Stephen (Farrell) es cardiocirujano, Narcisista y autoreferencial alude varias veces a su perfeccion: operando, el nunca se equivoca. Al mismo tiempo su camarada anestesista asevera que cuando algo sale mal en una cirugía el anestesista nunca tiene la culpa. La victima en cuestión fue hace ya algunos años previo al desarrollo de la trama, el padre de Martin, que muere durante el acto quirúrgico. Posterior a ese episodio Stephen se encuentra periodicamente con Martin, le da algo de dinero, le hace algunos regalos en parte para expiar la culpa por una muerte que se sospecha a medida que trascurre la trama se pudo haber evitado aunque no estuviera involucrada al dolo. Las visitas de Martin tienden a hacerse mas seguidas y menos adecuadas, al mismo tiempo Stephen lo lleva a su casa, pero cuando la relación se hace demasiado estrecha le intenta trasmitir que ya no tiene tiempo, pero ya era tarde, ya que en menos de un minuto el adolescente le dice de forma concreta y concisa que él debe pagar su error sacrificando a uno de los tres miembros de su familia ( Uno de sus dos hijos o esposa) en una actuación excelente. Los niños empiezan a tener los síntomas que Martin presagia, algo así como el castigo de los Dioses. Es muy tediosa desde el momento en que trabaja con una adolescente y un niño, pero es sobrellevable. La situación está dada para que este cirujano tenga que tomar una decisión y azarosamente decidir privado de la visión, quién de los tres se tiene que ir, para en el ùltimo tramo ver imágenes ralentadas con un coro de Schubert operístico a la familia compuesta ahora por tres personas, y a Martin a cierta distancia saboreando una soda en contraste con Kim comiendo "nuevamente" con salsa color sangre, cruce de miradas y ausencia de palabras, para una de las mejores escenas en mi opinión de la pelicula, con un costo horrendo, pero con esa música que da la paz de que ya nada acontecerá, la tragedia se ha consumado y ahora estamos a mano.