El Reino
2018 

7.3
32,389
Thriller. Intriga. Drama
Manuel (Antonio de la Torre), un influyente vicesecretario autonómico que lo tiene todo a favor para dar el salto a la política nacional, observa cómo su perfecta vida se desmorona a partir de unas filtraciones que le implican en una trama de corrupción junto a Paco, uno de sus mejores amigos. Mientras los medios de comunicación empiezan a hacerse eco de las dimensiones del escándalo, el partido cierra filas y únicamente Paco sale ... [+]
5 de octubre de 2018
5 de octubre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que no necesitamos localizar Springfield en un determinado estado norteamericano para valorar en toda su esencia la insuperable radiografía de la sociedad estadounidense que lleva años trazando Los Simpson, El reino no quiere (ni necesita) acordarse del nombre de la Comunidad Autónoma española en la que sitúa su retrato sin concesiones de las cloacas más profundas de la corrupción política y la feroz lucha por su trono que contamina sus altas esferas.
Aunque quizás peco de romántico y el verdadero motivo de esa "indefinición" no es generalizar la situación a todo un país, sin excepción (que también), sino más sencillamente evitar ulteriores querellas por "delitos contra el honor" varios. O incluso más fácil (usemos la navaja de Ockham): la razón puede estar simplemente en no querer morder explícitamente la mano que da de comer.
Motivos aparte, que nunca sabremos, tampoco hace falta que digan nombres para que identifiquemos referencias concretas como muertes misteriosas de gente que sabe demasiado o una larga lista de receptores de sobresueldos en B apuntados con sus iniciales. Ni mucho menos de referencias más genéricas como recalificaciones a conveniencia, mordidas sobre subvenciones europeas y contratos, concesiones a dedo y toda una serie de artimañas que forman ya parte del decorado.
Sorogoyen renuncia a todo miramiento y a toda cuestión moral y poco menos que "se la saca" con complejos y dilatados planos secuencia y una cámara progresivamente hiperactiva y juguetona. Logra con creces un clima de tensión e inquietud en permanente in crescendo, el 'thriller' (político) llevado a su máxima expresión. Y a la vez, encuentra su talón de Aquiles en la consistencia narrativa, pues momentos clave del guión, a medida que entramos en un intensísimo tercer acto, se caracterizan por el uso del 'deus ex machina', cuando no directamente por una inverosimilitud difícil de perdonar, máxime al llegar en momentos tan clave.
Así pues, la balanza hacia la opinión positiva la decanta el trabajo actoral. Antonio de la Torre supera con nota el arduo reto de cargar sobre sus hombros el protagonismo en todo el metraje, pero la palma se la llevan otros dos nombres: un inmenso Luis Zahera, que lleva él solito el relato al paroxismo en la escena del balcón, que roza el esperpento con los dedos; y Bárbara Lennie, cuyo cara a cara interpretativo final con De la Torre supone a la vez un 'tour de force' dialéctico y moral entre política y periodismo que da que reflexionar, y mucho, en una secuencia brillante que sirve de perfecto colofón a todo lo que hemos visto antes.
El reino, su reino, el de toda esta gent(uz)a, sí es de este mundo: se llama Reino de España.
Aunque quizás peco de romántico y el verdadero motivo de esa "indefinición" no es generalizar la situación a todo un país, sin excepción (que también), sino más sencillamente evitar ulteriores querellas por "delitos contra el honor" varios. O incluso más fácil (usemos la navaja de Ockham): la razón puede estar simplemente en no querer morder explícitamente la mano que da de comer.
Motivos aparte, que nunca sabremos, tampoco hace falta que digan nombres para que identifiquemos referencias concretas como muertes misteriosas de gente que sabe demasiado o una larga lista de receptores de sobresueldos en B apuntados con sus iniciales. Ni mucho menos de referencias más genéricas como recalificaciones a conveniencia, mordidas sobre subvenciones europeas y contratos, concesiones a dedo y toda una serie de artimañas que forman ya parte del decorado.
Sorogoyen renuncia a todo miramiento y a toda cuestión moral y poco menos que "se la saca" con complejos y dilatados planos secuencia y una cámara progresivamente hiperactiva y juguetona. Logra con creces un clima de tensión e inquietud en permanente in crescendo, el 'thriller' (político) llevado a su máxima expresión. Y a la vez, encuentra su talón de Aquiles en la consistencia narrativa, pues momentos clave del guión, a medida que entramos en un intensísimo tercer acto, se caracterizan por el uso del 'deus ex machina', cuando no directamente por una inverosimilitud difícil de perdonar, máxime al llegar en momentos tan clave.
Así pues, la balanza hacia la opinión positiva la decanta el trabajo actoral. Antonio de la Torre supera con nota el arduo reto de cargar sobre sus hombros el protagonismo en todo el metraje, pero la palma se la llevan otros dos nombres: un inmenso Luis Zahera, que lleva él solito el relato al paroxismo en la escena del balcón, que roza el esperpento con los dedos; y Bárbara Lennie, cuyo cara a cara interpretativo final con De la Torre supone a la vez un 'tour de force' dialéctico y moral entre política y periodismo que da que reflexionar, y mucho, en una secuencia brillante que sirve de perfecto colofón a todo lo que hemos visto antes.
El reino, su reino, el de toda esta gent(uz)a, sí es de este mundo: se llama Reino de España.
22 de enero de 2019
22 de enero de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decía el evangelista Mateo que ‘bienaventurados los pobres porque de ellos será el reino de los cielos’. Bien sabía que el reino de los vivos iba a pertenecer a otros: los políticos. Estos no iban a ser bendecidos en el cielo.
Fraude, cohecho, malversación, tráfico de influencias, corrupción, opulencia… Sorogoyen propone un insinuante y capcioso guión para mostrarnos las bambalinas de la política española de las últimas décadas con un thriller que desde el minuto uno compone una sinfonía trepidante, vertiginosa y tensa. Las maravillas que hace la cámara mezcladas con ese latido constante que es la música de Olivier Arson (a veces casi subliminal) nos mantienen de lleno en una expectante e hipnótica sucesión de elementos y acontecimientos que desembocan en una ficción tan real que casi puedes palparla con los cinto sentidos. Y es que esta película tan necesaria nos traslada de lleno a una situación crítica que vivimos e intuimos día a día en nuestras carnes y nuestro país. Todo es mentira, la mancha de la política salpica a todos porque seguimos estando, pese a creer que vivimos en una democracia, en manos del control y abuso del poder legislativo, ejecutivo y judicial; hasta el punto de que en ocasiones puedan parecer hasta las víctimas. Y es que el poder siempre es corrupto. Así lo ha narrado esta increíble cinta que no juega con nombres reales pero sí con intenciones y proposiciones; todas ellas encarnadas por un reparto cuantioso y cualitativo encabezado por el siempre perfecto Antonio De la Torre, quien junto a nombres como Nacho Fresneda, Josep María Pou, Ana Wagener, Mónica López, Bárbara Lennie o Lúis Zahera entre otros, elaboran una certera, verosímil y creíble escena; en donde la ocultación de pruebas, las coacciones, el si tu hablas yo hablo, las traiciones y los favores son el pan nuestro de cada día en la vida de un hombre que trata de evadir su responsabilidad: si la haces, la pagas. O así debería ser, en un sistema equilibrado y justo.
No he podido dejar de acordarme de ‘House of Cards’ y esa sensación de lograrlo todo por encima del cadáver de quien sea, pero a diferencia de la afamada serie de Kevin Spacey y Robin Wright, ‘El Reino’ no juega a seducir con almíbar sino a persuadir con estiércol. El elemento discursivo, elocuente y rábico de los diálogos es tan alusivo que abruma. Ver la realidad tan latente desde una pantalla supone abrumar las esperanzas del espectador.
Como consecuencia, el resultado y el pose que deja al espectador acaba siendo tan adrenalínico, angustioso y despreciable como doloroso e impotente. Pero así es la vida, al menos la que nos han vendido, mientras unos pagamos las riquezas de otros.
Sorogoyen, quien ya me sedujo con ‘Que dios nos perdone’ o ‘Madre’, vuelve a manejar magistralmente los ingredientes del thriller y del drama, esta vez tocando un tema tan candente como sinuoso. La política de esta nuestra querida España.
Fraude, cohecho, malversación, tráfico de influencias, corrupción, opulencia… Sorogoyen propone un insinuante y capcioso guión para mostrarnos las bambalinas de la política española de las últimas décadas con un thriller que desde el minuto uno compone una sinfonía trepidante, vertiginosa y tensa. Las maravillas que hace la cámara mezcladas con ese latido constante que es la música de Olivier Arson (a veces casi subliminal) nos mantienen de lleno en una expectante e hipnótica sucesión de elementos y acontecimientos que desembocan en una ficción tan real que casi puedes palparla con los cinto sentidos. Y es que esta película tan necesaria nos traslada de lleno a una situación crítica que vivimos e intuimos día a día en nuestras carnes y nuestro país. Todo es mentira, la mancha de la política salpica a todos porque seguimos estando, pese a creer que vivimos en una democracia, en manos del control y abuso del poder legislativo, ejecutivo y judicial; hasta el punto de que en ocasiones puedan parecer hasta las víctimas. Y es que el poder siempre es corrupto. Así lo ha narrado esta increíble cinta que no juega con nombres reales pero sí con intenciones y proposiciones; todas ellas encarnadas por un reparto cuantioso y cualitativo encabezado por el siempre perfecto Antonio De la Torre, quien junto a nombres como Nacho Fresneda, Josep María Pou, Ana Wagener, Mónica López, Bárbara Lennie o Lúis Zahera entre otros, elaboran una certera, verosímil y creíble escena; en donde la ocultación de pruebas, las coacciones, el si tu hablas yo hablo, las traiciones y los favores son el pan nuestro de cada día en la vida de un hombre que trata de evadir su responsabilidad: si la haces, la pagas. O así debería ser, en un sistema equilibrado y justo.
No he podido dejar de acordarme de ‘House of Cards’ y esa sensación de lograrlo todo por encima del cadáver de quien sea, pero a diferencia de la afamada serie de Kevin Spacey y Robin Wright, ‘El Reino’ no juega a seducir con almíbar sino a persuadir con estiércol. El elemento discursivo, elocuente y rábico de los diálogos es tan alusivo que abruma. Ver la realidad tan latente desde una pantalla supone abrumar las esperanzas del espectador.
Como consecuencia, el resultado y el pose que deja al espectador acaba siendo tan adrenalínico, angustioso y despreciable como doloroso e impotente. Pero así es la vida, al menos la que nos han vendido, mientras unos pagamos las riquezas de otros.
Sorogoyen, quien ya me sedujo con ‘Que dios nos perdone’ o ‘Madre’, vuelve a manejar magistralmente los ingredientes del thriller y del drama, esta vez tocando un tema tan candente como sinuoso. La política de esta nuestra querida España.
22 de febrero de 2019
22 de febrero de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un ritmo endiablado Rodrigo Sorogoyen narra un intenso thriller político que muestra las vergüenzas de la corrupción política española de los últimos años. Un inmenso Antonio de la Torre encarna al político corrupto acorralado que sufre el ninguneo y desprecio de sus compañeros de partido mientras trata de reunir pruebas para su defensa. Sin embargo la información que descubre es de tal gravedad que los que en un principio se prestan a ayudarle le dejan solo.
22 de febrero de 2019
22 de febrero de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es El Reino una buena película, entretenida y todo.
Trata un tema muy presente en todos los ámbitos y sin embargo muy poco tratado por la ficción en nuestro país.
La película tiene el ritmo adecuado y en ningún momento me perdí en la historia. Entendí perfectamente los tejemanejes que se traen, es más me quedé con las ganas de ver más a los delfines, de saber más de las guerras internas, más de la forma de utilizar el poder y cómo usa sus tentáculos.Si hacen otra peli con ellos me la veo.
Respecto al protagonista, jamás empatizé con él y seguí sus andanzas con interés meramente informativo., Lo cual me parece un enorme mérito por parte de los creadores.
Los actores están estupendos todos, aunque evidentemente Antonio de la Torre lleva con acierto casi todo el peso de la película.
Mis únicas pegas son :
La escena del balcón, a pesar de estar estupendamente interpretada me sacó de la película al punto de que por un momento pensé que estaba viendo el club de la comedia.
La escena de Andorra se me hizo pesada.
Trata un tema muy presente en todos los ámbitos y sin embargo muy poco tratado por la ficción en nuestro país.
La película tiene el ritmo adecuado y en ningún momento me perdí en la historia. Entendí perfectamente los tejemanejes que se traen, es más me quedé con las ganas de ver más a los delfines, de saber más de las guerras internas, más de la forma de utilizar el poder y cómo usa sus tentáculos.Si hacen otra peli con ellos me la veo.
Respecto al protagonista, jamás empatizé con él y seguí sus andanzas con interés meramente informativo., Lo cual me parece un enorme mérito por parte de los creadores.
Los actores están estupendos todos, aunque evidentemente Antonio de la Torre lleva con acierto casi todo el peso de la película.
Mis únicas pegas son :
La escena del balcón, a pesar de estar estupendamente interpretada me sacó de la película al punto de que por un momento pensé que estaba viendo el club de la comedia.
La escena de Andorra se me hizo pesada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y no me pispé de lo que le pasa al abogado que acompaña al prota durante la última parte de la peli. ¿Es también un traidor o se lo han cargado? Creo que me perdí algo.
Por último la escena final me pareció estupenda, abierta a varias interpretaciones y el cierre que una película tan estupenda merecía.
Por último la escena final me pareció estupenda, abierta a varias interpretaciones y el cierre que una película tan estupenda merecía.
10 de mayo de 2019
10 de mayo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dispar película española que muestra el descenso de un político cuando surgen unas grabaciones en donde se lo involucra con un hecho de corrupción. De esta manera vemos como ese halo de impunidad en que se manejaba va poco a poco desapareciendo y el circulo de gente de poder, especialmente de su partido de pronto desaparece. Ya nadie parece conocerlo, ni le tiende la mano, tendrá que resolver la situación y contar solo con su familia, es por eso que tratará de vengarse de todos los que lo dejaron solo, sin importar quien y las consecuencias que traerá tal decisión. A partir de esto seremos testigo del movimiento de todos los mecanismos ocultos, entretelones, manejos sucios y demás del partido político en cuestión y de sus principales referentes. Film para ver, correctamente actuado aunque a mi juicio, tiene un final algo apurado.
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