El artista
7.6
60,331
Comedia. Drama. Romance
Hollywood, 1927. George Valentin es una gran estrella del cine mudo a quien la vida le sonríe. Pero con la llegada del cine sonoro, su carrera corre peligro de quedar sepultada en el olvido. Por su parte, la joven actriz Peppy Miller, que empezó como extra al lado de Valentin, se convierte en una estrella del cine sonoro.
19 de marzo de 2012
19 de marzo de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como que da miedo ir a ver una película tan multipremiada, tan recomendada y que tanto ha aparecido en los telediarios. Bueno, más que miedo, precaución, porque estamos acostumbrados a que cuando existe tan inmenso interés por vender un producto suele haber gato encerrado. Así pues, medio camuflado, mirando por encima de las solapas de mi gabardina y sacudiéndome las moscas que me importunaban llegué cinco minutos tarde al recibidor y, como la historia es muda, pasé un papelito por el arco de la taquilla que decía: una para la siete. El hombre no reconoció tras el sombrero y las oscuras gafas al tío raro que solía acudir a las pelis que casi nadie ve. Al instante me sumergí en la negritud de la sala y .....
.....como si de una cascada refrescante se tratara comenzó a manar cine; porque eso era: litros y litros de celuloide en blanco y negro inundando nuestros recuerdos, nuestros grandes ojos de niños sorprendidos, nuestros primeros domingos de "a duro la entrada". La lluvia que, como decía Borges es algo que sucede en el pasado, envolvía también el haz de luz del proyector y nos arrastraba a las calles mojadas, bajo la balconada que protegía el armario acristalado de las carteleras y a los zagalillos de pantalón corto.
Había vuelto el cine, el clásico, el que huele a pipas, caramelos de nata y banquetas de madera. El que te permitía largos viajes, grandes amores y eternas amistades sin tener que mover más que los músculos orbicular y elevador del párpado. El que entretenía, transmitía emociones y te anunciaba el futuro (cada semana uno diferente). El que sabías que era bueno porque te gustaba, sin saber de directores y otras minucias como música, guiones, color o sonido.
Cuando acabó The Artist, esta evocadora fantasía de Hazanavicius, maravillosamente simple, esperé a que se encendieran las luces y salí destocado, con el abrigo en el brazo, mordisqueando la patilla de las "lunettes" y elevando la cabeza por ver si reconocía algún espectador para acercarme a decirle: ¡qué bonita!
.....como si de una cascada refrescante se tratara comenzó a manar cine; porque eso era: litros y litros de celuloide en blanco y negro inundando nuestros recuerdos, nuestros grandes ojos de niños sorprendidos, nuestros primeros domingos de "a duro la entrada". La lluvia que, como decía Borges es algo que sucede en el pasado, envolvía también el haz de luz del proyector y nos arrastraba a las calles mojadas, bajo la balconada que protegía el armario acristalado de las carteleras y a los zagalillos de pantalón corto.
Había vuelto el cine, el clásico, el que huele a pipas, caramelos de nata y banquetas de madera. El que te permitía largos viajes, grandes amores y eternas amistades sin tener que mover más que los músculos orbicular y elevador del párpado. El que entretenía, transmitía emociones y te anunciaba el futuro (cada semana uno diferente). El que sabías que era bueno porque te gustaba, sin saber de directores y otras minucias como música, guiones, color o sonido.
Cuando acabó The Artist, esta evocadora fantasía de Hazanavicius, maravillosamente simple, esperé a que se encendieran las luces y salí destocado, con el abrigo en el brazo, mordisqueando la patilla de las "lunettes" y elevando la cabeza por ver si reconocía algún espectador para acercarme a decirle: ¡qué bonita!
15 de octubre de 2012
15 de octubre de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi opinión, se trata de una de las películas mejor terminadas que he visto, y probablemente, la mejor desde el punto de vista técnico. El director francés Michel Hazanavicius nos regala una joya impecable en el rodaje y en las interpretaciones; con un el tempo de película maravilloso, y, con una música genial y muy bien elegida, que actua como un personaje más de la película, aportando el sonido a los momentos tragicómicos. Y es que no sólo la música, sino ese juego con el sonido que tiene, hacen a la película brillante por momentos.
Pero, y por desgracia hay uno, para ser justos, la película no llega al sobresaliente porque le falla el guión: esa historia de ascenso/descenso está ya demasiado explotada en Hollywood.......
Pero, y por desgracia hay uno, para ser justos, la película no llega al sobresaliente porque le falla el guión: esa historia de ascenso/descenso está ya demasiado explotada en Hollywood.......
5 de marzo de 2014
5 de marzo de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hazanavicius nos ofrece una aparente reflexión sobre el mundo del cine, de forma audaz y atrevida para la los tiempos que corren, en mi opinión, un simulacro en torno a las formas del cine mudo de la época dorada, tomando como eje temático el dibujo de las formas de vida en el interior del sistema de los Estudios. El aspecto del film es un pastiche postmoderno en el que, desde un presente concreto se recrea un modelo de cine y un sistema de representación que hoy resultan anacrónicos. La apariencia final es la de un simple juego, un divertimento pensado para la cinefilia, en la que se propone un regreso hacia la Arcadia perdida, hacia aquello que el tiempo borró y que el presente solo puede recuperar desde la nostalgia marcadamente retro.
Ahora bien, sin renegar de su condición de divertimento cinéfilo, lo cierto es que “The Artist” va un poco más lejos. La primera cuestión que me sorprende de la propuesta es que no recrea el cine mudo a partir de los referentes históricos de una época, sino a través de la mitología que el sonoro acabó instaurando en torno a ese periodo dorado, sobre todo en torno a la leyenda de su desaparición. Si observamos la lista de algunos hipotéticos gestos o referentes, resulta curioso observar que, mientras los dos protagonistas pueden ser considerados la encarnación de John Gilbert y Clara Bow, los motivos temáticos expuestos parecen establecer una empatía con films como “Cantando bajo la lluvia” de Donen (la inadaptación al sonoro), “El crepúsculo de los Dioses” de Wilder (el declive), y si me apuran hasta “Ha nacido una estrella” de Cukor (el ascenso de ella y el hundimiento de él).
El film nos recrea situaciones reconocibles como las aventuras de Douglas Fairbanks, el perro similar al denominado “Asta” de los film de intriga de William Powell, las parejas de bailarines como Fred Astaire y Ginger Rogers y el magnate encarnado por el orondo John Goodman que sería el gran Irvin Thalberg, y que en un momento dado recurre a la frase lapidaria: “El público nunca se equivoca”, precisamente lo que ha ocurrido con este film evocador de tiempos pretéritos, que bebe de la fuente del melodrama, un éxito abrumador siendo un film humilde que acabó seduciendo a la Academia de Hollywood. Más allá de sus hallazgos técnicos, la evocación romántica de la música de Bernard Herrmann para “Vertigo” en su “climax”, del rigor interpretativo o de la precisión con la que juega con los recursos del cine mudo, los elementos más interesantes del film tienen que ver con su condición de relato en torno a una caída.
En el fondo, es la historia de un mundo que vivía fastuosamente sumergido en el exceso y que, un cierto día, se encontró con algo inesperado que lo transformó y lo acabó aniquilando. Unos seres que se aferraban al viejo mundo y no comprendieron lo que estaba ocurriendo para acabar sucumbiendo, perdidos en la melancolía de lo que desapareció y terminaron arrumbados por un presente que no admitía refugio en lo viejo. En un momento en que el cine atraviesa una crisis, la vieja fábula sobre el actor mudo que no quiso saber nada del sonoro adquiere actualidad. El divertimento se ensombrece y, desde el cine mudo, este film acaba hablándonos de nuestro presente.
Ahora bien, sin renegar de su condición de divertimento cinéfilo, lo cierto es que “The Artist” va un poco más lejos. La primera cuestión que me sorprende de la propuesta es que no recrea el cine mudo a partir de los referentes históricos de una época, sino a través de la mitología que el sonoro acabó instaurando en torno a ese periodo dorado, sobre todo en torno a la leyenda de su desaparición. Si observamos la lista de algunos hipotéticos gestos o referentes, resulta curioso observar que, mientras los dos protagonistas pueden ser considerados la encarnación de John Gilbert y Clara Bow, los motivos temáticos expuestos parecen establecer una empatía con films como “Cantando bajo la lluvia” de Donen (la inadaptación al sonoro), “El crepúsculo de los Dioses” de Wilder (el declive), y si me apuran hasta “Ha nacido una estrella” de Cukor (el ascenso de ella y el hundimiento de él).
El film nos recrea situaciones reconocibles como las aventuras de Douglas Fairbanks, el perro similar al denominado “Asta” de los film de intriga de William Powell, las parejas de bailarines como Fred Astaire y Ginger Rogers y el magnate encarnado por el orondo John Goodman que sería el gran Irvin Thalberg, y que en un momento dado recurre a la frase lapidaria: “El público nunca se equivoca”, precisamente lo que ha ocurrido con este film evocador de tiempos pretéritos, que bebe de la fuente del melodrama, un éxito abrumador siendo un film humilde que acabó seduciendo a la Academia de Hollywood. Más allá de sus hallazgos técnicos, la evocación romántica de la música de Bernard Herrmann para “Vertigo” en su “climax”, del rigor interpretativo o de la precisión con la que juega con los recursos del cine mudo, los elementos más interesantes del film tienen que ver con su condición de relato en torno a una caída.
En el fondo, es la historia de un mundo que vivía fastuosamente sumergido en el exceso y que, un cierto día, se encontró con algo inesperado que lo transformó y lo acabó aniquilando. Unos seres que se aferraban al viejo mundo y no comprendieron lo que estaba ocurriendo para acabar sucumbiendo, perdidos en la melancolía de lo que desapareció y terminaron arrumbados por un presente que no admitía refugio en lo viejo. En un momento en que el cine atraviesa una crisis, la vieja fábula sobre el actor mudo que no quiso saber nada del sonoro adquiere actualidad. El divertimento se ensombrece y, desde el cine mudo, este film acaba hablándonos de nuestro presente.
9 de abril de 2014
9 de abril de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No deja de resultar irónico que en una época como la actual en la que el cine se debate entre el 3D, internet, el bluray y demás efectismos técnicos, el director Michel Hazanavicius dirija una arriesgada película muda y en blanco y negro. Y lo mejor de todo es que acierta de lleno con una conmovedora historia melodramática que narra la caída en desgracia de una superestrella del cine mudo incapaz de adaptarse a la llegada del cine sonoro. Toda una revolución que cambió el cine para siempre y que para muchos actores resultó traumática porque de la noche a la mañana cayeron en el más absoluto de los olvidos. Para colmo el ciego orgullo del protagonista le impide ver una realidad inevitable y se empecina en producir otra película muda cuando lo que el público demanda es el cine hablado. Las desgracias no vienen solas y al fracaso de su proyecto se une el crack del 29 y el divorcio de su mujer. En ese momento sin esperanza entra en una espiral de autodestrucción regada por el alcohol que está a punto de costarle la vida de no ser por una joven y atractiva actriz a la que ayudó en sus inicios y que le ayuda a salir adelante.
The artist es una película que reivindica el cine en su estado puro contando una historia con imágenes que no necesitan diálogo, únicamente unos breves rótulos porque las escenas hablan por sí mismas gracias a unos expresivos actores formidables en sus respectivos papeles. Él recuerda a un galán del Hollywood clásico al estilo Errol Flynn, Gene Kelly o Rodolfo Valentino, mientras que ella es una joven de mirada cautivadora que encandila a todos con su encanto. Entre los secundarios destacan unos geniales James Cromwell y John Goodman y unos extras muy bien escogidos que parecen salidos de los años veinte. Sin olvidarme de la presencia de un simpático can compañero inseparable de la estrella. En lo que se refiere a los aspectos técnicos resalto la excelente banda sonora que supone un perfecto acompañamiento para el desarrollo de la acción, unos conseguidos decorados que nos sumergen en una época fascinante y una suntuosa fotografía en blanco y negro que brilla más que nunca.
En resumen The artist es sin discusión una de las mejores películas de 2011, para mi la mejor, un homenaje a los inicios del séptimo arte y una reivindicación del cine en estado puro. Y es que conseguir mantener al espectador interesado y emocionado durante hora y media con una película muda y en blanco y negro tiene mucho mérito, por ello fue la justa ganadora del Oscar al mejor film del año.
The artist es una película que reivindica el cine en su estado puro contando una historia con imágenes que no necesitan diálogo, únicamente unos breves rótulos porque las escenas hablan por sí mismas gracias a unos expresivos actores formidables en sus respectivos papeles. Él recuerda a un galán del Hollywood clásico al estilo Errol Flynn, Gene Kelly o Rodolfo Valentino, mientras que ella es una joven de mirada cautivadora que encandila a todos con su encanto. Entre los secundarios destacan unos geniales James Cromwell y John Goodman y unos extras muy bien escogidos que parecen salidos de los años veinte. Sin olvidarme de la presencia de un simpático can compañero inseparable de la estrella. En lo que se refiere a los aspectos técnicos resalto la excelente banda sonora que supone un perfecto acompañamiento para el desarrollo de la acción, unos conseguidos decorados que nos sumergen en una época fascinante y una suntuosa fotografía en blanco y negro que brilla más que nunca.
En resumen The artist es sin discusión una de las mejores películas de 2011, para mi la mejor, un homenaje a los inicios del séptimo arte y una reivindicación del cine en estado puro. Y es que conseguir mantener al espectador interesado y emocionado durante hora y media con una película muda y en blanco y negro tiene mucho mérito, por ello fue la justa ganadora del Oscar al mejor film del año.
19 de octubre de 2012
19 de octubre de 2012
15 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
A- Ayyyy, la nostalgia! Lo vintage cómo mola!!!!
P- Presente negro cual sobaco un grillo... Volvamos al pasado.
O- Ondular la melena, peinarse a lo garçon, llamarse Lola.
R- Renegar de móvil, IPhone y whatsapp, tecnopecados.
D- Dejar de moverse a lo Shakira, decir al claqué "hola"
O- Olvidar el mundanal ruido, todos callados.
N- No correr, viajar a 30 y mejor sola.
O- Ohhhh, felices 20, años dorados!
S- Señor Dujardin, "The artist" no mola.
C- Cuela más "Midnight in Paris". Sin perritos encantados.
A- Amigo Hazanavicius, el cine mudo es como el NODO o la gramola.
R- Rarezas para frikis, pervertidos y tarados.
P- Presente negro cual sobaco un grillo... Volvamos al pasado.
O- Ondular la melena, peinarse a lo garçon, llamarse Lola.
R- Renegar de móvil, IPhone y whatsapp, tecnopecados.
D- Dejar de moverse a lo Shakira, decir al claqué "hola"
O- Olvidar el mundanal ruido, todos callados.
N- No correr, viajar a 30 y mejor sola.
O- Ohhhh, felices 20, años dorados!
S- Señor Dujardin, "The artist" no mola.
C- Cuela más "Midnight in Paris". Sin perritos encantados.
A- Amigo Hazanavicius, el cine mudo es como el NODO o la gramola.
R- Rarezas para frikis, pervertidos y tarados.
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