Quiero comenzar la crítica rememorando la definición de la democracia que realizó el Presidente Lincoln, en su discurso de Gettysburg "...el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo..."

Película dirigida por Frank Capra en 1939, hace ya la friolera de ochenta años, donde un joven senador se encuentra con una trama de corrupción en su Estado al intentar conseguir un campamento para jóvenes desfavorecidos, en contraposición a los intereses de los grupos de presión de su propio Estado, con el Senador amigo de su padre encabezando la trama de corrupción y que usando todos los medios a su alcance, que son todos los que existían en aquel momento le tratan de desprestigiar señalando que el corrupto es él, utilizando la prensa de su cuerda y atemorizando a la que no lo es, así como el telégrafo, hasta crear una multitud de pruebas que le criminalizan.

Hace ochenta años la corrupción en EEUU denunciada por Capra, esa misma corrupción que se ha comido al Partido Popular que con su bloqueo tiene a España a medio gas, utilizando lo último que se les ha ocurrido, iniciando una campaña para que los votantes progresistas no voten y se queden en sus casas intentando volver al poder del que salieron por su ponzoñosa podredumbre.

El discurso cinematográfico más duradero, de prácticamente horas, el que emitió James Stewart, con Jean Arthur aleccionándole, en este drama político adelantado a su tiempo.

Oscar a la mejor historia, con once nominaciones más.

Matrícula de honor, y a mi rincón de favoritas.

¿De qué va?:

James Stewart interpreta a un joven senador lleno de ideales que se enfrentará a la corrupción política washingtoniana, primero con la ingenuidad de un niño de teta y finalmente al estilo Martínezsoriano de Don erre que erre en el tramo final.

Crítica:

Algunos años antes de la genial Qué bello es vivir, Capra realizó con buena parte del mismo equipo esta simpática comedia sobre la corrupción política que aunque se deja ver está muy lejos de ser una obra maestra, y cuyo final se hace insoportablemente largo y bastante tedioso. La película es, básicamente, una apología del sistema político norteamericano garante de las libertades individuales y tal y tal, que supongo pondrá muy cachondos a los fervientes patriotas norteamericanos, pero que a mí, desde el otro lado del charco, me deja bastante frío.

La primera vez que vi esta maravilla, con 16 años, me tuve que levantar en cuanto terminó para que mis hermanos no se percataran del torrente de lágrimas que surcaba mi cara: el viejo Capra nunca falla y sabe perfectamente cómo tocar la parte sensible, a veces cayendo en la cursilería, cierto, pero siempre emocionando.

El tiempo pasa y uno ya no es el adolecestente impresionable que fue, pero sigue manteniendo una inquebrantable fe en el ser humano, confiando en que los buenos siempre ganarán a los malos, algo imprescindible para disfrutar en su totalidad de esta película. Por eso, "Caballero sin espada" aún me sigue impactando tanto como aquella primera vez, aunque ahora las lágrimas se deban tanto a la maestría de Capra como a la añoranza de la inocencia perdida.

Inocencia perdida de un tiempo que, si no era mejor, lo parecía; añoranza de la firme creencía de que el héroe (espléndido Stewart, como siempre), solo ante el peligro, acabaría doblegando a los malvados lobos con pieles de cordero; confianza en la solidaridad del pueblo, ese mismo ente anónimo manipulable, miedoso y artero que Capra nos mostró en "Juan Nadie".

Aunque sólo sea para escapar de la realidad, hay que ver esta película.

Decir Frank Capra es sumergirse en un universo de emociones positivas y a la vez llenas de crítica. Ve siempre lo más noble del ser humano, incluso en personajes a los que deberíamos odiar. Esta película simple y emocional logra sus objetivos básicos. Ese momento en que el personaje de James Stewart se confiesa al de Jean Arthur es simplemente cautivador. Película basada en un guión inteligente y fácil de entender. El tío Capra se encargó de acentuar aquello muy bien. Quizás le falta algo de seriedad por momentos, pero lo cierto es que la política suele ser tan fría a veces…Ese final es de antología y compensa cualquier defecto. ¿Pensabas que la política era aburrida en el cine? Pues no has visto esta película.

Frank Capra se basó en una historia escrita por Lewis R. Foster para crear, con la ayuda del guionista Sidney Buchman, esta película idealista en la que se pone en valor la honradez y hasta la pérdida de inocencia de un simple guardabosques, el cual en un combate similar al de David y Goliath, se enfrenta con espíritu quijotesco a las corruptelas organizadas por interesados empresarios y enviciados políticos.

"Caballero Sin Espada" es una magistral comedia dramática, uno de los títulos más destacados y representativos del cine de Capra, un tipo humanista y crítico con el poder, siempre preocupado por las injusticias sociales, consciente de la fuerza y el poder del pueblo y de su unión para poder hacer frente con eficacia a dichas injusticias y con ello lograr una mejor democracia.

Capra por supuesto también era un absoluto defensor de la dignidad y la libertad del individuo, concretamente en esta película hace hincapié en la fundamental importancia de la libertad de expresión y de prensa.

Otras imprescindibles obras caprianas como "Vive Como Quieras" o "Juan Nadie" inciden también en esas constantes tan identificativas del cine de este gran cineasta de origen italiano.