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M, el vampiro de Düsseldorf

Thriller. Intriga Un asesino de niñas tiene atemorizada a toda la ciudad de Berlín. La policía lo busca frenética y desesperadamente, deteniendo a cualquier persona mínimamente sospechosa. Por su parte, los jefes del hampa, furiosos por las redadas que están sufriendo por culpa del asesino, deciden buscarlo ellos mismos. (FILMAFFINITY)
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9
16 de julio de 2021 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Además de una dirección brillante, de una gran caracterización y de ser un thriller emocionante, con un buen uso del sonido –recién aparecido en el cine- y un buen manejo de las metáforas visuales para no mostrar escenas violentas demasiado explícitas, este film destaca por plantear tres facciones interesantísimas cuyo enfrentamiento da lugar a profundas reflexiones acerca de la moral. Cuando el mundo criminal de la ciudad se organiza para capturar a un asesino pederasta y así dejar de sufrir el hostigamiento de la policía y tranquilizar a la ciudadanía, ¿quién es preferible que lo atrape primero? ¿Cuál debe ser su pena? ¿Es peor persona alguien que comete delitos leves por capricho, o alguien que comete delitos graves porque no puede evitarlo? La vigencia de estas cuestiones hace que M, el vampiro de Düsseldorf haya envejecido mucho mejor que un buen puñado de sus contemporáneas (bueno, la ausencia de una necesidad de efectos especiales, etc, también ha ayudado, sin duda, tampoco vamos a negarlo). La cuestión es que es una película imprescindible por su importancia en la historia del cine y por su influencia; pero incluso si le quitáramos esto, si la viéramos sin tener en cuenta lo que supuso, sigue siendo una obra maestra a día de hoy.
8
2 de diciembre de 2022 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El vampiro de Düsseldorf es probablemente el mejor film de Fritz Lang en su etapa alemana.

Se trata de una intriga criminal que no se limita a contar la minuciosa investigación de la policía para capturar a un asesino de niños, sino que se centra también en explicar los motivos del asesino para comprender su comportamiento. Una historia en la que se habla además de los deseos de la gente de tomarse la justica por su mano ante crímenes tan execrables.

La película no ha perdido un ápice de interés a pesar de sus años, y está contada con el ritmo cinematográfico que exigía el nuevo cine sonoro.

Un magistral Peter Lorre encarna al asesino, en el que sería su prometedor debut cinematográfico, y le da a su personaje un aire inquietante con esa fea sonrisa que tiene y sus característicos ojos saltones.
9
7 de noviembre de 2023 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El primer film sonoro de Fritz Lang se revela como una rotunda obra maestra de enérgico ritmo narrativo y excepcional opulencia visual (prodigiosa fotografía de Fritz Arno Wagner) que perfecciona las técnicas propias del expresionismo alemán, no en vano Wagner había sido el responsable también de la fotografía de "Nosferatu" del maestro Murnau.

Con la amenaza del nazismo extendiéndose por todo el país germano, esta vibrante película viene a significar una descorazonadora representación de su marco sociopolítico, transmitiendo un profundo pesimismo no carente sin embargo de elementos satíricos en su sarcástico dibujo social.

Lang plantea elementos como la interpretación de la ley y la justicia (asuntos recurrentes en buena parte de su filmografía), así como el posicionamiento del Estado en el desarrollo represivo de la sociedad, o la eficiencia del sistema de Derecho.

Nada sería lo mismo sin la presencia de un inolvidable Peter Lorre en su debut en el cine (memorable su presentación en la película con la irrupción de su sombra proyectada de manera amenazadora sobre la pared), con esos enormes y expresivos ojos saltones protagonizando secuencias antológicas como la del escaparate, en la que se transforma por medio de su enfática mirada en tan sólo unos leves instantes, o los estremecedores discursos en los que se abre en canal ante la acusadora muchedumbre. Un actor maravilloso.

La melodía silbada de la suite "Peer Gynt" del compositor noruego Edvard Grieg siempre quedará asociada a esta joya fílmica, una de las cumbres de la historia del séptimo arte, dueña de una pasmosa modernidad, una obra mayúscula que ejemplifica el valor imperecedero del arte.

Nota: 9,5
10
17 de noviembre de 2023 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parafraseando a cierto veteranísimo —no sé siquiera si seguirá vivo— tertuliano del programa de Garci, películas como «M, el vampiro de Düsseldorf» piden sacar el reclinatorio. Porque el film de Fritz Lang, penúltimo de su etapa alemana, es una obra maestra sin parangón, una joya tan llena de aristas, con tantas capas y subtextos, que media docena de visionados no bastarían para abarcarla en toda su relevancia y significación.
Rodada en los albores del sonoro, abundan en ella reminiscencias del cine mudo —hay, de hecho, numerosos pasajes sin sonorizar—, tales que el histrionismo de algunas interpretaciones y, muy especialmente, el expresivo manejo de la cámara —incluso rayano en lo «virtuoso»—, progresiva y lamentablemente abandonado por los cineastas de las décadas posteriores, acomodados en la facundia de sus actores. También el componente tragicómico, herencia de los orígenes vodevilescos del medio, así como las angulaciones dislocadas y el abrupto claroscuro característicos del expresionismo del que Lang procedía.
Imposible no rastrear en su argumento una crítica a la declinante República de Weimar, donde los hampones campan por sus respetos. Permisividad y, por qué no decirlo, incompetencia institucionales que constituyen el caldo de cultivo perfecto para una disfuncional dualidad de poder que eclosionará muy poco después, en Enero del 33. Incluso el largo abrigo de cuero que luce Gustaf Gründgens —quien no en vano medraría con el advenimiento del régimen nazi— destila totalitarismo por cada costura. La prensa y su mórbida querencia por el sensacionalismo reciben asimismo un par de rejones muy bien puestos.
Mención aparte merece el trabajo del debutante Peter Lorre. Elusivo durante buena parte del metraje y como reservándose para un desenlace de altísima tensión, su psicópata infanticida se erige en uno de los retratos más descarnados de la compulsión —ese silbido machacón de «En la gruta del rey de la montaña»— y de la enfermedad mental nunca vistos en pantalla. Sencilla, dolorosamente estremecedor.
10
25 de febrero de 2024 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recién estrenado el cine sonoro, Fritz Lang se adaptó a la primera con esta obra maestra pionera de los "Serial Killers" y que sigue siendo una cumbre. Coincidiendo casi con su estreno, fue ajusticiado Peter Kürsten, el vampiro de Düsseldorf, tras años de ser el asesino más buscado de Alemania. Poco importa que los hechos no sean del todo fidedignos. Según la información oficial, este asesino no cometió sólo unos pocos asesinatos como da a entender la película, sino bastantes, y no sólo de niñas pequeñas, sino también de chicas jóvenes de las que abusaba, además de docenas de agresiones sexuales y parece que también bebía sangre, de ahí su apodo. Según esta información oficial, lo detuvo la policía al ser descrito e identificado por su última víctima, una joven que sufrió abusos y daños pero que sobrevivió, y no se nombran para nada esas macroorganizaciones urbanas de delincuentes y mendigos que aparecen en la película y sobre cuya veracidad real no sé nada, si bien se sabe que, desde antiguo, los delincuentes se han agrupado desde en simples bandas hasta en organizaciones amplias y muy jerarquizadas, e igualmente existe la mendicidad organizada con zonas bien repartidas.

Pero no importa. Esto es una obra maestra desde lo bueno y coherente del guion hasta lo acertado de todo el reparto donde brillan en especial Peter Lorre y Otto Wernicke en su estupendo papel del comisario Lohmann, que repitió poco después en El testamento del dr. Mabuse. A Wernicke se le nota aun en algún momento un poco de exceso de expresividad facial, herencia del cine mudo todavía muy reciente, pero, en general, es ya una película que asimiló perfectamente el cine sonoro, y de forma brillante. Véase, sin ir más lejos, el papel que juega el conocido fragmento de "Peer Gynt" de Grieg, que silba el asesino y juega un papel fundamental en la trama.

Luego están los detalles: me encanta la larga pausa en negro entre los títulos del comienzo y la primera imagen de los niños en corro jugando, y lo bien doblada que está. Imposible no contar rápidamente otro en Spoiler.

A diferencia de otros, incluso también grandes, que vieron en el sonido casi un "adorno" innecesario, Lang se debió dar cuenta enseguida de que el sonido era un recurso expresivo tan importante como la imagen, e igualmente asimiló el color, ya más tardíamente, en aquellas dos maravillas de “La tumba india”. Irrepetible Fritz Lang por la calidad, variedad y cantidad de su obra, y uno de los grandes de verdad.
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spoiler:
Me encanta la reacción de Wernicke cuando cree que sólo está ayudando a un colega en una investigación curiosa y, mientras interroga al ratero, al que ha asustado de manera muy inteligente, recibe de súbito el inconsciente enlace con su propia investigación sobre el asesino. De espaldas a él, le cambia el semblante en una fracción de segundo y se le cae la pipa... ¿Cómo has dicho?...
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