Caballero sin espada
1939 

7.8
13,084
Drama
Jefferson Smith (James Stewart), un joven ingenuo e idealista, que parece fácilmente manipulable, es nombrado senador. Ignora que en Washington tendrá que vérselas con políticos y empresarios sin escrúpulos que le harán perder la fe. Sin embargo, gracias a su secretaria, una joven que conoce muy bien los entresijos de la política, protagoniza en el Senado una espectacular y maratoniana intervención en la que, además de defender ... [+]
5 de junio de 2011
5 de junio de 2011
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
James Stewart interpreta a Jefferson Smith un chico bastante ingenuo e ignorante que es enviado a Washington para ocupar un escaño de senador como hombre de paja o títere de aquellos que lo colocan en el senado, cuyos fines nada sabe el pobre protagonista sin saber que éste, bajo su fachada de chico ingenuo y cándido hay un hombre de honestidad inquebrantable.
Frank Capra, director aclamado por su gran obra Qué bello es vivir, tambíen nos habla también en Caballero sin espada, de un hombre bueno y honesto ante un mundo cruel, egoista y despiadado.
Caballero sin espada habla de que nunca hay que perder la esperanza por todo aquello que es noble, bueno y que vale la pena luchar hasta el final, aunque el enemigo sea fuerte y poderoso.
Nos explica bastante bien los entresijos y funcionamiento de la política en Washington, en el Senado y nos relata como hace al principio cuando Jefferson Smith llega a la capital un breve resumen de los lugares y monumentos más importantes, cómo el monumento a Lincoln.
La historia que nos cuenta Caballero sin espada es consistente y sólida, pero falla en su personaje principal, quizás más tonto que idealista, sólo es un pobre individuo carente de inteligencia que sábe mucho de historia americana y que se cree que vive en el mundo de yupi que necesita un campamento para niños necesitados. Un verdadero idealista es aquel que sabiendo que se enfrenta a un mundo egoista y cruel, lucha por unos ideales nobles y honestos y el personaje no es así. James Stewart hace un buen trabajo, pero quizás si a su personaje se le hubiera dotado de algo más de madurez y ambición, la historia hubiera sido bien distinta y mejor.
Del resto de personajes, muy correctos e incluso mejores que el principal, son más acordes con la realidad y llegas a creértelos, como el senador Joseph Payne o el magnate Jim Taylor, que incluso me agradaron más que el principal, aunque interpreten a unos seres hipócritas y falsos.
Además de dar un punto negativo al personaje principal, doy un negativo a un final resuelto de modo un tanto precipitado y estrepitoso, cómo si el director no hubiera sabido cómo cerrar una historia que se presentaba bien y que tendría que haber cerrado con alguna especie de asombrosa interpretación de Jefferson Smith derrotando a sus enemigo pero concluye con un suceso un tanto salido de rosca, muy poco creíble y sin razón aparente.
Frank Capra, director aclamado por su gran obra Qué bello es vivir, tambíen nos habla también en Caballero sin espada, de un hombre bueno y honesto ante un mundo cruel, egoista y despiadado.
Caballero sin espada habla de que nunca hay que perder la esperanza por todo aquello que es noble, bueno y que vale la pena luchar hasta el final, aunque el enemigo sea fuerte y poderoso.
Nos explica bastante bien los entresijos y funcionamiento de la política en Washington, en el Senado y nos relata como hace al principio cuando Jefferson Smith llega a la capital un breve resumen de los lugares y monumentos más importantes, cómo el monumento a Lincoln.
La historia que nos cuenta Caballero sin espada es consistente y sólida, pero falla en su personaje principal, quizás más tonto que idealista, sólo es un pobre individuo carente de inteligencia que sábe mucho de historia americana y que se cree que vive en el mundo de yupi que necesita un campamento para niños necesitados. Un verdadero idealista es aquel que sabiendo que se enfrenta a un mundo egoista y cruel, lucha por unos ideales nobles y honestos y el personaje no es así. James Stewart hace un buen trabajo, pero quizás si a su personaje se le hubiera dotado de algo más de madurez y ambición, la historia hubiera sido bien distinta y mejor.
Del resto de personajes, muy correctos e incluso mejores que el principal, son más acordes con la realidad y llegas a creértelos, como el senador Joseph Payne o el magnate Jim Taylor, que incluso me agradaron más que el principal, aunque interpreten a unos seres hipócritas y falsos.
Además de dar un punto negativo al personaje principal, doy un negativo a un final resuelto de modo un tanto precipitado y estrepitoso, cómo si el director no hubiera sabido cómo cerrar una historia que se presentaba bien y que tendría que haber cerrado con alguna especie de asombrosa interpretación de Jefferson Smith derrotando a sus enemigo pero concluye con un suceso un tanto salido de rosca, muy poco creíble y sin razón aparente.
17 de febrero de 2007
17 de febrero de 2007
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
En unos días en los que todo lo que suena a estadounidense es asociado a imperialismo, mezquindad y capitalismo salvaje, tenemos en esta gran película un ejemplo de lo que el cine norteamericano y sus mensajes pueden llegar a conmovernos. Todo ello en base a la primera constitución democrática y que reconoce las libertades fundamentales de todo el planeta, la de EE.UU. de 1787.
Por lo demás, el ritmo de la película es primoroso, y James Stewart se sale en el papel, que le viene como anillo al dedo (al igual que en "Historias de Filadelfia") para mostrar la ingeniudad, inocencia, pero buena fe de tantos americanos humildes.
En fin, un primoroso film con una moraleja intachable y muy recomendable en nuestros días. Los actores están muy bien caracterizados y los iconos del monumento a lincoln asi como otros sitos en el mall de Washington nos recuerdan lo importante de la historia y de tener en cuenta lo que representa vivir en una democracia.
Sin duda, una película intemporal que posee metáforas increíbles como la capacidad de los niños y su movilización por la causa del senador de construir un campamento nacional de niños. Imprescindible y necesaria para entretener a la vez que nos preguntamos cosas que normalmente nuestros políticos nos intentan esconder o acallar con sus retóricas.
Por lo demás, el ritmo de la película es primoroso, y James Stewart se sale en el papel, que le viene como anillo al dedo (al igual que en "Historias de Filadelfia") para mostrar la ingeniudad, inocencia, pero buena fe de tantos americanos humildes.
En fin, un primoroso film con una moraleja intachable y muy recomendable en nuestros días. Los actores están muy bien caracterizados y los iconos del monumento a lincoln asi como otros sitos en el mall de Washington nos recuerdan lo importante de la historia y de tener en cuenta lo que representa vivir en una democracia.
Sin duda, una película intemporal que posee metáforas increíbles como la capacidad de los niños y su movilización por la causa del senador de construir un campamento nacional de niños. Imprescindible y necesaria para entretener a la vez que nos preguntamos cosas que normalmente nuestros políticos nos intentan esconder o acallar con sus retóricas.
15 de agosto de 2007
15 de agosto de 2007
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una gran película que invita a soñar con una clase política digna del alto servicio que están llamados a prestar a la sociedad. Obligaría a visionarla a todos los políticos que salieran elegidos antes de tomar posesión de sus cargos. La ví cuando tenía 14 años y todavía recuerdo la viva impresión que me causó.
23 de junio de 2014
23 de junio de 2014
25 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Prometo que hubo un momento en «Caballero sin espada» en que quise cortarme las venas. Yo no comprendo, no alcanzo a resolver el misterio que supone que una película de un serio y firme nacionalismo como esta logre los mayores elogios por parte de un público que, con el mismo fervor pero en negativo, machaca otro tipo de cine con cierto patriotismo yanki mucho más ligero y menos pedante. ¿De qué va esto?
El caso es que «Caballero sin espada» nos tortura a lo largo de dos horas con una loa constante a los Estados Unidos de América, su Constitución, sus personajes históricos y su «sagrado» [sic] Senado. Las caras de admiración de James Stewart en su visita a Washington son causas directas de suicidio, deseo enfermizo que alcanza su nivel máximo cuando vemos al niño acompañado del abuelito leyendo frente a la estatua de Lincoln, cual acólito de una secta, y aparece de fondo un anciano negro muy emocionado... Bochornoso. Lavado de cerebro que debería indignarnos, o cuanto menos producirnos sonoras carcajadas, y que el resto del mundo se come con patatas fritas bien untadas de barras y estrellas, que esta vez el patriotismo más aplastante y egocéntrico no molesta a nadie. Qué cosas, oye.
Con todo, este adoctrinamiento podría ser secundario y gracioso si la película se fundamentara en algo más, en otra trama de calado, en una problemática consistente y no ridícula como nos presenta el guión. Imposible creerse esa forma de corromper, sin motivación alguna; esos personajes de trapo con una sola cara, incluido el ignorante de Jefferson Smith, que es tan demócrata y libre, que cuando algo no le gusta ejerce la violencia; las rudas presiones a la prensa, ese cliché de dibujo animado malo en el que los empresarios gordos son los enemigos, sin ninguna fisura, ni reflexión sobre el poder, la ambición o la política. ¿Qué se dice realmente de la sociología de las democracias, de sus errores y beneficios? Eso supondría pensar mucho y tomarse la crítica con sentido común, con peso, con imparcialidad.
La incursión de los niños luchadores por la libertad es, por un lado, vergonzoso al defender la politización y el activismo agresivo en la esfera de lo menores; y, por otro, de risa al comprobar lo manifiestamente patético que queda esa algarabía de chicuelos en plan revolucionario-demócrata. Bueno, y eso de que sean los propios niños explotados quienes paguen (la carta del muchacho que limpia los zapatos es para ponerse a llorar) por el campamento, seguro que de lo más siniestro, que idealiza Jefferson Smith es ya imperdonable.
Ritmo estancado, diálogos sosos, interpretaciones blandas (Claude Rains, para mi el mejor) e historia superficial. Otro clásico injustificado.
El caso es que «Caballero sin espada» nos tortura a lo largo de dos horas con una loa constante a los Estados Unidos de América, su Constitución, sus personajes históricos y su «sagrado» [sic] Senado. Las caras de admiración de James Stewart en su visita a Washington son causas directas de suicidio, deseo enfermizo que alcanza su nivel máximo cuando vemos al niño acompañado del abuelito leyendo frente a la estatua de Lincoln, cual acólito de una secta, y aparece de fondo un anciano negro muy emocionado... Bochornoso. Lavado de cerebro que debería indignarnos, o cuanto menos producirnos sonoras carcajadas, y que el resto del mundo se come con patatas fritas bien untadas de barras y estrellas, que esta vez el patriotismo más aplastante y egocéntrico no molesta a nadie. Qué cosas, oye.
Con todo, este adoctrinamiento podría ser secundario y gracioso si la película se fundamentara en algo más, en otra trama de calado, en una problemática consistente y no ridícula como nos presenta el guión. Imposible creerse esa forma de corromper, sin motivación alguna; esos personajes de trapo con una sola cara, incluido el ignorante de Jefferson Smith, que es tan demócrata y libre, que cuando algo no le gusta ejerce la violencia; las rudas presiones a la prensa, ese cliché de dibujo animado malo en el que los empresarios gordos son los enemigos, sin ninguna fisura, ni reflexión sobre el poder, la ambición o la política. ¿Qué se dice realmente de la sociología de las democracias, de sus errores y beneficios? Eso supondría pensar mucho y tomarse la crítica con sentido común, con peso, con imparcialidad.
La incursión de los niños luchadores por la libertad es, por un lado, vergonzoso al defender la politización y el activismo agresivo en la esfera de lo menores; y, por otro, de risa al comprobar lo manifiestamente patético que queda esa algarabía de chicuelos en plan revolucionario-demócrata. Bueno, y eso de que sean los propios niños explotados quienes paguen (la carta del muchacho que limpia los zapatos es para ponerse a llorar) por el campamento, seguro que de lo más siniestro, que idealiza Jefferson Smith es ya imperdonable.
Ritmo estancado, diálogos sosos, interpretaciones blandas (Claude Rains, para mi el mejor) e historia superficial. Otro clásico injustificado.
4 de septiembre de 2005
4 de septiembre de 2005
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película realmente fantástica acerca del valor de la honestidad. Es realmente una película atemporal; los valores que infunde esta película podrían servir para hoy en día. Muestra el cinismo de un grupo de políticos sin escrúpulos, que proclaman los ideales norteamericanos como base de su política cuando sus intenciones, encubiertas, son realmente otras.
El uso, por parte de los políticos, de los medios de comunicación también se refleja en esta cinta. Este "partidismo" podría trasladarse al momento actual.
James Stewart se "sale " en esta película, su papel de ingenuo e inocentón lo hace a la perfección asi como Jean Arthur que está realmente asombrosa.
Quizás, el único defecto es el excesivo patriotismo de esta película cuando, desde mi punto de vista, la temática política de esta película podría valer para cualquier país. Franz Capra, Genial.
Esta película reune dosis de comedia,drama y un poco de suspense.
En Definitiva estamos ante un clásico del cine Americano.
El uso, por parte de los políticos, de los medios de comunicación también se refleja en esta cinta. Este "partidismo" podría trasladarse al momento actual.
James Stewart se "sale " en esta película, su papel de ingenuo e inocentón lo hace a la perfección asi como Jean Arthur que está realmente asombrosa.
Quizás, el único defecto es el excesivo patriotismo de esta película cuando, desde mi punto de vista, la temática política de esta película podría valer para cualquier país. Franz Capra, Genial.
Esta película reune dosis de comedia,drama y un poco de suspense.
En Definitiva estamos ante un clásico del cine Americano.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here