejaba bajo el agua a muchos autores que nunca pasaron del anonimato, como Llewyn Davis. Davis es un perdedor en toda regla, alguien a quien casi nadie toma en serio a pesar de su talento musical y él mismo tampoco es muy avispado en sus decisiones, que odia que le pidan cantar fuera del escenario como si fuera un mono de feria, buscando un aura de integridad artística que por ser mal administrada le hace ser cada vez más olvidado por los demás. Davis es bueno en lo que hace, pero es un capullo que tampoco tiene muy buena suerte en sus elecciones vitales.

Davis duerme en los sofás de amigos porque el poco dinero que gana no le llega para pagarse un apartamento, sus relaciones con las chicas nunca llegan a buen puerto y no puede dejar de sentir que su vocación solamente le lleva al camino de la derrota, incapaz de englobarse en un sistema en el que la integridad artística debe sacrficarse para poder triunfar. En este sentido, es muy curioso el momento en el que Davis decide poner su talento a cambio de dinero en una canción alejada de su estilo, bastante más seco.

No es difícil deducir una cierta identificación entre este Llewyn Davis y los hermanos Coen, que en alguna ocasión han vendido sus talentos por películas comerciales para poder hacer las más personales. Una identificación que puede ser aplicable a cualquiera que quiera vivir de las creaciones artísticas manteniendo su independencia y viendo como personas mucho más torpes se lo llevan crudo mientras ellos se mueren de hambre. Es curioso el guiño cinéfilo en el que F. Murray Abraham hace de productor que decide quién vale y quién no, habiendo interpretado en su día en "Amadeus" a Salieri, el músico oscurecido por el éxito de Mozart.

Hay que destacar el estupendo trabajo de Oscar Isaac, un actor al que descubrimos en "Ágora" y que luego ha aparecido en producciones como "Drive". Isaac canta por sí mismo todas las canciones con buen pulso y muestra esa compleja personalidad de un Davis que da risa y pena a partes iguales. Él es el gran protagonista de un relato que cuenta con breves apariciones de una guapa Carey Mulligan como un antiguo amor de Davis o Justin Timberlake como el actual novio de ésta, un cantante mucho más exitoso que Davis. También hay lugar para apariciones de alguno de los habituales en el cine de los Coen como es John Goodman, que interpreta a un estrafalario artista de jazz, uno de los bizarros personajes marca de la casa de unos hermanos que siempre han tenido claro que el mundo es un lugar con muchos absurdos, ante el que no sabemos si reír o llorar.
7
15 de enero de 2014 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El año pasado el documental “Searching for Sugar Man” se convirtió en una de las gratas sorpresas de la temporada con la increíble historia de un cantante folk sin éxito a finales de los sesenta. En este musical disfrazado de comedia dramática, los Coen nos presenta a otro cantautor, esta vez ficticio, enzarzado en iniciar una carrera en solitario pero destinado a ser un fracasado no sólo en lo musical sino en todos los aspectos de su vida.

Oscar Isaac le impregna al protagonista ese halo de mala suerte y la desesperanzadora sensación de ir a ninguna parte a pesar de sus intentos. A su alrededor cuenta con algunos amigos que le dejan el sofá para dormir por las noches –entre los que sobresale Carey Mulligan en el papel de la tirante Jean- y curiosos personajes que se cruzan en su dificultoso camino a la gloria como el elocuente músico de jazz Roland Turner –actuación impecable del habitual John Goodman- y el misterioso representante de artistas Bud Grossman –otra amenazante interpretación del oscarizado F. Murray Abraham-.

La excelente fotografía de Bruno Delbonnel transmite el frio invernal y sus añejos colores nos trasladan con acierto a los años sesenta. El guión es consecuente y tiene esos grandes toques de humor característico de los Coen, aunque el ritmo aletargado de la historia se ralentiza demasiado en la parte central del filme. Lo mejor es la banda sonora, con la mayoría de los temas cantados por el propio Isaac y participaciones de Justin Timberlake y otros artistas que también forman parte del elenco. La nominada a los Globos de Oro por mejor canción original, “Please Mr. Kennedy”, es una delicia y provoca la mejor escena de la película.

http://kikemorey.wordpress.com/category/cine/
6
16 de enero de 2014 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recientemente una persona mucho más capacitada que yo para esto de la crítica cinematográfica me dijo que tiendo a clasificar excesivamente las películas. Una clasificación que sigue unos parámetros en muchas ocasiones bastante conservadores.
Y desde luego enfrentarme desde esta perspectiva a la nueva película de los Coen es todo un error. Es sin duda una propuesta donde la historia es lo de menos y donde el argumento avanza pausadamente en base a la aparición de una serie de personajes “peculiares” y en ocasiones estrambóticos.
Es sin ningún género de duda un fresco excepcional de la década de los sesenta, y de unas ciudades como Nueva York y Chicago cuyo aroma el espectador respirará por todos los poros de su cuerpo. Y con un valor añadido para todos aquellos que disfruten de la música folk y los cantautores.
La película resulta la consagración definitiva de Oscar Isaac, un actor visto en películas como “Ágora” y el “Robin Hood” de Ridley Scott, y que aquí interpreta de una manera impecable a este músico de tercera cuya vida está llena de situaciones rocambolescas y de un aire depresivo casi constante.
Los Coen son expertos en reflejar la experiencia vital de auténticos perdedores, envueltos en un carrusel de incomprensibles peripecias. Observadores en definitiva de la realidad más cercana y es que ya de por sí, el mundo real es lo suficientemente incomprensible y una fuente de inspiración ilimitada para muchos creadores.
No obstante y a pesar de tratarse de una de sus mejores obras, no comparto del todo el entusiasmo generalizado que ha provocado la llegada de este título. Ya que a buen seguro, muchos espectadores saldrán decepcionados ante la ausencia de una historia más tradicional y menos deprimente.
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