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Climax

Thriller. Drama Jóvenes bailarines toman accidentalmente LSD mezclado con sangría y así su exultante ensayo se convierte en una pesadilla cuando uno a uno sienten las consecuencias de una crisis psicodélica colectiva. (FILMAFFINITY)
Críticas 103
Críticas ordenadas por utilidad
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8
5 de mayo de 2024 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía tu película para verla hace unos meses, pero me daba pereza Gaspar. No se si por el título (no estaba seguro si se trataba de un experimento climatológico) o por una mas que posible salida de tono, de esas que forman toda una serie de calificativos "supercalifrasticosespialidosos" para epatarnos y dejarnos con la polémica en los labios y el susto en el corazón.

Pues si, me has dejado con el corazón encogido, casi no me llegaba la sangre al cerebro, primero con eso que esta basada en una historia real (delirantemente perversa) con unos diálogos al máximo (de esos que sin ninguna duda se producen sin pizca de rubor cuando tienes una cámara ante tus narices) y que supongo son de tu cosecha.

Después de una presentación de personajes, un baile (muy bien coreografiado) salvaje y excepcional, otra vez diálogos (esta vez ya más diálogo de intenciones) que nos sitúan en el concepto multi todo al lugar que nos quieres llevar, para acompañarnos a un experimento con medicamentos, ciertamente, con un montón de contra indicaciones.

Casi lo consigues, que aceptara esa propuesta de beberme un buen vaso de sangría, VIRGEN MARÍA que consecuencias mas terribles, VIRGEN SANTA si como se dice esto pasó realmente en el 96.

Si LO CONSEGUISTE las consecuencias terribles con sangre de por medio, cámara, movimientos, luz, sonido, un caos.

Me faltó un informe detallado de lo que podían estar viendo, sintiendo los componentes del experimento, lo siento I AM CURIOUS!!
10
9 de febrero de 2019
10 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vale. Soy casi adorador del cine de Noé desde su terrible y maravillosa Irreversible. Pero con Climax ha llegado a eso, al punto álgido de su carrera, y hace que por fin, en década y pico de extrañas ganadoras de Sitges, alejadas del cine de género, uno esté más que conforme (ojo, lo he estado con otras muchas) y por completo con el fallo del jurado.
Es una muestra de su potencia narrativa, con esos créditos e imágenes que avanzan el final justo al inicio de la cinta, pero llevada a extremo. Todo se reduce a una presentación que nos va dando pistas sobre cómo nos va a contar las cosas, sólo hay que ver los libros y VHS que hay junto al televisor en el que la compañía de danza se presenta.
Y es que Climax es una película sobre danza, ambientada en el mundo artístico y modernillo neoliberal francés de los 90. La cinta entonces nos presenta una escena, un plano secuencia soberbio en el que la cámara es un bailarín más, narrado de forma magistral. Al frente, la preciosa Sofía Boutella, la única actriz del reparto y el Virgilio que nos acompaña a los círculos infernales que tras ese baile comenzamos a descender.
No sabemos por qué, ni cómo, pero como si de un McGuffin del tío Alfred se tratará, parece que una sangría ha sido adulterada con lsd.
Poco a poco los encantadores y talentosos bailarines se van convirtiendo en monstruos, o se quitan las caretas para mostrar su verdadera, cruel y violenta cara.
El racismo, la homofobia, el sadismo, el abuso sexual, la agresividad, el dolor y la tortura son entonces las que bailotean la música dance que acompaña todo el metraje.
Y bueno, poco más, porque esto es un Noé Gran Reserva, y no hay nada más que entender, nada más que valorar porque se la suda y se lo puede permitir el pedazo de genio.
Muchas dudas pueden abrirse. Craso error. Este cine hay que vivirlo, no entenderlo, porque ni hace falta ni merece la pena. Y uno sale del cine como si realmente hubiese estado de éxtasis chungo hora y pico, con agujetas y pre resaca.
Eso, amigos, lo pueden lograr muy, muy pocos.
Y Noé, sin duda es uno de ellos.
Lo mejor: la coreografía inicial. El drama del niño.
Lo peor: que alguno crea que por hacer cenitales, barridos locos y cámaras invertidas el director va de enfant terrible. No nos equivoquemos, lo es, sin necesidad de ello.
BRAVO.
3
19 de febrero de 2019 1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor: la cantidad de recuerdos que despiertan otros tantos ejemplares cinéfilos (en el sistema doméstico de grabación y reproducción analógica por antomasia VHS) y literarios (en las ediciones originales a juzgar por la condición de los volúmenes) de la falsa rueda de entrevistas plasmada en un antiguo televisor Schneider (se especifica la marca no para promocionarla sino para ejemplificar la nostalgia que contrae), distinguiéndose de entre ellos clásicos como Hara kiri, Suspiria y Zombie o Mi hermana y yo, Molinier y Taxi driver respectivamente; la naturalidad con la que los actores interpretan los complejos cometidos que les son encomendados, pareciendo tan creíbles los roles que encarnan que abruma sobremanera la idea de que un grupo (no solo una persona) pueda transmitir e interiorizar tanta creencia en evidente ficción, denotando un impagable e innato talento que acaba siendo, sin duda, la mejor baza de un director que sigue arriesgando en su afán por transgredir e innovar para firmar éste su cenit al alcanzar todas sus obsesiones, textualmente, el éxtasis; la esencia de la cultura danzatoria (obviando adicciones, desinhibiciones y estereotipaciones varias) se recoge espléndidamente a través de frenéticas e inmersivas coreografías que, si bien originarán más de un sentimiento de envidia, se traducen en la parte narrativa más plausible para el espectador junto a otro aspecto puramente técnico, el juego de cámaras, situándose en lugares imposibles para, con vulgares e innumerables cortes (no hay punto medio aquí, pues se extienden breves segundos o largos períodos temporales), manejar a uno y a otras a su completo antojo como lo hace con determinado acusado al excluirlo repentinamente sin señalar finalmente al verdadero culpable.

Lo peor: la vertiente negativa que lleva aparejada el primer alegato positivo, y es que la retahíla de preguntas y respuestas resulta tan genérica e insustancial que disgusta e irrita ostensiblemente pese a no prolongarse más de cinco minutos, convirtiéndose en el preludio de la eterna vinculación entre diversión y drogadicción de unos promiscuos e irresponsables jóvenes en busca de un éxito que todo lo justifica, o al menos eso es lo que se trata de hacer creer a un público que, atónito e hipnotizado, presenciará vacíos diálogos vacíos y forzadas relaciones para, posteriormente, deleitarse con una sangría (a buen entendedor...) en la que cada ingrediente (entendiéndose como tal los personajes) tiene un sabor especial pero idéntica ausencia de empatía; el agobiante e inestimable requisito de concienciarse del género sobre el que pivota la trama y, aun haciéndolo, contemplar la posibilidad de llegar a decepcionarse al situarse, tras cobrar total protagonismo, en un muy segundo plano a merced de una historia que ofende e impacienta al no hacer justicia al enorme potencial tanto del responsable como del reparto, confundiéndose sensualidad con grosería en muchos impases (amén de las secuencias más gratamente enfermizas el resto obedecen a una impulsividad global sin sentido); la sorpresa e incomprensión que suscita en un servidor comprobar cómo la crítica especializada (así como aquellos eventos en los que se ha proyectado como bien avala el premio a la mejor película concedido en el prestigioso certamen Sitges film festival y público de a pie atendiendo a la nota media cercana al siete que alcanza el metraje en la popular página Film affinity) ha decidido alabar una producción que, aunque atrevida como pocas, no deja de ser (siempre en opinión propia como exige la ocasión) una pretenciosa e innecesaria alegoría al ciclo existencial humano (correlativamente se cita “ser es una ilusión fugaz”, “nacer es una oportunidad única”, “vivir es una imposibilidad colectiva” y “morir es una experiencia extraordinaria”) disfrazada de trascendental e ineludible reflexión con escaso atractivo y todavía menor sensatez.

Daniel Espinosa
www.cementeriodenoticias.es.tl
4
27 de abril de 2020 0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El controvertido y transgresor director francés ha tenido claramente carta blanca para hacer lo que le ha salido de las narices. Y eso se traduce en una combinación de planos secuencias en un local cerrado donde unos bailarines profesionales celebran una fiesta, la cual tiene dos fases claras. Sí, ya está, hay muy poco más, aparte de la personal forma que tiene este hombre de filmar.
La primera mitad me parece bastante aburrida. Cuando la fiesta está a medio gas, la cámara sigue las banales conversaciones de unos personajes a otros, a cual más anodino y vacío. Si nos vamos a una discoteca cualquiera al azar y grabamos con cámara oculta, aunque no hubiera alcohol ni nadie se comiera una rosca, seguramente nos saldría algo bastante más entretenido que toda esta primera parte de “Clímax”. Solo los negros salidos tienen algo de gracia con las burradas que dicen.
Ni siquiera creo que hayan acertado en la música, que no para de sonar pero de la cual no me gusta casi ningún tema de los que se escuchan. Las coreografías de baile, pues vale, en cualquier concurso de talentos podemos ver algo así. Y la que podría estar mejor, la filman con cámara cenital y no se ve bien del todo.
Ahora entiendo que no la hayan doblado al español, porque solo la verían hasta el final un puñado de gafapastas y algún que otro curioso como yo que esperaba ver algo más parecido a “Irreversible”. Su distribución aquí hubiera sido un auténtico fracaso.
En la segunda parte, ya el director hace de las suyas y, al igual que los personajes, trata de que nos emborrachemos y coloquemos en esta fiesta. Para ello nos lleva de la mano en este viaje lisérgico en el que todo vale. Es un caos absurdo, sin sentido, sin mensaje claro (si lo hay, ellos sabrán) ni estructura argumental alguna. Pasamos del aburrimiento de la primera parte directamente a un batiburrillo de locura. Los actores parecen realmente drogados. Sophia Boutella tiene un momento de plano secuencia en donde lo hace realmente bien. Pero como espectador, esto me resulta una idiotez, una tortura audiovisual porque desde el principio se nota que no vamos a ir a ninguna parte clara. A pesar de su cierto hipnotismo, que no lo niego, no me ha gustado y sabe más a una mala resaca que a una fiesta en condiciones donde uno se lo pasara bien.
4
13 de octubre de 2018
2 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a añadir mucho más de lo que digo en mi título. He ido a ver esta película porque he visto que casi todas las críticas, tanto profesionales como de usuarios son muy buenas. Hay que decir que, al menos en el cine donde yo he estado, sólo la proyectan en versión original subtitulada, lo cual creo que es necesario, sobre todo en esta película en particular, pero que a nadie le pille por sorpresa este hecho.

He salido del cine con muy mal cuerpo, aunque reconozco que está muy bien hecha y lo que el director, al cual no conocía, quería mostrarnos, lo hace perfectamente, pero quien vaya a verla debe saber que , en mi oipinión, no es una película agradable. Está basada en unos hechos reales ocurridos en 1996.
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