Ben-Hur, un hombre cuya infancia compartió con un joven romano en Judea, vuelve a reencontrarse con él (Mesala) tras su instrucción y combate en campañas por todo el Mediterráneo.
Todo parece no haber cambiado un ápice desde entonces pero muy pronto el peso de Roma caerá sobre la familia de Hur y conducirá al protagonista a una serie de aventuras que le llevarán a cumplir su propósito.
Increíble historia e interpretación. Una ambientación inmejorable, sin efectos especiales, del Imperio Romano y su dominio a lo largo del mundo conocido.
Sin duda es una de las películas que hay que ver antes de morir.

Las generaciones jóvenes no han tenido ocasión de ver esta magnífica película. Espectacular banda sonora, interpretación inmejorable, ambientación extraordinaria. Todo en esta película es extraordinario. Y contiene la que para mi es la mejor escena con Jesús, y eso que a él no se le ve la cara. Es cuando Jesús da de beber al prisionero y el romano se dispone a golpearle con el látigo. En fin, que Ben Hur es mucho más que estas escenas con Jesús. La famosa carrera de cuadrigas no tiene nada que envidiar a las carreras de formula 1 de hoy. Recomiendo que todos vean esta película, saldrán del cine con la sensación de haber visto una película grande, como las de antes.

Siempre que se habla de cine y espectáculo pienso en ‘Ben-Hur’, porque es una película que en mi opinión contiene todo aquello que un blockbuster debe poseer: grandes interpretaciones, personajes bien trabajados, una historia cautivadora, un diseño de producción excelente, secuencias memorables y una mano firme gobernando la nave. La mayor prueba de todo ello es que pasados más de cincuenta años esta obra maestra del cine sigue conservando el frescor y la épica que en su momento la convirtieron en un éxito de taquilla.

Se me hace difícil pensar que alguien no la haya visto todavía, pero si esa persona me lee sólo me queda recomendarle que lo haga, seguro que no se arrepentirá.

-Lo mejor: La carrera de cuadrigas, que no sólo es una competición sino la lucha de dos hombres que se odian profundamente.

-Lo peor: El tramo final que rodea la crucifixión de Jesús, me parece prescindible.

-Más en: www.cineycine.com

William Wylder, director polifacético donde los haya, logró con “Ben-Hur” plasmar con gran acierto el cine épico que podíamos encontrar en Lawrence de Arabia (David Lean, 1962) o Espartaco (Stanley Kubrick, 1960), adaptando la obra literaria de Lew Wallace que se llevó a la gran pantalla en versión muda en el año 1925. Wylder, que ya había participado en la primera obra de los años 20, logró dar un giro drástico al planteamiento inicial, cambiando el contexto gestual por un sin igual artificio de música, sonido, extras, decorados, efectos especiales y hasta ciento cincuenta actores con diálogo, sin escatimar en gastos.

En una producción sin precedentes, la inversión de la Metro Golden Mayer se vio recompensada con el récord absoluto de 11 estatuillas a los Óscars, un fenómeno comercial y global sin parangón. Sin embargo, el éxito de esta gran obra no reside solo en las impactantes mezclas de luz y sonido, si no que se ve recompensada por unas legendarias actuaciones por parte de Stephen Boyd haciendo de Mesala y el mítico Charlton Heston –papel que fue declinado en su momento por Paul Newman -, encarnando al protagonista. Además, un guión desmesurado para aventuras épicas donde los deseos de venganza y la búsqueda incesante del reconfortante amor tienen cabida en esta epopeya bíblica que solo decide abrazar el aspecto religioso en el principio y el final de la cinta. Un viaje inigualable por tierra y mar, una carrera de cuadrigas que queda para la historia del cine, y un sinfín de subtramas que atraviesan las fronteras del vasto imperio romano, fueron finalmente suficientes para justificar uno de los más osados gastos del séptimo arte, que sirvió para salvar de la bancarrota a los estudios mientras Heston alcanzaba la gloria eterna.

Una obra de arte colosal, de artesanía magistral e impecable en todos sus departamentos, eterna, que aguanta el paso del tiempo y no se hace larga en 2025 pese a durar casi cuatro horas.

Destaca por encima de todo la adaptación visual de la novela a la hora de mostrar a Jesucristo sin mostrarle, sugiriendo, de manera siempre sutil y misteriosa.

Cualquier publicista o periodista trabajando en comunicación política o corporativa debería tomar Ben Hur como referencia. También los "nuevos directores de cine cristiano". Es la antítesis del panfleto. Como si Lewis Wallace en la novela y la MGM en la película se hubieran propuesto contar la mejor historia cristiana posible sin vender ninguna moto y dándole al público los mejores recursos narrativos de los que son capaces.