Reírse de los ejemplarizantes idiotas es la temática de la película, un desarrollo que en la arrogante sociedad francesa junto con su permisividad y afección por los affaires extramatrimoniales encaja hasta creerse que debe ser normal encontrarse este tipo de cenas en el país vecino. Pero una película no es política ni sociedad, es muchas más cosas como por ejemplo sentimiento e inteligencia.
He encontrado que el autor de la obra y director quieren hacerme partícipe de la cena, de la velada, al principio pienso que lo hacen para presentarme la crueldad, que encierra frustración e impersonalidad, de unos individuos que parecen tienen de todo y se ve no tienen nada. Esto me produce un sentimiento desagradable al comprobar que el autor acaba colocándome al mismo lado del idiota del que hay que reírse y al lado del idiota que se cree superior siendo nada.
Típica producción francesa que se salva por sus actores y que no encuentro o no alcanzo esa "intelligentsia". Menos mal, debo ser un idiota, de no serlo me preocuparía

Una de las mejores películas cómicas que he visto en mi vida. No es hiriente ni necesita ser grosera para hacer reir. Más bien me recuerda a un humor inteligente que en escasas ocasiones vemos en el cine. Es cierto que Brochant se ensaña con François Pignon pero no sale ileso. ¡¡¡Me encanta este humor francés!!!

Comedia y película con mayúsculas.
Humor fantástico, situaciones hilarantes, ritmo, geniales interpretaciones, gran acidez en situaciones a ratos absurdas y unos personajes que bordan la genialidad.

Sí, una comedia puede ser y es también una película de diez.

El germen de la cinta es la obra de teatro original y son capaces de plasmar en la gran pantalla la química que la obra original tiene. Funciona sin más. Hay idiotas pero no imbéciles, hay situaciones desternillantes, está todo lo necesario para crear una comedia inolvidable.

Película sin duda de diez.

(creo innecesario alargar más la crítica, lo mejor que se puede hacer es conseguir la película, verla y, claro, reir)

Pues eso, una comedia francesa simpática. La trama es graciosa: un desalmado que busca a un idiota para llevarlo a una cena junto a otros desalmados y otros idiotas y, lógicamente, reírse de los "tontos". Pues bien, este tonto se venga involuntariamente del malvado que pensaba reírse de él: le arruina el matrimonio, le mete en líos con Hacienda... un caos.

Los 30 segundos finales son sorprendentes, y desternillantes.

Muy recomendable.

Qué gran sorpresa de cinta!
Sencillez a la máxima expresión para llenarnos 80 minutos de pura carcajada.
El cómico protagonista te absorbe desde el primer momento que aparece en pantalla.
Sin más dilación, una gran genialidad de película para acabar el día con una enorme sonrisa.