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Nicolás y Alejandra

Drama Reconstrucción de la vida de Nicolás II (1868-1918), el último zar de la dinastía de los Romanov, y de su esposa Alejandra, durante los años de corrupción, opresión y miseria que desembocaron en la Revolución bolchevique de octubre de 1917. (FILMAFFINITY)
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
19 de septiembre de 2013
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película sobre el final del zarismo fué rodada en Segovia, en la sierra madrileña y en la costa brava. Al grabar la última secuencia, Parrondo supo que había ganado el Oscar por PATTON. Un año después lo obtendría por NICOLÁS Y ALEJANDRA. Para recrear el final del zarismo y la Revolución Rusa, Ivonne Blake montó un extenso departamento de vestuario. Estaba formado, entre otros, por un asesor militar, un especialista en joyas y una baronesa que aseguraba haber sido íntima amiga de Nicolás y de Alejandra, y que se desmayó en el plató cuando vio al actor Michael Jayston vestido del zar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
SergioRoiz
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11 de junio de 2011
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film es un drama biográfico de los últimos días del último zar de Rusia, Nicolás II (1868-1918) y de su familia. La poderosa institución del zar ruso está en decadencia, la toma decisiones de Nicolás II ha llevado a la nación a el hambre y la miseria, la corrupción y la opresión de la realeza hacia el pueblo es terreno fértil para el levantamiento de nuevos movimientos políticos nunca antes vistos.

La revolución del bolchevique se inicia motivada bajo los principios de justicia de Karl Marx (1818-1883), Friedrich Engels (1820-1895) y León Trotski (1879-1940), aunque luego fueron traicionados por Vladimir Lenin (1870-1924) y su máximo líder Josef Stalin (1878-1953). Sus nobles ideales fueron sustituidos por un nuevo régimen dictatorial llamado comunismo.

El film nos presenta a un Nicolás II (Michael Jayston) en franca decadencia, su terco orgullo y los consejos de su pretensiosa esposa Alexandra (Janet Suzman) no le permite claudicar al trono y refugiar a su familia en el exilio. De un héroe adorado e idolatrado el zar Nicolás II paso a ser odiado y despreciado por su propio pueblo.

La actuación del desconocido actor británico Michael Jayston fue extraordinaria, se alega que su parecido físico con el verdadero zar fue la razón principal para ser escogido para el papel. La debutante actriz de televisión en el cine Janet Suzman demostró tener los quilates para interpretar su papel cuando fue nominada al Oscar, “Golden Globe” y el BAFTA como mejor actriz.

El film se destaca por sus bellas escenografías y correctos vestuarios, muy a la época que representa. La película recibió 13 nominaciones a diferentes premios en festivales de cine, de los cuales ganó dos Oscares por mejor dirección artistica y mejor diseño de vestuario.
operez
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24 de enero de 2015
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sam Spiegel, productor de “Lawrence de arabia” y “Doctor Zhivago”, asumió el reto de llevar a buen puerto esta superproducción rodada casi toda en España, seguramente por motivos económicos y porque la URSS no hubiera permitido rodar en escenarios originales de San Petesburgo, Moscú y mucho menos Siberia. “Nicholas and Alexandra” es una biografía en clave dramática, de los últimos años del último zar de “todas las Rusias”. Es una película de productor que repitió las mismas fórmulas que le habían conducido a sus anteriores éxitos: intérpretes desconocidos para el gran público, para identificarse mejor con los personajes reales, la zarina y el zar (Janet Suzman y Michael Jayston, espléndidos ambos), y secundarios de lujo como Laurence Olivier, Michael Redgrave. Y por descontado, el oficio de un sobrio cineasta como era Franklyn J. Schaffner apoyado por un completísimo equipo artístico.

En el marco de una nación sometida a la miseria y al caos económico, Nicilás II estableció un estado autoritario bajo su mandato – la formación de la policía política llamado “Ojrana” es un buen ejemplo frente a los ataques de grupos revolucionarios encabezados por Natcheiev – hasta el punto de permitir la matanza de un nutrido grupo de manifestantes en San Petesburgo en 1905. Schaffner y su guionista James Goldman establecen las actitudes del zar con relación a la problemática del único heredero del trono, su hijo Alexis que padece hemofilia, su impotencia ante la enfermedad de su hijo y la realidad de su país. El matrimonio se abstrae de esa realidad confiando en un personaje siniestro como fue Rasputin (Tom Baker), un tipo tan cerca de Dios como del Diablo pero muy influyente en la corte.

Schaffner le imprime al film el esquema alegórico de “El planeta de los simios”, la ambigüedad moral de “Patton” y el humanismo pequeño burgués de “Papillon”. Sobre esta base la narración se articula a través de varios conductos entrelazados: a) una visión intimista del zar y su familia; b) su conducta política, influida decisivamente por su esposa; c) los reproches autoritarios de su madre; d) la descripción del oprimido pueblo ruso; e) el nacimiento de la conciencia revolucionaria, estimulada por los escritos de Lenin desde el exilio; f) la crítica situación de la nación rusa, sorprendida entre la evidencia de un mundo en evolución, los residuos del feudalismo y la superstición de los fetiches religiosos.

Travellings elegantes, palacios suntuosos, descripciones del horror y la injusticia, son las mejores imágenes de una de las mejores historias en torno a la desintegración moral y física de unos personajes populares. A la vez que se refleja la ascensión del dirigente bolchevique Lenin como líder de la revolución, tras el abandono del gobierno de Karenski. Como siempre en el cine de Schaffner, se mantiene el axioma de que los personajes pueden escapar de sus errores pero nunca de su tiempo. No deja de ser cruel y patético, así como lo que vino después, pero eso es otra historia. Todo lo apuntado se resume en tres horas de gran cine, que recrea un periodo fundamental en el devenir del siglo XX.
Antonio Morales
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8 de enero de 2012
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La espléndida dirección artística y la ambientación con una fotografía perfecta de Freddie A. Young (el de Doctor Zhivago) superan un desarrollo un tanto frío en esta bienintencionada aproximación a los últimos años de los Romanov. Intenta humanizar a los protagonistas y lo consigue, aunque a medias. Interesantes las apariciones de los jóvenes Lenin, Stalin y Trotski, mostrándolos con cierta manipulación, como conspiradores en busca de poder (a pesar de que la historia, como siempre, demostró esa esencia totalitaria que el poder imprime en diversos personajes). Grandes secundarios arropan la trama con actuaciones sencillamente correctas, en las que destaca el, para mí desconocido Tom Baker, actor que interpreta a Rasputín. Tiene magníficos momentos, pero aislados unos de otros, sin continuidad en el brío expuesto, así pues, SChaffner es contundente en la realización a ratos, sin acabar de construir el fresco histórico que prometía, salvando el proyecto en un tramo final pleno de tensión dramática que, los sabedores de esta historia, sabíamos como terminaría. Podría haber sido grandiosa, aún así es ciertamente recomendable por algunos rasgos épicos y el estupendo apartado técnico. Un 7/10.
Wellesford
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2 de febrero de 2007
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se asemeja a Zr. Zhivago en lo de "fresco histórico", aquí centrado en la figura de la familia real rusa, particularmente el zar Nicolás y la zarina Alejandra.

Pero en todo lo demás, no se parecen en nada, hay que reconocer que está bien realizada, pero los personajes parecen huecos, autómatas que repiten un guión sin más.

Tampoco estoy de acuerdo en que los rusos "son así", son temperamentales, aunque distintos de los latinos, ... a quien falta "temperamento" es a la dirección y al guión, de entrada, los diálogos parecen de película de "época" al uso y poco más. El metraje también es excesivo, por lo menos visto a día de hoy, y no es extraño que no tuviera mucho éxito en taquilla, le falta alma y ritmo, muchas escenas parecen superfluas.

Eso sí, destacar los últimos minutos en que crece la tensión y la escena final, que está bastante bien lograda.
rosbar
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