Spring Breakers
4.9
19,625
Thriller. Drama
Cuatro jóvenes estudiantes con ganas de mucha juerga acaban en la cárcel, tras ser sorprendidas en una casa llena de drogas durante sus locas vacaciones escolares de primavera (spring break). Pronto salen bajo fianza gracias a un joven traficante de armas y de drogas (James Franco) que ve en las chicas a unas potenciales delincuentes que podrían serle útiles. (FILMAFFINITY)
19 de julio de 2013
19 de julio de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aburrida, llena de tópicos del género y repetidas frases por parte de los personajes. A esto le incluímos una forma de rodar por parte de Harmony Korine muy lenta y demasiado reiterativa.
La historia no tiene una progresión dramática, sino más bien una transformación no creíble por parte de algunas de las protagonistas. Destaco un desenlace insostenible e inverosímil.
Las actrices están correctas, y James Franco se acopla perfectamente a su papel de gángster. Atención a una secuencia de alto contenido sexual con dos de las actrices en el dormitorio.
Nada que resaltar de esta película sobre unas vacaciones más bien largas para una hora y media que dura la película, vacías y sin nada que ofrecer, ni siquiera entretenimiento.
La historia no tiene una progresión dramática, sino más bien una transformación no creíble por parte de algunas de las protagonistas. Destaco un desenlace insostenible e inverosímil.
Las actrices están correctas, y James Franco se acopla perfectamente a su papel de gángster. Atención a una secuencia de alto contenido sexual con dos de las actrices en el dormitorio.
Nada que resaltar de esta película sobre unas vacaciones más bien largas para una hora y media que dura la película, vacías y sin nada que ofrecer, ni siquiera entretenimiento.
11 de agosto de 2013
11 de agosto de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El público mainstream no quiere nada que le saque de su zona de confort. No quiere esforzarse, ni desconcertarse ni sorprenderse. Todo ello obliga a pensar sobre lo visto y ese es el objetivo contrario a lo que buscan, que es evadirse ludicamente un rato con un producto que no les rete más allá del '¿qué pasará ahora?'.
Dicho esto, está claro que 'Spring breakers' es un producto minoritario porque te saca de tu zona de confort, te obliga a esforzarte, te desconcierta, te sorprende y te obliga a pensar sobre lo visto. En mi opinión, la puesta en escena es brillante. Me seduce la exposición de lo obsceno, que me obligue a sacar a mi voyeur interior y que me manipule en mis emociones de forma evidente y provocativa. Me gustan sus imágenes, su uso de la luz tan falso y expresivo como bonito, tan cercano al lenguaje publicitario de marcas como American Apparel, por ejemplo. Es una película de narración moderna, avanzando la historia con bits de información visual y no con un guión convencional, aunque su estructura sea clásica y, por cierto, de hierro.
Pero aún así, la aparición del personaje de James Franco y de su némesis negra desplazan el centro de gravedad del film hacia lo convencional y el conjunto empieza un descenso de muy difícil remontada. No lo hace a pesar de un final que roza el brillo de su tercio inicial, ciertamente abrumador, con el plano secuencia del atraco como pieza maestra.
Con sus pros y contras, una película que debe ser vista por todo aquel que busque en el cine más que pasar un rato. El resto, que la eviten, porque no la van a entender y no disfrutarán.
Dicho esto, está claro que 'Spring breakers' es un producto minoritario porque te saca de tu zona de confort, te obliga a esforzarte, te desconcierta, te sorprende y te obliga a pensar sobre lo visto. En mi opinión, la puesta en escena es brillante. Me seduce la exposición de lo obsceno, que me obligue a sacar a mi voyeur interior y que me manipule en mis emociones de forma evidente y provocativa. Me gustan sus imágenes, su uso de la luz tan falso y expresivo como bonito, tan cercano al lenguaje publicitario de marcas como American Apparel, por ejemplo. Es una película de narración moderna, avanzando la historia con bits de información visual y no con un guión convencional, aunque su estructura sea clásica y, por cierto, de hierro.
Pero aún así, la aparición del personaje de James Franco y de su némesis negra desplazan el centro de gravedad del film hacia lo convencional y el conjunto empieza un descenso de muy difícil remontada. No lo hace a pesar de un final que roza el brillo de su tercio inicial, ciertamente abrumador, con el plano secuencia del atraco como pieza maestra.
Con sus pros y contras, una película que debe ser vista por todo aquel que busque en el cine más que pasar un rato. El resto, que la eviten, porque no la van a entender y no disfrutarán.
22 de agosto de 2013
22 de agosto de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Spring Breakers una película de un 2 con una foto demoledora de un 9, pero claro es que a Benoît Debie no lo concía ni su padre hasta que hizo una foto correctísima en "Vacaciones en el infierno" pero es que la foto de Spring Breakers es dura, rompedora, Pop, contrastada y saturada, es decir, académicamente incorrecta, y qué quereis que os diga, me gusta lo académicamente incorrecto...
7 de febrero de 2014
7 de febrero de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
197/02(03/12/13) El realizador Harmony Korine nos obsequia con una obra irreverente que arremete contra una juventud desorientada, sin esperanzas, decadente, indiferente al futuro, falta de ideales, sin más referentes que las tóxicas modas televisivas/MTV, es una devastadora mirilla por donde asoma la patita una sociedad enferma, alerta sobra el advenimiento de una generación perdida. Lo hace con un estilo visual videoclipero-lisérgico que entiendo yo pretende parodiar. Es un trabajo no apto a todos los paladares, cinta sin argumento lineal, un conjunto de ideas con nos llegan como un cañón.
Arranca en una universidad, cuatro amigas, Brit (Ashley Benson), Candy (Vanessa Hudgens), Cotty-Jonesing (Rachel, esposa del realizador) y Faith (Selena Gómez), ansían pasar unas alocadas vacaciones de primavera en Florida (el Spring Breaker), el problema es que no tienen plata suficiente, así que deciden atracar una cafetería, les sale bien y viajan a su Edén particular, un microcosmos formado por jóvenes con ganas de mucha marcha, donde se mezclan, playa, bikinis, alcohol, drogas y orgías, hasta que un día las detienen y aparece su particular Príncipe Azul, ‘Alíen’ (gran James Franco), que las saca del trullo.
Korine expone su film como un sueño febril hiperrealista, incluso te preguntas si es real o no lo que vemos, obra sin prácticamente sin historia, con bucles constantes, voz en off que evoca nostalgia, un despliegue visual cromático hipnótico, un fresco desolador de una juventud sin más horizonte que el sexo, las drogas y el dinero fácil. El director reviste su film de un halo melancólico sugestivo, estas jóvenes viven estos ‘Spring Breakers’ como si fueran los últimos días. Lo más impactante es que Korine nos exhibe este Universo juvenil con una estética videoclipera redundante, un montaje que crea una sensación cuasi-alucinógena, nuestro estado mental se ralentiza, se engulle de múltiples repeticiones de discursos e imágenes, el tiempo es elástico, va de adelante a atrás constantemente. Es un zás en toda la boca al Sueño Americano, una torticera búsqueda de la felicidad, se refleja una pérdida de identidad, paradójicamente una de ellas dice <Hacemos el viaje para encontrar nuestra identidad>, las protagonistas son clichés sin alma, carecen de individualidad a favor de ser uno más, nos dice, no sin razón que los jóvenes sueñan con una Fiesta Playera interminable. La cinta navega por la fina línea entre la crítica y la oda, y sale victorioso, como he leído acertadamente no es un film vacío (a muchos les parecerá), es un film sobre el vacío, radiografía a una juventud vacía, envuelta en un deprimente sentimiento nihilista, gente snob, sin personalidad.
La película me atrapa desde su sugerente inicio, vemos lo que es el ‘Spring Break’ (periodo de vacaciones al comienzo de la primavera del que gozan las universidades americanas), imágenes psicodélicas de de una fiesta en la playa donde decenas de adolescentes se descontrolan, bellos cuerpos con bikinis, bailan, ponen poses obscenas, beben, a una rubia en top less le bañan los pechos alegremente en cerveza, hay más en top less con pipas de ‘maría’, siguen las sonrisas los movimientos explícitos, un grupo de muchachas chupan helados lascivamente, la cámara sigue todo en un slow cuasi-onírico, y de fondo música disco de Skrillex 'Scary Monsters And Nice Sprites’, cambiamos, pasamos a las protagonistas, fuman tranquilamente droga en un letargico cuarto, pasamos a una clase y mientras un profesor habla de la reconstrucción americana una de ellas aburrida dibuja un corazón y dentro escribe ‘amo un pene’ se lo enseña a la amiga de al lado y esta le responde subiendo el tono, un gran falo, dentro ‘springbreak bitch’ e imita una felación, y para desconcertarnos saltamos a una reunión cristiana donde un tipo da un ferviente sermón y se ponen a cantar un himno religiosos, estos elementos nos magnetizan por su vigor visual. Son muchachas que solo piensan en disfrutar, su vacío existencial es notorio, una de ellas parece tener picores espirituales, queda nítido en estos minutos el tono surrealista que no abandonará el film. Korine expone un demoledor experimento sociológico, con sus peculiares formas te atrae cual flautista de Hamellin, una dura crítica a esta cultura pop que ahueca la mente y que solo pare emitir disfruta como si no hubiera mañana, para ello nada mejor que bacanales hedonistas, una amoralidad constante, ausencia de principios, es el anti-retrato de la madurez.
Hay un tramo en la cinta que es de gran brillantez, es todo lo referente al robo a la cafetería, el modo en que lo planean las tres (Faith no participa), entre porros que se pasan el humo una a otra en besos, le van a quitar la camioneta a un profesor, se toman unas rayas de coca, se animan una a otra sobre que hacerlo será como un videojuego, <Hay que conseguir el puto dinero y largarse a la playa!> (menudo filosofía de vida), se bañan como purificándose en una fuente, se dirigen en silencio a la cafetería por la puerta delantera, saldrán por atrás, se bajan dos, Candy y Brit con sus pasamontañas, minishorts, pistolas de agua y un martillo, y la cámara se queda con la conductora, Cotty, en un espléndido travelling de un minuto vemos el atraco desde el auto, este circula lentamente mientras vemos como las chicas atemorizan a los clientes, pasamos por varias ventanas, en especie de niveles de videojuego, hasta que salen adrenalizadas, se montan en el carro, y gritan extasiadas, para terminar incendiando el coche, excelente. Lo celebran fumando droga, revolcándose en la plata y con frases como <Solo de ver el dinero se me moja el coño> o <Si hasta parece que me han crecido las tetas>, en la siguiente escena ya están en el autobús desfasadas hacia el ‘Spring Break’. En un ingenioso recurso el director nos muestra el robo desde dentro, cuando las tres se lo cuentan a Faith mientras lo escenifican. (Continua en spoiler sin)
Arranca en una universidad, cuatro amigas, Brit (Ashley Benson), Candy (Vanessa Hudgens), Cotty-Jonesing (Rachel, esposa del realizador) y Faith (Selena Gómez), ansían pasar unas alocadas vacaciones de primavera en Florida (el Spring Breaker), el problema es que no tienen plata suficiente, así que deciden atracar una cafetería, les sale bien y viajan a su Edén particular, un microcosmos formado por jóvenes con ganas de mucha marcha, donde se mezclan, playa, bikinis, alcohol, drogas y orgías, hasta que un día las detienen y aparece su particular Príncipe Azul, ‘Alíen’ (gran James Franco), que las saca del trullo.
Korine expone su film como un sueño febril hiperrealista, incluso te preguntas si es real o no lo que vemos, obra sin prácticamente sin historia, con bucles constantes, voz en off que evoca nostalgia, un despliegue visual cromático hipnótico, un fresco desolador de una juventud sin más horizonte que el sexo, las drogas y el dinero fácil. El director reviste su film de un halo melancólico sugestivo, estas jóvenes viven estos ‘Spring Breakers’ como si fueran los últimos días. Lo más impactante es que Korine nos exhibe este Universo juvenil con una estética videoclipera redundante, un montaje que crea una sensación cuasi-alucinógena, nuestro estado mental se ralentiza, se engulle de múltiples repeticiones de discursos e imágenes, el tiempo es elástico, va de adelante a atrás constantemente. Es un zás en toda la boca al Sueño Americano, una torticera búsqueda de la felicidad, se refleja una pérdida de identidad, paradójicamente una de ellas dice <Hacemos el viaje para encontrar nuestra identidad>, las protagonistas son clichés sin alma, carecen de individualidad a favor de ser uno más, nos dice, no sin razón que los jóvenes sueñan con una Fiesta Playera interminable. La cinta navega por la fina línea entre la crítica y la oda, y sale victorioso, como he leído acertadamente no es un film vacío (a muchos les parecerá), es un film sobre el vacío, radiografía a una juventud vacía, envuelta en un deprimente sentimiento nihilista, gente snob, sin personalidad.
La película me atrapa desde su sugerente inicio, vemos lo que es el ‘Spring Break’ (periodo de vacaciones al comienzo de la primavera del que gozan las universidades americanas), imágenes psicodélicas de de una fiesta en la playa donde decenas de adolescentes se descontrolan, bellos cuerpos con bikinis, bailan, ponen poses obscenas, beben, a una rubia en top less le bañan los pechos alegremente en cerveza, hay más en top less con pipas de ‘maría’, siguen las sonrisas los movimientos explícitos, un grupo de muchachas chupan helados lascivamente, la cámara sigue todo en un slow cuasi-onírico, y de fondo música disco de Skrillex 'Scary Monsters And Nice Sprites’, cambiamos, pasamos a las protagonistas, fuman tranquilamente droga en un letargico cuarto, pasamos a una clase y mientras un profesor habla de la reconstrucción americana una de ellas aburrida dibuja un corazón y dentro escribe ‘amo un pene’ se lo enseña a la amiga de al lado y esta le responde subiendo el tono, un gran falo, dentro ‘springbreak bitch’ e imita una felación, y para desconcertarnos saltamos a una reunión cristiana donde un tipo da un ferviente sermón y se ponen a cantar un himno religiosos, estos elementos nos magnetizan por su vigor visual. Son muchachas que solo piensan en disfrutar, su vacío existencial es notorio, una de ellas parece tener picores espirituales, queda nítido en estos minutos el tono surrealista que no abandonará el film. Korine expone un demoledor experimento sociológico, con sus peculiares formas te atrae cual flautista de Hamellin, una dura crítica a esta cultura pop que ahueca la mente y que solo pare emitir disfruta como si no hubiera mañana, para ello nada mejor que bacanales hedonistas, una amoralidad constante, ausencia de principios, es el anti-retrato de la madurez.
Hay un tramo en la cinta que es de gran brillantez, es todo lo referente al robo a la cafetería, el modo en que lo planean las tres (Faith no participa), entre porros que se pasan el humo una a otra en besos, le van a quitar la camioneta a un profesor, se toman unas rayas de coca, se animan una a otra sobre que hacerlo será como un videojuego, <Hay que conseguir el puto dinero y largarse a la playa!> (menudo filosofía de vida), se bañan como purificándose en una fuente, se dirigen en silencio a la cafetería por la puerta delantera, saldrán por atrás, se bajan dos, Candy y Brit con sus pasamontañas, minishorts, pistolas de agua y un martillo, y la cámara se queda con la conductora, Cotty, en un espléndido travelling de un minuto vemos el atraco desde el auto, este circula lentamente mientras vemos como las chicas atemorizan a los clientes, pasamos por varias ventanas, en especie de niveles de videojuego, hasta que salen adrenalizadas, se montan en el carro, y gritan extasiadas, para terminar incendiando el coche, excelente. Lo celebran fumando droga, revolcándose en la plata y con frases como <Solo de ver el dinero se me moja el coño> o <Si hasta parece que me han crecido las tetas>, en la siguiente escena ya están en el autobús desfasadas hacia el ‘Spring Break’. En un ingenioso recurso el director nos muestra el robo desde dentro, cuando las tres se lo cuentan a Faith mientras lo escenifican. (Continua en spoiler sin)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
James Franco tarda 35 minutos en aparecer pero cuando lo hace es el amo y señor de la pantalla, con una imagen grotesca de gangsta, hilarante caricatura cruce de Tony Montana y estrella hip-hop (al parecer su personaje es una mezcla de dos raperos, Dangeruss y Riff Raff, este último ha demandado a los productores por la imagen que se da de él), un aspirante a negro con rastas, dentadura total de oro, multitatuado, grandes gafas blancas, camisas hawaianas, pantalones cortos, y con una autoconfianza tremenda se gana a 3 de ellas. Alien es otra fase en el viaje, una vuelta de tuerca y Faith no está preparada y las deja, otra fase es un tiroteo). Alíen representa todos los malos vicios de la juventud, un mafiosillo con dinero, hortera, con coche deportivo (Camaro), que gusta de cantar temas de Britney Spears, delirante su momento al piano masacrando el ‘Everytime’, es el materialismo en persona, le encanta fardar de todo lo que tiene sus armas (con las que juega sexualmente), su casa de diseño, su droga y su dinero en el que se acuesta, Franco lo adorna con gran patetismo, le irradia carisma, simpatía, sentimiento naif, excelente su macarra creación con esa sonrisa pícara. La productora lo promocionó para la carrera por el Oscar al secundario.
El cuarteto femenino es una especie de guiño maléfico que Harmony a las cursis cadenas familiares, coge a estrellas de la Disney, Vanessa Hudgens y Selena Gómez, además de a Ashley Benson, otra popular de la ABC Family, y les da una vuelta de calcetín. Hacen muy bien sus papeles, emiten su falta de rumbo, su caos mental. Maravilloso como transmiten ese cóctel de inocencia siempre en bikini de colorines, con su descoque hedonista.
La puesta en escena es su pilar más sólido, un lisérgico videoclip de hora y media que tiene la habilidad de no hacérse pesado, escenas bucles, flash-backs, flash-forwards, slows, imágenes granuladas, voz en off repetitiva, colores atomizados, creando una sensación de estar levitando en una fantasía, esto gracias a la sobresaliente fotografía de Benoit Debie (‘Irreversible’ o ‘Get The Gringo’), cielos soleados, contrapicados, tomas anguladas, luces de neón, transmisión de colores infantiles, una profusión cromática hipnótica, sumado a la gran edición del antes mencionado Douglas Crise (‘Traffic’ o ‘21 Gramos’), que te sumerge en una nube esponjosa, un montaje anárquico, no hay línea temporal a la que acogerse, la cronología es un muelle que se encoge, se estira, turbadora la sensación que transmite, y para completar el círculo de la ambientación está la música tecno de Cliff Martínez (‘Traffic’o ‘Driver’), que encaja como un guante en el psicodélico film, sumándose temas disco-house de Skrillex (Sonny John Moore), delicioso el tema inicial ‘Scary Monsters And Nice Sprites’, envolviendo el metraje en una burbuja cuasi-etérea.
Para hacer redonda la cinta le falta un final mejor, de más enjundia, falla en este apartado, hierra al querer dar un broche lineal a lo que cuenta, me queda forzada esta conclusión.
En conjunto, una notable obra, no te dejará indiferente, es un lienzo del bizarro del vacío. Desoladora foto de nuestro futuro. Fuerza y honor!!!
El cuarteto femenino es una especie de guiño maléfico que Harmony a las cursis cadenas familiares, coge a estrellas de la Disney, Vanessa Hudgens y Selena Gómez, además de a Ashley Benson, otra popular de la ABC Family, y les da una vuelta de calcetín. Hacen muy bien sus papeles, emiten su falta de rumbo, su caos mental. Maravilloso como transmiten ese cóctel de inocencia siempre en bikini de colorines, con su descoque hedonista.
La puesta en escena es su pilar más sólido, un lisérgico videoclip de hora y media que tiene la habilidad de no hacérse pesado, escenas bucles, flash-backs, flash-forwards, slows, imágenes granuladas, voz en off repetitiva, colores atomizados, creando una sensación de estar levitando en una fantasía, esto gracias a la sobresaliente fotografía de Benoit Debie (‘Irreversible’ o ‘Get The Gringo’), cielos soleados, contrapicados, tomas anguladas, luces de neón, transmisión de colores infantiles, una profusión cromática hipnótica, sumado a la gran edición del antes mencionado Douglas Crise (‘Traffic’ o ‘21 Gramos’), que te sumerge en una nube esponjosa, un montaje anárquico, no hay línea temporal a la que acogerse, la cronología es un muelle que se encoge, se estira, turbadora la sensación que transmite, y para completar el círculo de la ambientación está la música tecno de Cliff Martínez (‘Traffic’o ‘Driver’), que encaja como un guante en el psicodélico film, sumándose temas disco-house de Skrillex (Sonny John Moore), delicioso el tema inicial ‘Scary Monsters And Nice Sprites’, envolviendo el metraje en una burbuja cuasi-etérea.
Para hacer redonda la cinta le falta un final mejor, de más enjundia, falla en este apartado, hierra al querer dar un broche lineal a lo que cuenta, me queda forzada esta conclusión.
En conjunto, una notable obra, no te dejará indiferente, es un lienzo del bizarro del vacío. Desoladora foto de nuestro futuro. Fuerza y honor!!!
3 de julio de 2013
3 de julio de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No deberías estar leyendo esto. Toda crítica sobre Spring Breakers debería ser catalogada y clasificada como “quemar después de leer”. Y todo para no sacrificar a la sorpresa que supone un film como éste en el altar cinéfilo.
Cartel, reparto (Selena Gómez, Ashley Benson, Vanessa Hudgens), título y los primeros minutos del film profetizan (y erran, cual Maya presagiando el apocalipsis) una comedia gamberra y perecedera, vacía.
Vacía como los bolsillos de las protagonistas, cuatro jóvenes universitarias representantes de una generación transgresora y existencialista discípula del nihilismo.
Como si de un retrato de Dorian Gray doméstico se tratara todas ellas se aferran al momento y al carpe diem como único mandamiento pero el boceto de su alma comienza a presentar claroscuros consecuencia directa de sus actos.
Cuando son detenidas en una de las fiestas aparece el personaje rompedor de James Franco (con una notable y extravagante interpretación), un gangster con sus mismas inquietudes.
Las vacaciones de primavera (o ‘spring break’) regidas bajo las doctrinas de Epicuro son el contexto elegido por el director Harmony Korine para continuar su periplo indie por la gran pantalla.
Cada fotograma desprende magnetismo que mantiene a la audiencia pegada a ellos como un imán de nevera mientras la BSO y las imágenes se asocian como hermanos de distinto padre.
El espectador acude al cine como si de un fumadero de opio del siglo XX se tratase para sumergirse durante 94 minutos en visiones y alucinaciones, las de una pequeña muestra de la población soñadora actual.
Y es que Spring Breakers se adapta a la demanda de esa sociedad contemporánea liderada por un yo vacío ofreciendo una experiencia en un tarro con formol en lugar de un blockbuster de usar y tirar.
Cartel, reparto (Selena Gómez, Ashley Benson, Vanessa Hudgens), título y los primeros minutos del film profetizan (y erran, cual Maya presagiando el apocalipsis) una comedia gamberra y perecedera, vacía.
Vacía como los bolsillos de las protagonistas, cuatro jóvenes universitarias representantes de una generación transgresora y existencialista discípula del nihilismo.
Como si de un retrato de Dorian Gray doméstico se tratara todas ellas se aferran al momento y al carpe diem como único mandamiento pero el boceto de su alma comienza a presentar claroscuros consecuencia directa de sus actos.
Cuando son detenidas en una de las fiestas aparece el personaje rompedor de James Franco (con una notable y extravagante interpretación), un gangster con sus mismas inquietudes.
Las vacaciones de primavera (o ‘spring break’) regidas bajo las doctrinas de Epicuro son el contexto elegido por el director Harmony Korine para continuar su periplo indie por la gran pantalla.
Cada fotograma desprende magnetismo que mantiene a la audiencia pegada a ellos como un imán de nevera mientras la BSO y las imágenes se asocian como hermanos de distinto padre.
El espectador acude al cine como si de un fumadero de opio del siglo XX se tratase para sumergirse durante 94 minutos en visiones y alucinaciones, las de una pequeña muestra de la población soñadora actual.
Y es que Spring Breakers se adapta a la demanda de esa sociedad contemporánea liderada por un yo vacío ofreciendo una experiencia en un tarro con formol en lugar de un blockbuster de usar y tirar.
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