Llegada del tren a la estación de La CiotatCortometrajeDocumental
6.6
6,620
Documental
"L'Arrivée d'un train à La Ciotat" es sin duda uno de los filmes más famosos de la historia. La imagen de un tren llegando a una estación, pasando muy cerca de la cámara mientras reduce la velocidad, se convirtió rápidamente en una escena absolutamente icónica de esa curiosidad de reciente invención llamada "cinematógrafo". (FILMAFFINITY)
11 de junio de 2011
11 de junio de 2011
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede ser que esta película muestre dos de los inventos clave en la Historia de la Humanidad. El tren ya llevaba tiempo circulando por la cada vez más extensa red de vías férreas que inundaba Europa y el mundo...
El cine aun daba sus primeros pasos, los hermanos Lumière acababan de idear algo que ahora atrapa a millones de personas.
Quizá esta película no tenga guión, ni sonido, ni más colorer que el blanco y el negro, ni fuera rodada en 3-D, no dura más de un minuto... No lo necesita, todo eso ya se iría incorporando con los años, pero son películas como esta, o como "Salida de los obreros de la fábrica" o "El regador regado", las que sentaron las bases del séptimo arte, y sin las que todos estos avances que ahora nos hacen disfrutar quizá nunca hubieran llegado.
Ahora solo queda agradecer a los hermanos Lumière lo que hicieron... y seguir disfrutando del cine.
El cine aun daba sus primeros pasos, los hermanos Lumière acababan de idear algo que ahora atrapa a millones de personas.
Quizá esta película no tenga guión, ni sonido, ni más colorer que el blanco y el negro, ni fuera rodada en 3-D, no dura más de un minuto... No lo necesita, todo eso ya se iría incorporando con los años, pero son películas como esta, o como "Salida de los obreros de la fábrica" o "El regador regado", las que sentaron las bases del séptimo arte, y sin las que todos estos avances que ahora nos hacen disfrutar quizá nunca hubieran llegado.
Ahora solo queda agradecer a los hermanos Lumière lo que hicieron... y seguir disfrutando del cine.
19 de febrero de 2015
19 de febrero de 2015
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién hubiera imaginado que este cortometraje iba a iniciar algo que terminaría convirtiéndose en un arte y una nueva forma de ver la vida?
No es exactamente la primera película, pero sí una de las más conocidas. Impresionó a todos los espectadores que la visionaron en su día. La leyenda dice que mucha gente sintió que el tren iba hacia ellos y se asustó.
Leí una tira cómica en la que la gente sale corriendo y los Lumière les dicen: "¡Pues que no les pase ná cuando llegue el Spielberg con los dinosaurios!".
A día de hoy yo puedo grabar un tren llegando a la estación sin ninguna complicación, pero no tiene ningún mérito a día de hoy, ahora que han pasado 120 años.
En fin, ¡Una joya de los orígenes del cine!
No es exactamente la primera película, pero sí una de las más conocidas. Impresionó a todos los espectadores que la visionaron en su día. La leyenda dice que mucha gente sintió que el tren iba hacia ellos y se asustó.
Leí una tira cómica en la que la gente sale corriendo y los Lumière les dicen: "¡Pues que no les pase ná cuando llegue el Spielberg con los dinosaurios!".
A día de hoy yo puedo grabar un tren llegando a la estación sin ninguna complicación, pero no tiene ningún mérito a día de hoy, ahora que han pasado 120 años.
En fin, ¡Una joya de los orígenes del cine!
16 de julio de 2011
16 de julio de 2011
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Simplemente no se puede juzgar ni bien ni mal, simplemente no podemos decir si es bueno o malo, si es entretenido o aburrido, hay que juzgar este corto en su contexto y saber la gran importancia histórica que tiene, sin este intento, sin este riesgo, no estaríamos aquí escribiendo sobre eso que amamos, el séptimo arte y este arte comenzó con esta primera imagen, sin duda, un gran logro histórico.
Todos sabemos muy bien lo que pasó cuando fue proyectado este corto por primera vez, todos conocemos su historia pero lo más importante es saber que sin este corto, hoy no estaríamos escribiendo sobre el cine, un ARTE, en mayúsculas.
Todos sabemos muy bien lo que pasó cuando fue proyectado este corto por primera vez, todos conocemos su historia pero lo más importante es saber que sin este corto, hoy no estaríamos escribiendo sobre el cine, un ARTE, en mayúsculas.
3 de agosto de 2013
3 de agosto de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enciendo el ordenador para empezar un aburridísimo trabajo de búsqueda de jurisprudencia online para clase; en algún minuto, por entre las largas y tediosas horas de "investigación" minuciosa, visitas a facebook, idas y venidas de la cocina y charlas con quien quiera que se quiera pasar por mi habitación, se me ocurre echar un vistazo a Llegada del tren a la estación de La Ciotat, la más conocida, al menos para mí, de las películas de los hermanos Lumière, a pesar de que nunca la había visto antes. Total, no dura ni un minuto, poca concentración voy a perder con esto. O sea que me meto en youtube y veo el vídeo. Y justo después, me meto a filmaffinity para votarla.
La cosa es ya de por sí un tanto ridícula, pero lo hago igualmente. Quiero dejar constancia de que he visto esta película. Y llega la hora de valorarla. Por un lado, pienso que el corto en sí tampoco es que sea gran cosa. Pero, por otra parte, es de 1895, esto dejó al grupo de espectadores parisinos que tuvieron la suerte de asistir a su proyección totalmente pasmado. Por supuesto, tiene auténtico mérito. O sea que... ¿qué nota le planto? ¿Un nueve? Sin duda, con todo el mérito del mundo, la película no es para un nueve... No, un nueve no. ¿Un seis? Pf... Pero es que un seis es casi como un insulto, parece que no hago justicia al impacto y a la novedad que algo tan trivial como la llegada de un tren a la estación tuvo en su momento... Total, ¿que qué hago? Y sigo pensando y debatiendo conmigo mismo.
En ese momento, me percato de mi propia ridiculez y del hecho de que parece que me estoy tomando a mí mismo como poco menos que un reputadísimo crítico de cuya valoración sobre la película vaya a depender la valoración que luego hagan muchos más; como si verdaderamente le fuera a importar algo a alguien que le ponga un seis o un nueve a la peliculita de los Lumière... También pienso que, realmente, ponerse a valorar en filmaffinity cortos de un minuto es poco menos que imbécil...
O sea que... ¿qué hago? ¿La valoro o la dejo estar? Total... Pero es que me apetece dejar constancia de que he visto las películas de los Lumière (como si ello fuese a impresionar a alguien y fuese algo extremadamente difícil o digno de cerebros privilegiados o de personas de buen gusto). Vamos a ver... Doy un par de vueltas en la silla. Echo el aire. Empiezo a dar golpecitos en la mesa con los dedos. "Bueno, pues hala, le pongo un siete", decido finalmente. Total, que entro, le pongo un siete y permanezco pensativo un poco más observando el efecto que las siete estrellas tienen junto a la imagen de la película. Por un momento, pienso en subir y en bajar la nota al mismo tiempo, pero me suplico a mí mismo que me tranquilice y salgo de filmaffinity rápidamente, tratando de olvidar el incidente y de volver lo más prontamente posible al repulsivo mundo del Derecho Constitucional.
La cosa es ya de por sí un tanto ridícula, pero lo hago igualmente. Quiero dejar constancia de que he visto esta película. Y llega la hora de valorarla. Por un lado, pienso que el corto en sí tampoco es que sea gran cosa. Pero, por otra parte, es de 1895, esto dejó al grupo de espectadores parisinos que tuvieron la suerte de asistir a su proyección totalmente pasmado. Por supuesto, tiene auténtico mérito. O sea que... ¿qué nota le planto? ¿Un nueve? Sin duda, con todo el mérito del mundo, la película no es para un nueve... No, un nueve no. ¿Un seis? Pf... Pero es que un seis es casi como un insulto, parece que no hago justicia al impacto y a la novedad que algo tan trivial como la llegada de un tren a la estación tuvo en su momento... Total, ¿que qué hago? Y sigo pensando y debatiendo conmigo mismo.
En ese momento, me percato de mi propia ridiculez y del hecho de que parece que me estoy tomando a mí mismo como poco menos que un reputadísimo crítico de cuya valoración sobre la película vaya a depender la valoración que luego hagan muchos más; como si verdaderamente le fuera a importar algo a alguien que le ponga un seis o un nueve a la peliculita de los Lumière... También pienso que, realmente, ponerse a valorar en filmaffinity cortos de un minuto es poco menos que imbécil...
O sea que... ¿qué hago? ¿La valoro o la dejo estar? Total... Pero es que me apetece dejar constancia de que he visto las películas de los Lumière (como si ello fuese a impresionar a alguien y fuese algo extremadamente difícil o digno de cerebros privilegiados o de personas de buen gusto). Vamos a ver... Doy un par de vueltas en la silla. Echo el aire. Empiezo a dar golpecitos en la mesa con los dedos. "Bueno, pues hala, le pongo un siete", decido finalmente. Total, que entro, le pongo un siete y permanezco pensativo un poco más observando el efecto que las siete estrellas tienen junto a la imagen de la película. Por un momento, pienso en subir y en bajar la nota al mismo tiempo, pero me suplico a mí mismo que me tranquilice y salgo de filmaffinity rápidamente, tratando de olvidar el incidente y de volver lo más prontamente posible al repulsivo mundo del Derecho Constitucional.
20 de febrero de 2014
20 de febrero de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 28 de diciembre de 1895 se realizó la primera proyección con entrada (a un público que previamente había pagado un franco) al invento que los, hasta entonces fotógrafos, hermanos Lumière habían desarrollado, y se trataba de ni más ni menos que el cine. Corren diversos rumores sobre si esa fue la primera proyección en el mundo, y hoy aparecen otras figuras como los hermanos Skladanowsky (alemanes de origen polaco) que parecen haberse anticipado a los franceses. En todo caso, la proyección en el Salón café-Indien marcó un antes y un después, no sólo en el mundo del cine (obviamente), sino también en la historia de la humanidad.
También se cuenta una anécdota muy arraigada que se ha convertido ya en leyenda urbana (al nivel de la criogenización de Walt Disney) y que parece imposible de extirpar. No, los espectadores (apenas se cuentan una treintena) que asistieron a la proyección no huyeron despavoridos al ver el tren aproximándose en la pantalla, básicamente porque el estreno del famoso film de la llegada del tren a la estación de la Ciotat, no vino en la primera sesión de proyecciones, sino que se incluiría posteriormente. Los films proyectados fueron nueve: La sortie de l'usine Lumière a Lyon, La voltige, La Pêche aux poissons rouges, Le Débarquement du Congrès de Photografie à Lyon, Les Forgerons, L'Arroseur arrosé, Le repàs, Le Saut a la couverture, La Place des Cordeliers à Lyon, La mer.
También hay un hecho aún más providencial si cabe. Uno de los asistentes a esta primera proyección fue un joven que había trabajado como ilusionista durante muchos años, y regentaba de hecho un teatro donde se daban números espectaculares de todo tipo: George Mèlies. Mèlies quedó entusiasmado ante lo que había visto y rápidamente trató de contactar con el padre de los hermanos Lumière para hacerse con el invento, porque veía la gran cantidad de usos que se le podían dar al aparato. Sin embargo, el padre aconsejó al muchacho que no invirtiera en el invento, porque como sorpresa para barracas de feria podía tener alguna utilidad durante un corto período de tiempo, pero rápidamente pasaría de moda. No podemos dejar de pensar en la desafortunada que esa veces la musa Clío en algunas ocasiones.
Mèlies rápidamente se hizo con uno de aquellos cinematógrafos (mandado construir después de diversas reinvenciones a través de otros modelos) y pronto se convertiría en la figura más mágica del cine conocido como cine de los orígenes (un término empleado frecuentemente de manera bastante despectiva, todo hay que decirlo).
También se cuenta una anécdota muy arraigada que se ha convertido ya en leyenda urbana (al nivel de la criogenización de Walt Disney) y que parece imposible de extirpar. No, los espectadores (apenas se cuentan una treintena) que asistieron a la proyección no huyeron despavoridos al ver el tren aproximándose en la pantalla, básicamente porque el estreno del famoso film de la llegada del tren a la estación de la Ciotat, no vino en la primera sesión de proyecciones, sino que se incluiría posteriormente. Los films proyectados fueron nueve: La sortie de l'usine Lumière a Lyon, La voltige, La Pêche aux poissons rouges, Le Débarquement du Congrès de Photografie à Lyon, Les Forgerons, L'Arroseur arrosé, Le repàs, Le Saut a la couverture, La Place des Cordeliers à Lyon, La mer.
También hay un hecho aún más providencial si cabe. Uno de los asistentes a esta primera proyección fue un joven que había trabajado como ilusionista durante muchos años, y regentaba de hecho un teatro donde se daban números espectaculares de todo tipo: George Mèlies. Mèlies quedó entusiasmado ante lo que había visto y rápidamente trató de contactar con el padre de los hermanos Lumière para hacerse con el invento, porque veía la gran cantidad de usos que se le podían dar al aparato. Sin embargo, el padre aconsejó al muchacho que no invirtiera en el invento, porque como sorpresa para barracas de feria podía tener alguna utilidad durante un corto período de tiempo, pero rápidamente pasaría de moda. No podemos dejar de pensar en la desafortunada que esa veces la musa Clío en algunas ocasiones.
Mèlies rápidamente se hizo con uno de aquellos cinematógrafos (mandado construir después de diversas reinvenciones a través de otros modelos) y pronto se convertiría en la figura más mágica del cine conocido como cine de los orígenes (un término empleado frecuentemente de manera bastante despectiva, todo hay que decirlo).
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