Relatos salvajes
2014 

7.7
69,986
4 de febrero de 2015
4 de febrero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seis historias independientes con un denominador común: la violencia, y de cómo el cordero ha de convertirse en lobo para matar a otro lobo. Y así lo muestra el relato-cortometraje y los títulos de crédito iniciales.
Con un guión muy inteligente, de diálogos rápidos y directos, lleno de irónico humor negro, se nos presentan una serie de personajes que son llevados hasta el límite de su tolerancia, justificando de alguna forma la chispa que engendra la violencia y las consecuencias de tomarse la justicia por su mano.
Una serie de casualidades en pleno vuelo, un amargo encuentro en un restaurante de paso durante una noche solitaria, un conductor que se encuentra al diablo en la carretera, un humilde ingeniero experto en explosivos con algunos problemillas con la burocracia, un millonario que debe salvar el nombre de su familia a base de talonario y una novia que descubre el engaño el día de su boda. Son éstas las seis historias que, bajo título propio, componen un film cuyo punto fuerte se encuentra en una potente y firme narración, in crescendo, cercana al mejor cuento breve sudamericano, que te mantiene en vilo incluso en los momentos menos creíbles. Momentos inverosímiles que son salvados gracias a las interpretaciones, todas ellas, pero sobre todo las de los protagonistas, que encajan perfectamente en su papel.
Érica Rivas borda a esa novia despechada, contagiándonos su locura y sed de venganza en la más divertida de las historias, pese a que su explosión final no esté a la altura del resto. Por otro lado, vamos descubriendo los escrúpulos del padre millonario, interpretado por Óscar Martínez, que navega en un barco de ratas. En una tercera historia, Ricardo Darín consigue desde el primer fotograma la empatía con el espectador, al más puro estilo de ese ciudadano tranquilo llamado Jack Lemmon, guardando las distancias y sin menospreciar al actor argentino. Leonardo Sbaraglia, en la que es la historia más redonda, con aire a road movie setentera, deja sus habituales papeles de guaperas inteligente, siempre bien interpretados, por el de un guaperas más humano cuya transformación y desenlace son lo mejor de la cinta. Julieta Zyllberberg está muy correcta como la desaborida y algo neurótica camarera, pese a que su relato sea el más desaprovechado. Y como prueba a todo esto, es que la aparición de un actor como Darío Grandinetti, auténtico depredador interpretativo, pasa casi desapercibida, en el mejor de los sentidos.
Relatos salvajes es una película que muestra empatía por el débil, crítica social y buenas dosis de humor negro. El pero, porque hay un pero, es que esa postura moral quede finalmente como postura y no como ideal de principios haciendo, como debería, literal el título del film.
Con un guión muy inteligente, de diálogos rápidos y directos, lleno de irónico humor negro, se nos presentan una serie de personajes que son llevados hasta el límite de su tolerancia, justificando de alguna forma la chispa que engendra la violencia y las consecuencias de tomarse la justicia por su mano.
Una serie de casualidades en pleno vuelo, un amargo encuentro en un restaurante de paso durante una noche solitaria, un conductor que se encuentra al diablo en la carretera, un humilde ingeniero experto en explosivos con algunos problemillas con la burocracia, un millonario que debe salvar el nombre de su familia a base de talonario y una novia que descubre el engaño el día de su boda. Son éstas las seis historias que, bajo título propio, componen un film cuyo punto fuerte se encuentra en una potente y firme narración, in crescendo, cercana al mejor cuento breve sudamericano, que te mantiene en vilo incluso en los momentos menos creíbles. Momentos inverosímiles que son salvados gracias a las interpretaciones, todas ellas, pero sobre todo las de los protagonistas, que encajan perfectamente en su papel.
Érica Rivas borda a esa novia despechada, contagiándonos su locura y sed de venganza en la más divertida de las historias, pese a que su explosión final no esté a la altura del resto. Por otro lado, vamos descubriendo los escrúpulos del padre millonario, interpretado por Óscar Martínez, que navega en un barco de ratas. En una tercera historia, Ricardo Darín consigue desde el primer fotograma la empatía con el espectador, al más puro estilo de ese ciudadano tranquilo llamado Jack Lemmon, guardando las distancias y sin menospreciar al actor argentino. Leonardo Sbaraglia, en la que es la historia más redonda, con aire a road movie setentera, deja sus habituales papeles de guaperas inteligente, siempre bien interpretados, por el de un guaperas más humano cuya transformación y desenlace son lo mejor de la cinta. Julieta Zyllberberg está muy correcta como la desaborida y algo neurótica camarera, pese a que su relato sea el más desaprovechado. Y como prueba a todo esto, es que la aparición de un actor como Darío Grandinetti, auténtico depredador interpretativo, pasa casi desapercibida, en el mejor de los sentidos.
Relatos salvajes es una película que muestra empatía por el débil, crítica social y buenas dosis de humor negro. El pero, porque hay un pero, es que esa postura moral quede finalmente como postura y no como ideal de principios haciendo, como debería, literal el título del film.
4 de febrero de 2015
4 de febrero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadie como los argentinos para psicoanalizarnos. Szifrón ya nos gustó con aquel thriller tan de andar por casa que era "Tiempo de valientes" (2005). Ha tardado casi una década, después de su paso por la televisión, para volver a lo grande, digamos que "salvajemente", de la mano de los hermanos Almodovar que producen, un reparto argentino fabuloso (como casi siempre) y unas historias mínimas que al contrario que las de Sorín, destilan mala baba, humor negro y una buena dosis de catarsis donde verter "aquello que pensamos y nunca nos atrevimos ha hacer".
La variedad de la propuesta de cada uno de los 6 relatos independientes, unidos por el hilo conductor de la apertura de compuertas de nuestros instintos más primarios cuando estamos saturados, permite a Szifrón lucirse con la cámara, los tempos, los actores el montaje y toda la gama de recursos que conlleva el oficio cinematográfico. El Deseo pone calidad a la producción junto con la bso de Santaolalla.
La crueldad, la razón de la sinrazón y la sonrisa cómplice se mezclan con acierto en la tradición del relato corto sudamericano. Personalmente me ha impactado el de la familia que intenta hacer frente a la responsabilidad de su hijo en un accidente. Es el menos espectacular pero lo que ahí se destila te pone los pelos de punta.
La variedad de la propuesta de cada uno de los 6 relatos independientes, unidos por el hilo conductor de la apertura de compuertas de nuestros instintos más primarios cuando estamos saturados, permite a Szifrón lucirse con la cámara, los tempos, los actores el montaje y toda la gama de recursos que conlleva el oficio cinematográfico. El Deseo pone calidad a la producción junto con la bso de Santaolalla.
La crueldad, la razón de la sinrazón y la sonrisa cómplice se mezclan con acierto en la tradición del relato corto sudamericano. Personalmente me ha impactado el de la familia que intenta hacer frente a la responsabilidad de su hijo en un accidente. Es el menos espectacular pero lo que ahí se destila te pone los pelos de punta.
8 de febrero de 2015
8 de febrero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de contar lo que sentí con esta película quiero decir que me encanta el cine argentino, que el lo que ha hecho Damián Szifrón hasta aquí me a venido gustando y mucho, que los actores que interpretan el film son de lo mejor que tiene la Argentina, pero...
La verdad que no me a convencido mucho.
Primero creo que hay varias historias interesantes que imagino que no son tan buenas como para ser un film por si solo y necesitaron estar unidas a otras, si bien las historias no están entrelazadas si tienen un sentido común, pero lo que yo sentí con esta película fue un cumulo de historias intrascendentes que querían mostrar las reacciones de la gente, que son verdad, pero en verdad no me sorprendió para nada;
No quiero decir que la idea no sea tontamente original e innovadora pero si el cine se convierte en algo así creo que no vamos a ninguna parte.
No quiero defenestrar ni al director excelente y al los grandes actores pero en verdad esperaba mucho más, lo único que me dejo la película fue una pequeña moraleja de lo loco que uno puede volverse con pequeñas.
La verdad que no me a convencido mucho.
Primero creo que hay varias historias interesantes que imagino que no son tan buenas como para ser un film por si solo y necesitaron estar unidas a otras, si bien las historias no están entrelazadas si tienen un sentido común, pero lo que yo sentí con esta película fue un cumulo de historias intrascendentes que querían mostrar las reacciones de la gente, que son verdad, pero en verdad no me sorprendió para nada;
No quiero decir que la idea no sea tontamente original e innovadora pero si el cine se convierte en algo así creo que no vamos a ninguna parte.
No quiero defenestrar ni al director excelente y al los grandes actores pero en verdad esperaba mucho más, lo único que me dejo la película fue una pequeña moraleja de lo loco que uno puede volverse con pequeñas.
16 de febrero de 2015
16 de febrero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos años me quedé loquísimo con una película mexicana dirigida por un tal Iñárritu. Si amigos, el mismo al que ahora toda la crítica lame el culo con la sobrevalorada Birdman. El citado filme narraba tres historias unidas entre sí, por un accidente de tráfico. Eran historias de violencia que nos mostraban un mundo lejano que podrías encontrar perfectamente al cruzar la esquina.
La cinta que nos ocupa tiene seis pequeñas historias con un nexo en común, la violencia. Ese lado oscuro que todos llevamos dentro. Ese animal salvaje que todos tenemos y que, en según que circunstancias, dejamos salir sin medir las consecuencias. Porque si hay algo que no hacen los protagonistas de estos cuentos oscuros es medir.
Una oda al instinto primario. Una sucesión de imágenes con las que no querríamos sentirnos identificados. Una joya bestial que asusta y divierte. Que gusta y disgusta. Que nos acerca a lo que somos y a lo que no podemos ser. Con La isla mínima, la mejor pelicula en español del año pasado.
¿El homenaje a Kusturica en una de las historias era necesario? Absolutamente si.
La cinta que nos ocupa tiene seis pequeñas historias con un nexo en común, la violencia. Ese lado oscuro que todos llevamos dentro. Ese animal salvaje que todos tenemos y que, en según que circunstancias, dejamos salir sin medir las consecuencias. Porque si hay algo que no hacen los protagonistas de estos cuentos oscuros es medir.
Una oda al instinto primario. Una sucesión de imágenes con las que no querríamos sentirnos identificados. Una joya bestial que asusta y divierte. Que gusta y disgusta. Que nos acerca a lo que somos y a lo que no podemos ser. Con La isla mínima, la mejor pelicula en español del año pasado.
¿El homenaje a Kusturica en una de las historias era necesario? Absolutamente si.
19 de febrero de 2015
19 de febrero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que una película de episodios consiga tal grado de satisfacción general, que seas incapaz de valorar cúal te gustó más, que todas mantengan la coherencia de una obra unitaria. Eso para mi, en más de cien años de cine, es un milagro.
Nunca antes con una pelicula de estas características seguí tan intensamente cada una de las historias que la componen. Cuando finaliza la película quieres más. Como si el talento de sus creadores fuera infitino.
Este tipo de productos fué muy utilizado en los años 50 y 60, sobretodo en el cine italiano. Es inevitable que cada obra tenga un sentido diferente, muchas estaban dirigidas por diferentes autores, aunque siempre tenían un leitmotiv que las unía a todas. El espectador tiene cada vez que inicia una historia, ponerse en situación, cuando acaba de ver el climax de la que acaba de finalizar. La sensación final es la de valorar cúal te gustó más o cúal te aburrió menos. Así se da el caso que una obra maestra de Fellini como "Toby Dammit", al estar englobada en una mediocre obra completa "Historias extraordinarias", pase casi al olvido.
El caso de "Relatos salvajes" es extraordinario, seis historias independientes (o cinco y un prólogo) unidas por el tema de la venganza o el sinsentido de la condición humana, que en ningún momendo decae y dificílmente te olvidas. Bueno, hasta que queramos volver a verla y a lo mejor le subimos la nota.
Nunca antes con una pelicula de estas características seguí tan intensamente cada una de las historias que la componen. Cuando finaliza la película quieres más. Como si el talento de sus creadores fuera infitino.
Este tipo de productos fué muy utilizado en los años 50 y 60, sobretodo en el cine italiano. Es inevitable que cada obra tenga un sentido diferente, muchas estaban dirigidas por diferentes autores, aunque siempre tenían un leitmotiv que las unía a todas. El espectador tiene cada vez que inicia una historia, ponerse en situación, cuando acaba de ver el climax de la que acaba de finalizar. La sensación final es la de valorar cúal te gustó más o cúal te aburrió menos. Así se da el caso que una obra maestra de Fellini como "Toby Dammit", al estar englobada en una mediocre obra completa "Historias extraordinarias", pase casi al olvido.
El caso de "Relatos salvajes" es extraordinario, seis historias independientes (o cinco y un prólogo) unidas por el tema de la venganza o el sinsentido de la condición humana, que en ningún momendo decae y dificílmente te olvidas. Bueno, hasta que queramos volver a verla y a lo mejor le subimos la nota.
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