Tropa de élite
7.5
37,819
Acción. Drama
Brasil, 1997. El capitán Nascimento (Wagner Moura) está al mando de un escuadrón del Batallón de Operaciones Policiales Especiales (BOPE), un cuerpo de élite de la policía de Río de Janeiro. Su misión es actuar en las favelas, en las que la policía, por miedo o por corrupción, no interviene. Nascimento quiere dejar su puesto, ya que está a punto de ser padre, pero antes necesita encontrar un sustituto adecuado. Con ese fin comienza a ... [+]
4 de marzo de 2008
4 de marzo de 2008
35 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante film que muestra sin rodeos cómo la policía brasileña es una de las policías más violentas y corruptas del mundo y cómo los grupos de narcotraficantes ejercen un poder casi paralelo al estatal.
El fenómeno de la delincuencia organizada de las favelas y del combate del mismo mediante una policía al margen de la policía forma parte de la cultura de aquel país, ya acostumbrada a las noticias diarias de crímenes, asaltos, ejecuciones en una espiral que parece no tener fin. En ese sentido, el mensaje oculto que transmite el film es un tanto desalentador: no hay estado de derecho, ni poder legislativo ni sistema judiciario capaz de afrontar la delincuencia por lo que es mejor encomendarse a un grupo policial que, siguiendo las mejores tradiciones al uso en este tipo de formaciones, primero dispara y luego pregunta.
En esa tesitura, la justificación de la violencia es casi automática. No parece que exista otra forma de combatir el crimen más que con el crimen. No hay termino medio ni posibilidad de medias tintas. O se está a un lado o se está al otro.
A destacar una banda sonora contundente, muy pegadiza y que complementa muy correctamente la estética de "video-clip" o de comic que algunas imágenes presentan.
El fenómeno de la delincuencia organizada de las favelas y del combate del mismo mediante una policía al margen de la policía forma parte de la cultura de aquel país, ya acostumbrada a las noticias diarias de crímenes, asaltos, ejecuciones en una espiral que parece no tener fin. En ese sentido, el mensaje oculto que transmite el film es un tanto desalentador: no hay estado de derecho, ni poder legislativo ni sistema judiciario capaz de afrontar la delincuencia por lo que es mejor encomendarse a un grupo policial que, siguiendo las mejores tradiciones al uso en este tipo de formaciones, primero dispara y luego pregunta.
En esa tesitura, la justificación de la violencia es casi automática. No parece que exista otra forma de combatir el crimen más que con el crimen. No hay termino medio ni posibilidad de medias tintas. O se está a un lado o se está al otro.
A destacar una banda sonora contundente, muy pegadiza y que complementa muy correctamente la estética de "video-clip" o de comic que algunas imágenes presentan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Existen, al margen de la brutalidad ejercida por el BOPE, dos elementos que me gustaría destacar.
Por un lado la escalofriante descripción de la corrupción en la que se encuentra sumida la policía brasileña: una policía mal entrenada, mal pagada, sin códigos éticos, dispuesta a negociar con los propios delincuentes de tal manera que unos y otros se confunden entre sí. Y resulta escalofriante porque muestra la realidad actual de la policía sin exagerar un ápice.
En segundo lugar, queda muy bien reflejado la hipocresía y la ambigüedad en que se mueve un sector de la población brasileña, precisamente una parte de niños-bien, de pijos reconvertidos a motivaciones sociales pero que consienten, aplauden y participan de los aspectos mas "guays" de la marginalidad como es el consumo de drogas, otra de las epidemias que asolan la contradictoria sociedad brasileña.
En definitiva, un film interesante más que por el film en sí, por las connotaciones sociológicas que muestra. Llevar una camiseta o un tatuaje de la "caveira" está muy de moda ahora en Brasil.
Por un lado la escalofriante descripción de la corrupción en la que se encuentra sumida la policía brasileña: una policía mal entrenada, mal pagada, sin códigos éticos, dispuesta a negociar con los propios delincuentes de tal manera que unos y otros se confunden entre sí. Y resulta escalofriante porque muestra la realidad actual de la policía sin exagerar un ápice.
En segundo lugar, queda muy bien reflejado la hipocresía y la ambigüedad en que se mueve un sector de la población brasileña, precisamente una parte de niños-bien, de pijos reconvertidos a motivaciones sociales pero que consienten, aplauden y participan de los aspectos mas "guays" de la marginalidad como es el consumo de drogas, otra de las epidemias que asolan la contradictoria sociedad brasileña.
En definitiva, un film interesante más que por el film en sí, por las connotaciones sociológicas que muestra. Llevar una camiseta o un tatuaje de la "caveira" está muy de moda ahora en Brasil.
14 de octubre de 2008
14 de octubre de 2008
30 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mayoría de nosotros no tenemos ni puta idea de lo que se cuece en las favelas cariocas, con lo que nuestra opinión forzosamente debe circunscribirse a lo que vemos a través de documentales o de pelis como “Ciudad de Dios”, “Tropa de élite” y demás. Resulta, por lo tanto, absolutamente demagógico y absurdo intentar adoptar una postura maniquea al respecto.
Considero, pues, que “Tropa de élite” es una buena peli porque a pesar de nutrirse (y, en ciertos momentos, abusar) de elevadas cotas de violencia, en ningún momento tropieza con los habituales planteamientos tendenciosos o sentimentaloides tantas veces observados en otras tantas pelis y eso es lo que, precisamente, la convierte en un ejercicio tan realista como necesario. Básicamente porque una guerrilla entre narcos y militares en el peligrosísimo distrito de Babilonia (Rio) no podría expresarse de otra manera si lo que se pretende es ser veraz. Entre otras cosas porque una guerrilla urbana nunca suele dirimir vencedores o vencidos. Una guerrilla urbana sólo genera víctimas.
Y sí, efectivamente la propuesta de Padilha es mareante (a puntito estuve de tomarme esa biodramina, Chaguete), amoral y atroz. No en vano se limita a exponer el perfil más cavernícola y abyecto del ser humano: La ley del Talión.
Considero, pues, que “Tropa de élite” es una buena peli porque a pesar de nutrirse (y, en ciertos momentos, abusar) de elevadas cotas de violencia, en ningún momento tropieza con los habituales planteamientos tendenciosos o sentimentaloides tantas veces observados en otras tantas pelis y eso es lo que, precisamente, la convierte en un ejercicio tan realista como necesario. Básicamente porque una guerrilla entre narcos y militares en el peligrosísimo distrito de Babilonia (Rio) no podría expresarse de otra manera si lo que se pretende es ser veraz. Entre otras cosas porque una guerrilla urbana nunca suele dirimir vencedores o vencidos. Una guerrilla urbana sólo genera víctimas.
Y sí, efectivamente la propuesta de Padilha es mareante (a puntito estuve de tomarme esa biodramina, Chaguete), amoral y atroz. No en vano se limita a exponer el perfil más cavernícola y abyecto del ser humano: La ley del Talión.
23 de julio de 2008
23 de julio de 2008
23 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran Elliot Ness logró rodearse de un grupo de personas que ni el mismísimo Al Capone logró sobornar. Los medios de comunicación les llamaron "Los Intocables". Han pasado muchos años pero seguro que sigue habiendo gente como aquella (o eso es lo que quiero creer) Seres íntegros en un mundo podrido. Éste no es el caso.
Si bien "Tropa de élite" es una película audiovisualmente impactante, lo más importante es la ácida y corrosiva crítica que hace del poder:
- En primer lugar critica la corrupción global del sistema policial: el mecanismo coercitivo de la policía no es válido porque está podrido, tanto en sus más altas esferas con en sus más bajos fondos. Por lo tanto la sociedad no puede respetar unas normas que desprecian los encargados de su cumplimiento.
- En segundo lugar critíca a toda una clase social media-alta llena de una hipocresía a todas luces lamentable. Niños bien que se ocultan tras las siglas de una ONG para lavar sus conciencias al mismo tiempo que apoyan indirectamente todo un tráfico de estupefacientes, necesario para sus satisfacciones personales. Personas que predican consignas universales pero que a la hora de la verdad dan la espalda a la realidad a favor de su seguridad.
- En último lugar critica la alienación de la violencia, en este caso a través del personaje principal: un individuo trastornado debido a la presión de ser miembro de un cuerpo especializado en limpiar las calles de todo lo que se mueva. Su conciencia le avisa constantemente a través de ataques de pánico pero la sensación de sentirse el "Rey de la selva" es más poderosa. Su familia es la tropa y su trabajo es la guerra. Incluso un brillante jóven que pretende ser abogado sucumbe al poder hipnótico de la violencia.
En cuanto a la historia he de decir que el principio me pareció brillante y el manejo del tiempo y de la elipsis muy bien ejecutado. No terminó de convencerme el final, a mi parecer demasiado atropellado y fácil. Aún así el ritmo es trepidante salvo por las escenas de la instrucción que yo las hubiera dejado fuera del metraje final, ya que no aportan nada al argumento y son una concesión a la galería demasiado llamativa y supérflua.
Técnicamente lo más destacable es el montaje, una vez más gracias al excelente editor Daniel Rezende que ya hizo lo propio en "Ciudad de Dios". Las escenas de acción parecen sacadas de un documental, son impresionantemente verosímiles. Y los actores se involucran en la tensión dramática de las distintas situaciones de una manera completamente creíble.
"Tropa de élite" es un excelente ejemplo del nuevo cine brasileño. Un cine cada vez más consolidado y convincente, desarrollando al mismo tiempo duras críticas a los problemas del país y mostrando una excelencia técnica cinematográfica. Películas discutidas y discutibles pero en ningún caso indiferentes. Siempre impactantes y duras y lo más importante de todo: profundamente valientes.
Si bien "Tropa de élite" es una película audiovisualmente impactante, lo más importante es la ácida y corrosiva crítica que hace del poder:
- En primer lugar critica la corrupción global del sistema policial: el mecanismo coercitivo de la policía no es válido porque está podrido, tanto en sus más altas esferas con en sus más bajos fondos. Por lo tanto la sociedad no puede respetar unas normas que desprecian los encargados de su cumplimiento.
- En segundo lugar critíca a toda una clase social media-alta llena de una hipocresía a todas luces lamentable. Niños bien que se ocultan tras las siglas de una ONG para lavar sus conciencias al mismo tiempo que apoyan indirectamente todo un tráfico de estupefacientes, necesario para sus satisfacciones personales. Personas que predican consignas universales pero que a la hora de la verdad dan la espalda a la realidad a favor de su seguridad.
- En último lugar critica la alienación de la violencia, en este caso a través del personaje principal: un individuo trastornado debido a la presión de ser miembro de un cuerpo especializado en limpiar las calles de todo lo que se mueva. Su conciencia le avisa constantemente a través de ataques de pánico pero la sensación de sentirse el "Rey de la selva" es más poderosa. Su familia es la tropa y su trabajo es la guerra. Incluso un brillante jóven que pretende ser abogado sucumbe al poder hipnótico de la violencia.
En cuanto a la historia he de decir que el principio me pareció brillante y el manejo del tiempo y de la elipsis muy bien ejecutado. No terminó de convencerme el final, a mi parecer demasiado atropellado y fácil. Aún así el ritmo es trepidante salvo por las escenas de la instrucción que yo las hubiera dejado fuera del metraje final, ya que no aportan nada al argumento y son una concesión a la galería demasiado llamativa y supérflua.
Técnicamente lo más destacable es el montaje, una vez más gracias al excelente editor Daniel Rezende que ya hizo lo propio en "Ciudad de Dios". Las escenas de acción parecen sacadas de un documental, son impresionantemente verosímiles. Y los actores se involucran en la tensión dramática de las distintas situaciones de una manera completamente creíble.
"Tropa de élite" es un excelente ejemplo del nuevo cine brasileño. Un cine cada vez más consolidado y convincente, desarrollando al mismo tiempo duras críticas a los problemas del país y mostrando una excelencia técnica cinematográfica. Películas discutidas y discutibles pero en ningún caso indiferentes. Siempre impactantes y duras y lo más importante de todo: profundamente valientes.
4 de marzo de 2008
4 de marzo de 2008
22 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tropa de Élite no es de esas películas que precisamente se corten a la hora de airear trapos sucios, que va; es más, yo creo que es que disfruta salpicando al espectador con la mierda que saca a relucir. Durante las aproximadamente dos horas que dura la cinta, José Padilha se permite tratar sin tapujos el problema de las favelas de Brasil, así como la corrupción y la brutalidad que caracteriza y carcome a los organismos que se supone que deberían ser el problema al narcotráfico y la inseguridad que se produce en esos ghettos; entre ellos y especialmente, Padilha se centra en el BOPE, una tropa de élite que actúa cuando la policía no consigue sus objetivos.
Con un guión que se desarrolla por capítulos y una narración que nos engancha por su acertado pulso y nos aprieta contra el sillón por su desnuda crudeza, Tropa de Élite se centra en la voz del capitán Nascimento, un comandante responsable de una de las unidades del BOPE que está decidido a jubilarse porque ahora que su niño va a nacer, quiere dejar aparte una vida donde cada día todo pende de un hilo; cosa que sé que suena a tópico Hollywoodyense, pero que sin embargo luego en su tratamiento será un incentivo más en la historia, y un factor clave, en vez de un farragoso charco de almíbar y dulce.
Pues bien, por medio de la voz en off del capitán Nascimento, asistiremos a una historia de policías corruptos y policías honestos, de policías quemados y de ilusionados e idealistas aspirantes, de jóvenes narcotraficantes armados con fusiles de guerra, de pobreza, de violencia, de vendettas, pero también de humanidad; porque el tratamiento que se le da a cada uno de los personajes y sus puntos de vista es tan honesto, y se nos retratan con tal desnudez, que tanto al ver su crueldad como al intuir su simple instinto de supervivencia nos termina por sobrecoger.
Lo dicho; cruda, violenta, realista, sin reparos, arriesgada... incluso polémica si uno se para a pensar en el mensaje que se puede interpretar al ver cómo terminan las cosas. Pero sobre todo, y ante todo, Tropa de Élite es una de esas sorpresas que tanto echamos de menos en ésta época en la que para ver una buena película, o se huye de las carteleras más "comerciales", o se tira de los clásicos.
Y sé que algunos se preguntarán al ver de qué va la cosa, ¿entonces será una especie de Ciudad de Dios, no?. Pues no, está muy a nivel de la cinta de Meirelles, pero sin embargo, y a pesar de tratar un tema tan similar, es completamente distinta. Eso sí, ambas cintas son de notable, aunque esta en concreto, es en mi opinión un poquitín (repito, solo un poco) menos buena que aquella que por el 2002 nos noqueó con las correrías de Buscapé o Zé Pequenho.
Poco más; solo decir que le dejo un 8´5 de nota. Disfrútenla.
Con un guión que se desarrolla por capítulos y una narración que nos engancha por su acertado pulso y nos aprieta contra el sillón por su desnuda crudeza, Tropa de Élite se centra en la voz del capitán Nascimento, un comandante responsable de una de las unidades del BOPE que está decidido a jubilarse porque ahora que su niño va a nacer, quiere dejar aparte una vida donde cada día todo pende de un hilo; cosa que sé que suena a tópico Hollywoodyense, pero que sin embargo luego en su tratamiento será un incentivo más en la historia, y un factor clave, en vez de un farragoso charco de almíbar y dulce.
Pues bien, por medio de la voz en off del capitán Nascimento, asistiremos a una historia de policías corruptos y policías honestos, de policías quemados y de ilusionados e idealistas aspirantes, de jóvenes narcotraficantes armados con fusiles de guerra, de pobreza, de violencia, de vendettas, pero también de humanidad; porque el tratamiento que se le da a cada uno de los personajes y sus puntos de vista es tan honesto, y se nos retratan con tal desnudez, que tanto al ver su crueldad como al intuir su simple instinto de supervivencia nos termina por sobrecoger.
Lo dicho; cruda, violenta, realista, sin reparos, arriesgada... incluso polémica si uno se para a pensar en el mensaje que se puede interpretar al ver cómo terminan las cosas. Pero sobre todo, y ante todo, Tropa de Élite es una de esas sorpresas que tanto echamos de menos en ésta época en la que para ver una buena película, o se huye de las carteleras más "comerciales", o se tira de los clásicos.
Y sé que algunos se preguntarán al ver de qué va la cosa, ¿entonces será una especie de Ciudad de Dios, no?. Pues no, está muy a nivel de la cinta de Meirelles, pero sin embargo, y a pesar de tratar un tema tan similar, es completamente distinta. Eso sí, ambas cintas son de notable, aunque esta en concreto, es en mi opinión un poquitín (repito, solo un poco) menos buena que aquella que por el 2002 nos noqueó con las correrías de Buscapé o Zé Pequenho.
Poco más; solo decir que le dejo un 8´5 de nota. Disfrútenla.
14 de agosto de 2008
14 de agosto de 2008
37 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ante la dificultad de separar los aspectos generales de la película de aquellos que revelan información sobre el argumento, pongo toda mi crítica como crítica con "spoiler".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No abundaré en las bondades de esta película que son muchas y que han quedado suficientemente reflejadas en el resto de las críticas. Sólo quiero llamar la atención en una cuestión: la identificación, como efecto inevitable del cine en tanto que medio privilegiado de comunicación masivo. Uno se sienta en la butaca y a los pocos minutos comienza a tomar partido.
Ni bien comienza esta película una agradable voz, que muestra una personalidad altamente reflexiva, no exenta de valores encomiables como la crítica a la corrupción de los cuerpos de seguridad, que sabe distinguir la importancia de la vida emocional y de la inteligencia, que se da cuenta autocríticamente del origen de su situación límite de estrés, consciente de la importancia de su futura situación de padre de familia, responsable en sus funciones laborales hasta el límite de buscar un sustituto idóneo para cuando deje el trabajo que realiza, esta voz en off es la de un personaje que en los hechos es un auténtico fascista, violento y defensor de la máxima de que el fin justifica los medios, hasta el punto de torturar y masacrar cuanto habitante de las favelas se le ponga por delante.
Se me dirá que precisamente esta contradicción muestra el objetivo crítico del director y de los guionistas: se trata de reflejar una cruda realidad con todas sus contradicciones. Yo creo que aquí está la trampa y el riesgo de esta película y, como poco, la irresponsabilidad de su producción. Y volvemos al tema de la identificación. Quienes tienen la posibilidad de tomar una firme distancia crítica respecto de los métodos de este intachable cuerpo de élite seguramente no serán mayoría. Muchos experimentaremos una irresistible tendencia a identificarnos con los buenos, que en este caso son los fuertes, los incorruptibles, los justicieros, los que garantizan el control y el funcionamiento del sistema, y que, además, desenmascaran las despreciables acciones de los débiles: el trapicheo corrupto de los policías normales, y la hipocresía de los estudiantes que lavan su mala conciencia en una ONG al tiempo que se hacen cómplice de los narcotraficantes en el comercio de la droga a baja escala en la universidad (A pesar estudiar "Vigiliar y Castigar" de Foucault).
Fuertes enfrentados a débiles. Honestos contra corruptos. Héroes versus mercenarios. Todo muy trágico, diría casi nietzscheano.
La intención del director posiblemente haya sido mostrar una realidad y desenmascarar la hipocresía. Seguramente también mover a la reflexión utilizando recursos provocadores. Mi inquietud es sobre el efecto real en los espectadores, pensando, por ejemplo, en mis jóvenes alumnos de bachillerato, muchos de los cuales verán esta película en clave “Rambo” (la larga secuencia de la preparación de los aspirantes así parece promoverlo), finalmente identificados con los negros uniformes con calavera incluida, todo validado por un lenguaje cinematográfico próximo a un documental realista.
Ni bien comienza esta película una agradable voz, que muestra una personalidad altamente reflexiva, no exenta de valores encomiables como la crítica a la corrupción de los cuerpos de seguridad, que sabe distinguir la importancia de la vida emocional y de la inteligencia, que se da cuenta autocríticamente del origen de su situación límite de estrés, consciente de la importancia de su futura situación de padre de familia, responsable en sus funciones laborales hasta el límite de buscar un sustituto idóneo para cuando deje el trabajo que realiza, esta voz en off es la de un personaje que en los hechos es un auténtico fascista, violento y defensor de la máxima de que el fin justifica los medios, hasta el punto de torturar y masacrar cuanto habitante de las favelas se le ponga por delante.
Se me dirá que precisamente esta contradicción muestra el objetivo crítico del director y de los guionistas: se trata de reflejar una cruda realidad con todas sus contradicciones. Yo creo que aquí está la trampa y el riesgo de esta película y, como poco, la irresponsabilidad de su producción. Y volvemos al tema de la identificación. Quienes tienen la posibilidad de tomar una firme distancia crítica respecto de los métodos de este intachable cuerpo de élite seguramente no serán mayoría. Muchos experimentaremos una irresistible tendencia a identificarnos con los buenos, que en este caso son los fuertes, los incorruptibles, los justicieros, los que garantizan el control y el funcionamiento del sistema, y que, además, desenmascaran las despreciables acciones de los débiles: el trapicheo corrupto de los policías normales, y la hipocresía de los estudiantes que lavan su mala conciencia en una ONG al tiempo que se hacen cómplice de los narcotraficantes en el comercio de la droga a baja escala en la universidad (A pesar estudiar "Vigiliar y Castigar" de Foucault).
Fuertes enfrentados a débiles. Honestos contra corruptos. Héroes versus mercenarios. Todo muy trágico, diría casi nietzscheano.
La intención del director posiblemente haya sido mostrar una realidad y desenmascarar la hipocresía. Seguramente también mover a la reflexión utilizando recursos provocadores. Mi inquietud es sobre el efecto real en los espectadores, pensando, por ejemplo, en mis jóvenes alumnos de bachillerato, muchos de los cuales verán esta película en clave “Rambo” (la larga secuencia de la preparación de los aspirantes así parece promoverlo), finalmente identificados con los negros uniformes con calavera incluida, todo validado por un lenguaje cinematográfico próximo a un documental realista.
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