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Sólo los amantes sobreviven

Fantástico. Drama. Romance Ambientada en unas Detroit y Tánger románticamente desoladas, Adam, un músico underground profundamente deprimido por la dirección que han tomado los actos de la humanidad, se reúne con su dura y enigmática amante, Eve, quien no tiene problemas en reconocer su condición de vampiro. Su historia de amor ha prevalecido durante varios siglos, pero su libertino idilio pronto es interrumpido por la llegada de Ava, la salvaje e incontrolable ... [+]
Críticas 109
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7
19 de octubre de 2013
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jim Jarmusch (“Flores rotas” 2005) nos presenta una historia de vampiros sibaritas en la que ha sabido compaginar con un sofisticado, inteligente y perfecto guión, una historia de vampiros contextualizada en la actualidad, en la que dichos seres han vivido durante siglos a la sombra de los humanos sin que estos sepan de su existencia a excepción de algunas pocas personas. Siendo testigos de sus proezas y fracasos, u ocasionando ambas cosas.

La historia mayoritariamente empieza centrándose en Adam (Tom Hiddleston), un vampiro deprimido que vive en Detroit, siendo la música su pasión, albergando una más que envidiable colección de instrumentos con los que compone temas funerarios, que le han hecho conocido. Todo ello, manteniendo siempre el anonimato y desde su hogar, del que no sale, como si de un ermitaño se tratase, excepto cuando se ha de “alimentar”. En la otra punta del mundo, concretamente en Tánger, se encuentra Eve (Tilda Swinton), amor eterno de Adam, quien disfruta de todo lo que allí se cuece de forma idílica. La depresión por el mundo actual que siente ella, hará que se reencuentren en la ciudad del motor, donde todo irá de maravilla hasta que aparezca la hermana de ésta, Ava (Mia Wasikowska), quien rompe el placentero día a día de los protagonistas.

Me quito el sombrero ante Tom Hiddleston del que no sabía nada más de él que su papel de Loki en “Thor” (2011) o “Los Vengadores” (2012). Es la mar de gratificante ver a un actor como él interpretar de una forma tan convincente, siendo su personaje un erudito sobre los instrumentos musicales, en este caso las guitarras. Después hablaré de ello. Tilda Swinton (“El curioso caso de Benjamin Button” 2008) también me llega a agradar en su rol de Eve, con ese voluptuoso pelo que dan ganas de tocar. Su personaje llama la atención en un lugar tan inhóspito como es Tánger, donde la protagonista parece regocijarse de todo lo que hay allí, viéndolo como un lugar mágico. En parte tiene razón.

A mi modo de ver, la gran maravilla que posee “Only Lovers Left Alive” es la de poder contemplar a unos personajes que narran sus vivencias como si fueran auténticos cronistas, los cuales, al ser vampiros han vivido una serie de experiencias inimaginables para el ser humano y que en la historia los protagonistas cuentan según la experiencia que hayan tenido con agrado, desagrado, nostalgia, odio, etc. Por ello, la cinta está llena de curiosidades, siendo como una pequeña enciclopedia en la que los propios vampiros parecen ejercer de guías turísticos cuando pasean por Detroit, contando la historia de la discografía Motown o la impresionante historia del Teatro Michigan. La imagen que el propio director ofrece -siempre de noche, no lo olvidemos- de Detroit podría compararse a la de la Antigua Grecia, la que antes florecía y ahora esta dejada de la mano de Dios.

Volviendo al tema de las guitarras, me ha encantado ver el afán de colección que tiene el protagonista por reunir objetos que son únicos. El hecho de ver cómo los toca y nos cuenta su historia, me ha llegado a maravillar. Yo no entiendo sobre guitarras, pero estoy seguro de que quien adore los instrumentos de cuerda va a quedar impresionado.

Por último destacar la aparición de Mia Wasikowska (“Alicia en el País de las Maravillas” 2010), siendo quizás el manchurrón negro que enturbia la cinta, pues su aparición en escena molesta pero es necesaria para poder darle un giro a la historia. A mi parecer, podrían haberla suprimido.
1
22 de junio de 2014
46 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
Definitivamente los tiempos han cambiado. Ahora los vampiros beben la sangre en copas y la degustan ceremoniosamente como si fuera un buen Rioja. Componen algo parecido a música y para morir no necesitan que se les clave una estaca en el corazón, pues los humanos estamos tan podridos que les matamos simplemente con nuestra sangre contaminada. Está claro que no pasaba por la cabeza de Jim Jarmusch ceñirse a los convencionalismos que marcan las historias vampirescas. Este solo utiliza el concepto como una mera excusa para crear una atmósfera que le permita retratar la decadencia de la civilización. El problema es que el director americano parece tener solo eso, una idea pero no una historia. Y esa idea alargada hasta el sopor se convierte en una tortura de dos horas para el espectador que espera en vano que ocurra algo que encienda una película tan estilizada como vacía. La aparición del personaje de Ava parece ser esa chispa esperada pero esta es tan efímera que pronto la película vuelve a su estado de letargo inicial. Se adivina un intento por parte de Jarmusch de marcarse un ejercicio de estilo autoral que tanto gustan a parte de la crítica. Puede que lo consiga pero se olvida de que toda buena película a parte de una idea debe tener un guión, una historia mínimamente estructurada e interesante y no solo cuatro conceptos que como mucho llegan para hacer un corto o un videoclip. En realidad lo único que logra es despachar la película más aburrida que uno ha tenido la desgracia de ver desde que Gus Van Sant se masturbara a la gloria de Kurt Cobain en “Last days”.

Lo mejor: su atmósfera deprimente.

Lo peor: el plano del disco girando en el tocadiscos es muy bonito Jim, pero con una sola vez había suficiente.
8
14 de mayo de 2014
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un barrio abandonado de Detroit, un hombre aficionado a los instrumentos musicales tiene una particularidad solicitud a su proveedor de rarezas: una bala hecha de la madera más dura. Al otro lado del mundo, en Tánger, Marruecos, una mujer se reúne con un enigmático anciano que la provee de un líquido “del bueno”, del más puro. Él es Adán, ella es Eva, y llevan miles de años sobre la Tierra, sobreviviendo a punta de sangre humana, con sus colmillos afilados y una aversión hacia la luz del día.

La más reciente película de Jim Jarmusch pone en escena, quizás de manera más explícita que nunca, sus preocupaciones y decepciones con la vida. Su versión del cine de vampiros comparte poco con otras películas del género que tanto furor ha causado recientemente, y el “vampirismo” sirve sólo como una excusa para permitir existir y darle peso a las palabras de unos personajes que, por el hecho de haber vivido la historia de la humanidad, tienen mucho que decir y opinar sobre el estado actual del mundo.

De la historia de “Only Lovers Left Alive” no hay mucho que decir. La concatenación de sucesos en la que se ven envueltos los personajes sólo está ahí para que entendamos la manera en que piensan y sienten. Para los Adán y Eva de Jarmusch, los humanos no son humanos sino “zombies”, manipulados con facilidad, violentos, impulsivos y sobre todo negligentes.

Miles de años de guerras, controversias, asesinatos y censuras deberían habernos enseñado algo, piensa Adán, pero no lo han hecho. Los gobiernos como culpables por acción y los zombies como culpables por omisión se han encargado, no de que haya una degradación de la sociedad, porque siempre ha estado degradada, sino de mantener el vicioso estado de las cosas. El hecho de creernos superiores a la naturaleza, a pesar de que somos unos animales más en el mundo (una idea ejemplificada con perfección en la memorable toma final), está jugando en últimas en nuestra contra. Eva le da la razón, pero le recuerda que no es la primera vez que lo sobrecoge una crisis existencialista, y que hay motivos para vivir.

El motivo para vivir de Adán y de Eva, donde el cinismo encuentra por fin un descanso, es el arte. En una hipnótica secuencia en Tánger protagonizada por una talentosa cantante libanesa, está el único destello luminoso a la lúgubre atmósfera que con tanto talento Jarmusch moldea durante todo el largometraje. Existir, parece decir Jarmusch, vale la pena por esos íntimos momentos de conexión humana gracias al arte, esos momentos que existen a pesar del mundo, escondidos a él. Y es esta idea la que parece darle una razón de ser a “Only Lovers Left Alive”, y a la filmografía de Jim Jarmusch en general. Jarmusch nos está diciendo por qué hace lo que hace, y en este sentido ésta es una película en extremo personal.

http://filmicas.com
10
19 de junio de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace solo unos días leía un texto de Pier Paolo Pasolini escrito en los 60, en el que defendía que el actual modelo iba a acabar con el arte. Si bien es cierto que el arte no ha desaparecido, en los últimos años todo lo relacionado con la cultura no ha dejado de sufrir ataques, desde la piratería a los recortes, y han acabado por marginarla. En este contexto, la semana pasada llegó a nuestras carteleras la última película de Jim Jarmusch, Solo los amantes sobreviven. Un filme que incide con todavía más dureza en este mismo miedo de los amantes de la cultura a la extinción de todo pensamiento.

La obra del director de Coffee and cigarettes nos muestra la relación de una pareja de vampiros aislados de una sociedad que ha destrozado su propia herencia artística en favor de una banalidad contagiosa. Llena de referencias habituales en el cine de Jarmusch, como la del científico Nikola Tesla, el autor toma la esencia de las criaturas de la noche en su forma más fascinante. Esa que muestra la contradicción entre un gran intelectual que ha conocido diferentes civilizaciones, que ha leído todos los libros del mundo, visto todas las películas y conocido a los más grandes artistas, frente a su condición de adicto. Son seres que han conseguido un desarrollo envidiable de la esencia humana mientras su debilidad les puede llevar a la extinción. Como ya mostraba Ferrara en The Addiction y Zulueta en Arrebato, el vampiro no solo es un ser sobrenatural es parte de nuestra vulnerabilidad y del ansia de conocimiento.

Cines en ruinas, teatros convertidos en aparcamientos... las ciudades han matado su patrimonio cultural, a sus creadores, y ya solo queda aislarse para no ser devorado. Algo así piensa el personaje interpretado por Tom Hiddleston mientras muestra a su pareja, Tilda Swinton, la decadencia de las sociedades contemporáneas. Después de tantas épocas parecen condenados a huir y a crear en soledad. No puedo asegurar que no estemos ya en esa situación, pero estoy seguro de que si no replanteamos nuestra actual forma de vida, pronto la herencia que los artistas nos regalaron quedará dilapidada.
7
24 de junio de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jim Jarmusch, desde su reverenciada 'Extraños en el paraíso' (1984), ha ido perfilándose como cabeza visible del cine independiente americano, y hace mucho que convive con el estatus de autor de culto. Sus numerosos fans no encuentran traspié alguno en su heterogénea y estimulante filmografía, pero sí existe el sentimiento generalizado de que parece haber dado un viraje radical a su cine desde la difícil y extrema 'Los límites del control' (2009), generando la impresión de querer separar a sus incondicionales del resto con especial ahínco, conscientemente o no. 'Sólo los amantes sobreviven' (2013), maltratada en Cannes y premiada en Sitges el año pasado, resulta más accesible aunque no es, definitivamente, plato para todos los gustos.

Sólo los amantes sobreviven es, en esencia, una historia de amor. A caballo entre la reinvención del arquetipo vampírico y la resurrección del subgénero (comatoso desde hace mucho tiempo salvo esporádicas aportaciones tales como 'Stake Land' -2010- o 'Byzantium' -2012-), la historia que nos cuenta Jarmusch ha sido equivocadamente tildada de pretenciosa. Bien es cierto que no se puede negar el esnobismo que impregna la cinta, pero es ésta incluso una cuestión a la que el propio director se ha referido con sentido del humor, aduciendo a su vez la inherencia del mismo al mito del vampiro inmortal y restándole importancia de cara al sentido último del film, el cual resulta ser más honesto y sencillo de lo que aparenta en un principio.

Nos habla del paso del tiempo a través del duradero y sofisticado amor entre sus protagonistas, Eve y Adam (soberbios y magnéticos Tilda Swinton y Tom Hiddleston), y la historia es sencilla y lineal pero honda en sus pertinentes reflexiones sobre el estado del mundo, la melancolía a lo largo de los años y los siglos y el devenir de la vida. El ritmo de la misma, lento y pesado para algunos, es en realidad cadencioso y, si uno entra en su espiral cool de sentimientos aletargados y vacíos existenciales, será recompensado con una extraña fascinación por el relato, como si el espectador fuera poco a poco siendo capaz de percibir el olor de la sangre (fresca y sin contaminar). En otras palabras, Jarmusch vampiriza a la platea.

Lo que recorre la película no es una nostalgia arrebatada (pese a las puntuales referencias, verbalizadas como la de Mary Shelley, o dispuestas a placer en la casa de Adam), sino una desencantada percepción del presente que induce a un atisbo nostálgico inevitable, amén de una visión del vampirismo más íntima que nunca, mostrándonos su cara oculta, la de la marginación, el hastío existencial y el desencuentro vital, donde sus no-muertos albergan esa chispa (de la que carece ese exterior mortecino) que aúna vida exaltada y maldición eterna, al margen de una sociedad podrida, contaminada como desliza el director sutilmente.

Es también un elegante ejercicio de estilo, como siempre ha sido de un modo u otro la carrera de Jarmusch. Logra causar una sensación de hipnosis a través de las imágenes del esqueleto de una ciudad (y un mundo) desolados, acompañado por una banda sonora particular y muy a tono con lo que propone Jarmusch. En las ruinas de una Detroit fantasmal encuentra la película su mejor y más perfecta metáfora, la de un mundo oscuro y devastado en el que cada vez es más difícil encontrarse a uno mismo.

Posee también un finísimo sentido del humor (la alusión a la sangre “contaminada” de los cantantes) que salpica la narración sabiamente, pero no es la película una broma como sugieren algunos críticos. Su escena final, que algunos (mal)interpretarán como la culminación de ese presunto chiste, es magnífica, y el plano con el que concluye es malévolo y perdurable. Exilia toda tentación de gravedad impostada y su discurso alcanza el sentimiento y la razón, pues se es testigo de un poema romántico sobre la fuerza de vivir que (de)muestra el sentido último de la existencia, que no es sino continuar hacia adelante aún cuando las ganas y las fuerzas por seguir caminando han desaparecido. Porque sigue siendo muy difícil sobrevivir en este mundo y, como el título sugiere, sólo el amor nos ayuda en tan ardua tarea. Un título mayor e incomprendido que permanecerá a lo largo del tiempo. Igual que Adam e Eve.

http://www.asgeeks.es/movies/critica-de-solo-los-amantes-sobreviven-sangre-amor-vida/
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