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A propósito de Llewyn Davis

Drama Nueva York, 1961. Llewyn Davis (Oscar Isaac) es un joven cantante de folk que vive de mala manera en el Greenwich Village. Durante un gélido invierno, con su guitarra a cuestas, sin casa fija y sin apenas dinero lucha por ganarse la vida como músico. Sobrevive cantando en pequeños garitos, pero, sobre todo, gracias a la ayuda de algunos amigos que le prestan su sofá para pasar las frías noches. De repente, decide viajar a Chicago para ... [+]
Críticas 182
Críticas ordenadas por utilidad
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7
28 de enero de 2014 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película de superviviente. La ausencia de calor, de sentimiento, invade al personaje principal. No podemos empatizar con Llewyn, no conocemos sus causas, ahí radica el desasosiego del espectador: sólo conocemos sus circunstancias, su infinita frialdad y desquicio tranquilo. La frialdad de la trama entronca con la frialdad de los personajes y la frialdad de la escenografía y fotografía. Eso si, una fotografía bella y con tonos fríos, que aumentan la desconexión que los directores quieren imprimir a la estética para ahondar más en nuestra conciencia que buscará durante toda la cinta el motivo de haber llegado hasta ahí. Los hermanos Coen tejen una trama lenta y pausadamente constante, como una aliteración de intencionalidad que sólo hace que nos emocionemos con lo que no nos cuentan, que fue lo que lograron crear en nuestro subconsciente. Al final la música es el color y el calor que le da alma al personaje y es por ello que tiene encanto.
7
29 de enero de 2014 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A propósito de Llewyn Davis es una hermosa película.
100% Coen (recuerda muy poderosamente a O, Brother! pero sin tantas tonterías), la película resulta un viaje musical fascinante por la gris existencia de un moderno Ulises que transita por la vida sin rumbo. Como tal, es una de las mejores digresiones sobre la soledad y el vacío existencial que se han filmado en años. Hay algo doloroso en la narración, algo desesperante y agobiante, que hace que el espectador desee fervientemente no vérselas nunca en las circunstancias del protagonista, y no porque viva especialmente mal (obviamente es un mendigo, pero al menos tiene comida y casas, aunque sean ajenas), sino porque su alienación vital y laboral es descorazonadora y mata las ilusiones. En eso salen tremendamente victoriosos los Coen, en parte gracias a la poderosísima interpretación de un Oscar Isaac que nunca había estado mejor y que refleja en sus ojos y expresión corporal (encogida, triste) esa invisibilidad social y personal de Llewn Davis. Ayudan también una casi irreconocible Carey Mulligan en uno de los personajes más cabreados y odiosos de los últimos tiempos, y un Justin Timberlake cada vez más y mejor actor (¿quién se acuerda ya del fenómeno de adolescentes?)
Pero A propósito de Llewyn Davis tambien es una película que, después de un comienzo primoroso y a pesar de su ajustado metraje, se va desinflando poco a poco debido a la excesiva lentitud de su ritmo y sobre todo a las historias secundarias y personajes superfluos (el episodio de Garrett Hedlund y John Goodman no sirve para nada, y cabe preguntarse si los Coen lo introducen solamente para dar un personaje a Goodman, uno de sus actores fetiche).
Aun así, esa cuidadísima banda sonora y la mezcla de belleza y dolor que desprende merecen el visionado. Recomendable.

Lo mejor: Oscar Isaac, como actor y como cantante (¡qué voz tan bonita tiene!) y en sentimiento mezcla de desolación y belleza que impregna toda la película.
Lo peor: El desarrollo no está a la altura del excepcional planteamiento y hay demasiados personajes insulsos.
6
3 de febrero de 2014 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este retrato del perdedor absoluto es la nueva historia de los hermanos Coen, siempre tentados por narrar la historia de un personaje desdichado y con muy mala suerte. Si en "Fargo" los Coen daban forma a las situaciones de un personaje al que no le salía nada bien el secuestro planificado de su esposa, este Llewyn Davis del título no se queda a la zaga, personificando la desdicha.

Tal y como ellos dicen, resulta más fácil narrar la historia de un personaje como éste que la de un ganador, y lo demuestran con una película nostálgica y básicamente triste. Nostálgica porque nos retrocede en el tiempo hasta la Nueva York desconocida por los turistas y que vivía los inicios de un género como el Folk, que iba a dar a conocer a todo un grande como Dylan. De hecho éste es el núcleo en el que se basa la película: ese ambiente en locales pequeños de músicos que sentían las letras de sus canciones, algo que la película recrea con exactitud.

Pero la película también es triste gris, sin colores. Su fotografía tiene tonos oscuros que redondean las situaciones que sufre el protagonista, que son muchas. Una aparente mala suerte que le persigue, pero que lleva con relativa sencillez y optimismo porque parece no afectarle nada demasiado. Este contraste de emociones es el punto fuerte del guión, que además se apoya en las sentidas canciones para calar en el espectador.

Nada de esto sería posible sin la magnífica actuación de Isaac, al que habíamos visto en u puñado de títulos aunque nunca a este nivel de protagonismo. Actúa, canta y compone un personaje que vive día a día sin pensar en nada más con una naturalidad y una fuerza merecedoras de los premios importantes. Solo con esa mirada en la que se puede distinguir la melancolía sería casi suficiente. Esa facilidad para empatizar con el público es una baza que los Coen no ha olvidado explotar. Junto a él una galería de personajes secundarios ricos en matices y encarnados por grandes intérpretes (Mulligan, Goodman o Timberlake) que aparecen muy poco, pero que dejan huella.

Muchos destellos de la calidad de los directores en una película a la que quizás le sobren algunos minutos, pero solo por dar una excusa ante una historia que tiene la capacidad de mezclar emociones dispares y no caer en sentimentalismos ni en los dramas de siempre para intentar sacar la lágrima fácil.
7
6 de febrero de 2014 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosas las vueltas que da la vida, como nos lo demuestra la última película de los hermanos Coen, A propósito de LLewyn Davis, que nos recuerda especialmente a otra película que ambos realizaron hace más de una década, con O’Brother (2000). Dicha película se trataba de una revisión personal de los directores sobre una serie de aventuras que recordaban por momentos y citaciones a la obra magna de la poesía griega, como era la odisea de Homero. En O’Brother, el personaje de George Clooney interpretaba un preso fugado que por diversos azares del destino llegaba incluso a convertirse en músico y grabar su propio disco de música.

Si simplificarmos de una manera reduccionista, podríamos llegar a la conclusión de que A propósito de Llewyn Davis es la cara amarga de O’Brother. Mientras la película de Clooney era un auténtico canto a la vida, la película más reciente parece ser una demostración de la futilidad de la existencia, así como la ironía (recordemos que es la ironía un elemento indispensable en la filmografía de los hermanos Coen). Pero no es casualidad que tanto el inicio de la película como el final coincidan, cerrando el círculo con el que se juega constantemente en la película, ni tampoco el hecho de que uno de los protagonistas animales, el gato, tenga el mismo nombre que el personaje de la Odisea, Ulises. Los guiños de los Coen son bastante evidentes y no tratan la película con hermetismo.

A propósito de Llewyn Davis es en cierto modo una película amarga que nos cuenta las peripecias de un cantante de Folk frustrado, interpretado por Oscar Isaac, que trata de conseguir triunfar en la música aunque nunca acaba por conseguirlo. La ironía comentada con la que juegan los directores en la película alcanza unas grandes cotas y el guión de la película no sigue las pautas más convencionales de otras películas clásicas de Hollywood. En nuestro film no hay una radiografía del auge y caída de un personaje principal, ni tampoco una radiografía del éxito. Más bien al contrario, los hermanos Coen parecen intentar desmitificar este tipo de películas con A propósito de LLawyn Davis. Los viajes en círculo son los que predominan en la película (que nunca consiga una cama, las visiones del gato, los encuentros con el personaje de Jim), así como la odisea particular de nuestro protagonista.

No deja de ser más que significativo el guiño final que inscriben los directores en la película. La vida de Llawyn Davis no deja de ser la de muchos otros artistas callejeros que empeñan su vida en encontrar un futuro éxito que muchas veces son incapaces de conseguir. ¿Significa esto que nuestro protagonista carezca de talento? Realmente LLawyn Davis es un buen cantautor. ¿Qué lo diferencia entonces de gente como Bob Dylan? ¿Acaso Dylan toca mejor la guitarra que nuestro protagonista? ¿Acaso canta mejor? Muchas veces la suerte juega un papel imprescindible en nuestras vidas, y no siempre acostumbra a ser para bien. De hecho, en el mundo sólo hay un Bob Dylan, mientras que Llawyn Davis por el mundo hay multitud.

Otro gesto interesante del guión es comprobar como en muchas ocasiones los hermanos Coen se salen de las vías convencionales para realizar una gran sucesión de secuencias que no tienen interés en repartir concesiones al espectador. Si durante el principio del metraje parece que el gato llamado Ulises va a tener un mensaje importantísimo para el cierre de la película, posteriormente nos damos cuenta de que no es así. Como tampoco resulta de gran éxito el viaje que realiza nuestro protagonista con tal de buscar un mecenazgo que le ayude a salir de sus apuros económicos. Los hermanos Coen dejan abandonado al personaje de John Goodman y el nuestro protagonista nunca acaba de ir a visitar a su hijo en Akron, pese a que se plantea en cierto momento de la película. En una obra convencional, esto habría resultado imposible. Pero la película de los hermanos Coen se basa en esta ironía cotidiana y real para ofrecer una película que rompe esquemas prefijados. Sólo hay que ver la antipatía con la que Oscar Isaacs interpreta a su personaje, huyendo en todo momento del heroísmo.

No hace falta insistir en que la gama cromática de la película va en todo momento acorde con el mensaje de la película. No hay ni un mínimo atisbo de luz en la película y la oscuridad es la principal nota dominante en todo el relato. Las secuencias que suceden dentro del bar musical están magníficamente reconstruidas y los Coen se sirven de una efectiva puesta en escena para componer la película. Muchas veces recurriendo a un plano alejado, casi de conjunto que simpatiza muy bien con la frialdad argumental que presenta algunas ocasiones la película. La música, como no podía ser de otra manera en un relato de semejantes características resalta perfectamente el tono melancólico de la película.
http://neokunst.wordpress.com/2014/02/06/ciclo-hermanos-coen-a-proposito-de-llewyn-davis/
7
26 de marzo de 2014 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película de los Coen, aunque no la mejor (El Gran Lewobski sigue siendo brutal). La película te muestra la desesperada búsqueda de un cantante folk por vivir de su pasión. Lamentablemente el sistema no está muy a su favor, algo que me recuerda al documental Sugar Man donde se muestra la historia real de un hombre que teniéndolo todo nunca llegó a triunfar en su país.
El film no tiene un mensaje claramente en contra de este sistema, si no es mas un cuento sobre la "odisea" (y lo pongo entre comillas por que hay un gag muy interesante en la pelicula) que vive este hombre a lo largo de la américa de los años 60. Si esto lo unes a escenas supuestamente intrigantes que te hacen esbozar una sonrisa (humor made in Coen) y una gran banda sonora tendrás unos 105 minutos interesantes pero no excitantes.
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