A propósito de Llewyn Davis
2013 

6.7
26,250
Drama
Nueva York, 1961. Llewyn Davis (Oscar Isaac) es un joven cantante de folk que vive de mala manera en el Greenwich Village. Durante un gélido invierno, con su guitarra a cuestas, sin casa fija y sin apenas dinero lucha por ganarse la vida como músico. Sobrevive cantando en pequeños garitos, pero, sobre todo, gracias a la ayuda de algunos amigos que le prestan su sofá para pasar las frías noches. De repente, decide viajar a Chicago para ... [+]
25 de abril de 2014
25 de abril de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A propósito de Llewyn Davis es una película oscura y muy deprimente. Los Cohen parecen decididos a no darle un minuto de respiro a un protagonista predispuesto a tomar una mala decisión tras otra. Llewyn Davis esta obstinado en triunfar con su música gracias a canciones intimistas y pequeñas, dándole una mayor importancia a la autoría y al arte que a la comercialidad, pero también es un prepotente, un sinvergüenza y un chupóptero que se dedica a abusar de la confianza de todas aquellas personas que le tienden una mano y que por mucho que luche por conseguir su sueño parece destinado a vagar sin rumbo.
La película tiene una estructura circular y elementos duplicados antagónicos que no solo contrastan con el camino en una sola dirección (cuesta abajo y sin frenos) del protagonista, sino que también muestran las dos caras de una misma moneda: una secuencia inicial y una final casi idénticas; dos personajes femeninos, uno que vuelve del pasado como un fantasma que nunca vemos y otro presente, que afrontan la misma situación de manera distinta; un músico de jazz malhumorado y parlanchín y su compañero de viaje beat silencioso y amenazante... y dos gatos idénticos, uno muestra lo que Davis anhela, pues tiene gente que le quiere y un hogar al que volver incluso cuando se pierde, mientras que el otro es un gato callejero que lucha por sobrevivir un día más en la calle, como el protagonista.
A parte de un guión lleno de buenos diálogos y personajes interesantes hay que destacar dos cosas: por un lado el trabajo del reparto es soberbio, especialmente el de Oscar Isaac que se enfrenta a un personaje que no cae nada bien y aún así no lo odias. John Goodman esta fantástico y trasmite una fuerza y al mismo tiempo una fragilidad impresionantes y Carey Mulligan aprovecha su breve personaje y lo dota de intensidad y mala leche. Por otro lado la banda sonora es genial. En ella se mezclan versiones de canciones folk americanas tradicionales y de la época con otras compuestas para la ocasión y que están rodadas con una elegancia y cercanía sorprendente. Cada momento musical del protagonista es un acto de desnudez emocional.
En fin... Los Cohen han vuelto a retratar a un perdedor y se regodean en ello tanto como pueden. No es una película complaciente ni con sus personajes ni con el espectador, pero cuando termina sabes que has tenido la suerte de disfrutar de una gran película, de esas que se instalan en tu memoria y que no la abandonan fácilmente.
Recomendada a: quien tenga ganas de ver una gran película.
Lo peor: la sensación de abatimiento y derrota que te deja cuando termina.
Lo mejor: el reparto al completo y la esperanza de que la película le brinde a Oscar Isaac más papeles principales.
Lo + mejor: la banda sonora.
La sesión doble: es perfecta para verla con Searchin for Sugarman (de la que hablaré pronto en el blog) como si esta A propósito de Llewyn Davis fuera la cara B de un single que contuviera ambas películas.
Read more: http://elsrnocivotehabla.blogspot.com/2014/04/a-proposito-de-llewyn-davis-joel-ethan-coen.html#ixzz2zvAKuezq
La película tiene una estructura circular y elementos duplicados antagónicos que no solo contrastan con el camino en una sola dirección (cuesta abajo y sin frenos) del protagonista, sino que también muestran las dos caras de una misma moneda: una secuencia inicial y una final casi idénticas; dos personajes femeninos, uno que vuelve del pasado como un fantasma que nunca vemos y otro presente, que afrontan la misma situación de manera distinta; un músico de jazz malhumorado y parlanchín y su compañero de viaje beat silencioso y amenazante... y dos gatos idénticos, uno muestra lo que Davis anhela, pues tiene gente que le quiere y un hogar al que volver incluso cuando se pierde, mientras que el otro es un gato callejero que lucha por sobrevivir un día más en la calle, como el protagonista.
A parte de un guión lleno de buenos diálogos y personajes interesantes hay que destacar dos cosas: por un lado el trabajo del reparto es soberbio, especialmente el de Oscar Isaac que se enfrenta a un personaje que no cae nada bien y aún así no lo odias. John Goodman esta fantástico y trasmite una fuerza y al mismo tiempo una fragilidad impresionantes y Carey Mulligan aprovecha su breve personaje y lo dota de intensidad y mala leche. Por otro lado la banda sonora es genial. En ella se mezclan versiones de canciones folk americanas tradicionales y de la época con otras compuestas para la ocasión y que están rodadas con una elegancia y cercanía sorprendente. Cada momento musical del protagonista es un acto de desnudez emocional.
En fin... Los Cohen han vuelto a retratar a un perdedor y se regodean en ello tanto como pueden. No es una película complaciente ni con sus personajes ni con el espectador, pero cuando termina sabes que has tenido la suerte de disfrutar de una gran película, de esas que se instalan en tu memoria y que no la abandonan fácilmente.
Recomendada a: quien tenga ganas de ver una gran película.
Lo peor: la sensación de abatimiento y derrota que te deja cuando termina.
Lo mejor: el reparto al completo y la esperanza de que la película le brinde a Oscar Isaac más papeles principales.
Lo + mejor: la banda sonora.
La sesión doble: es perfecta para verla con Searchin for Sugarman (de la que hablaré pronto en el blog) como si esta A propósito de Llewyn Davis fuera la cara B de un single que contuviera ambas películas.
Read more: http://elsrnocivotehabla.blogspot.com/2014/04/a-proposito-de-llewyn-davis-joel-ethan-coen.html#ixzz2zvAKuezq
17 de mayo de 2014
17 de mayo de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
24/07(09/02/14) Los hermanos Coen nos obsequian en su decimoctavo film con un relato que pretende más delo que puede, ansían más de lo que nos dan, es un precioso globo con poco contenido, un extraño film tributo a la música folk de la década de los 50, con un perdedor como protagonista, un misántropo que navega por la vida cual Ulises en la Odisea o por lo menos esto quieren expresar estos realizadores.
La acción se desarrolla en 1961 durante una semana en la vida del protagonista, como el propio nombre indica Llewyn Davis (gran Oscar Isaac), un clásico perdedor al que nada le sale bien. Es un músico folk en la invernal y fría Nueva York de 1961. Formaba un grupo con Mike Tinlim, pero este se suicidó, toca sin mucho éxito en locales del Greenwich Village de Manhattan, para dormir debe ir pidiendo favores a conocidos que le cedan un sofá, su antigua pareja, Jean (buena Carey Mulligan), le ha dejado por su amigo Jim Berkey (correcto Justin Timberlake), ella le pide dinero para abortar pues el bebe que dice esperar de él no lo desea. Su hermana Joy (correcta Jeanine Serralles) le recomienda que deje la música y que vuelva a enrolarse de marinero. Llewyn recibe una oferta de trabajo del productor musical Bud Grossman (buen Frank Murray Abraham), en Chicago que decide abordar, para ello emprende un viaje en coche junto al lacónico Johnny Five (inane Garrett Hedlund ) y al irritante lisiado músico de jazz Roland Turner (gran John Goodman ).
Los Coen construyen una historia circular (spoiler), huele a deja vú, le falta originalidad, aporta poco a la clásica historia del “loser”, con un ritmo denso, a base de situaciones agridulces que se van sumando en un remarcado excesivo de su nefasto destino, en el centro este perdedor, misántropo antipático que no demuestra sentimiento de apego alguno, ser apático, se mueve por ambientes gélidos, melancólicos, entre personajes que componen un mosaico de la época, anhelando los realizadores emitir las sensaciones tristonas de las canciones. La cinta es la desesperanzada radiografía de la caída de al abismo de un tipo que solo encuentra sentido a su vida en la música, pero tampoco la música le responde con el éxito, es uno más entre el montón. La historia se desarrolla con un aire cínico, amargo, adusto, con un fino humor irónico imbuido del tono existencialista que recuerda a “Un Tipo Serio”, aunque mucho menos entretenida y divertida, y es que no te atrapa, no te emociona, no conectas con este egocéntrico antihéroe, se queda plúmbeo, artificioso, incluso cae en una sensación de set-pieces. Los directores ansían más de lo que nos dan, quieren transmitir más profundidad de la que ofrecen, desean hacer una versión libre de “La Odisea” (ya lo hicieron en “Oh, Brother”), donde las aventuras se convierten en desventuras, pero todo queda forzado, no hay una estructura sólida que de hondura ni intensidad dramática, derivando en que te da igual lo que le pase a Llewyn. A esta marea de vacuidad se suma una caracterización de secundarios que debían potenciar al protagonista y se quedan en clichés, solo se salva un estupendo John Goodman, el resto son bluff sin fuerza, ojo, la mido por el listón de sus prestigiosos autores, pues mala no es la cinta, posee algunos buenos momentos que hacen merezca la pena verla, algunos de ellos embestidos de magia e hipnotismo, pero se quedan en secuencias sin cohesión con el todo.
El film se inspira en el cantante folk Dave Van Ronk (1936-2002), concretamente beben de sus memorias en libro “The Mayor of MacDougall Street”, fue un artista sin mucho éxito, fue un activo vecino de izquierdas en el barrio de Manhattan Greenwich Village, amigo e influyente en reconocidos artistas como Bob Dylan, Tom Paxton o Joni Mitchell. Van Ronk tiene un disco llamado “Inside Dave Van Ronk” (nítida referencia al título de la película), en la portada del disco aparece el cantante, se nota que su indumentaria y aspecto han sido reflejo para el aspecto de Llewyn.
La puesta en escena es magnífica, una recreación de este tiempo impresionante, empezando por un fenomenal diseño de producción de Jess Gonchor (“Valor De Ley”, “No Es País Para Viejos” o “El Llanero Solitario”), con escenarios evocadores de esta época, muy sugerentes los pasillos angostos para traspasarnos opresión, maximizado esto por la colosal fotografía del galo Bruno Delbonnel (“Amelie”, “Largo Domingo De Noviazgo” o “Sombras Tenebrosas”), que sustituyó a su habitual Roger Deakins, estaba con “Skyfall”, transmite excelsamente el invierno, la gelidez, la desesperanza, la depresión, el patetismo, la tristeza, con colores apagados cuasi- blanco y negro, tonos sepia fascinantes, se inspira claramente en la portada del álbum “The Freewheelin’ Bob Dylan” (1963, segundo de estudio de Bob, con el cantante junto a su entonces novia Suze Rotolo), jugando gloriosamente con las sombras, los contraluces, los claroscuros, la oscuridad, el humo, los cielos grises apagados, es la melancolía echa fotografía, proyectando imágenes de una expresividad tremebunda, lienzos de una belleza sibarita. Sublimes las secuencias en las los bares de música, se puede mascar la nostalgia. (continua en spoiler por falta de espacio)
La acción se desarrolla en 1961 durante una semana en la vida del protagonista, como el propio nombre indica Llewyn Davis (gran Oscar Isaac), un clásico perdedor al que nada le sale bien. Es un músico folk en la invernal y fría Nueva York de 1961. Formaba un grupo con Mike Tinlim, pero este se suicidó, toca sin mucho éxito en locales del Greenwich Village de Manhattan, para dormir debe ir pidiendo favores a conocidos que le cedan un sofá, su antigua pareja, Jean (buena Carey Mulligan), le ha dejado por su amigo Jim Berkey (correcto Justin Timberlake), ella le pide dinero para abortar pues el bebe que dice esperar de él no lo desea. Su hermana Joy (correcta Jeanine Serralles) le recomienda que deje la música y que vuelva a enrolarse de marinero. Llewyn recibe una oferta de trabajo del productor musical Bud Grossman (buen Frank Murray Abraham), en Chicago que decide abordar, para ello emprende un viaje en coche junto al lacónico Johnny Five (inane Garrett Hedlund ) y al irritante lisiado músico de jazz Roland Turner (gran John Goodman ).
Los Coen construyen una historia circular (spoiler), huele a deja vú, le falta originalidad, aporta poco a la clásica historia del “loser”, con un ritmo denso, a base de situaciones agridulces que se van sumando en un remarcado excesivo de su nefasto destino, en el centro este perdedor, misántropo antipático que no demuestra sentimiento de apego alguno, ser apático, se mueve por ambientes gélidos, melancólicos, entre personajes que componen un mosaico de la época, anhelando los realizadores emitir las sensaciones tristonas de las canciones. La cinta es la desesperanzada radiografía de la caída de al abismo de un tipo que solo encuentra sentido a su vida en la música, pero tampoco la música le responde con el éxito, es uno más entre el montón. La historia se desarrolla con un aire cínico, amargo, adusto, con un fino humor irónico imbuido del tono existencialista que recuerda a “Un Tipo Serio”, aunque mucho menos entretenida y divertida, y es que no te atrapa, no te emociona, no conectas con este egocéntrico antihéroe, se queda plúmbeo, artificioso, incluso cae en una sensación de set-pieces. Los directores ansían más de lo que nos dan, quieren transmitir más profundidad de la que ofrecen, desean hacer una versión libre de “La Odisea” (ya lo hicieron en “Oh, Brother”), donde las aventuras se convierten en desventuras, pero todo queda forzado, no hay una estructura sólida que de hondura ni intensidad dramática, derivando en que te da igual lo que le pase a Llewyn. A esta marea de vacuidad se suma una caracterización de secundarios que debían potenciar al protagonista y se quedan en clichés, solo se salva un estupendo John Goodman, el resto son bluff sin fuerza, ojo, la mido por el listón de sus prestigiosos autores, pues mala no es la cinta, posee algunos buenos momentos que hacen merezca la pena verla, algunos de ellos embestidos de magia e hipnotismo, pero se quedan en secuencias sin cohesión con el todo.
El film se inspira en el cantante folk Dave Van Ronk (1936-2002), concretamente beben de sus memorias en libro “The Mayor of MacDougall Street”, fue un artista sin mucho éxito, fue un activo vecino de izquierdas en el barrio de Manhattan Greenwich Village, amigo e influyente en reconocidos artistas como Bob Dylan, Tom Paxton o Joni Mitchell. Van Ronk tiene un disco llamado “Inside Dave Van Ronk” (nítida referencia al título de la película), en la portada del disco aparece el cantante, se nota que su indumentaria y aspecto han sido reflejo para el aspecto de Llewyn.
La puesta en escena es magnífica, una recreación de este tiempo impresionante, empezando por un fenomenal diseño de producción de Jess Gonchor (“Valor De Ley”, “No Es País Para Viejos” o “El Llanero Solitario”), con escenarios evocadores de esta época, muy sugerentes los pasillos angostos para traspasarnos opresión, maximizado esto por la colosal fotografía del galo Bruno Delbonnel (“Amelie”, “Largo Domingo De Noviazgo” o “Sombras Tenebrosas”), que sustituyó a su habitual Roger Deakins, estaba con “Skyfall”, transmite excelsamente el invierno, la gelidez, la desesperanza, la depresión, el patetismo, la tristeza, con colores apagados cuasi- blanco y negro, tonos sepia fascinantes, se inspira claramente en la portada del álbum “The Freewheelin’ Bob Dylan” (1963, segundo de estudio de Bob, con el cantante junto a su entonces novia Suze Rotolo), jugando gloriosamente con las sombras, los contraluces, los claroscuros, la oscuridad, el humo, los cielos grises apagados, es la melancolía echa fotografía, proyectando imágenes de una expresividad tremebunda, lienzos de una belleza sibarita. Sublimes las secuencias en las los bares de música, se puede mascar la nostalgia. (continua en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La música es junto a la fotografía el gran elemento vertebrador del film, nos imbuye del aire tristón del protagonista y de los que le rodean, con temas folk tan buenos como el del principio “Hang me, oh hang me”, alegórico a la apenada personalidad del protagonista < Colgadme, oh colgadme; estaré muerto y enterrado. No me importaría el ahorcamiento, sino yacer durante tanto tiempo en una tumba, pobre de mí, he rondado por todo el mundo. Anduve por Cape Gigardeau y estuve en partes de Arkansas. Pasé tanta hambre que podría haberme escondido detrás de una espiga, pobre de mí, he rondado por todo el mundo. Subí a una montaña y ahí me quedé. Con un rifle en el hombro y una daga en la mano, pobre de mí, he rondado por todo el mundo. De modo que, colgadme, oh colgadme; estaré muerto y enterrado. No me importaría el ahorcamiento, sino yacer durante tanto tiempo en una tumba, pobre de mí, he rondado por todo el mundo>, es la lectura de su alma, o el vivaraz “Fare thee well”, o el sensible “The death of Queen Jane”, o el estupendo trío con Justin Timberlake y Carey Mulligan “Five hundred miles”.
El actor guatemalteco Oscar Isaac realiza una gran interpretación, con un aire introvertido, amargado, afligido, con una mirada tristona, sin sonreír en todo el metraje, con sus lenguaje gestual decaído, con su guitarra a cuestas y caminando por grises calles nevadas compone la viva imagen del perdedor, lástima que en él no haya evolución. Al parecer se inspiró en Buster Keaton y su clásico “cara de palo”, para dar imagen de ser imperturbable al que nada parece afectarle. Destacable es que él canta todas las canciones, maravillando en sus sensibles entonaciones. John Goodman en una corta aparición como el antipático Roland Tanner demuestra lo gran actor que es, en todos los sentidos, un torbellino carismático con este rol de artista de jazz drogadicto pendenciero verbalmente. Carey Mulligan expone un papel algo maniqueo.
El film tiene como ya he dicho algunos momentos reseñables, aunque alternadas con otras insustanciales, de los buenos destacar todas las canciones, me ha fascinado la que interpreta en un local vacío para Budd Grossman (buen Frank Murray Abraham), impresionante “videoclip”, todo el tramo del viaje a Chicago con John Goodman del que manan los diálogos más incisivos y mordaces, los momentos con el gato sin nombre hasta el final, son turbadores, o la cena con los Gorfein.
En conjunto queda un irregular producto que por momentos roza la pedantería y la pretenciosidad, y esto al no estar apoyado en un guión consistente denota fatuidad. En su desequilibrio los dejo en una interesante película, sobre todo recomendable a los que gusten de música folk americana. Fuerza y honor!!!
Spoiler.
La estructura es circular, comienza con una paliza a oscuras en un callejón que le dan a Llewyn, hacia el final tras caer al vacío se vuelve a levantar por un póster de una película Disney “The Incredible Journey”, pero su sino es de perdedor, solo se cruza con el éxito de refilón cuando oye unos segundos a Bobn Dylan mientras sale del local, y al final vemos otra vez la paliza del inicio, nos enteramos que todo ha sido un flash-back.
El actor guatemalteco Oscar Isaac realiza una gran interpretación, con un aire introvertido, amargado, afligido, con una mirada tristona, sin sonreír en todo el metraje, con sus lenguaje gestual decaído, con su guitarra a cuestas y caminando por grises calles nevadas compone la viva imagen del perdedor, lástima que en él no haya evolución. Al parecer se inspiró en Buster Keaton y su clásico “cara de palo”, para dar imagen de ser imperturbable al que nada parece afectarle. Destacable es que él canta todas las canciones, maravillando en sus sensibles entonaciones. John Goodman en una corta aparición como el antipático Roland Tanner demuestra lo gran actor que es, en todos los sentidos, un torbellino carismático con este rol de artista de jazz drogadicto pendenciero verbalmente. Carey Mulligan expone un papel algo maniqueo.
El film tiene como ya he dicho algunos momentos reseñables, aunque alternadas con otras insustanciales, de los buenos destacar todas las canciones, me ha fascinado la que interpreta en un local vacío para Budd Grossman (buen Frank Murray Abraham), impresionante “videoclip”, todo el tramo del viaje a Chicago con John Goodman del que manan los diálogos más incisivos y mordaces, los momentos con el gato sin nombre hasta el final, son turbadores, o la cena con los Gorfein.
En conjunto queda un irregular producto que por momentos roza la pedantería y la pretenciosidad, y esto al no estar apoyado en un guión consistente denota fatuidad. En su desequilibrio los dejo en una interesante película, sobre todo recomendable a los que gusten de música folk americana. Fuerza y honor!!!
Spoiler.
La estructura es circular, comienza con una paliza a oscuras en un callejón que le dan a Llewyn, hacia el final tras caer al vacío se vuelve a levantar por un póster de una película Disney “The Incredible Journey”, pero su sino es de perdedor, solo se cruza con el éxito de refilón cuando oye unos segundos a Bobn Dylan mientras sale del local, y al final vemos otra vez la paliza del inicio, nos enteramos que todo ha sido un flash-back.
13 de julio de 2014
13 de julio de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acostumbrado al surrealismo y el ambiente de "crear una montaña de un grano de arena" de las películas de los Coen resulta extraño ver una película tan sincera y realista, realmente nos encontramos ante un relato que bien podría ser la vida de cualquier artista poco valorado y realmente sorprende lo mucho que puedes meterte en la película y sentir su tono melancólico. Un brillante guión, seguido de una fotografía muy cuidada que complementa perfectamente el tono de la película y una banda sonora que bien podría pertenecer a un galardonado álbum de folk hacen de esta película una gran experiencia que he tenido el gozo de tener.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
P.D: Muy agradable el pequeño "easter egg" al final de la película donde podemos ver a un joven Bob Dylan subido al escenario
8 de octubre de 2014
8 de octubre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tomatela con calma, no esperes una de los Cohen al uso, es algo mas interior, mas retrato de personajes, con sus toques oscuros, seres extraños y curiosos, pero una película diferente a las que nos tienen acostumbrados, eso sí, tiene toda su calidad, muy bien filmada, buena música, con poso.
Un drama realista, una búsqueda del sueño que todos llevamos dentro y las mil y una trampas que nos impiden alcanzarlo, siempre contada con ese toque especial, esa manera distinta de contarnos sus historias, en definitiva una buena película que te gustará si le das tiempo y te encuentras en el estado de ánimo adecuado, no la dejes escapar.
Un drama realista, una búsqueda del sueño que todos llevamos dentro y las mil y una trampas que nos impiden alcanzarlo, siempre contada con ese toque especial, esa manera distinta de contarnos sus historias, en definitiva una buena película que te gustará si le das tiempo y te encuentras en el estado de ánimo adecuado, no la dejes escapar.
13 de enero de 2015
13 de enero de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si es la mejor película de los hermanos Coen; demasiado me gustó Fargo para tal aseveración. Al igual que pocas veces lo he pasado tan bien como viendo El gran Lebowski. Lo que tengo claro es que A propósito de Llewyn Davis es una buenísima película. A mí me gustó mucho. He de decir, también, que el cine de buscavidas —presidido por la obra maestra de Robert Rossen— es un cine que me interesa. Paradójicamente, las historias de perdedores me tienen ganado.
Llewyn Davis tiene una vida triste y cíclica. Búsqueda de sofás donde acomodarse. Búsqueda de clubes donde demostrar y desarrollarse. Búsqueda de la supervivencia. Tour sobre el Village neoyorquino con una guitarra y sin abrigo. Poco más que alegar sobre su línea argumental. Vacía y repetitiva para unos. Contundente, descriptiva e intencionada para otros; para mí. Empieza el protagonista pateado en un callejón para, a continuación, ir hacia abajo. O, mejor dicho, para quedarse como está.
Fotografiada y planificada impecablemente, en A propósito de Llewyn Davis hace frío. Y el frío se ve y se nota. Una frialdad que transita en los márgenes del Hollywood complaciente. Del mismo modo que Llewyn se mueve en la periferia de la industria musical de la época. La unidad familiar, las drogas, el comunismo, el sexo o un tema tan en boga como el aborto son, en manos de los fraternos cineastas, toda una declaración de intenciones con canto de sirenas de fondo. Odisea amada de los Coen.
No es un biopic de un músico que triunfa a pesar de que todo lo tiene en contra. Es una película sobre un cantautor que va de gira por la vida. Un solista forzado interpretado por un tal Oscar Isaac: un actor y ex-cantante perfecto en su papel y desconocido para mí (hasta ahora), a pesar de haber participado en Ágora y en Drive. De los secundarios, qué decir. Son los hermanos Coen. Los padres de Jesús Quintana vuelven a presentarnos un elenco sensacional: Carey Mulligan (tremenda), Justin Timberlake (sorprendente), F. Murray Abraham (el maestro Salieri vuelve a saber lo que le conviene) y John Goodman (brutal). Pero no es cuestión de los actores solamente. Los personajes de reparto, nada gratuitos, representan un imaginario de los que sacar un spin-off de cada uno. También sale un gato.
A Eddie Felson en el mundo del billar y a C.C. Baxter en el mundo de los temerosos, se les ha unido Llewyn Davis en el mundo de la música.
www.apositivar.com
Llewyn Davis tiene una vida triste y cíclica. Búsqueda de sofás donde acomodarse. Búsqueda de clubes donde demostrar y desarrollarse. Búsqueda de la supervivencia. Tour sobre el Village neoyorquino con una guitarra y sin abrigo. Poco más que alegar sobre su línea argumental. Vacía y repetitiva para unos. Contundente, descriptiva e intencionada para otros; para mí. Empieza el protagonista pateado en un callejón para, a continuación, ir hacia abajo. O, mejor dicho, para quedarse como está.
Fotografiada y planificada impecablemente, en A propósito de Llewyn Davis hace frío. Y el frío se ve y se nota. Una frialdad que transita en los márgenes del Hollywood complaciente. Del mismo modo que Llewyn se mueve en la periferia de la industria musical de la época. La unidad familiar, las drogas, el comunismo, el sexo o un tema tan en boga como el aborto son, en manos de los fraternos cineastas, toda una declaración de intenciones con canto de sirenas de fondo. Odisea amada de los Coen.
No es un biopic de un músico que triunfa a pesar de que todo lo tiene en contra. Es una película sobre un cantautor que va de gira por la vida. Un solista forzado interpretado por un tal Oscar Isaac: un actor y ex-cantante perfecto en su papel y desconocido para mí (hasta ahora), a pesar de haber participado en Ágora y en Drive. De los secundarios, qué decir. Son los hermanos Coen. Los padres de Jesús Quintana vuelven a presentarnos un elenco sensacional: Carey Mulligan (tremenda), Justin Timberlake (sorprendente), F. Murray Abraham (el maestro Salieri vuelve a saber lo que le conviene) y John Goodman (brutal). Pero no es cuestión de los actores solamente. Los personajes de reparto, nada gratuitos, representan un imaginario de los que sacar un spin-off de cada uno. También sale un gato.
A Eddie Felson en el mundo del billar y a C.C. Baxter en el mundo de los temerosos, se les ha unido Llewyn Davis en el mundo de la música.
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