El hombre lobo
2010 

5.1
15,315
Terror. Thriller
La infancia de Lawrence Talbot se acabó bruscamente la noche en que murió su madre. Abandonó entonces su pueblo (Blackmoor), pero tardó muchos años en recuperarse y olvidar. Un día, Gwen Conliffe, la prometida de su hermano le pide que le ayude a buscarlo, pues ha desaparecido. Talbot regresa entonces a casa y se entera de que un ser brutal y sediento de sangre ha matado a muchos campesinos. Pronto descubre que existe una antigua ... [+]
3 de octubre de 2012
3 de octubre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Innecesaria revisión del clásico de la Univesal (nótese el acertado logotipo en blanco y negro nada más comenzar la película) que intenta ser fiel al clásico de 1941 dirigido por George Waggner e interpretado por Lon Chaney Jr.
Antes de todo tengo que decir que de los monstruos de la Universal, quizás el que menos me atrae es el Hombre-Lobo. Lo veo algo ridículo con su tupé rockabilly y sus mangas de camisa debajo de un chaleco proletario. A mí los que me ponían, terroríficamente hablando, eran el Conde Drácula (tenía un aire canallesco con su capa y su esmoquin) y Frankenstein, el eterno Prometeo, siempre en busca de su padre y creador. Hecha esta aclaración sigo con la crítica.
Las aportaciones al mito han sido numerosas, desde la primera y poco conocida "Werewolf of London" de 1935 hasta las imprescindibles "Un hombre lobo americano en Londres" (John Landis, 1981) y "Aullidos" (Joe Dante, 1981), pasando por la ya mencionada "El hombre lobo" de Waggner que quizás sea la que ha asentado la mitomanía licantrópica tal y como la conocemos hoy en dia. En los últimos años la cosa ha ido de mal en peor apareciendo cosillas interesantes como "Lobo" (Mike Nichols, 1994) o "Underworld" (Len Wiseman, 2003) y rollos macabeos como la obra que nos ocupa.
Aquí Benicio del Toro, además de actuar, es productor. Señor Del Toro: cuando lea mi crítica tenga en cuenta esta pequeña recomendación. Si quiere dilapidar sus dineros invierta en participaciones preferentes de Bankia. El resultado será el mismo y evitará que la audiencia sienta vergüenza ajena contemplando la lucha salvaje entre dos hombres-lobo.
Antes de todo tengo que decir que de los monstruos de la Universal, quizás el que menos me atrae es el Hombre-Lobo. Lo veo algo ridículo con su tupé rockabilly y sus mangas de camisa debajo de un chaleco proletario. A mí los que me ponían, terroríficamente hablando, eran el Conde Drácula (tenía un aire canallesco con su capa y su esmoquin) y Frankenstein, el eterno Prometeo, siempre en busca de su padre y creador. Hecha esta aclaración sigo con la crítica.
Las aportaciones al mito han sido numerosas, desde la primera y poco conocida "Werewolf of London" de 1935 hasta las imprescindibles "Un hombre lobo americano en Londres" (John Landis, 1981) y "Aullidos" (Joe Dante, 1981), pasando por la ya mencionada "El hombre lobo" de Waggner que quizás sea la que ha asentado la mitomanía licantrópica tal y como la conocemos hoy en dia. En los últimos años la cosa ha ido de mal en peor apareciendo cosillas interesantes como "Lobo" (Mike Nichols, 1994) o "Underworld" (Len Wiseman, 2003) y rollos macabeos como la obra que nos ocupa.
Aquí Benicio del Toro, además de actuar, es productor. Señor Del Toro: cuando lea mi crítica tenga en cuenta esta pequeña recomendación. Si quiere dilapidar sus dineros invierta en participaciones preferentes de Bankia. El resultado será el mismo y evitará que la audiencia sienta vergüenza ajena contemplando la lucha salvaje entre dos hombres-lobo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al final, al igual que King-Kong y Sid Vicious, el hombre lobo muere por culpa de la heroína.
6 de octubre de 2012
6 de octubre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que nacen malditas, la nueva versión del clásico de la Universal sobre el licántropo es sin duda una de ellas. En principio destinada a ser estrenada a principios del 2009, la película sufrió considerables retrasos por problemas de pre-producción con el que iba a ser su director, Mark Romanek, conocido por diversos videoclips (Red Hot Chili Peppers, Madonna, Nine Inch Nails) y por ser director de la independiente Retratos de una Obsesión. Finalmente Romanek salió del proyecto por las habituales desavenencias creativas y poco a poco la película fue sufriendo toda clase de problemas
El elegido para suplirlo nada tuvo que ver con el estilo del director previsto inicialmente para el proyecto, pues la elección recayó en Joe Johnston, uno de los muchos alumnos que tiene Steven Spìelberg en el Hollywood actual, que por su cuenta es realizador de títulos de tan dudosa calidad como Rocketeer, Jumanji, Jurassic Park 3 y First Avenger: Captain America. La suerte tampoco le acompaño, pues con él al mando la película continuó con su mal de ojo particular, teniendo que grabar escenas adicionales una vez acabado el rodaje, regrabar parte de la banda sonora, a lo que hay que añadir los constantes cambios de fecha de estreno, pasando de febrero de 2009 a febrero del 2010.
Aún con un director menos arriesgado, mucho más impersonal como Johnston, El Hombre Lobo es una película que merece un visionado por todo aficionado al buen cine fantástico.
El Hombre Lobo versión 2010 surge de la idea de Universal de renovar el catálogo de monstruos míticos de la compañía, idea que surgió en los años 90 después de que Columbia Pictures bebiera las mieles del éxito a través de la versión del Dracula de Bram Stoker llevada a cabo por Francis Ford Coppola, y en menor medida por el Mary Shelley’s Frankenstein de Kenneth Branagh. Así surgiría ya por parte de Universal en 1999 la entretenida The Mummy (La Momia), y en la década pasada la insoportable Van Helsing, que combinaba varios de los iconos representativos de la productora. De esta manera, ha llegado este pasado 2010 El Hombre Lobo, con director de recambio y un reparto de estrellas en el que encontramos a Benicio Del Toro (como el Hombre Lobo), Anthony Hopkins, Emily Blunt, Hugo Weaving y Geraldine Chaplin.
La trama ideada por Andrew Kevin Walker y David Self poco tiene que ver con la versión original de 1941 creada por Curt Siodmak. Lawrence Talbot (Del Toro), actor de éxito, vuelve a su hogar a petición de la mujer de su hermano (Blunt), pues este último ha desaparecido. A su llegada, le llega la noticia a través de su padre (Hopkins) de que su hermano ha sido hallado muerto tras ser atacado por un animal, lo que le lleva a investigar, dando con un pueblo de gitanos donde es atacado y herido por lo que parece una bestia, creando las consecuencias esperadas, pues desde que se inicia la película sabemos que Benicio Del Toro encarna al licántropo.
Infravalorada en el momento de su estreno, la verdad es que es una película bien realizada, aunque tampoco está claro cuánto de ello es gracias a la labor de Johnston, que se encontró en medio de un proyecto que posiblemente no contó con mucha planificación por su parte. Film que durante dos tercios de su metraje resulta pausado, más interesado en el desarrollo psicológico y los traumas pasados del personaje principal que en ser una Horror movie al uso. Con una acertada utilización durante todo su planteamiento y nudo de las violentas (y excelentes) apariciones de la bestia, aunque finalmente toda esta parte quede sepultada por un desenlace pensado para satisfacer a todos aquellos que buscaban una película de monstruos luchando contra monstruos.
De cuidado aspecto visual, oscura, gótica, con ecos del Dracula de Bram Stoker, así lo evocan tanto la sombría fotografía de Shelly Johnson como la notable partitura de Danny Elfman, que recuerda en más de una ocasión a la de Wojciech Kilar, así como transiciones, movimientos de cámara (el punto de vista subjetivo de la bestia) y también contando con Anthony Hopkins en el reparto.
En el reparto un acertado y atormentado Benicio Del Toro (gran fan del personaje y productor de la película), un Anthony Hopkins con el piloto automático puesto, una correcta Emily Blunt, la siempre agradecida presencia del australiano Hugo Weaving en el papel del inspector Francis Abberline, investigador de los asesinatos cometidos en el pueblo, un Hugo Weaving que haga el papel que haga siempre mantiene el talante y el carisma del agente Smith.
Destacar para finalizar, el maquillaje del 7 veces ganador del Oscar, Rick Baker, ganador de uno por su labor aquí.
Con un presupuesto de 120 millones de dólares sin publicidad incluida, finalizó su carrera comercial en USA con una recaudación algo superior a los 60 millones, 140 en todo el mundo, además de grandes varapalos por parte de crítica y público. Una lástima, porque pese a que no es una película redonda (ni mucho menos) sí que es bastante interesante (especialmente su director’s cut disponible en DVD) que merece que se reconozcan algunas de sus virtudes.
El elegido para suplirlo nada tuvo que ver con el estilo del director previsto inicialmente para el proyecto, pues la elección recayó en Joe Johnston, uno de los muchos alumnos que tiene Steven Spìelberg en el Hollywood actual, que por su cuenta es realizador de títulos de tan dudosa calidad como Rocketeer, Jumanji, Jurassic Park 3 y First Avenger: Captain America. La suerte tampoco le acompaño, pues con él al mando la película continuó con su mal de ojo particular, teniendo que grabar escenas adicionales una vez acabado el rodaje, regrabar parte de la banda sonora, a lo que hay que añadir los constantes cambios de fecha de estreno, pasando de febrero de 2009 a febrero del 2010.
Aún con un director menos arriesgado, mucho más impersonal como Johnston, El Hombre Lobo es una película que merece un visionado por todo aficionado al buen cine fantástico.
El Hombre Lobo versión 2010 surge de la idea de Universal de renovar el catálogo de monstruos míticos de la compañía, idea que surgió en los años 90 después de que Columbia Pictures bebiera las mieles del éxito a través de la versión del Dracula de Bram Stoker llevada a cabo por Francis Ford Coppola, y en menor medida por el Mary Shelley’s Frankenstein de Kenneth Branagh. Así surgiría ya por parte de Universal en 1999 la entretenida The Mummy (La Momia), y en la década pasada la insoportable Van Helsing, que combinaba varios de los iconos representativos de la productora. De esta manera, ha llegado este pasado 2010 El Hombre Lobo, con director de recambio y un reparto de estrellas en el que encontramos a Benicio Del Toro (como el Hombre Lobo), Anthony Hopkins, Emily Blunt, Hugo Weaving y Geraldine Chaplin.
La trama ideada por Andrew Kevin Walker y David Self poco tiene que ver con la versión original de 1941 creada por Curt Siodmak. Lawrence Talbot (Del Toro), actor de éxito, vuelve a su hogar a petición de la mujer de su hermano (Blunt), pues este último ha desaparecido. A su llegada, le llega la noticia a través de su padre (Hopkins) de que su hermano ha sido hallado muerto tras ser atacado por un animal, lo que le lleva a investigar, dando con un pueblo de gitanos donde es atacado y herido por lo que parece una bestia, creando las consecuencias esperadas, pues desde que se inicia la película sabemos que Benicio Del Toro encarna al licántropo.
Infravalorada en el momento de su estreno, la verdad es que es una película bien realizada, aunque tampoco está claro cuánto de ello es gracias a la labor de Johnston, que se encontró en medio de un proyecto que posiblemente no contó con mucha planificación por su parte. Film que durante dos tercios de su metraje resulta pausado, más interesado en el desarrollo psicológico y los traumas pasados del personaje principal que en ser una Horror movie al uso. Con una acertada utilización durante todo su planteamiento y nudo de las violentas (y excelentes) apariciones de la bestia, aunque finalmente toda esta parte quede sepultada por un desenlace pensado para satisfacer a todos aquellos que buscaban una película de monstruos luchando contra monstruos.
De cuidado aspecto visual, oscura, gótica, con ecos del Dracula de Bram Stoker, así lo evocan tanto la sombría fotografía de Shelly Johnson como la notable partitura de Danny Elfman, que recuerda en más de una ocasión a la de Wojciech Kilar, así como transiciones, movimientos de cámara (el punto de vista subjetivo de la bestia) y también contando con Anthony Hopkins en el reparto.
En el reparto un acertado y atormentado Benicio Del Toro (gran fan del personaje y productor de la película), un Anthony Hopkins con el piloto automático puesto, una correcta Emily Blunt, la siempre agradecida presencia del australiano Hugo Weaving en el papel del inspector Francis Abberline, investigador de los asesinatos cometidos en el pueblo, un Hugo Weaving que haga el papel que haga siempre mantiene el talante y el carisma del agente Smith.
Destacar para finalizar, el maquillaje del 7 veces ganador del Oscar, Rick Baker, ganador de uno por su labor aquí.
Con un presupuesto de 120 millones de dólares sin publicidad incluida, finalizó su carrera comercial en USA con una recaudación algo superior a los 60 millones, 140 en todo el mundo, además de grandes varapalos por parte de crítica y público. Una lástima, porque pese a que no es una película redonda (ni mucho menos) sí que es bastante interesante (especialmente su director’s cut disponible en DVD) que merece que se reconozcan algunas de sus virtudes.
27 de noviembre de 2012
27 de noviembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hombre lobo, uno de los monstruos clásicos más característicos de Universal, estaba pidiendo a gritos una actualización de su leyenda. Al igual que durante los noventa tanto Drácula de la mano de Coppola como Frankenstein por Kenneth Branagh habían sido revisados, -con mucho mejor tino en el primer caso, sea dicho de paso- Joe Johnston y la devoción de Benicio del Toro por el género, han permitido que la adaptación del mito licántropo pueda conmover y aterrar todo lo que, por desgracia, no permitían los recursos cinematográficos de los años 40.
Ver a día de hoy al bueno de Lon Chaney Jr. vagando por los bosques ataviado de hombre lobo es un ejercicio que puede disfrutarse más en una sesión de jerigonza y cachondeo general, en la que no desentonaría después agregar al Drácula de Tod Browning con ese paródico Bela Lugosi. Reconozcamos que la perspectiva del tiempo ha inmortalizado para siempre a monstruos con la conmoción emocional del Frankenstein interpretado por el colosal Boris Karloff, o su propia Momia, y no a otras criaturas con que compartieron estudio.
Posicionado el planteamiento del nuevo hombre lobo, la siguiente pregunta a hacerse no es otra que ¿era necesario este remake?
Pues sí y no. Me explico, en unos tiempos donde el continente es tan aparente y casi lo único en que fijan su atención las audiencias masa, el lavado de cara aportando terror de susto, exceso de vísceras y estrépito por todas partes, epatará al nuevo público, ese que se partiría el culo en dos viendo el clásico de Universal o El lobo humano de Stuart Walter. A ellos va dirigida fundamentalmente esta revisión. Ahora bien, una cuidada estética victoriana, unos decorados y exteriores envolventes junto a un empaque funesto, nos permitirá a otros tantos disfrutar de momentos puntuales a lo largo del irregular metraje.
Así, podemos hablar de dos películas dentro de una: la que narra el conflicto interior de Lawrence Talbot entre hombre y bestia, su desdichado romance y una despiadada relación paterno-filial entre el protagonista y su progenitor. Es esta propuesta gótica, desasosegante y trágica la que llega a atrapar.
La otra cara de la moneda la tenemos sobre todo reflejada en las escenas donde el hombre lobo entra en acción: ruidosas, reiterativas, sobadas, vacías…Rodadas con confusión, trazo grueso y esos cancerígenos planos súbitos concatenados al estilo de Desde el Infierno.
Y no es cuestión de remarcar lo negativo, virtudes las hay empezando por un elenco que brilla a gran nivel, especialmente un absorbente y carismático Anthony Hopkins, un sobrio Hugo Weaving y una convincente zíngara interpretada por Geraldine Chaplin en ese guiño al personaje que en su día interpretó Lugosi. Del Toro no hace un mal papel, pero quiere ser ya lobo incluso antes de estar maldito, y es esa predisposición licántropa la que supone un exceso de empatía hacia el personaje que termina agobiando.
Destacar también unas escenas de transformación especialmente cuidadas donde no rechinan los efectos, fundiéndose extraordinariamente con el maquillaje, logrando una conversión creíble que hasta duele verla. No obstante es el gran trabajo del maquillador Rick Baker el que contribuye a ello –a él le debemos el precedente en Un Hombre Lobo Americano en Londres o la memorable escena de la cantina de La Guerra de las Galaxias-.
El desarrollo templado y bastante contenido, salvo en las explosiones mencionadas, reitero faltas de gracia, nos lleva a un desenlace a toda vista decepcionante, burdo y efectista con momentos propios de los Wrestlemania que veíamos los sábados por la mañana en el Pressing Catch de Tele5. Una lástima tras momentos tan lúcidos como la llegada de Talbot al manicomio –sobre la salida ya no hablo, se imaginarán-, los primeros flirteos entre el protagonista y Gwen Conliffe –sensual trabajo de Emily Blunt-, o los tensos encuentros padre-hijo.
(Escrita originariamente como Travis para LaParadadelosMonstruos).
Ver a día de hoy al bueno de Lon Chaney Jr. vagando por los bosques ataviado de hombre lobo es un ejercicio que puede disfrutarse más en una sesión de jerigonza y cachondeo general, en la que no desentonaría después agregar al Drácula de Tod Browning con ese paródico Bela Lugosi. Reconozcamos que la perspectiva del tiempo ha inmortalizado para siempre a monstruos con la conmoción emocional del Frankenstein interpretado por el colosal Boris Karloff, o su propia Momia, y no a otras criaturas con que compartieron estudio.
Posicionado el planteamiento del nuevo hombre lobo, la siguiente pregunta a hacerse no es otra que ¿era necesario este remake?
Pues sí y no. Me explico, en unos tiempos donde el continente es tan aparente y casi lo único en que fijan su atención las audiencias masa, el lavado de cara aportando terror de susto, exceso de vísceras y estrépito por todas partes, epatará al nuevo público, ese que se partiría el culo en dos viendo el clásico de Universal o El lobo humano de Stuart Walter. A ellos va dirigida fundamentalmente esta revisión. Ahora bien, una cuidada estética victoriana, unos decorados y exteriores envolventes junto a un empaque funesto, nos permitirá a otros tantos disfrutar de momentos puntuales a lo largo del irregular metraje.
Así, podemos hablar de dos películas dentro de una: la que narra el conflicto interior de Lawrence Talbot entre hombre y bestia, su desdichado romance y una despiadada relación paterno-filial entre el protagonista y su progenitor. Es esta propuesta gótica, desasosegante y trágica la que llega a atrapar.
La otra cara de la moneda la tenemos sobre todo reflejada en las escenas donde el hombre lobo entra en acción: ruidosas, reiterativas, sobadas, vacías…Rodadas con confusión, trazo grueso y esos cancerígenos planos súbitos concatenados al estilo de Desde el Infierno.
Y no es cuestión de remarcar lo negativo, virtudes las hay empezando por un elenco que brilla a gran nivel, especialmente un absorbente y carismático Anthony Hopkins, un sobrio Hugo Weaving y una convincente zíngara interpretada por Geraldine Chaplin en ese guiño al personaje que en su día interpretó Lugosi. Del Toro no hace un mal papel, pero quiere ser ya lobo incluso antes de estar maldito, y es esa predisposición licántropa la que supone un exceso de empatía hacia el personaje que termina agobiando.
Destacar también unas escenas de transformación especialmente cuidadas donde no rechinan los efectos, fundiéndose extraordinariamente con el maquillaje, logrando una conversión creíble que hasta duele verla. No obstante es el gran trabajo del maquillador Rick Baker el que contribuye a ello –a él le debemos el precedente en Un Hombre Lobo Americano en Londres o la memorable escena de la cantina de La Guerra de las Galaxias-.
El desarrollo templado y bastante contenido, salvo en las explosiones mencionadas, reitero faltas de gracia, nos lleva a un desenlace a toda vista decepcionante, burdo y efectista con momentos propios de los Wrestlemania que veíamos los sábados por la mañana en el Pressing Catch de Tele5. Una lástima tras momentos tan lúcidos como la llegada de Talbot al manicomio –sobre la salida ya no hablo, se imaginarán-, los primeros flirteos entre el protagonista y Gwen Conliffe –sensual trabajo de Emily Blunt-, o los tensos encuentros padre-hijo.
(Escrita originariamente como Travis para LaParadadelosMonstruos).
17 de julio de 2013
17 de julio de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenido film de un Joe Johnston que parece haberse especializado en facturar espectáculos taquilleros de efectos especiales. La película es una versión actualizada del clásico de la Universal que no aporta demasiado originalidad pero se deja ver con gozo.
El ritmo trepidante y la ambientación gótica quedan por encima de la caracterización de los personajes. Pese a todo, hay que destacar el atormentado personaje protagonista encarnado por Benicio del Toro.
El ritmo trepidante y la ambientación gótica quedan por encima de la caracterización de los personajes. Pese a todo, hay que destacar el atormentado personaje protagonista encarnado por Benicio del Toro.
19 de febrero de 2015
19 de febrero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno ve "El hombre lobo" tiene entre dos opciones a elegir: o apiadarse del señor Talbot y empatizar con él por sufrir esa especie de maldición eterna y ver como se flagela por ello, o bien estar deseoso de que la bestia salga y siembre el caos. Desde luego gana la segunda opción. Nadie paga por ver la primera; de hecho estoy seguro que la gran mayoría ni siquiera recala en la primera.
El problema aquí, más allá de la apreciación o no de vicisitudes existenciales, es que a pesar de la carnicería, este hombre lobo no llega del todo a hincar el diente. No desagrada pero algo le falta.
La parte trágica de lo que supone caer en las redes de la licantropía esta bien representada, pero quizá le falte algo más de siniestralidad a las escenas en que aparece el álter ego, pese a que cuenta con una fantástica ambientación y recreación de la Inglaterra victoriana, con esos lúgubres parajes donde se recrea la mayor parte de la historia.
El problema aquí, más allá de la apreciación o no de vicisitudes existenciales, es que a pesar de la carnicería, este hombre lobo no llega del todo a hincar el diente. No desagrada pero algo le falta.
La parte trágica de lo que supone caer en las redes de la licantropía esta bien representada, pero quizá le falte algo más de siniestralidad a las escenas en que aparece el álter ego, pese a que cuenta con una fantástica ambientación y recreación de la Inglaterra victoriana, con esos lúgubres parajes donde se recrea la mayor parte de la historia.
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