También la lluvia
2010 

7.1
28,441
Drama
Cochabamba, Bolivia. Año 2000. Sebastián (Gael García Bernal) y Costa (Luis Tosar) se han propuesto hacer una película sobre Cristóbal Colón y el descubrimiento de América. Mientras que Sebastián, el director, pretende desmitificar al personaje presentándolo como un hombre ambicioso y sin escrúpulos; a Costa, el productor, sólo le importa ajustar la película al modesto presupuesto del que disponen; precisamente por eso elige Bolivia, ... [+]
24 de octubre de 2010
24 de octubre de 2010
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vista en su preestreno en la Seminci, antes de su estreno en enero (inexplicable el lapso, pero vayamos al tema).
Bollaín nos presenta una película francamente aceptable... pero me temo que lejos de merecer el Óscar. Lejos de algunos de sus encuadriculados trabajos anteriores, emociona, engancha, presentación y paisaje muy bien captados... pero vayamos por partes.
El principio, es casi como un homenaje al cine en sí mismo, puesto que va siguiendo la grabación de una película sobre Cristobal Colón, con todas las vicisitudes que supone un rodaje de una película así, y las relaciones entre el equipo directivo y los actores, y poco a poco va entremezclando la realidad y la ficción de forma magistral.
Y es que la película es como si fuera a pequeños golpes dentro de la línea que poco a poco va decayendo por previsibilidad, pero aún así, sigue captando la atención, sobre todo desde una genial segunda escena y la del ayuntamiento.
En cuanto a los actores, comienzan bien con su personalidad definida, desarrollando sus planteamientos... pero a la larga, se difuminan estrepitósamente, hasta ser rematados por separado. Aparte, tenemos a Tosar, que se va creciendo según avanza la película. A decir verdad, va más allá de Celda 211, con su fenomenal papel, yo creo que se supera a si mismo, por su personalidad más abierta e interpretación.
Los "indígenas", defraudan un poco, pero dan de sí en algunas escenas.
¿Pero porqué gusta la peli pese a la pérdida de fuelle? Tiene el encanto de unir ficción y realidad, los personajes son "muy humanos" (motivaciones, miedos, egoísmo, etc) y una tremenda naturalidad y espíritu de crítica, ya sea histórica como en la realidad actual. Y finalmente, un par de escenas realmente emotivas.
No la veo ganando el Óscar, pero sirve sobradamente para disfrutar de ella (Y Goya al canto, of course).
Bollaín nos presenta una película francamente aceptable... pero me temo que lejos de merecer el Óscar. Lejos de algunos de sus encuadriculados trabajos anteriores, emociona, engancha, presentación y paisaje muy bien captados... pero vayamos por partes.
El principio, es casi como un homenaje al cine en sí mismo, puesto que va siguiendo la grabación de una película sobre Cristobal Colón, con todas las vicisitudes que supone un rodaje de una película así, y las relaciones entre el equipo directivo y los actores, y poco a poco va entremezclando la realidad y la ficción de forma magistral.
Y es que la película es como si fuera a pequeños golpes dentro de la línea que poco a poco va decayendo por previsibilidad, pero aún así, sigue captando la atención, sobre todo desde una genial segunda escena y la del ayuntamiento.
En cuanto a los actores, comienzan bien con su personalidad definida, desarrollando sus planteamientos... pero a la larga, se difuminan estrepitósamente, hasta ser rematados por separado. Aparte, tenemos a Tosar, que se va creciendo según avanza la película. A decir verdad, va más allá de Celda 211, con su fenomenal papel, yo creo que se supera a si mismo, por su personalidad más abierta e interpretación.
Los "indígenas", defraudan un poco, pero dan de sí en algunas escenas.
¿Pero porqué gusta la peli pese a la pérdida de fuelle? Tiene el encanto de unir ficción y realidad, los personajes son "muy humanos" (motivaciones, miedos, egoísmo, etc) y una tremenda naturalidad y espíritu de crítica, ya sea histórica como en la realidad actual. Y finalmente, un par de escenas realmente emotivas.
No la veo ganando el Óscar, pero sirve sobradamente para disfrutar de ella (Y Goya al canto, of course).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Bueno, lo de predecible, es algo demasiado relativo, ya que si tanto si se salvan como si mueren todos, siempre hay alguien que puede sacar el susodicho apelativo. Pero bueno, lo de la guerra del agua es algo que se va viendo venir progresivamente, y queda bien desarrollado como germina la insurrección y sus motivos, aunque se acaba perdiendo en sus escenas de carga policial y resolución final de todos los problemas (ni cómo se rinde el gobierno, ni si se termina de grabar la película, ni porque no son detenidos).
Resumiendo, que lo que más fuerza tiene de argumento es la moraleja, y pese al desinflado, algunas escenas y la ironía que se acaba descargando, hacen que merezca que le casque el 8 (muy bajo). Aunque la peli bien podría llamarse, con toda veracidad, Yaku (agua).
Resumiendo, que lo que más fuerza tiene de argumento es la moraleja, y pese al desinflado, algunas escenas y la ironía que se acaba descargando, hacen que merezca que le casque el 8 (muy bajo). Aunque la peli bien podría llamarse, con toda veracidad, Yaku (agua).
11 de enero de 2011
11 de enero de 2011
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia engancha, con sus saltos entre acontecimientos históricos y actualidad, así como el cine dentro del cine, la fotografía en medio del verdor ecuatorial, las interpretaciones estupendas de Tosar, García Bernal y sobre todo Karra Elejalde, que consigue una digna contención y fuerza en este filme, los excelentes diálogos y la sana intención de darle voz a los que nunca la tienen, por encima de disquisiciones teóricas, conversaciones de café o buenas intenciones (genialmente reflejadas estas contradicciones en la película).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hacia el final la credibilidad se pierde, el indígena estoico e inexpresivo resulta mejor que el emocionado. Aunque nadie le puede negar el valor de reivindicar la razón que tienen los oprimidos al defenderse, es una pena el cuarto de hora final.
De todas formas, me parece una cinta recomendable e interesante.
De todas formas, me parece una cinta recomendable e interesante.
13 de enero de 2011
13 de enero de 2011
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Iciar Bollain nos regala una delicia visual, plano tras plano, un auténtico placer estético para los que amamos el cine. También nos regala, la filmación de unos diálogos entre los actores que eleva el tono dramático de la historia, un auténtico placer para los que amamos el teatro.
Ahora bien, el pretexto que ha escogido para este alarde es un insulto a los que amamos el rigor y la Historia, el guión de Paul Laverty sobre la guerra del agua en Cochabamba, reduce ésta a unos pobres buenos que quieren llevar agua a su casa y a unos malos (que no se ven) que se lo quiren impedir por no se sabe qué, un conflicto sin matices. Un guión tan fácil como absurdo. En América Latina los recursos naturales tienen una problemática más compleja de la que Laverty-Bollain, pueden afrontar en una película. Dediquénse a la tele, ahí sí encajan sus planteamientos simplistas de vendedores de enciclopedias puerta a puerta.
Ahora bien, el pretexto que ha escogido para este alarde es un insulto a los que amamos el rigor y la Historia, el guión de Paul Laverty sobre la guerra del agua en Cochabamba, reduce ésta a unos pobres buenos que quieren llevar agua a su casa y a unos malos (que no se ven) que se lo quiren impedir por no se sabe qué, un conflicto sin matices. Un guión tan fácil como absurdo. En América Latina los recursos naturales tienen una problemática más compleja de la que Laverty-Bollain, pueden afrontar en una película. Dediquénse a la tele, ahí sí encajan sus planteamientos simplistas de vendedores de enciclopedias puerta a puerta.
18 de enero de 2011
18 de enero de 2011
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el verano del 2008 tuve la ocasión de conocer la belleza de Bolivia. De sus montañas y de sus gentes. Un conocimiento corto ya que nadie puede conocer un país a fondo en los veintiocho días que duró mi viaje. Bien es cierto que el compartir una lengua, unido a la afabilidad del pueblo boliviano, me hizo poder disfrutar de estupendas charlas. Estas conversaciones se tradujeron en mi opinión, en la idea de que Bolivia vivía una especie de guerra civil encubierta. Me encontré un país partido en dos y por supuesto salió a a colación "la guerra del agua" del año 2000, que a mi modo de ver aún no se ha acabado.
No me extiendo más en mi periplo personal con los amigos bolivianos y paso a definir las sensaciones que me ha dejado el filme.
Ayer visioné la película y está mañana me pongo a discernir sobre su análisis. La primera sensación que me ha dejado la obra es que el guión( que es el 50% de una peli), es colosal. La segunda, que el trabajo de todos los actores( los cuales son otro porcentaje altísimo del buen hacer de la película), es fantástico. El montaje me resulta muy bueno( muy acertada la introducción de imágenes de archivo).
El tema central de la película es "el hombre es un lobo para el hombre". Con la excusa de "cine sobre cine", se nos introduce de manera magistral los aconteceres de la llamada "guerra del agua" en la ciudad de Cochabamba( la Cochabamba es la madre tierra).
Pido a las personas cuando vean la película que valoren, como una forma compleja de relatar cinematograficamente los sucesos históricos que se muestran en los inicios del siglo XXI, en la ciudad de Cochabamba, puede resultar a la vez tan sencilla. Brillante manera sin duda, que espero no haga al espectador quedarse con la anécdota simplemente( que está por otra parte muy bien relatado en la cinta), de las vicisitudes del rodaje de una película.
La película es un dramón impresionante muy bien cocinado. Nos hace pensar y recapacitar sobre la manida pero no menos actual frase que "la historia se repite constantemente".
Desde aquí quiero lanzarme a la piscina. No, mejor al mar, y aseverar que está década que se inicia va a ser brillantísima en el cine español.
No me extiendo más en mi periplo personal con los amigos bolivianos y paso a definir las sensaciones que me ha dejado el filme.
Ayer visioné la película y está mañana me pongo a discernir sobre su análisis. La primera sensación que me ha dejado la obra es que el guión( que es el 50% de una peli), es colosal. La segunda, que el trabajo de todos los actores( los cuales son otro porcentaje altísimo del buen hacer de la película), es fantástico. El montaje me resulta muy bueno( muy acertada la introducción de imágenes de archivo).
El tema central de la película es "el hombre es un lobo para el hombre". Con la excusa de "cine sobre cine", se nos introduce de manera magistral los aconteceres de la llamada "guerra del agua" en la ciudad de Cochabamba( la Cochabamba es la madre tierra).
Pido a las personas cuando vean la película que valoren, como una forma compleja de relatar cinematograficamente los sucesos históricos que se muestran en los inicios del siglo XXI, en la ciudad de Cochabamba, puede resultar a la vez tan sencilla. Brillante manera sin duda, que espero no haga al espectador quedarse con la anécdota simplemente( que está por otra parte muy bien relatado en la cinta), de las vicisitudes del rodaje de una película.
La película es un dramón impresionante muy bien cocinado. Nos hace pensar y recapacitar sobre la manida pero no menos actual frase que "la historia se repite constantemente".
Desde aquí quiero lanzarme a la piscina. No, mejor al mar, y aseverar que está década que se inicia va a ser brillantísima en el cine español.
25 de enero de 2011
25 de enero de 2011
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sinopsis de También la lluvia puede provocar pereza. Un equipo de cine se traslada a Bolivia para rodar una película sobre el descubrimiento del Nuevo Mundo por parte de Cristobal Colón, cuyo apellido, ironías del destino, encajaría perfectamente como etimología del término colonización. Una vez en tierras sudamericanas, el personal del filme se encuentra con un conflicto social por la privatización del agua que afectará a las previsiones de producción. El primer asunto ha sido mil veces tratado en la historia del cine y el segundo parece demasiado local como para suscitar el interés.
Sin embargo, la sinopsis no le hace justicia a También la lluvia. Enseguida nos damos cuenta que estos dos sucesos, a priori tan poco llamativos, no son un capricho del guión. El descubrimiento de las Américas por parte de Colón, capítulo ilustre en nuestros libros de historia, no fue un acontecimiento del que convenga vanagloriarse. El filme que los protagonistas pretenden rodar nos muestra el lado menos conocido de la invasión, ese en el que los españoles utilizan a los nativos como esclavos e imponen sin miramiento su propia ley.
En cuanto al hecho más aislado, el de la revuelta popular en una aldea boliviana para evitar que privaticen un elemento tan vital como el agua, termina convirtiéndose en una reflexión universal. Mientras en el hemisferio norte acatamos el recorte de derechos con una alarmante sumisión, en el sur el sentimiento de colectividad permanece arraigado. Su particular lucha y las consecuencias que acarreará al equipo de producción de una película española también sirven para remover nuestra conciencia. Y es que cinco siglos después de la conquista, el expolio salvaje ha ido dando paso a una explotación mucho más sutil pero igualmente humillante.
Icíar Bollaín, gracias al talento de Paul Laverty, el guionista de cabecera de Ken Loach, se aleja de su vertiente más intimista para abordar un proyecto mucho más ambicioso, no tanto a nivel de medios sino de mensajes. También la lluvia quiere golpear de lleno en nuestra mentalidad occidental, personificada en Luis Tosar. Él es el productor de una película cuyo único objetivo es abaratar costes y cumplir tiempos. Las reivindicaciones de los bolivianos son sólo un estorbo para sus planes. Hasta que aparece en escena una de las aportaciones más gozosas del filme, el actor boliviano Juan Carlos Aduviri.
Sin embargo, el círculo perfecto que Bollaín iba dibujando meticulosamente a lo largo de todo el metraje se cierra de manera un tanto imprecisa. Pase que los acontecimientos se vuelvan un poco forzados hacia el final pero lo que no cuela es la fábula final, que aún así no impide que estemos ante una de las mejores cintas que ha dado el cine español en esta insípida temporada.
Sin embargo, la sinopsis no le hace justicia a También la lluvia. Enseguida nos damos cuenta que estos dos sucesos, a priori tan poco llamativos, no son un capricho del guión. El descubrimiento de las Américas por parte de Colón, capítulo ilustre en nuestros libros de historia, no fue un acontecimiento del que convenga vanagloriarse. El filme que los protagonistas pretenden rodar nos muestra el lado menos conocido de la invasión, ese en el que los españoles utilizan a los nativos como esclavos e imponen sin miramiento su propia ley.
En cuanto al hecho más aislado, el de la revuelta popular en una aldea boliviana para evitar que privaticen un elemento tan vital como el agua, termina convirtiéndose en una reflexión universal. Mientras en el hemisferio norte acatamos el recorte de derechos con una alarmante sumisión, en el sur el sentimiento de colectividad permanece arraigado. Su particular lucha y las consecuencias que acarreará al equipo de producción de una película española también sirven para remover nuestra conciencia. Y es que cinco siglos después de la conquista, el expolio salvaje ha ido dando paso a una explotación mucho más sutil pero igualmente humillante.
Icíar Bollaín, gracias al talento de Paul Laverty, el guionista de cabecera de Ken Loach, se aleja de su vertiente más intimista para abordar un proyecto mucho más ambicioso, no tanto a nivel de medios sino de mensajes. También la lluvia quiere golpear de lleno en nuestra mentalidad occidental, personificada en Luis Tosar. Él es el productor de una película cuyo único objetivo es abaratar costes y cumplir tiempos. Las reivindicaciones de los bolivianos son sólo un estorbo para sus planes. Hasta que aparece en escena una de las aportaciones más gozosas del filme, el actor boliviano Juan Carlos Aduviri.
Sin embargo, el círculo perfecto que Bollaín iba dibujando meticulosamente a lo largo de todo el metraje se cierra de manera un tanto imprecisa. Pase que los acontecimientos se vuelvan un poco forzados hacia el final pero lo que no cuela es la fábula final, que aún así no impide que estemos ante una de las mejores cintas que ha dado el cine español en esta insípida temporada.
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