La gran apuesta
6.8
36,532
Drama. Comedia
Tres años antes de la crisis mundial del 2008 originada por las hipotecas subprime que hundió prácticamente el sistema financiero global, cuatro tipos fuera del sistema fueron los únicos que vislumbraron que todo el mercado hipotecario iba a quebrar. Decidieron entonces hacer algo insólito: apostar contra el mercado de la vivienda a la baja, en contra de cualquier criterio lógico en aquella época... Adaptación del libro “La gran ... [+]
8 de septiembre de 2016
8 de septiembre de 2016
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película fallida que nos intenta explicar de manera demasiado didáctica las causas que originaron la crisis mundial del 2008, y de como cuatro tipos fuera del sistema vislumbrando lo que venia consiguieron hacerse millonarios a costa de los demás. Adam Mckay se pierde demasiado en tecnicismos utilizando la misma táctica que muchos economistas y banqueros, es decir, hablar con un lenguaje tan complicado para que la gente normal no entienda nada y así poder seguir jugando con nuestro dinero, y ese es el gran problema de esta película, al final acabas desconectando y perdiendo toda la atención. A pesar de unas buenas actuaciones de Christian Bale, Steve Carell y Ryan Gosling "La gran apuesta" no es la película que se utilizará como ejemplo para explicar la crisis del 2008, demasiado complicada.
7 de noviembre de 2016
7 de noviembre de 2016
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No entiendo cómo estos cuatro pedazo de actores han participado en esta película. Tampoco entiendo cómo fue siquiera nominada a los Oscars (no recuerdo si ganó alguno). Puede que sea un tema denso pero hay otras formas de contarla, más sencilla e insultando menos al espectador. Los personajes hablan y hablan sin parar, muy rápido soltando tecnicismos que el 80% de la población no entendemos, con expresiones a veces sexistas y otras tratando de ser polémicos e insultándose entre ellos, había demasiados tópicos, personajes muy chulos sin necesidad, desagradables.
El personaje de Christian Bale era demasiado exagerado, me encanta este actor pero esta vez lo he visto muy sobreactuado, como si buscase otro oscar.
Con este director nunca termino de empatizar con absolutamente ningún personaje, no es que sea necesario que ocurra eso siempre, pero no me resultan creíbles, son muy exagerados, grotescos y mal perfilados. No te identificas ni te producen ningún interés.
Tenían una oportunidad muy buena de acercar un tema complejo y relativamente reciente a los espectadores pero sólo han conseguido hacer una película pretenciosa que se hace muy larga a los diez minutos.
El personaje de Christian Bale era demasiado exagerado, me encanta este actor pero esta vez lo he visto muy sobreactuado, como si buscase otro oscar.
Con este director nunca termino de empatizar con absolutamente ningún personaje, no es que sea necesario que ocurra eso siempre, pero no me resultan creíbles, son muy exagerados, grotescos y mal perfilados. No te identificas ni te producen ningún interés.
Tenían una oportunidad muy buena de acercar un tema complejo y relativamente reciente a los espectadores pero sólo han conseguido hacer una película pretenciosa que se hace muy larga a los diez minutos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo único bueno: algunas conclusiones que sacan al final sobre que cuando hay una crisis de este tipo no lo pagan los responsables sino los inmigrantes, etc.
Lo peor: casi todo :(
Lo peor: casi todo :(
15 de febrero de 2018
15 de febrero de 2018
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha costado mucho digerirla. Demasiado. Es más, aún estoy haciendo la digestión -la pesada digestión-, del uso prolongado escena tras escena, frase tras frase, del lenguaje plagado de terminología economista que apostaría a que más de un licenciado en dicha carrera universitaria ha entendido, poco más o menos, lo mismo que un servidor. Es un fuego a discreción de dos horas de datos y verborrea entendible solo para unos pocos -¿qué pocos me pregunto?-, tanto que su visionado debería convalidar un postgrado, el máster y, hasta si se me apura, el doctorado en economía. En su afán sin descanso de darnos un curso acelerado de la (aparente) caída del poder capitalista por el desdén de unos cuantos, ha conseguido que me sienta como el último de la clase al que encima, no le importa serlo.
El dinamismo que hay entre escenas y en casi cada uno de los diálogos tiene su lógica puesta en hacer ver, en querer transmitir el vértigo, el estrés de quien está metido en situación. Pero antes que eso está la falta de escrúpulos y la afluencia de arrogancia de los que, a fin de cuentas, manejan el dinero de todos. Un motivo y un recordatorio más para desear prisión incondicional a más de uno. Sin embargo, por contra, no contribuye a agilizar el proceso de digestión de la información, lo que comúnmente cualquier mortal que no hable un léxico tan encriptado se referiría a ello como "entender qué demonios están diciendo sin morir en el intento". En su disposición absoluta de querer mostrarnos cómo se fraguó la más brutal crisis económica mundial desde el crack del 29 y que sólo unos pocos supieron vislumbrar, lo único que consigue es que mire el reloj varias veces y piense en cuánto queda para su término. En que hay mejores films sobre brókers, bolsas de valores y "tiburones" de las finanzas como “Wall Street” (1987) o “El lobo de Wall Street” (2013) que transmitían más, eran más divertidas y no se convertían en un largo y aburrido sometimiento sobre hechos que, aunque nos han afectado a todos, ha conseguido que piense que preferiría ignorarlo. En que piense que soy demasiado estúpido por únicamente entender el "hola" y "adiós" de cada diálogo y entremedias un contenido que no consigo captar. Un momento, ¿había algún "hola" y "adiós" en algún diálogo? Creo que si quiera eso. Hasta he perdido la paciencia en molestarme quién era quién y porqué estaba ahí. Pronto la desconexión se hizo casi absoluta de manera involuntaria. Lo he intentado, pero no he podido.
De todo el dispendio adormecedor para un humilde mortal que no juega en las grandes ligas macroeconómicas, lo único que se hace salvable son las oportunidades que se les brindan a algunos personajes de interactuar con la cámara. Una ligera pausa para el café, un leve momento de relax, de complicidad con el espectador, antes de volver a machacarnos con más y más de lo mismo. Recuerdo una escena, al hilo de esto, de esas en que el personaje en cuestión habla con nosotros, en la que Selena Gomez -una de esas jóvenes aprendices de chica para todo que se queda en el intento- como la única escena en la que entendí lo que con nosotros, de una manera bastante elocuente, querían compartir. Debía tratarse de la escena o el pequeño curso para lelos con el que conseguí entender algo. Se les habrá colado o será el único momento en que yo también me concedí una pausa para el café, un leve momento de relax, de complicidad con el personaje de turno, antes de dejar que me sigan machacando con más y más de lo mismo. No digo más nada. No hace falta.
Tan inteligente y necesaria como aburrida. ¡Qué paradoja!
El dinamismo que hay entre escenas y en casi cada uno de los diálogos tiene su lógica puesta en hacer ver, en querer transmitir el vértigo, el estrés de quien está metido en situación. Pero antes que eso está la falta de escrúpulos y la afluencia de arrogancia de los que, a fin de cuentas, manejan el dinero de todos. Un motivo y un recordatorio más para desear prisión incondicional a más de uno. Sin embargo, por contra, no contribuye a agilizar el proceso de digestión de la información, lo que comúnmente cualquier mortal que no hable un léxico tan encriptado se referiría a ello como "entender qué demonios están diciendo sin morir en el intento". En su disposición absoluta de querer mostrarnos cómo se fraguó la más brutal crisis económica mundial desde el crack del 29 y que sólo unos pocos supieron vislumbrar, lo único que consigue es que mire el reloj varias veces y piense en cuánto queda para su término. En que hay mejores films sobre brókers, bolsas de valores y "tiburones" de las finanzas como “Wall Street” (1987) o “El lobo de Wall Street” (2013) que transmitían más, eran más divertidas y no se convertían en un largo y aburrido sometimiento sobre hechos que, aunque nos han afectado a todos, ha conseguido que piense que preferiría ignorarlo. En que piense que soy demasiado estúpido por únicamente entender el "hola" y "adiós" de cada diálogo y entremedias un contenido que no consigo captar. Un momento, ¿había algún "hola" y "adiós" en algún diálogo? Creo que si quiera eso. Hasta he perdido la paciencia en molestarme quién era quién y porqué estaba ahí. Pronto la desconexión se hizo casi absoluta de manera involuntaria. Lo he intentado, pero no he podido.
De todo el dispendio adormecedor para un humilde mortal que no juega en las grandes ligas macroeconómicas, lo único que se hace salvable son las oportunidades que se les brindan a algunos personajes de interactuar con la cámara. Una ligera pausa para el café, un leve momento de relax, de complicidad con el espectador, antes de volver a machacarnos con más y más de lo mismo. Recuerdo una escena, al hilo de esto, de esas en que el personaje en cuestión habla con nosotros, en la que Selena Gomez -una de esas jóvenes aprendices de chica para todo que se queda en el intento- como la única escena en la que entendí lo que con nosotros, de una manera bastante elocuente, querían compartir. Debía tratarse de la escena o el pequeño curso para lelos con el que conseguí entender algo. Se les habrá colado o será el único momento en que yo también me concedí una pausa para el café, un leve momento de relax, de complicidad con el personaje de turno, antes de dejar que me sigan machacando con más y más de lo mismo. No digo más nada. No hace falta.
Tan inteligente y necesaria como aburrida. ¡Qué paradoja!
15 de enero de 2016
15 de enero de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay probabilidad alguna de que situaciones tan graves tengan soluciones reales a largo plazo, si existe dinero de por medio, no. Ladrones de cuello y corbata aprovechando su educación, intelecto e impunidad, gobiernos cuyos representantes corruptos se dejan acariciar por la mano que cuenta el dinero, mientras el desposeído, el ignorante, el hombre común a pie, aquel o aquella desprovisto (a) de toda protección financiera y legal en un mundo que olvidó todo cobijo moral, ve como el resultado del esfuerzo de toda una vida se pierde en un vórtice maligno, en el cual lo que a cada uno le corresponde se esfuma en las cuentas de inescrupulosos, tan nocivos, tan peligrosos como el que más. Esto podemos señalar como corolario de esta película filmada con gran dinámica, que no permite respiro, con un elenco que supo hacer su trabajo, destacando Christian Bale que ya es capaz de interpretar a la reina Isabel si así se lo propusiera. Lo no tan bueno, es que quizás, a pesar del esfuerzo, las penumbras de muchas situaciones propias del tema (razón por la cual nos seguirán engañando) ajenas a la comprensión de los que somos legos en materia financiera. Una vez más podemos preguntarnos ¿para qué sirven los premios Nobel en economía? Respuesta: ¡Para darle alas al capitalismo liberal aún más! ¿Y el estado como garante?...
30 de enero de 2016
30 de enero de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título de mi crítica alude al gran Leopoldo Abadía, que en una conferencia a la que asistí fue capaz de explicarme lo mismo que en "La gran apuesta", pero con un lenguaje más comprensible y en una hora menos. Después de esta frase supongo que ha quedado claro que ni me parece una película más allá de interesante para la gente que no conoce el tema - pues está demasiado cargada de jerga bancaria -, ni mucho menos merecedora de tanto favoritismo para los Oscars. Ojo, hablo de la película, no de los actores. Porque estamos, por encima de todo, ante una película de actores donde quizá el más sorprendente por su cambio de registro es Steve Carell. Christian Bale, pese a ser el nominado, tiene papeles mucho mejores aunque es verdad que ha tenido que trabajar la inamovilidad de uno de sus ojos y que su personaje es curioso porque para nada da el perfil del típico economista. Ryan Gosling, que no me suele gustar, aquí lo hace bien. Brad Pitt cumple como se espera de él, y también es interesante la pareja formada por Charlie Geller y Jamie Shipley.
Reconozco que las strippers ayudan a que no te duermas, lo cual dice bastante de la manera tan mala en que está contada. Porque el argumento, en sí, no destaca precisamente por su brillantez.
Eso sí, lo de introducir cameos de famosos - que podría ser una idea algo más original - va de más a menos, hasta tocar fondo como las hipotecas basura (ver spoiler).
Mi nota: 5,8
Reconozco que las strippers ayudan a que no te duermas, lo cual dice bastante de la manera tan mala en que está contada. Porque el argumento, en sí, no destaca precisamente por su brillantez.
Eso sí, lo de introducir cameos de famosos - que podría ser una idea algo más original - va de más a menos, hasta tocar fondo como las hipotecas basura (ver spoiler).
Mi nota: 5,8
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Margot Robbie, sensual en la bañera con su copa de champán, bien (pese a que puedas perder atención sobre lo que explica observándola a ella). El chef mundial, también, para establecer un símil culinario con la mezcla de productos tóxicos que realizaban los bancos. Pero... ¿qué pinta la novia de Justin Bieber?
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