El desprecio
7.3
6,911
Drama
Paul Javal (Michel Piccoli), un dramaturgo francés, acepta reescribir algunas escenas para "La Odisea", una película que se va a rodar en Capri bajo la dirección del renombrado director alemán Fritz Lang (Fritz Lang). En un primer encuentro con el productor norteamericano, el arrogante Prokosch (Jack Palance), el escritor deja que su mujer, la bella Camille (Brigitte Bardot), se vaya en el coche con el productor a la finca de éste. Este ... [+]
28 de abril de 2010
28 de abril de 2010
53 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde luego, la peli es rara. Rara de cojones. Aunque, claro, tratándose de una peli de Godard que sea rara tiene -hasta cierto punto- su propia lógica. De hecho, lo raro hubiera sido que “El desprecio” no fuera una peli… rara. Aún así, le agradezco a Jean Luc que después del martirio sensitivo y cerebral que me supuso el visionado de “Al final de la escapada” haya tenido el detalle de rodar una peli -al menos desde una perspectiva eminentemente formal- mucho más serena y comedida.
“El desprecio” constituye, pues, una rareza bastante digerible en la que el hilo narrativo es absolutamente lineal y en la que los experimentos de montaje aparecen en su justa medida. Es más, igual voy a decir una tontería pero yo añadiría, incluso, que la incuestionable predilección de Godard por los planos largos y la inmejorable amortización de esa espléndida melodía que los acompaña en todo momento le confieren a esta peli un aspecto considerablemente ‘clásico’.
Lo que ya no me parece tan sereno, ni tan comedido, ni tan ‘clásico’ es el planteamiento argumental del que parte Godard para explicitarnos esa extrañísima crisis matrimonial que padecen Paul (Piccoli) y Camilla (Bardot). Ni tampoco me parece claro y meridiano el trazado que utiliza el gurú de la nouvelle vague para poner de manifiesto lo complejo que puede resultar rodar una peli cuando la incomunicación y la falta de consenso entre sus máximos artífices (productor, guionista y director) es total y absoluta. Ahí creo que Godard es deliberadamente abstruso. Y qué queréis que os diga, pero a mi eso de ser deliberadamente abstruso porque sí me parece malicioso, petulante y, sobre todo, estéril.
Total, que si he decidido concederle siete estrellitas al creidito de Godard es porque su film ha conseguido dispensarme algún que otro momento de goce ¿intelectual? y porque debo admitir que su persistente afán experimental -en esta ocasión- obtiene buenos resultados. Pero más allá de todo ello y más allá del incuestionable aliciente que supone ver reunidos -en una misma peli- a Brigitte Bardot, Michel Piccoli, Jack Palance y Fritz Lang, lo que más y mejor ha influido en mi valoración global de la peli de Godard es el indescriptible placer de poder contemplar detenidamente las tersas, mórbidas y sinuosas nalgas de BB. Una mujer por la que cualquier hombre perdería la cabeza. Y quién diga lo contrario, o es gay… o miente.
“El desprecio” constituye, pues, una rareza bastante digerible en la que el hilo narrativo es absolutamente lineal y en la que los experimentos de montaje aparecen en su justa medida. Es más, igual voy a decir una tontería pero yo añadiría, incluso, que la incuestionable predilección de Godard por los planos largos y la inmejorable amortización de esa espléndida melodía que los acompaña en todo momento le confieren a esta peli un aspecto considerablemente ‘clásico’.
Lo que ya no me parece tan sereno, ni tan comedido, ni tan ‘clásico’ es el planteamiento argumental del que parte Godard para explicitarnos esa extrañísima crisis matrimonial que padecen Paul (Piccoli) y Camilla (Bardot). Ni tampoco me parece claro y meridiano el trazado que utiliza el gurú de la nouvelle vague para poner de manifiesto lo complejo que puede resultar rodar una peli cuando la incomunicación y la falta de consenso entre sus máximos artífices (productor, guionista y director) es total y absoluta. Ahí creo que Godard es deliberadamente abstruso. Y qué queréis que os diga, pero a mi eso de ser deliberadamente abstruso porque sí me parece malicioso, petulante y, sobre todo, estéril.
Total, que si he decidido concederle siete estrellitas al creidito de Godard es porque su film ha conseguido dispensarme algún que otro momento de goce ¿intelectual? y porque debo admitir que su persistente afán experimental -en esta ocasión- obtiene buenos resultados. Pero más allá de todo ello y más allá del incuestionable aliciente que supone ver reunidos -en una misma peli- a Brigitte Bardot, Michel Piccoli, Jack Palance y Fritz Lang, lo que más y mejor ha influido en mi valoración global de la peli de Godard es el indescriptible placer de poder contemplar detenidamente las tersas, mórbidas y sinuosas nalgas de BB. Una mujer por la que cualquier hombre perdería la cabeza. Y quién diga lo contrario, o es gay… o miente.
3 de mayo de 2010
3 de mayo de 2010
38 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
La villa de Curzio Malaparte es una mastaba color peonía que observa el mar desde uno de los lugares más impresionantes de la Tierra. Esta casa fue el lugar elegido por Jean-Luc Godard para rodar "El desprecio". A la muerte de Malaparte, la casa pasó a ser propiedad de una fundación: los turistas no pueden acceder a ella.
"El desprecio" también es una obra muy personal y gran parte de ella también permanece cerrada al público: demasiadas corrientes íntimas que ninguna biografía podrá desentrañar nunca. Tiene un algo de testamento o de última voluntad sepultada bajo tres niveles. En un primer nivel, la historia de absurdo desamor entre el escritor y su mujer, que carece de importancia como tal; en un segundo nivel, la reflexión evidente sobre la creación artística; y en un tercer nivel, se empieza a rastrear el alma. Creo que la suma de sus niveles no da más resultado que el de la derrota: es la insuficiencia de las palabras para expresar una imagen y la insuficiencia de las imágenes para dar forma a palabras para las que todavía no existe un lenguaje.
Película por tanto, profundamente imperfecta: es la angustia del perseguidor que no conoce lo que persigue y sin embargo, lo desea. Lo busca a través de la belleza, lo busca a través de los mitos, del arte y lo busca a través del amor. Pero ¿acaso no lo buscaron todos los demás? Sin embargo, es imposible encontrarlo. Sea lo que sea, él también desconoce su naturaleza pero finalmente decide escoger la nada. La nada, que a fin de cuentas, es el reverso de lo inabarcable.
Lo mitológico y lo vulgar se dan de la mano en una historia que habla de dos tragedias: la fatalidad, que fue la tragedia de los héroes en tiempos de los dioses; y la banalidad, que es la tragedia de los artistas en los tiempos de los hombres.
La villa de Curzio Malaparte, solitaria y misteriosamente inaccesible, seguía mirando al mar la última vez que visité Capri. Del mal lugar.
"El desprecio" también es una obra muy personal y gran parte de ella también permanece cerrada al público: demasiadas corrientes íntimas que ninguna biografía podrá desentrañar nunca. Tiene un algo de testamento o de última voluntad sepultada bajo tres niveles. En un primer nivel, la historia de absurdo desamor entre el escritor y su mujer, que carece de importancia como tal; en un segundo nivel, la reflexión evidente sobre la creación artística; y en un tercer nivel, se empieza a rastrear el alma. Creo que la suma de sus niveles no da más resultado que el de la derrota: es la insuficiencia de las palabras para expresar una imagen y la insuficiencia de las imágenes para dar forma a palabras para las que todavía no existe un lenguaje.
Película por tanto, profundamente imperfecta: es la angustia del perseguidor que no conoce lo que persigue y sin embargo, lo desea. Lo busca a través de la belleza, lo busca a través de los mitos, del arte y lo busca a través del amor. Pero ¿acaso no lo buscaron todos los demás? Sin embargo, es imposible encontrarlo. Sea lo que sea, él también desconoce su naturaleza pero finalmente decide escoger la nada. La nada, que a fin de cuentas, es el reverso de lo inabarcable.
Lo mitológico y lo vulgar se dan de la mano en una historia que habla de dos tragedias: la fatalidad, que fue la tragedia de los héroes en tiempos de los dioses; y la banalidad, que es la tragedia de los artistas en los tiempos de los hombres.
La villa de Curzio Malaparte, solitaria y misteriosamente inaccesible, seguía mirando al mar la última vez que visité Capri. Del mal lugar.
4 de enero de 2009
4 de enero de 2009
30 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
La lenta e irreversible descomposición de una pareja. Pocos directores han tratado este tema con tanta elegancia y sutileza. Aun estoy alucinado y convencido de haber visto una película extraña, pero también excepcional e inolvidable.
En primer lugar habría que mencionar a Brigitte Bardot y su tremendo atractivo hoy casi olvidado. Junto con "La Verité" es esta, seguramente, una de sus mejores películas, en una filmografía por lo demás escasa en grandes titulos.
Otra de las cosas fascinantes de esta película es esa mezcla entre vida y cine, realidad y ficción, con la inclusión de Fritz Lang interpretándose a si mismo y los ecos de la relación que tenía por aquella época el propio Godard con su musa Ana Karina, de cuya imagen parece apropiarse Bardot cuando se enfunda una peluca negra.
En su fascinante e inusual puesta en escena llama la atención el predominio de planos generales y su relativo estatismo, tan alejado del nervioso desenfado que caracteriza a la mítica opera prima de Godard "A Bout de souffle". Ese empequeñecimiento de los personajes en medio de los escasos pero muy bien escogidos escenarios (magníficamente fotografiados por Raul Coutard) podría ser una elección estilística con la cual Godard querría subrayar la soledad de los personajes y/o cierto distanciamiento en su forma de mirarles. Aunque, por otra parte, con lo que pesaban las inmensas cámaras de cinemascope, intentar un estilo "a lo A Bout de souffle" hubiera sido imposible. Me han fascinado esos decadentes estudios cinematográficos invadidos por la vegetación y que se supone son los míticos estudios Cinecittà, aunque en realidad son los menos conocidos y ya desaparecidos estudios Titanus.
También el maravilloso apartamento donde se produce el largo y fascinante "set piece" central entre Bardot y su marido en la ficción, Piccoli, filmado con una planificación alejada de los modos narrativos habituales en el cine comercial. Es magistral el modo que tiene Godard de crear una larga escena con mínimos elementos y moviendo un par de personajes en un espacio cerrado, y ademas dándole a todo un aire espontaneo y con pizcas de extravagancia. En cuanto a esa extraña casa junto al mar, construida en Capri por el escritor Curzio Malaparte, hay que decir que Godard ha sabido sacarle un tremendo partido.
Sería injusto, por otra parte, olvidar la influencia de Antonioni y su trilogía de la incomunicación, no solo en la concepción abstracta de esos espacios, sino también en el pausado ritmo narrativo y en el propio argumento (una adaptación de un texto de Moravia). Debo señalar, así mismo, que la evocadora banda sonora compuesta por Georges Delerue es, en mi opinión, uno de los elementos más sobresalientes e inolvidables de la película (¡Y pensar que en la versión italiana la sustituyeron por otra de tipo jazzistico, y además recortaron el metraje!).
En conclusión, vi "El desprecio" hace años y me gustó, pero ahora, al verla de nuevo en HD, me ha encantado, porque su narrativa no del todo lineal me estimula y porque visualmente es aun más excepcional de lo que recordaba. Y, también porque, como entonces, la he encontrado poética, distinta, desolada, y fascinante. Arte con mayúsculas.
En primer lugar habría que mencionar a Brigitte Bardot y su tremendo atractivo hoy casi olvidado. Junto con "La Verité" es esta, seguramente, una de sus mejores películas, en una filmografía por lo demás escasa en grandes titulos.
Otra de las cosas fascinantes de esta película es esa mezcla entre vida y cine, realidad y ficción, con la inclusión de Fritz Lang interpretándose a si mismo y los ecos de la relación que tenía por aquella época el propio Godard con su musa Ana Karina, de cuya imagen parece apropiarse Bardot cuando se enfunda una peluca negra.
En su fascinante e inusual puesta en escena llama la atención el predominio de planos generales y su relativo estatismo, tan alejado del nervioso desenfado que caracteriza a la mítica opera prima de Godard "A Bout de souffle". Ese empequeñecimiento de los personajes en medio de los escasos pero muy bien escogidos escenarios (magníficamente fotografiados por Raul Coutard) podría ser una elección estilística con la cual Godard querría subrayar la soledad de los personajes y/o cierto distanciamiento en su forma de mirarles. Aunque, por otra parte, con lo que pesaban las inmensas cámaras de cinemascope, intentar un estilo "a lo A Bout de souffle" hubiera sido imposible. Me han fascinado esos decadentes estudios cinematográficos invadidos por la vegetación y que se supone son los míticos estudios Cinecittà, aunque en realidad son los menos conocidos y ya desaparecidos estudios Titanus.
También el maravilloso apartamento donde se produce el largo y fascinante "set piece" central entre Bardot y su marido en la ficción, Piccoli, filmado con una planificación alejada de los modos narrativos habituales en el cine comercial. Es magistral el modo que tiene Godard de crear una larga escena con mínimos elementos y moviendo un par de personajes en un espacio cerrado, y ademas dándole a todo un aire espontaneo y con pizcas de extravagancia. En cuanto a esa extraña casa junto al mar, construida en Capri por el escritor Curzio Malaparte, hay que decir que Godard ha sabido sacarle un tremendo partido.
Sería injusto, por otra parte, olvidar la influencia de Antonioni y su trilogía de la incomunicación, no solo en la concepción abstracta de esos espacios, sino también en el pausado ritmo narrativo y en el propio argumento (una adaptación de un texto de Moravia). Debo señalar, así mismo, que la evocadora banda sonora compuesta por Georges Delerue es, en mi opinión, uno de los elementos más sobresalientes e inolvidables de la película (¡Y pensar que en la versión italiana la sustituyeron por otra de tipo jazzistico, y además recortaron el metraje!).
En conclusión, vi "El desprecio" hace años y me gustó, pero ahora, al verla de nuevo en HD, me ha encantado, porque su narrativa no del todo lineal me estimula y porque visualmente es aun más excepcional de lo que recordaba. Y, también porque, como entonces, la he encontrado poética, distinta, desolada, y fascinante. Arte con mayúsculas.
3 de febrero de 2013
3 de febrero de 2013
32 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por favor, no pasen a engrosar la lista de los estafados. El gran Frank Capra decía: "En el cine no hay normas, sólo pecados, y el pecado capital es aburrir". Esta película es lisa y literalmente una tomada de pelo: un guión que consta de dos páginas: desafío a cualquiera que cuente cuántas veces se repite la pregunta: "Vas a ir a Capri ? ¿ Quieres ir a Capri ? Si voy a Capri. No voy a Capri...POR FAVOR...AUXILIO. El guión es tan malo que buenos actores como Piccoli y Palance quedan totalmente desdibujadas y la muñeca Barbie se mueve a sus anchas y sale favorecida por la vaciedad del mismo. La fotografía: unas cuantas vistas de Capri muy buenas pero que de ninguna manera podemos decir que son un aporte al cine. El gran Fritz Lang soltando unas cuantas frases intelectualoides para que los pseudo intelectuales califiquen a esta película con sietes, ochos y nueve...POR FAVOR!!! Sr.Godard...sinceramente LO FELICITO...es Ud. un gran embaucador y sin duda que nació con estrella porque es la única explicación de que con películas como esta sea recordado como uno de los grandes directores de la historia del cine...POR FAVOR....¿ cuál es el gran aporte de esta película a la historia del cine ? ¿ cuáles son las grandes innovaciones que trajo ? Es la primera vez que califico una película con un UNO...¿ quién se lo ganó ? La música, lo único rescatable de esta película.
19 de enero de 2014
19 de enero de 2014
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Ve con él. Volveré hablando con el Sr. Lang".
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VIAGGIO IN ITALIA
La misma trama opera a varios niveles. Una historia de desamor que se vincula con la integridad del artista y con la propia obra adaptada –La Odisea– en ese “cine dentro del cine“ (el triángulo amoroso protagonista evoca a Ulises, Penélope y Poseidón).
Jose Luis Guarner afirmó que la película hablaba del mundo de las apariencias, y que la crisis amorosa se relacionaba con la crisis entre la mirada del espectador y la apariencia. Y es que es solo apariencia, no realidad, lo que ofrece el cine como espacio donde los deseos, como en la cita de Bazin que abre la película, se proyectan.
Esa autoconsciencia de la apariencia y la ilusión fílmica permite multitud de reflejos y resonancias, aspectos donde el cine se mira a sí mismo y a sus elementos sin atender a convenciones clásicas: reflexiones monologadas, el cine deja de ser objeto de la cinefilia para ser la cinefilia objeto del cine, se rompen los márgenes y limitaciones de la ficción como hilo narrativo, cambios de filtros de color, raíles y cámaras, etc. En todo caso, don´t panic. La puesta en escena de Godard es asequible. La continuidad y encadenamiento lógicos se ven poco alterados.
La superposición de niveles desde los que ver o interpretar el film recuerdan –el propio Godard lo sugiere con un cartelón publicitario– a `Viaggio in Italia´ (`Te querré siempre´), cinta que habla de la crisis amorosa de Rossellini y la Bergman bajo la apariencia de melodrama.
Aquí, en `Le mepris´, el desprecio amoroso se podría relacionar con el desprecio hacia el autor que se prostituye por dinero (viene a ser lo mismo usar a la mujer de cebo que aceptar un cheque). Son partes de un mismo todo; la ruptura, el desprecio, ese cambio sugerido en ´La Odisea´ donde Penélope es infiel y la integridad del autor frente a la tentación del dinero. Manifestaciones caleidoscópicas de un único conflicto. Porque en el film el amor al cine y el amor romántico vienen a ser lo mismo.
También se suceden reflexiones godardianas con respecto a su pareja en la vida real, Anna Karina. BB se coloca una peluca de pelo negro remitiéndonos a la protagonista de `Banda aparte´, M. Piccoli aparece con ropa del propio Godard…
Existe una injerencia última en una suerte de metacine. De la letra impresa –el doloroso y ampliado "adiós, Camille"– se pasa a la venganza. Pero no la venganza de este dramaturgo personaje de ficción (Michel Piccoli), sino la del propio demiurgo Godard que, cual deus ex machina, encadena la carta de despedida con un brusco desenlace.
LA NOCHE AMERICANA
Vemos la tramoya de un rodaje en el que Fritz Lang encarna el amor al cine y el productor, interpretado por Jack Palance, la brida del dinero y la taquilla. El desprecio se dirige también, así, hacia el cine industrial: "hace unos años los nazis decían revólver en lugar de talonario". Lang es el "auteur" (capaz de una visión intelectual del arte y de citar a Hölderlin) cuya integridad –esa integridad de la que tenemos constatación visual en la imagen de lo que Ulises ve al volver a Ítaca– entra en conflicto con el productor dictatorial.
La observación autorreferencial del proceso de filmación y las referencias cinéfilas conectan con la celebración del cuerpo de BB. Ella, en un reflejo de la también godardiana `Vivir su vida´, no incorpora un personaje sino un icono. No interpreta, no elabora un rol. Con su culo juega Godard como el arquetipo publicitario y documental que es: sex-symbol y estrella del cine.
YA NO CREO EN EL AMOR
Godard, bajo el seudónimo crítico de Hans Lucas, afirmó: «Cinema does not enquire about a woman´s beauty, it only casts doubts about her heart».
Ese indagar en el corazón de las tinieblas femenino llena el metraje de `Le mepris´. La duda, el abismo de la relación de pareja cuando surge el fracaso, los silencios duelen y las palabras empiezan a calcularse: "cuanto más dudábamos, más nos aferrábamos a una falsa lucidez en la esperanza de racionalizar sentimientos que se habían vuelto muy oscuros".
Godard pretende un testimonio más emocional que lógico sobre la incomunicación y el fin de la pareja. Quizás tratando de, como decía el propio realizador a propósito de `Vivir su vida´, «filmar un pensamiento en marcha».
LO IMPORTANTE ES AMAR
Para ese testimonio, la música tiene un papel fundamental inmiscuyéndose en el metraje para el repunte del desamor y el miedo. Aparece de pronto, como un ataque de nervios, una melodía que nos deja vencidos a la pura melancolía del fracaso.
http://www.youtube.com/watch?v=S5Bcdmkiua
La intromisión de la partitura, como si el paroxismo se desbordara dentro del film arremetiendo contra el discurso lógico, provoca el efecto de que, de repente, la secuencia se independice de la acción en beneficio del arrebato. Hay una opinión en esta página que habla en profundidad del asunto (Berenice), yo tan solo quiero añadir que de este recurso haría buen uso-homenaje Zulawski en `Lo importante es amar´ (con música también de Delerue). Un ejemplo (min. 00:20):
http://www.youtube.com/watch?v=_KUmIem7vIQ
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VIAGGIO IN ITALIA
La misma trama opera a varios niveles. Una historia de desamor que se vincula con la integridad del artista y con la propia obra adaptada –La Odisea– en ese “cine dentro del cine“ (el triángulo amoroso protagonista evoca a Ulises, Penélope y Poseidón).
Jose Luis Guarner afirmó que la película hablaba del mundo de las apariencias, y que la crisis amorosa se relacionaba con la crisis entre la mirada del espectador y la apariencia. Y es que es solo apariencia, no realidad, lo que ofrece el cine como espacio donde los deseos, como en la cita de Bazin que abre la película, se proyectan.
Esa autoconsciencia de la apariencia y la ilusión fílmica permite multitud de reflejos y resonancias, aspectos donde el cine se mira a sí mismo y a sus elementos sin atender a convenciones clásicas: reflexiones monologadas, el cine deja de ser objeto de la cinefilia para ser la cinefilia objeto del cine, se rompen los márgenes y limitaciones de la ficción como hilo narrativo, cambios de filtros de color, raíles y cámaras, etc. En todo caso, don´t panic. La puesta en escena de Godard es asequible. La continuidad y encadenamiento lógicos se ven poco alterados.
La superposición de niveles desde los que ver o interpretar el film recuerdan –el propio Godard lo sugiere con un cartelón publicitario– a `Viaggio in Italia´ (`Te querré siempre´), cinta que habla de la crisis amorosa de Rossellini y la Bergman bajo la apariencia de melodrama.
Aquí, en `Le mepris´, el desprecio amoroso se podría relacionar con el desprecio hacia el autor que se prostituye por dinero (viene a ser lo mismo usar a la mujer de cebo que aceptar un cheque). Son partes de un mismo todo; la ruptura, el desprecio, ese cambio sugerido en ´La Odisea´ donde Penélope es infiel y la integridad del autor frente a la tentación del dinero. Manifestaciones caleidoscópicas de un único conflicto. Porque en el film el amor al cine y el amor romántico vienen a ser lo mismo.
También se suceden reflexiones godardianas con respecto a su pareja en la vida real, Anna Karina. BB se coloca una peluca de pelo negro remitiéndonos a la protagonista de `Banda aparte´, M. Piccoli aparece con ropa del propio Godard…
Existe una injerencia última en una suerte de metacine. De la letra impresa –el doloroso y ampliado "adiós, Camille"– se pasa a la venganza. Pero no la venganza de este dramaturgo personaje de ficción (Michel Piccoli), sino la del propio demiurgo Godard que, cual deus ex machina, encadena la carta de despedida con un brusco desenlace.
LA NOCHE AMERICANA
Vemos la tramoya de un rodaje en el que Fritz Lang encarna el amor al cine y el productor, interpretado por Jack Palance, la brida del dinero y la taquilla. El desprecio se dirige también, así, hacia el cine industrial: "hace unos años los nazis decían revólver en lugar de talonario". Lang es el "auteur" (capaz de una visión intelectual del arte y de citar a Hölderlin) cuya integridad –esa integridad de la que tenemos constatación visual en la imagen de lo que Ulises ve al volver a Ítaca– entra en conflicto con el productor dictatorial.
La observación autorreferencial del proceso de filmación y las referencias cinéfilas conectan con la celebración del cuerpo de BB. Ella, en un reflejo de la también godardiana `Vivir su vida´, no incorpora un personaje sino un icono. No interpreta, no elabora un rol. Con su culo juega Godard como el arquetipo publicitario y documental que es: sex-symbol y estrella del cine.
YA NO CREO EN EL AMOR
Godard, bajo el seudónimo crítico de Hans Lucas, afirmó: «Cinema does not enquire about a woman´s beauty, it only casts doubts about her heart».
Ese indagar en el corazón de las tinieblas femenino llena el metraje de `Le mepris´. La duda, el abismo de la relación de pareja cuando surge el fracaso, los silencios duelen y las palabras empiezan a calcularse: "cuanto más dudábamos, más nos aferrábamos a una falsa lucidez en la esperanza de racionalizar sentimientos que se habían vuelto muy oscuros".
Godard pretende un testimonio más emocional que lógico sobre la incomunicación y el fin de la pareja. Quizás tratando de, como decía el propio realizador a propósito de `Vivir su vida´, «filmar un pensamiento en marcha».
LO IMPORTANTE ES AMAR
Para ese testimonio, la música tiene un papel fundamental inmiscuyéndose en el metraje para el repunte del desamor y el miedo. Aparece de pronto, como un ataque de nervios, una melodía que nos deja vencidos a la pura melancolía del fracaso.
http://www.youtube.com/watch?v=S5Bcdmkiua
La intromisión de la partitura, como si el paroxismo se desbordara dentro del film arremetiendo contra el discurso lógico, provoca el efecto de que, de repente, la secuencia se independice de la acción en beneficio del arrebato. Hay una opinión en esta página que habla en profundidad del asunto (Berenice), yo tan solo quiero añadir que de este recurso haría buen uso-homenaje Zulawski en `Lo importante es amar´ (con música también de Delerue). Un ejemplo (min. 00:20):
http://www.youtube.com/watch?v=_KUmIem7vIQ
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