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Matar a un ruiseñor

Drama Adaptación de la novela homónima de Harper Lee. En la época de la Gran Depresión, en una población sureña, Atticus Finch (Gregory Peck) es un abogado que defiende a un hombre negro acusado de haber violado a una mujer blanca. Aunque la inocencia del hombre resulta evidente, el veredicto del jurado es tan previsible que ningún abogado aceptaría el caso, excepto Atticus Finch, el ciudadano más respetable de la ciudad. Su compasiva y ... [+]
Críticas 203
Críticas ordenadas por utilidad
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10
5 de febrero de 2012 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando decides ver una de esas películas clásicas, de las que has oído hablar y de las que sabes que ocupan un lugar importante en la historia del cine, de alguna forma partes con unas expectativas muy altas, tan altas que en algunas ocasiones no se cumplen. Suerte que este no es el caso de Matar a un ruiseñor.
Dejando a un lado su deslumbrante fotografía, su conmovedora banda sonora, su increíble guión y la mágica dirección de Robert Mulligan, además de la fantástica interpretación que hacen los protagonistas, Matar a un ruiseñor me ha sorprendido por la cantidad de valores que es capaz de trasmitir. Valores representados en su mayoría en la figura y en los actos de Atticus Finch (Gregory Peck) , un abogado que defiende a un hombre negro acusado de haber violado a una mujer blanca. Estos valores tan complejos son explicados, o más bien puestos en práctica, de una forma tan sencilla que me asombra. Son vistos desde los ojos de los dos hijos de Atticus, de forma que hasta un niño los puede entenderlos. Además, los ojos de estos niños no sólo dan cuenta de estos valores. Son testigos además de una época social muy convulsa de la América de la Gran Depresión, donde negros y blancos pertenecían a dos mundos distintos. Realidad que la película es capaz de representar de una forma magistral.
En conclusión, de lo único que me arrepiento es de no haber visto antes esta obra maestra que, sin lugar a dudas, forma parte de esa lista de películas que todo el mundo debería ver, al menos una vez en la vida.

www.recmoment.blogspot.com
9
15 de abril de 2012 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empezaré diciendo que me avergúenzo de no haber visto esta película antes. De veras, me avergüenzo.

Atticus ( Peck ) defiende a un hombre negro presuntamente acusado de violación en los tiempos de la intolerancia sureña. A la vez, sus hijos investigan una casa vecina que al parecer esconde algo.

Gregory Peck está increíble. ¿ Por qué ? Porque normalmente no es fácil comprender al personaje. Si bueno, lo puedes comprender pero no meterte en su piel. En todas las ocasiones, lo que se escribe en un guión se queda en papel. Peck es el claro ejemplo de personificación. Sólo con las miradas, los consejos que le da a sus hijos, su valentía, su temor,... Es capaz de mostrartelo todo.
Sus hijos, como no, siguen en su línea.De ahí, se nota que Mulligan ha sabido utilizar la introspección del personaje, propiamente dicho.

El guión, es ES-PE-CTA-CU-LAR. Introducción de personajes perfectamente indicados y en pocas palabras. La doble división del guión en 2 tramas perfectamente niveladas. Secuencias muy bien marcadas. Esto, entre otras cosas, es de lo mejorcito.

La fotografía juega muchisimo con muchos planos. Cierto es, que de vez en cuando, nos encontramos con planos-secuencia. Pero es tan buena, que gracias a ella, nos da más información de la debida, y bien recibida por el espectador. Hay que incidir que en ese momento ya se hacían las películas a color, pero yo creo que el B&N es perfecto para el film. Centra mucho menos la atención en la imagen, y más en la situación. Igualmente, se juega mucho con la luz y queda muy bien.

Finalmente, plasmo mis últimas palabras alabando a Robert Mulligan por haber dirigido a sus actores como se debe, por un guión en condiciones y por un film que nos llegará al alma. Hasta al más " cabrón ", debo aclarar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sin lugar a dudas, amo y amaré la secuencia del juzgado.
8
6 de noviembre de 2012 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se mezclan el talento y el altruismo, se encadenan buenas historias.
Un abogado defiende a un hombre de color, solamente porque cree en él.
Vale la pena, y se mezcla todo con andanzas de sus jóvenes hijos y una hermosa mujer sola que es la candidata ideal.
Increíble ver a un Robert Duvall tan joven y ahi se entiende el porqué de sus éxitos futuros.
9
1 de septiembre de 2013 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La novela de Harper Lee, ganadora del Premio Pulitzer en 1961 y cuya autora (Nacida en 1925) escribió basándose en su infancia durante la era de la Gran Depresión fue llevada a manos del siempre respetado Robert Mulligan (uno de los grandes maestros del drama contemporáneo que incluso recurrió al género de terror con su inolvidable “El Otro” (The Other, 1973)) y que contó con la inolvidable interpretación de Gregory Peck en su papel del abogado, viudo y padre de familia Atticus Finch, o un joven Robert Duvall en el rol de Boo Radley, un ser marginado y aislado, verdadera razón de los miedos infantiles que se ciernen en unos niños notablemente interpretados por Mary Badham y Phillip Alford (como los hijos de Atticus).

Un incidente racial compromete a Atticus a defender a un hombre de color (Brock Peters) acusado de abusar a la hija de un granjero de la zona. Mientras los niños curiosean en la casa de los misteriosos vecinos Radley, la inocencia desaparece en el verdadero reto que tiene que enfrentarse el bueno de Atticus en una causa judicial muy delicada en esos tiempos (y en los que se editó como libro y estrenó como película en los sesenta con los Derechos Civiles a punta de cañón).

Gran clásico que fue producido por Alan J. Pakula y cuya fotografía en blanco y negro va a cargo de Russell Harlan. Un escenario, en dps diferentes, marcado por la incredulidad de unos niños y una turbia realidad de unos mayores que solo Mulligan supo llevar a cabo en la gran pantalla para demostrar que la sencillez de llevar a cabo una tierna historia llena a la vez de crueldad se podía compensar con la maestría de una narración sobresaliente y atractiva al espectador sin la necesidad de tener que caer en fatalidades propia de un drama adverso. Imprescindible.
8
9 de diciembre de 2014 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basado en la única novela de Harper Lee, asistente eventual de Capote, como se refleja en la oscarizada película. 

Scout le pregunta a Atticus Finch por qué es un pecado matar a un ruiseñor. Este responde:



-Pues supongo que porque los ruiseñores no hacen otra cosa que cantar para regalarnos el oído. No picotean los sembrados. No entran en los graneros a comerse el trigo. No hacen más que cantar con todas sus fuerzas para alegrarnos.



Claro está que el ruiseñor no es sencillamente un pájaro. La metáfora pretende ligar el ruiseñor con distintos niveles de la propia trama. Un ruiseñor es Tom Robinson, el negro injustamente acusado de la violación de una mujer blanca. Terrible pecado en ese Sur amable y crispado de la Depresión. Otro ruiseñor sería Jem, el hijo de Atticus que está a punto de morir por una injusta venganza. El enigmático Bo Radley, el deficiente que se pasa la mitad de la película en las sombras cálidas de Alabama, interpretado por un imberbe Robert Duvall, es otra víctima de la ceguera social que reprende y destierra todo lo diferente. En definitiva, son ruiseñores todos aquellos que sufren el prejuicio social.



Atticus, el abogado impecable, el padre impoluto, el vecino ejemplar, podría haber sido un personaje blando y beatífico, pero la película mantiene el tipo y el paso de los años. Cruce de muchos géneros (terror, de juicios, infantil) la película sigue su propio ritmo. Rara vez es previsible y retrata una atmósfera que llegamos a añorar sin haberla nunca vivido: las sombras nocturnas de las casas sureñas, los tejanos gastados, las avenidas sin asfaltar por las que rara vez circula un coche, las noches estrelladas, los trajes de lino blanco, los edificios coloniales, el aire a civilización en aparente letargo. 


Scout narra la historia de cuando tenía seis años. La película sigue su óptica y rara vez la abandona. La óptica infantil sirve para adoptar una visión sin prejuicios que contrastará con los roles, la discriminación racial y las convenciones sociales de los adultos. Una óptica que también relatará los terrores infantiles. El mundo de la sombras con las que se interiorizan los miedos y se descartan, finalmente, por infundados.
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